entornos de poder

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RELACIONES DE GÉNERO

así, inaugurar la posibilidad de desubjetivarse, para construir nuevas subjetividades, más propias, más autónomas. Por sujeto entendemos el sujeto social, ese efecto que se produce cuando un cúmulo de individuos circulan dentro de un determinado nicho y al habitarlo, al “lenguajear” entre ellos con los códigos del nicho,6 echan a andar los significados que refuerzan tanto los condicionamientos del nicho como las posibilidades de transformarlo o salir hacia otros lugares, incluso inéditos. Así, no es que haya un varón de suyo violento contra la mujer, sino que el sistema mujer-varón construye con violencia subjetividades inmersas en la violencia heterohegemónica.7 Ese sistema necesita de la violencia para mantener los roles de género, construye una estructura violenta para el sistemático desencuentro de dos subjetividades diferentes, dos corporalidades diversas, dos deseos distintos; en todo caso, se trata de ideales inalcanzables pero regidores de vidas cotidianas. Y lo llamamos género, donde uno de los componentes, estructuralmente, tiene el mandato de ejercer la violencia contra el otro componente, el cual tiene la obligación de soportarla en dos sentidos: padecerla y en esa medida darle soporte. ¿Qué objetivo tiene un planteamiento así? Entre otros, no abordar más la problemática desde el dualismo víctima-victimario, pues refuerza dos mecanismos básicos del control del sujeto: individualizar y patologizar. Al individualizar queda invisible la responsabilidad social, las estructuras de control, de biopoder, que funcionan detrás de la violencia por medio de las instituciones, de la cultura y de lo social. Al patologizar se hace ajeno un proceso que nos construye a todos y a todas: nos permite afirmar que el problema es del otro. 6  “Si la identidad es un efecto de las prácticas discursivas, ¿hasta qué punto la identidad de género, vista como una relación entre sexo, género, práctica sexual y deseo, es el efecto de una práctica reguladora que puede definirse como heterosexualidad obligatoria?” (Butler, 2007: 73) 7  “Foucault afirma que los sistemas jurídicos de poder producen a los sujetos a los que más tarde representan” (Butler, 2007: 47). En la misma lógica podemos aproximarnos a reflexionar en torno a la construcción del sujeto del género por medio de procesos de violencia, misma que posteriormente lo caracterizará sorpresivamente ya producido como un sujeto violento, que además ignora la violencia que lo funda y produce como tal. Así hay una doble vuelta de tuerca en los procesos de sujeción: al sujeto de género se lo produce mediante violencia, y por añadidura se individualiza y patologiza su situación; en él reside la culpa-enfermedad de su relación con la violencia, y no puede mirar —por efecto del nicho— cómo su producción es social, histórica y política.


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