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n una colmena vivía una abeja que no quería trabajar. Por las mañanas, la abeja se peinaba con sus patas y se echaba a volar muy contenta. Entraba y salía de la colmena sin llevar una gota de miel. Las abejas de la colmena estaban muy enfadadas. –¡Tienes que trabajar un poco cada día! Es la primera advertencia que te hacemos. –¡Hace mucho calor!
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