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El agua en La Divina Comedia
La Divina Commedia es probablemente no solo un libro inabarcable, sino un texto tornasolado y cambiante ante cada lectura y ante cada lector. Borges decía que en su caso cada relectura de la Commedia, separada por años, le había deparado nuevas iluminaciones y nuevos significados.
En el texto «Sobre el ‘Vathek’ de William Beckford» (Otras inquisiciones, 1952), Borges ironiza (a lo Borges, por supuesto) sobre las posibles formas de escribir la biografía de una persona: «…una biografía de Miguel Ángel que omitiera toda mención de las obras de Miguel Ángel …» (broma aparentemente originada en Carlyle), «…Setecientas páginas en octavo comprende cierta vida de Poe; el autor, fascinado por los cambios de domicilio, apenas logra rescatar un paréntesis para el Mäelstrom y para la cosmogonía de Eureka…» (esta ironía ya tiene la firma del mismo Borges).
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Luego, Borges se pone serio y nos tira uno de sus inolvidables petardos conceptuales: «No es inconcebible —nos dice— una historia de los sueños de un hombre; otra, de los órganos de su cuerpo; otra, de las falacias cometidas por él; otra, de todos los momentos en que se imaginó las pirámides; otra, de su comercio con la noche y con las auroras».
Tomo estos fragmentos para justificar este texto, que girará en torno a la presencia del agua en la Commedia. El agua en todas sus formas—océanos, ríos, arroyos, lagos, pantanos, lluvias y granizo— y en todas sus manifestaciones —hirviente, congelada, nauseabunda, fangosa, hecha de sangre, abismal, homicida—.
Un comentario liminar —señalado por varios— es que el agua en la Commedia es casi siempre hostil, y muchas veces participa directamente en el castigo de los pecadores.
Anteinfierno (Inf. III, 52-69)
·Acá no hay propiamente un río o un lago, sino un fango inmundo, formado por las lágrimas de los réprobos (los pusilánimes, los indolentes, los ángeles
Por Daniel Martinez Rubio
neutrales que no se jugaron ni por Dios ni por el Diablo), condenados a correr detrás de una divisa sin significado. Sus lágrimas, mezcladas con la sangre que le es succionada del rostro por insectos (tábanos y avispas), forman un barro sangriento del que se alimentan horribles gusanos. Desde acá Dante entrevé las riberas de un río oscuro (el Aqueronte), cuyas orillas están atestadas de almas que esperan al barquero que las cruzará (Caronte).
Infierno:
Primer río: El negro Aqueronte, el confín impasable del Infierno, solo puede ser atravesado por la barca de Caronte (Inf. III, 76-96). En el Canto III está la entrada del Infierno, con las famosas palabras:
«Per me si va ne la città dolente Por mí se entra en la ciudad doliente per me si va ne l’etterno dolore y en el dolor eterno, per me si va tra la perduta gente…»por mí se va tras la perdida gente… y la terrible admonición:
«Lasciate ogni speranza voi che entrate…» Pierdan toda esperanza aquellos que entran…
También están aquí las palabras que Virgilio le dirige a Caronte, que se niega a transportar a Dante porque no está muerto:
«Vuolsi così colà dove si puote Así se quiso allá donde se puede ciò che si vuole, e più non dimandare…» lo que se quiere, y no preguntes más...1
Este convincente argumento va a ser repetido por Virgilio en dos oportunidades más, en Inf. V, 16-24 (ante Minos, juez y demonio, que con las vueltas de la larga cola indica dónde debe ir el alma condenada), y en Inf. VII, 1-15 (encuentro con Plutón, guardián del Segundo Círculo).
La tormenta (bufera) incesante del 2° Círculo es el suplicio de los lujuriosos (entre ellos, Paolo y Francesca). No es exactamente un río o un mar, aunque Dante la compara al mar tormentoso (Inf. V, 28-36):

Io venni in loco di ogni luce muto2, Llegué a un lugar mudo de toda luz, che mugghia come fa mar in tempesta que brama como mar en la tormenta, se da contrari venti è combattuto. cuando adversos vientos lo confrontan.
·La lluvia gélida y eterna, con granizo, es el tormento de los golosos en el 3er Círculo.
·En el 5° Círculo, Virgilio y Dante llegan a la fuente burbujeante3 del Estigia, el 2° río infernal (más bien, para Dante, «el infeliz riacho»), que alimenta un turbio estanque donde son arrojados los iracundos4 (Inf. VII, 103 y ss.), con un agua «más oscura que el violeta casi negro». El barquero en este caso es el incendiario y gritón Flegias5, que los deja a las puertas de la ciudad de Dite.
·El Flegetonte es el 3er río infernal, un río de sangre hirviente donde son castigados los violentos. Según la gravedad (el peso) de sus pecados están más o menos sumergidos (hasta las cejas o hasta los pies). El castigo es custodiado por los Centauros, con sus arcos y flechas. Dante cruzará el Flegetonte sobre la grupa del Centauro Neso, después de atravesar la ciudad infernal de Dite (Inf. XII).
·El Flegetonte transcurre más adelante por canales artificiales (Inf. XIV). Sus vapores apagan la lluvia de llamas que se abate sobre los sodomitas y los usureros. En un pasaje, Dante compara al Flegetonte con el Bulicame, que surge de un pozo de agua sulfurosa e hirviente cerca de Viterbo. En este Canto (94 y ss.), Dante refiere el mito del Viejo de Creta, que explica el origen de los ríos infernales (ver más adelante).
·En el Pozo de los Gigantes confluyen las aguas de los ríos infernales.

Luego los 3 ríos (Aqueronte, Estigia y Flegetonte) se precipitan por una cascada al abismo que está al fondo del 8° Círculo. (Inf. XVI), para formar el lago de Cocito (Inf. XIV, 112-120).
·La cascada que cae por el Pozo de los Gigantes forma un río (Cocito: 4° río infernal) que fluye eternamente, pero que tiene la superficie congelada, como un lago de hielo6. En este lugar en lo más profundo del Infierno son castigados los traidores. Algunos están atrapados en el hielo y solo sobresalen sus cabezas, a otros los ve Dante flotando debajo de la superficie congelada. Hielo duro como el vidrio para ellos (tan duro, dice Dante, que si se le cayeran encima montañas no llegarían a hacerle ni siquiera una muesca), como contrapaso del duro corazón que los llevó a traicionar. Es el fondo del embudo infernal, el círculo más estrecho, en el centro del cuál está el mismo Lucifer, cuyo batir eterno de alas produce el viento que congela el Cocito. Los ríos terrestres evocados aquí por Dante (el Danubio, el Don), ríos de Europa septentrional, están para que el poeta diga que su congelamiento periódico no es ni remotamente comparable al espectáculo que él está viendo en el Cocito.
Cocito (griego Kókytos: lamentación) tiene cuatro regiones (de afuera hacia adentro, cada vez más cercanas a Lucifer, correspondiendo a pecados de traición cada vez más graves): Caína, Antenora, Tolomea y Judeca. En el corazón de la Judeca, la última de las cuatro zonas concéntricas, se encuentra Lucifer, inmerso en el hielo7. Dante lo describe como un enorme ser trifronte, con tres pares de alas que mueve continuamente, generando un viento que congela y una niebla permanente. Dos tremendas bocas mastican a los (para Dante) mayores traidores de la historia (Casio y Bruto, asesinos de Julio César), mientras que la boca central tritura para siempre a Judas Iscariote, traidor de Jesús.

Cuando Virgilio y Dante llegan al lado de Lucifer, entran en un espacio entre el hielo y la cintura. Comienzan al principio a descender, pero inmediatamente («en el punto más ancho de la cadera»), Virgilio (que lleva a Dante colgado de su cuello), invierte su posición y comienza a ascender!!! Esto se explica porque sobrepasaron el centro de la Tierra y ahora subirán hasta la superficie, alrededor de las patas peludas de Lucifer, hasta llegar a la base de la montaña del Purgatorio, donde volverán a ver el cielo y las estrellas (…E quindi uscimmo a riveder le stelle…).
·Las aguas de otros ríos y lagos corren por los versos del Infierno. Están en la memoria de Dante, que los evoca como analogía o contraste con las aguas infernales, para encontrar, en el recuerdo de tiempos felices, alivio a los lúgubres paisajes que recorre. Así, entre otros, el lago Benaco (Inf. XX, 63 y ss., 74 y ss.) —nombre antiguo del lago de Garda— el río Mencio de Mantua (Inf. XX, 77) que nace de él, el río Acquacheta (Inf. XVI, 94 y ss.), los arroyos que descienden de las alturas del Casentino, y el estanque de aguas límpidas llamado «El espejo de Narciso».

Notas
1- Obviamente, Dante lo escribió antes de los notorios hechos del Mundial de Catar 2022. Si no, el fastidiado Virgilio le hubiese dicho a Caronte: “¿Qué preguntás bobo? ¡Andá pa’llá!”.
2- …Di ogni luce muto… Dante da un valor acústico a la luz, en un verso que es una reverberación de Inf. I, 60 …dove’l sol tace… (donde el sol se calla…).
3- Este ribollire es más bien el burbujear propio de las aguas surgentes, y no el hervir (bollire) que será la característica del Flegetonte. La del Estigia —dice Dante— es “acqua paludosa e morta” (Inf. VIII, 31). Aun más, dice que el burbujear es causado por las almas que se agitan bajo la superficie (…che sotto l’acqua è gente che sospira, / e fanno pullular quest’acqua al summo… VII, 118-119).
4- Los iracundos (culpables del pecado de la ira) están en la superficie, golpeándose y mordiéndose; bajo el agua es opinión general que están los accidiosi, culpables de tedio, inacción, tristeza, indiferencia y, sobre todo, negligencia para hacer el bien.
5- Los comentaristas entienden que la barca de Flegias no atravesaba el Estigia, ya que el destino de los réprobos era ser torturados y sumergidos en el pantano. Esto explica parte de la ira del barquero, que se ve obligado a pasar a Virgilio y a Dante hasta las puertas de Dite.
6- Per ch’io mi volsi, e vidimi davante / e sotto i piedi un lago che per gelo / avea di vetro e non d’acqua sembiante (Me volví y vi delante y bajo mis pies un lago congelado, que de vidrio parecía, y no de agua). Inf. XXXII, 22-24.
7- Las representaciones pictóricas en general muestran un Lucifer inmerso en el hielo hasta la cintura, pero Dante describe con más precisión que “el emperador del doloroso reino” está hundido “hasta la mitad del pecho” (Lo’mperador del doloroso regno / da mezzo’l petto uscìa fuor de la ghiaccia. Inf. XXXIV, 28-29).