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Historia de la Medicina Nuclear en la Argentina Verónica Cecilia Sánchez

HISTORIA DE LA MEDICINA NUCLEAR EN LA ARGENTINA

Verónica Cecilia Sánchez*

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Resumen

Hay un largo camino que recorre desde John Dalton a Antoine Henri Becquerel, Pierre y Marie Curie, Frédéric Joliot e Irene Curie (y algunos mas) que dio cabida a la era atómica. Entre sus mayores aplicaciones pacíficas se hallan las referidas al diagnóstico y tratamiento, es decir, la Medicina Nuclear. Dicha especialidad inicia su desarrollo a finales de los años 40’; 1946 constituye una fecha histórica ya que se construye el primer reactor productor de radionucleídos. Los ensayos radiobiológicos en nuestro país se realizaron en el Instituto de Medicina Experimental (actualmente Instituto Roffo) en 1926. En 1949, un equipo de Harvard junto al Dr Héctor Perinetti y colaboradores, hicieron los primeros estudios médicos con radioisótopos, usando I131 para determinar las causas del bocio endémico en Mendoza. En 1963 se crea la Sociedad Argentina de Biología y Medicina Nuclear. La CNEA es una institución ligada a la medicina nuclear argentina y fue creada el 31 de mayo de 1950 por decreto del presidente Perón. Las acciones concretadas a partir del lanzamiento del Plan Nuclear Argentino en 2006 han convertido al país en un referente.

Palabras claves: medicina nuclear, CNEA, isótopos radioactivos, Plan Nuclear Argentino

Summary

There is a long road that runs from John Dalton to Henri Becquerel, Pierre and Marie Curie, Frédéric Joliot and Irene Curie (and some more) that accommodated the atomic era. Among its greatest peaceful applications are those related to diagnosis and treatment, that is, Nuclear Medicine. This specialty begins its development at the end of the 40’s; 1946 constitutes a historical date since the first radionuclide producing reactor is built. Radiobiological tests in our country were carried out at the Institute of Experimental Medicine (now Roffo Institute) in 1926. In 1949, a Harvard team together with Dr Héctor Perinetti and collaborators, made the first medical studies with radioisotopes, using I131 to determine Causes of endemic goiter in Mendoza. In 1963 the Argentine Society of Biology and Nuclear Medicine was created. The CNEA is an institution linked to Argentine nuclear medicine and was created on May 31, 1950 by decree of President Perón. The actions taken after the launch of the Argentine Nuclear Plan in 2006 have made the country a benchmark.

Keywords: Nuclear Medicine, CNEA, radiactive isotopes, Argentine Nuclear Plan

*Médica de Planta del Servicio de Medicina Nuclear del Hospital Municipal de Oncología “María Curie” Médica Especialista Universitaria en Medicina Nuclear. Secretaria de la Carrera de Médico Especialista Universitario en Medicina Nuclear (UBA). Miembro de la Asociación Argentina de Biología y Medicina Nuclear

Introducción

Los conceptos sobre la existencia de una partícula indivisible se remontan a 500 años aC, a partir de que era posible la división de la materia en dos partes, cada una de ellas en otras dos y así sucesivamente, pero sin llegar al infinito.

John Dalton, a principios del XIX, da vida científica al átomo indicando que “toda materia está compuesta de átomos y todas las combinaciones químicas tienen lugar entre ellos”. Un siglo después, Antoine Henri Becquerel, de modo casual, descubre la radiactividad natural, confirmado por Pierre y Marie Curie. En 1933, Frédéric Joliot e Irene Curie descubren la posibilidad de crear isótopos radiactivos artificiales. La era atómica había comenzado con sus hallazgos pacíficos y su contracara.

Entre sus mayores aplicaciones pacíficas se hallan las referidas al diagnóstico y tratamiento, es decir, la Medicina Nuclear. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido a esta especialidad como la que se ocupa del diagnóstico, tratamiento e investigación médica mediante el uso de radionucleídos, con exclusión de las fuentes selladas que se emplean en radioterapia (3).

Medicina Nuclear: antecedentes a nivel mundial

Pocas veces ocurre en medicina que determinada especialidad logre ostentar una fecha de nacimiento cierta, e incluso más arduo todavía es poder atribuir con razonable convicción su paternidad. Eso es lo que ocurrió con la Medicina Nuclear: su fecha de natalicio puede ser rastreada hasta el 26 de febrero de 1896 y Becquerel es el mejor candidato a progenitor. Este físico francés comprobó que ciertos materiales emitían una radiación desconocida. Años más tarde, su discípula Marie Curie denominaría al fenómeno “radiactividad” (5).

Más cercano a nuestro tiempo, la Medicina Nuclear inicia su desarrollo como especialidad a finales de los años 40’, momento en que se decide utilizar la energía nuclear con fines médicos; 1946 constituye una fecha histórica, ya que se construye el primer reactor productor de radionucleídos. Von Hevesey fue el primer científico que pensó en emplear los radionucleídos en el ser vivo.

Durante más de diez años lo único que hacían los primeros médicos nucleares del mundo eran pruebas tiroideas rústicas, como la captación de I131 con contadores Geiger, poco a poco surgieron los primeros radiofármacos: rosa de bengala-I131 para hígado, hipuran I131 para pruebas dinámicas renales, neohidrina mercurio 203 para obtener imágenes de riñón y últimamente en forma vertiginosa, coincidente y al mismo tiempo resultante del circulo virtuoso: adelantos electrónicos (nuevos equipos), informática, radiofármacos (en estos últimos suele haber más de 300, que son útiles en investigación y medicina) y cada día surgen más sin que se observe un tope a esta tecnología (6). A continuación se describe la cronología del desarrollo de la Medicina Nuclear en el mundo:

1895: descubrimiento de los rayos X-Roentgen 1896: descubrimiento de la radiactividad de uranioBecquerel 1898: descubrimiento de la radiactividad naturalMarie Curie 1913: desarrollo del concepto de isotopía-Soddy 1923: primera utilización de los trazadores en la exploración biológica-Hevesey 1931: construcción del primer ciclotrón-Lawrence 1934: descubrimiento de la radiactividad naturalCurie/Joliot 1938: primeros estudios de la fisiología de la tiroides 1939: primeras aplicaciones terapéuticas 1951: construcción del scanner con cristal de centelleo de yoduro sódico, para realizar las primeras gammagrafías-Reed/Libbi 1952: el término “medicina nuclear” sustituye al de “medicina atómica” que se empleaba hasta entonces 1961: creación de la tecnología de emisión de positrones (PET)-Robertson/Yamamoto 1962: aparición del generador de Tc99m 1963: construcción de la cámara de centelleo-Anger

A partir de los años 60 el desarrollo de la medicina nuclear es imparable. Son de gran importancia la puesta a punto en los años 70 de la técnica de Spect cerebral y en los años 80 del PET (tomografía por emisión de positrones) (9).

Seis décadas de la Medicina Nuclear Argentina Los orígenes

Los primeros ensayos radiobiológicos se realizaron en el Instituto de Medicina Experimental (actualmente Instituto Roffo) en 1926. En 1949, un equipo de Harvard junto al Dr Héctor Perinetti y colaboradores hicieron los primeros estudios médicos con radioisótopos, usando I131 para determinar las causas del bocio endémico en Mendoza. Este trabajo fue el primero en el mundo en usar un radioisótopo para estudios epidemiológicos (5).

En 1943, el Dr Juan Membrives, becario en USA, escribe a su director de beca, el profesor Bernardo A Houssay, indicando que puede enviar pequeñas cantidades de I131 para estudios de fisiología tiroidea en animales de investigación. Houssay le contesta que careciendo en el país de equipos de medición y las dificultades de transporte para recibir el trazador y enviar posteriormente las muestras para su medición, por el momento es imposible aceptar la propuesta (3).

Si bien existieron algunos empleos de radioisótopos anteriormente en el país, como el uso de P32 (fósforo) en hematología por envíos de colegas de USA, o el uso terapéutico del Radio en Oncología, todavía nada existía en ese campo.

Walter Eggeberg, alemán, quien hasta 1928 había formado parte del grupo de trabajo de Otto Hahn, descubridor del proceso de fisión, llegó a la Argentina en 1949 para tareas de formación, desarrollo y docencia contratado por la Universidad Nacional de Tucumán. Como carecía de equipos de medición de la radiactividad, los improvisó enviando construir tubos Geiger a un fabricante de tubos de gas neón.

En 1951 es contratado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y a su lado se formó un grupo de profesionales de extraordinario valor y empuje que descubrieron, desarrollaron y produjeron radioisótopos.

Evolución y desarrollo

Formalmente la medicina nuclear se inicia en la primera mitad de la década del 50’. En 1950 Perinetti, cirujano mendocino, concurre a la Clínica de Tiroides del Massachussets General Hospital. En ese servicio se aprestaban a realizar estudios “geomédicos” de enfermedades de la glándula tiroides empleando radioyodo.

En 1951 una comisión argentino-estadounidense comenzó el estudio en Mendoza empleando I131, para estudiar por primera vez la cinética del radioyodo en áreas de bocio endémico y determinar la adaptación del hombre a la carencia de yodo. El grupo norteamericano había proporcionado el equipamiento, su contraparte a través de la CNEA, la provisión del radioyodo.

En la segunda mitad de esa misma década, a través del “préstamo” de tres equipos de captación tiroidea de I131 y un equipo de pozo que realiza la CNEA a tres distintos hospitales de Buenos Aires, se da el puntapié inicial a la creación de la futura especialidad médica, la Medicina Nuclear (3).

La sociedad científica: Fundación de la Sociedad Argentina de Biología y Medicina Nuclear

En 1963 se crea la Sociedad Argentina de Biología y Medicina Nuclear (entidad que nuclea en la actualidad a los médicos y técnicos de la especialidad), por la propuesta de los doctores Aldo Lanari (fundador), Héctor Forcher y Jorge Verde, con el nombre de Sociedad Argentina de Medicina Nuclear. El acta de fundación de la sociedad fue firmada por 124 profesionales ligados a la especialidad, que pasó a llamarse Asociación Argentina de Biología y Medicina Nuclear (AABYMN) por razones legales.

En la historia de la entidad, se debe mencionar que desde su fundación Arturo J San Martín, médico endocrinólogo y nuclear, fue el único miembro que ocupó el cargo de presidente en tres oportunidades y actualmente sigue ejerciendo la especialidad, siendo reconocido por su vasta experiencia y trayectoria.

En el estatuto de la Asociación se describen los objetivos: 1. El estudio y fomento de la Biología y Medicina Nuclear y de todo cuanto se relacione directamente con dichas ciencias; 2. Difusión de los estudios, trabajos y adelantos alcanzados; 3. La promoción del intercambio científico con sociedades similares del país y del exterior; 4. Participar de la actividad docente de las distintas profesiones involucradas; 5. Actuar ante las autoridades competentes encargadas de regular las actividades profesionales y del dictado de normas vinculadas con la Biología y Medicina Nuclear; 6. Establecer convenios bilaterales con sociedades afines que posibiliten la admisión reciproca de sus miembros sin desmedro de las pautas de ingreso del estatuto; 7. Propender a la formación, certificación y recertificación de los profesionales y técnicos para el ejercicio de las actividades propias de la Biología y Medicina Nuclear. Todo ello sin fines de lucro (2).

La Comisión Nacional de Energía Atómica; sus orígenes

La CNEA es una institución íntimamente ligada a la Medicina Nuclear Argentina.

Fue creada el 31 de mayo de 1950 por decreto 10936/50 del Presidente Juan Domingo Perón, en el

marco de un plan que se deseaba llevar a cabo y al que se denominó “Proyecto Huemul”, instalado 7 km de Bariloche.

Los millones de dólares demandados no se podían disfrazar de gastos reservados de la Dirección de Migraciones y se creó la Comisión. Luego, el tiempo, mostraría que el “Proyecto Huemul” era un fracaso, tal que el diario The New York Times tituló: “El sueño atómico de Perón se desvanece” (10).

La CNEA regulaba el empleo de los elementos radiactivos en el uso pacífico de la energía nuclear y era juez y parte, por lo cual la legislación posterior dividió esa institución en dos partes, destinándola a docencia, investigación y producción de elementos radiactivos a la CNEA y creando una nueva institución denominada Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN), dependiente de Presidencia de la Nación, que controla los permisos institucionales, profesionales y técnicos para el uso de radioisótopos en seres humanos. Ambas instituciones conviven en el mismo edificio.

En la historia de esta institución no puede dejar de destacarse la figura del ingeniero Celso Papadópulos ¿Por qué fue tan importante? En primer lugar, merece la pena analizar el escenario de la época. En el país se estaban utilizando fuentes selladas de radio 226 desde 1913 y de cobalto 60 desde 1948 en aplicaciones médicas, fundamentalmente de radioterapia ginecológica, sin ningún control del Estado, pese a los riesgos que involucraban para los pacientes tratados, sus familiares y los propios profesionales. Los primeros precursores de la Biología y Medicina Nuclear del país estaban haciendo uso de fuentes abiertas de I131, Fósforo 32 y tirito en diversos centros de Buenos Aires, Mendoza y Salta sin que existiese ninguna reglamentación al respecto.

Mientras tanto, el ingeniero Papadópulos era jefe de la Sección Astronomía del Instituto Geográfico Militar, profesor de Geodesia en la Escuela Superior de Guerra y jefe de trabajos prácticos de la Cátedra de Topografía en la Facultad de Ingeniería de la UBA.

Se produjo el hecho circunstancial que el entonces presidente de la CNEA, el ingeniero Oscar Quihillalt, invita a Papadópulos a hacerse cargo en esa institución del recientemente creado Departamento de Informaciones Atómicas. Al cabo de un año, la inteligencia de Celso, su brillante capacidad de gestión y conducción, habían logrado que la CNEA se hubiese reorganizado y transformado en un ente de producción, investigación y control de los riesgos radiosanitarios involucrados.

Fue el creador y primer jefe del entonces llamado Departamento de Radioisótopos, redactor y propulsor del reglamento que aprobó el decreto nº 842/58, por el cual se estableció que ninguna persona en el país puede tener, poseer, importar, comprar, usar, utilizar, vender, exportar o eliminar materiales radiactivos sin permiso previo de la CNEA. De ahí la importancia del ingeniero Papadópulos en la historia de la institución, quien da nombre a las jornadas que realiza la AABYMN, en las cuales se congregan los especialistas de todo el país para conocer la actualidad de la especialidad (8).

Aplicaciones de la tecnología nuclear a la salud. Radioisótopos y radiofármacos

Desde su fundación, la CNEA ha considerado la producción de radioisótopos como una de sus actividades primordiales. En la actualidad y desde hace casi 50 años, el reactor RA-3, ubicado en el Centro Atómico Ezeiza, es el principal productor de radioisótopos en toda Latinoamérica. Los radioisótopos allí producidos son separados y purificados para su comercialización en instalaciones sitas en ese centro: la planta de producción de radioisótopos por fisión, la planta de producción de radioisótopos y el ciclotrón de producción.

Los productos manufacturados por la CNEA están destinados fundamentalmente a su empleo en Medicina Nuclear, tanto para diagnóstico como para tratamiento.

El Molibdeno 99 y el Iodo131, ambos obtenidos por fisión de uranio, son los radioisótopos de mayor empleo en medicina. La producción de estos radionucleídos satisface completamente la demanda nacional además de permitir exportaciones a países de la región como Brasil y Chile. Otros radioisótopos producidos, aunque con una demanda menor, son el Samario 153, Cromo 51 y Fósforo 32 (7).

Medicina Nuclear y la CNEA

La CNEA desde sus etapas fundacionales, ha prestado particular atención a las aplicaciones de los radioisótopos y de las radiaciones ionizantes a la salud humana, tanto en el diagnóstico como en la terapia de enfermedades, convirtiéndose en una firme y constante promotora de la Medicina Nuclear en el país. Prueba de ello es el decisivo rol que ha desempeñado en la creación, desarrollo y apoyo a la operación del: 1. Centro de Medicina Nuclear del Hospital de Clínicas José de San Martín

En 1958 por iniciativa conjunta de la CNEA y la Universidad de Buenos Aires, se creó en el Hospital de Clínicas, dependiente de la Facultad de Medicina, el Laboratorio de Radioisótopos, que en 1962 se transformó en Centro de Medicina Nuclear. En 1967, mediante un préstamo del Banco Interamericano de Desarrollo, se equipó al centro con instrumental de última generación. A partir de entonces se convirtió en un referente local e internacional para la formación de recursos humanos en el tema. Las principales actividades son la asistencial, docencia e investigación

en las áreas de la Medicina Nuclear y el Diagnóstico por Imágenes.

En 1980 la CNEA incorporó un equipo de Tomografía por Emisión de Fotón Único (SPECT) para la realización de gammagrafías. En 2012 fue reinaugurado el centro al que se incorporó un equipo SPECT-TC con dos cabezales (7). 2. Centro de Medicina Nuclear del Instituto Oncológico Ángel H Roffo

Fue creado como resultado de un convenio de asistencia técnica entre la CNEA y la UBA en 1976. Al estar inmersos en un hospital oncológico, los integrantes de este centro tienen la posibilidad de interaccionar con el resto de las especialidades, generando una modalidad de trabajo interdisciplinario que les permite adquirir una mirada local a la problemática oncológica.

Las principales actividades del centro son la asistencia, investigación y docencia en el campo de la Medicina Nuclear y la Física Médica, aplicadas a la Oncología. 3. Escuela de Medicina Nuclear, FUESMEN (Mendoza)

Surgió a partir de una iniciativa de la CNEA que puso en marcha en 1986 la creación de una Escuela de Postgrado en Medicina Nuclear y Radioisótopos.

Tiene como objetivo principal la realización de actividades científicas, docentes y asistenciales en materia de Medicina Nuclear y Radiodiagnóstico. Cuenta con recursos tecnológicos de primera línea y gracias a la formación diferencial de sus recursos humanos, la investigación y el desarrollo, se ha posicionado como una institución innovadora en el medio. 4. Fundación Centro de Diagnóstico Nuclear (Buenos Aires)

A partir de 2003, la CNEA y la FUESMEN encararon un proyecto que significaba dotar al Gran Buenos Aires de un centro de última generación de diagnóstico por técnica de emisión de positrones (PET), acordando para ello la creación de la Fundación Centro de Diagnóstico Nuclear (FCDN).

Su equipamiento confiere al centro gran autonomía y un alto índice de productividad. Sus principales actividades son la asistencia, investigación y docencia en las áreas de la Medicina Nuclear y el Diagnóstico por Imágenes.

Con los dos primeros centros, la CNEA mantiene una vinculación directa mientras que en los dos últimos casos la relación se materializa principalmente a través de su participación en las fundaciones que los administran.

Además, la CNEA está propiciando la apertura de nuevos centros de medicina nuclear en diversas ciudades del interior del país. El plan estratégico de CNEA 2010-2019 se establece como política institucional al respecto: “Promover la replicación del modelo de gestión de fundación sin fines de lucro con el objeto de asegurar que cada vez más regiones del país tengan acceso a tecnología de avanzada en el campo de la Medicina Nuclear y oportunidades de capacitación y formación en las distintas disciplinas asociadas” (1).

Huellas argentinas en Latinoamérica

En el área de la Medicina Nuclear nuestro país ha sido pionero en Sudamérica, de la mano de la CNEA, institución que siempre mantuvo un rol fundamental que aún continua vigente.

En la década del 60’ argentina ya había comenzado sus desarrollos en la materia, mientras que en el resto de la región se llevarían a cabo años más tarde, incluso en Brasil.

La Argentina siempre estuvo a la vanguardia en ese campo, convirtiéndose en un ejemplo de referencia para otros estados e impulsando tecnologías que luego se difunden al resto de la región. Esto se remonta al año 1991 cuando la Fundación Escuela de Medicina Nuclear (FUESMEN) de la provincia de Mendoza, dispuso el primer equipo PET del hemisferio sur, junto con un ciclotrón para la producción de radioisótopos. Asimismo, en el año 2001, la CNEA introdujo comercialmente desde el centro atómico Ezeiza la fluordesoxiglucosa (FDG) en Buenos Aires, que la FUESMEN ya venía usando localmente.

En 2014 se puso en marcha el Plan Nacional de Medicina Nuclear, por el cual se están construyendo en varias provincias centros de medicina nuclear y radioterapia que acercarán la alta tecnología en diagnóstico y tratamiento a las más alejadas regiones del país. Así, Formosa, La Pampa, Entre Ríos, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Buenos Aires de beneficiarán con la instalación de ciclotrones, equipos PET-TC, SPECT-TC y otros. También se han reequipado los centros propios de la CNEA: la Fundación Centro de Diagnóstico Nuclear (FCDN) y la FUESMEN inauguró en 2016 el primer PET híbrido con resonador de América Latina. Por otra parte, la Argentina contará con el primer Centro de Protonterapia de Latinoamérica, ubicado frente al Instituto Roffo de la Ciudad de Buenos aires.

Desde hace varios años desde Ezeiza se produce Molibdeno 99 en la única planta sudamericana de producción de molibdeno por fisión. Desde allí se abastece a todo el mercado nacional, a un tercio del mercado de Brasil y a otros países latinoamericanos a través de la venta de generadores de Tecnecio 99.

En el país tenemos aproximadamente 300 entros de medicina nuclear y la CNEA fue pionera, posibilitando un gran nivel en estos servicios y desarrollos, tanto en el ámbito privado como público (4).

La vasta experiencia en el diseño y construcción de reactores nucleares para investigación y desarrollo científico permite que hoy nuestro país cuente con un excelente sistema de aplicaciones nucleares a la salud, tanto en el ámbito público como privado, conformado por:

5 67 71 284 48 338 escuelas de Medicina Nuclear centros de cobaltoterapia centros de braquiterapia centros de Medicina Nuclear aceleradores lineales laboratorios de radioinmunoensayos

Expansión de la Red de Medicina Nuclear

Con el apoyo del gobierno nacional, la CNEA ha venido asesorando y coordinando la creación de nuevos centros de medicina nuclear y radioterapia con carácter federal, buscando asegurar la llegada de la tecnología nuclear en salud para toda la población. nacional y provincial. El Ministerio de Salud en un comienzo reaccionó tardíamente y los primeros diplomas de indicaban “Especialista en Radioisótopos” que con el curso del tiempo se cambió al título otorgado en el presente: “Especialista en Medicina Nuclear”. Actualmente se toman en cuenta los cursos técnicos y a nivel provincial los colegios médicos o instituciones similares son los encargados de considerar los pedidos.

En este marco, (al año 2014) se proyectó la construcción de los centros de Oro Verde (Entre Ríos) y Bariloche. Por su lado, los Institutos Balseiro (Bariloche) y Dan Beninson (Ezeiza) están potenciando sus carreras vinculadas a la salud, acompañando los proyectos de expansión de la CNEA en esta temática, capacitando a gran parte de los profesionales y técnicos del área en todo el país.

La Medicina Nuclear como especialidad en la Argentina

El título de especialista es ajeno a las autoridades de la CNEA y la ARN. Ha sido considerado a nivel de Oncología Maria Curie y el Hospital de Clínicas, ambas asociadas a la Facultad de Medicina de la UBA.

La CNEA y la ARN consideran que el candidato a recibir un permiso de uso de material radiactivo en seres humanos debe realizar una práctica en clínica médica en institución reconocida y aceptada, por al menos tres años, luego efectuar alguno de los cursos de metodología y aplicación de radioisótopos aceptados y posteriormente realizar las prácticas activas que determina la reglamentación vigente. Los permisos individuales se deben renovar cada 5 años (3).

Con respecto a la formación profesional existen actualmente dos sedes oficiales que dictan la Carrera de Médico Especialista: la sede del Hospital Municipal

El futuro

Entre las promesas que vienen, hay que destacar el perfeccionamiento de equipos y la introducción de nuevos radiofármacos. Seguramente el perfeccionamiento de la cámara gamma hará posible la realización de los diferentes estudios con mayor rapidez y resolución anatómica.

El otro espacio prometedor es el de la terapia, donde queda todavía un largo camino por explorar (5).

Conclusión

Podemos reflexionar que, si bien nuestro país tiene un rol preponderante en materia de la aplicación de tecnología nuclear a la salud, aun deberían destinarse más recursos, ya que todavía el Plan Nacional de Medicina Nuclear parece insuficiente para satisfacer las demandas de toda la población.

Por su parte, la Red de Medicina Nuclear (que reúne a todos los Servicios de Medicina Nuclear de la Ciudad de Buenos Aires), debería tener un rol más activo, y no solo circunscribirse (como actualmente) a derivar pacientes de un centro a otro, por ejemplo, cuando los equipos no funcionan.

Asimismo, la CNEA debería ampliar su participación a nivel nacional, tanto público como privado, y no solo concentrar sus esfuerzos en cuatro instituciones (tal cual es la situación actual), sino brindar apoyo para que cada vez se puedan abrir más centros de medicina nuclear, pero preferentemente para cubrir aquellas zonas siempre relegadas, donde los pacientes no tienen la posibilidad de tener una prepaga, y lograr así que la situación sea más equitativa, es decir, que el acceso a la salud y la posibilidad de un buen diagnóstico y/o tratamiento no sea, con exclusividad, para los que tienen un mayor poder económico.

Otro aspecto a tener en cuenta es que en la realidad, nuestro país es muy dependiente del exterior en cuanto a los desarrollos y utilización de ciertos radiofármacos, por lo que no siempre lo que se utiliza, por ejemplo en Europa o EEUU, es lo que se encuentra disponible aquí, con lo que se demuestra que a pesar del esfuerzo realizado por los profesionales, investigadores y las instituciones, el país se encuentra siempre retrasado en esta especialidad, por lo que ello debería ser contemplado por el sector político para que se convierta en una real política de Estado.

Bibliografía

1.- Argentina país nuclear, logros y avances del plan nuclear argentino. Ministerio de Planificación, CNEA, 2016, p 151-3. 2.- Asociación Argentina de Biología y Medicina Molecular; disponible en www.aabymn.org.ar (visitada el 29/9/18). 3.- Degrossi, Osvaldo J. Medicina Nuclear: aplicaciones en diagnóstico y tratamiento. Bs As, Editorial CP, p XIII-XXX. 4.- Furnari, Juan Carlos, Medicina Nuclear: huellas argentinas en el sendero latinoamericano; disponible en www.enula.org (visitada el 18/9/2018). 5.- Garabetyan, Enrique, Historia de la medicina nuclear; disponible en www.pagina12.com.ar/diario/ suplementos/futuro (visitada el 19/09/18). 6.- Kadlubik, Gregorio, “Medicina Nuclear: desarrollo histórico e impacto en la salud”; en: Revista Hospital Juárez de México, 2010, vol 77, n° 4, p 295-97. 7.- Memoria y balance 2014 de la CNEA. Bs As, CNEA, 2014, p 43-51. 8.- Placer, Alejandro, 50º Aniversario del decreto nº 842/58; disponible en www.radioproteccionsar.o.ine/ doc/papad/papadopulos.pdf (visitado el 29/9/18). 9.- Sociedad Española de Medicina Nuclear e Imagen Molecular: Historia de la Medicina Nuclear. Disponible en www.semnim.es (visitada el 19/09/18). 10.- Vidal, Mario, Cómo y por qué en 1950 Perón creó la Comisión Nacional de Energía Atómica; disponible en www.infobae.com/opinión/2018/06/21 (visitada el 18/9/2018).

POEMA: “FEDERICO”

Carlos Camilo Castrillón

Te recuerdo lejos, Lejos en distancia, Lejos en el tiempo: El Bajo Belgrano, Esquina Mendoza Junto a Montañeses. Médico de barrio, cruzando Blandengues angosta, empedrada, para ir a las casas cercanas al río donde nadie iba. Viniste a la mía, Juramento y Húsares, Un montón de veces A ver a mis padres. Fueron tus pacientes. Y ahí te conocí Con tu bonhomía, con tu gesto plácido, tu actitud paciente, influyendo en mí, en mi alma de niño, dibujando en mí, mis ojos de niño, la idea del médico. Te recuerdo cerca, Cerca en la distancia Y cerca en el tiempo: Hospital de Clínicas En Clínica Médica, Profesor Adjunto; Y en la Facultad Humanismo Médico, Carrera Docente; Y entre todo esto: La literatura, el cuento, el ensayo, la historia, los premios, premios literarios y premios médicos, y el premio más grande, familia, las hijas, los nietos, amigos, compañeros, todos, todos los que un día tuvieron la suerte, poder conocerte, y dar testimonio de tu vida ilustre, de aquello que fuiste, de aquello que eres aunque ya no estés y que serás siempre.

Te recuerdo lejos. Te recuerdo cerca. Lo hago en la distancia Y lo hago en el tiempo. Te recuerdo siempre. Siempre en el pasado. Siempre en el presente. Siempre en el futuro. En todas las salas. En todas las camas. En cada paciente. En todas las aulas. En todas las clases. Y en cada alumno De grado o graduado. En la biblioteca Y en cada pasillo que puebla este claustro. En cada colega. En cada docente. En cada empleado Y en toda la gente. En todos los libros. En cada palabra Y en cada silencio. Por eso me sale Desde que ere chico Decir ante todos: Gracias, Federico.

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