Inteligencia emocional en los niños

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donaciones de la comunidad y la ayuda de sus compañeros de clase, Dwaina preparó miles de comidas para los desamparados de Dallas. Explicó su filosofía a un periodista de USA Today: “Cada uno de nosotros debería tener algún tipo de preocupación por los demás (…) Y se los debemos. No hay nadie que no haya sido ayudado alguna vez por otro. Deberíamos estar siempre preparados para devolver lo que la gente nos ha dado”. Dwaina ejemplifica lo que significa mostrar empatía: fue capaz de colocarse en los zapatos de otro. En realidad, mostró algo más que empatía, porque una vez que reconoció lo que su vecino desamparado sentía, se mostró dispuesto a actuar en su nombre. Como resultado de ello, ayudó a cientos de personas. La recompensa de enseñarles a los niños a mostrar mas empatía es enorme. Aquellos que tienen fuertes capacidades empáticas tienden a ser menos agresivos y participan en una mayor cantidad de acciones prosociales, tales como ayudar y compartir. Como resultado de ello, los niños empáticos son mas apreciados por pares y adultos y tienen más éxito en la escuela y en el trabajo. No resulta sorprendente que los niños empáticos crezcan con una mayor capacidad de lograr un contacto íntimo en sus relaciones con sus cónyuges, amigos e hijos. LAS ETAPAS DE LA EMPATÍA Los psicólogos del desarrollo señalan que existen en realidad dos componentes para la empatía: una reacción emocional hacia los demás, que normalmente se desarrolla en los primeros seis años de la vida de un niño, y una reacción cognoscitiva, que determina el grado en el que los niños de más edad son capaces de percibir el punto de vista o la perspectiva de otra persona. Podemos observar una empatía emocional en la mayoría de los niños pequeños a lo largo de su primer año de vida. Los bebés suelen darse vuelta para observar a otro niño llorar y frecuentemente se pondrán a llorar también. El psicólogo del desarrollo Martin Hoffman la denomina “empatía global” debido a la incapacidad del niño para distinguir entre él mismo y su mundo, interpretando la aflicción de cualquier otro bebé como propia. Entre la edad de uno y dos años, los niños ingresan en una segunda etapa de empatía en la que pueden ver claramente que la congoja de otra persona no es la propia. La mayoría de los niños de esa edad tratan en forma intuitiva de reducir la congoja del otro. Sin embargo, debido a su desarrollo cognoscitivo inmaduro, no están seguros de lo que deberían hacer exactamente, adquiriendo un estado de confusión empática, tal como se ilustra en el siguiente ejemplo: Sara mostró esta confusión empática cuando su compañera de juego, Melanie, comenzó a llorar repentinamente. Al principio, pareció que Sara comenzaría a llorar también, pero luego se puso de pie, dejó los bloques con los que había estado jugando, y comenzó a acariciar a Melanie. Cuando la madre de Melanie entró en la habitación y levantó a Melanie en sus brazos para ver qué estaba ocurriendo, su hija no hizo más que sollozar más fuerte. Al ver que Melanie seguía acongojada, pero al tener que hacerse cargo también de 34


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