consecuencia, motivado a recuperar el equilibrio satisfaciéndolas. La teoría de la reducción del impulso de Hull plantea, pues, que nos sentimos impulsados a satisfacer nuestras necesidades. Los impulsos son motivaciones dirigidas a la satisfacción y la homeostasis. Hay dos clases de impulsos: • Las necesidades biológicas cuya satisfacción es indispensable para la supervivencia se llaman impulsos primarios, y entre ellas están el hambre, el cansancio y la sed. Pensándolo bien, los impulsos primarios desempeñan un gran papel en nuestra cotidianidad. Una parte importante de nuestra vida gira en torno a la satisfacción del hambre y la obtención de refugio. • Todas las demás necesidades se llaman impulsos secundarios. La mayoría de ellas han sido aprendidas de la familia, el grupo social y la cultura en que vivimos. La importancia de los impulsos secundarios es la relación que tienen con los impulsos primarios. Por ejemplo, lo que nos impulsa o motiva a estudiar con seriedad y obtener buenas calificaciones es vivir confortablemente en el futuro y podernos mantener a nosotros mismos y a nuestra familia. Los impulsos secundarios no tienen valor en sí mismos; su importancia radica en su relación con los impulsos primarios.
Una de las limitaciones de la teoría de Hull es que en ella no hay cabida para las necesidades que se relacionan sólo tangencialmente con nuestra supervivencia biológica. Por ejemplo, ¿qué necesidad básica satisface jugar a tenis? Exagerando bastante, podría decir que el tenis satisface mi necesidad de hacer deporte para combatir la depresión, la cual me haría faltar al trabajo, perder el empleo y, por último, quedarme sin nada que comer. Eso convertiría al tenis en un impulso secundario subordinado a una larga cadena de otros impulsos secundarios. Sin embargo, por lo menos conscientemente, la mayoría de las personas no reducimos nuestras acciones a la mera supervivencia. Aunque la teoría de la motivación de Abraham Maslow no se centra en los instintos, propone que nuestras motivaciones surgen de una serie de necesidades básicas que de manera natural procuramos satisfacer. Según Maslow, algunas necesidades son más básicas que otras. Comer es más básico que sacar la nota más alta de la clase en un examen de matemáticas. Aunque ambas son necesidades (por lo menos, para algunos), una es esencial mientras que la otra no lo es.
Maslow planteó la existencia de una jerarquía de necesidades que se suelen representar en un triángulo: