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FIESTA Y RESPALDO l
“HONESTO, VALIENTE, ASÍ ES MI PRESIDENTE”, GRITARON. AMLITOS LLENARON LA PLAZA
Entre cantos, porras y batucadas, los asistentes al mitin en conmemoración de los 85 años de la Expropiación Petrolera anunciaron su llegada a las calles aledañas al Zócalo capitalino.
Los Pejeluches y los Amlitos eran levantados y agitados con orgullo. Era una fiesta, que muchos aprovecharon para expresar el cariño por el Presidente.
Aunque el encuentro estaba contemplado para las 17:00 horas, personas provenientes de Guerrero, Aguascalientes, Durango e Hidalgo arribaron alrededor de las 12:00 del día en camiones que se estacionaron en Calzada México-Tacuba, de donde siguieron su camino a pie.
Ver y escuchar el discurso del Presidente representó para muchos resistir horas en la plancha del zócalo. Los que no pudieron llegar, lo miraron por las pantallas colocadas en las calle 5 de mayo y en otras aledañas al evento.
Gritos de “Honesto, valiente, así es mi Presidente”; “Es un honor, estar con Obrador"; “Con Obrador habrá transformación"; entre otros, se coreaban.
El Caballito, el Hemiciclo a Benito Juárez y demás monumentos fueron el punto de encuentro para los contingentes, entre ellos el grupo JóvenESClaudia, quienes crearon sus pancartas de apoyo a la jefa de Gobierno, en las faldas del Monumento a la Revolución.
Frente al Palacio Nacional las y los gobernadores de Morena se tomaron selfies con el Presidente cuando pasó frente a ellos.
Contra Las Cuerdas
#OPINIÓN
EL 18 DE MARZO, CÁRDENASLOS Y AMLO
AMBIENTE FESTIVO
1 l Mariachis de la Sedena y Semar amenizaron el evento.
2 l La mayoría de los negocios del primer cuadro estuvieron abiertos.
El ingeniero Cuauhtémoc, además de no asistir al evento de López Obrador en el Zócalo, puso un dardo de esos que incomodan al Presidente l MIL PERSONAS MOVILIZÓ SUMA.

El ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano y la familia del general Lázaro Cárdenas del Río terminaron de pintar su raya del gobierno de López Obrador. Se negaron a asistir a la conmemoración del 85 aniversario de la Expropiación Petrolera, donde el mandatario federal enarboló los logros del general y luego llenó de elogios a su administración. La conmemoración fue inédita, porque en los cuatro años de gobierno no se había visto una movilización así para reconocer la decisión más importante del cardenismo. La idea surgió como afrenta de López Obrador a las organizaciones civiles después de la segunda salida de miles en ciudades de México y el exterior en defensa del INE, algo que desde su llegada al poder, el Presidente aseguraba que no ocurriría. Apenas el lopezobradorismo acusó al ingeniero Cárdenas de unirse a la derecha por participar de manera intelectual en la plataforma Mexicolectivo. Aunque Cárdenas sí estuvo cerca y participó en algunas mesas de trabajo, luego se desvinculó.

Criticó los altos costos que está teniendo la refinería Dos Bocas
También está la reciente renuncia de Lázaro Cárdenas, nieto del general, a la oficina de asesores de Palacio Nacional, sobre la que hay dos versiones; la primera, que se dio para participar en el proceso interno de Morena por la candidatura de la CDMX, y la segunda que se trata de una decisión tras la humillación de López Obrador al ingeniero, al reclamarle por estar en Mexicolectivo. Sea cual sea el motivo, Lázaro Cárdenas tampoco estuvo ayer en la conmemoración.
El ingeniero, además de no asistir al evento de López Obrador, puso un dardo de esos que incomodan al Presidente. Al acudir al Monumento a la Revolución como cada año, para llevar flores a los restos de su padre, el excandidato presidencial dijo que no veía la necesidad, ni él tenía el interés de asistir; de pronto metió el aguijonazo a pregunta expresa, pues sin miramientos criticó los altos costos que está teniendo la refinería de Dos Bocas, y consideró que su construcción puede no ser la solución total para la independencia energética, contrario a lo asegurado por AMLO durante la propia conmemoración.
De esta forma, en el 85 aniversario de la Expropiación Petrolera, los Cárdenas terminaron de pintar su raya con un evento que terminó teniendo tintes electorales rumbo a 2024, pues López Obrador terminó diciendo que cualquiera de las corcholatas dará continuidad a su proyecto político.
UPPERCUT: Apareció Ricardo Monreal en un evento de López Obrador —aunque no subió al templete— cuando medio mundo piensa que los tambores de guerra están peor, luego de que el Presidente le vetó a su comisionado al frente del INAI y a otra del PAN. Un guiño más para pensar justo lo contrario, que la jugada fue premeditada para favorecer al titular del Ejecutivo, pues la decisión desactiva al instituto. Con la salida del organismo de Francisco Acuña el último día de marzo y, en tanto no se hagan los nombramientos, no podrá haber sesiones para conocer el gasto de gobierno.

Malos Modos
The Last Of Us
Los zombis no son producto de un virus, como es habitual, sino de un hongo, que hace de las personas una especie de hombre y champiñón
Como he dicho antes, si algo nos han enseñado los zombis es que no hay límites al placer que provocan los cráneos perforados: es imposible empalagarse.
Sobre este principio, habla muy bien de la serie que acaba de terminar su primera temporada, The Last of Us, que se sostenga del primer al último episodio, hasta sumar nueve, sin eso: el placer de los cráneos reventados, uno de los sustentos de, por ejemplo, The Walking Dead, el clásico instantáneo que no hace mucho vio terminada su carrera.
La razón se encuentra en el origen de los zombis que la protagonizan. No son producto de un virus, como es habitual, sino de un hongo, que hace de las personas una especie de combinación de hombre y champiñón. Bueno, los hongos, sabemos, salpican menos cuando les das un hachazo. Adiós al efecto cráneo.
Si la serie se sostiene es, primero, porque están ahí todas las demás virtudes del apocalipsis, desde la paradójica tranquilidad que da un mundo devastado en el que no hay más preocupaciones que sobrevivir en plan darwinismo salvaje, hasta la proliferación de sectas espantosas con canibalismo incluido, hasta el espíritu un poco de western resultante de que la naturaleza, abrumadora y terrible, ha vuelto a adueñarse del planeta.
Están ahí todas las demás vitudes del apocalipsis
El segundo sostén de The Last of Us son los zombis mismos, claro. Aparecen poco y se ven medio chafones en algunos momentos, pero transmiten una conveniente sensación de peligro por su ferocidad aceleradísima (son zombis rápidos al estilo de 28 días después o Soy leyenda, no como los que patentó George A. Romero en La noche de los muertos vivientes) y por esa propiedad asqueante que tienen, otra vez, los hongos, particularmente si padeces de tripofobia o condiciones parecidas.
La tercera razón para ver The Last of Us es que, a la manera de Resident Evil, combina la devastación apocalíptica con otra forma de milenarismo, la distopía.
Es una dictadura malechota y frágil, pero el mundo, al problema de los zombis, suma el de una corporación militar que ha decidido imponerse con mano de hierro. Buen ingrediente extra.
Sobre todo, claro, la serie se sostiene por sus protagonistas. Pedro Pascal funciona muy bien como un tough guy en esteroides, un personaje con algo de policiaco durísimo, tipo James Elroy, consumido por el dolor y la violencia del sobreviviente que, cómo no, termina por conectar –perdonarán el spoiler– con la muy simpática adolescente que encarna Bella Ramsey, la de Game of Thrones
Así pues, para quienes se sienten huérfanos desde que terminó The Walking Dead, está aquí el inicio de una franquicia más que digna, sin aportaciones mayores al género, pero muy correctamente escrita y dirigida.
Como detalle no menor para los adultos mayores que leen esta columna y luego no se enteran de estas cosas, está basada en un videojuego. En HBO.