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Opinión
Misael Tamayo N Ez Despejar
La alianza PRI-PRD en Guerrero va por candidaturas “ganadoras”, anunció el martes el dirigente estatal del tricolor, Alejandro Bravo Abarca. ¿Esto significa acaso que se acabará el deshonroso reciclaje de viejos figurines de la política local, y que se nutrirán de sangre nueva?
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Se duda, porque Bravo Abarca habló precisamente en el marco de la elección de Rodolfo Escobar Ávila como dirigente de la Sección 12 de la CTM, una de las organizaciones pilares del PRI en Guerrero, pero que difícilmente se oxigena.
Ex regidor de Turismo en Acapulco, ex diputado local y sempiterno líder de los cetemistas, miembro de Grupo Añorve, además de aspirante a la alcaldía del puerto, la elección por enésima ocasión de Escobar Ávila indica que el PRI quiere cambios, pero sin cambiar.
No hay relevo generacional, del que tanto han hablado los políticos. No lo hay en ningún partido. Y baste ver a los que están formados en la cola de las tortillas para los cargos de senador, diputados federales, diputados locales y presidentes municipales, para entender que las candidaturas “ganadoras”, son de ellos. Los de abajo, miles de jóvenes esperando ser proyectados en las esferas de poder, pueden esperar hasta hacerse viejos.
En ambos partidos, PRI y PRD, antes enemigos acérrimos y ahora aliados, pululan los mismos personajes. Los desencantados se fueron a Morena, donde también andan desesperados buscando su acomodo, y algunos otros, como El Zorrillo Sebastián de la Rosa Peláez, ya anda en el partido Movimiento Ciudadano.
Por cierto que el partido naranja es el único que está anunciando espacios para “gente nueva”, aunque obviamente se trate de reciclados de otros partidos.
Si vemos el PAN, el Verde y el PT, están tantito peor. Realmente estos partidos son membresías familiares y de cuates, como lo era también Movimiento Ciudadano cuando lo dirigía Luis Walton Aburto.
deras desde el gobierno de Alejandro Cervantes Delgado, de finales de los 80, por ejemplo. Estamos hablando de toda una vida saltando de un cargo a otro, hasta su vejez, construyendo y de construyendo a un grupo político que, igualmente, va de cargo en cargo.
Por si fuera poco, todos colocando a sus propios hijo en las esferas de poder, por los atajos que permite su influencia política.
¿Dónde quedan entonces los cientos, miles de hombres y mujeres jóvenes, la llamada sangre nueva? En una larga lista de espera. Vienen despuntando y se cansan de ver que les ofrecen cargos menores.
Ni siquiera porque las candidaturas de mujeres y jóvenes, se han renovado. Por ejemplo, a las damas también ya les gustó el reciclaje. Revisemos quiénes están en este momento despachando como diputadas locales (a ver si no me acusan de violencia política de género), y nos daremos cuenta que no hay caras nuevas del lado de los partidos tradicionales.
Si acaso se puede considerar a Gabriela Bernal Reséndiz como un nuevo rostro femenino en la política priísta, pero viene de ser secretaria del partido y está cursando su segundo periodo como diputada local. Es decir, que pudiendo dejar el asiento para otra de sus congéneres, prefirió repetir.
Los petistas hicieron lo mismo con la esposa de Victoriano Wences Real, y solamente en el PRD y en Morena hay algunas caras nuevas, como Jéssica Alejo Rayo, una de las más productivas, sin duda.
El PAN cambió un poco esta vez, pues eligió a Ana Lenis Reséndiz, una mujer afrodescendiente de Juchitán como su representante, y eso permitió cierta renovación en el blanquiazul.
Por donde se le vea, la partidocracia es una tragedia para la democracia nacional. Marchan gritando que el INE no se toca, cuando lo que deben hacer es garantizar la participación política de los mexicanos, que tienen el derecho constitucional de acceder al poder, sea en sus municipios, distritos, estados o en la República.
Palabras Mayores Jorge Romero Rendón
Mario Moreno, el más competitivo del PRI VS Morena; ¿pero si negocian la elección?
Los escenarios electorales para el 2024 empiezan a tomar forma a pesar de que falta más de un año para la votación. Aunque en Guerrero hay dos cosas claras: que existe una fuerte tendencia favorable al triunfo de Morena; y que la coalición PRI-PAN-PRD sólo podrá obtener mayorías si postula candidatos competitivos que cuenten con el consenso de las bases de los tres partidos.
Una confirmación de esos datos los acaba de aportar la empresa Massive Caller, que en su más reciente encuesta –del 12 de mayo- registró una diferencia abismal entre los partidos, con apoyo del 65.4% para Morena, y con sólo un 18.9% para la alianza -que falta por concretar- PRIPAN-PRD en las elecciones del 2024.
Aunque al individualizar aspirantes y cargos, vuelve a aparecer el excandidato a la gubernatura, Mario Moreno Arcos como el preferido para ser candidato a senador, con un 39.9%, muy por encima del actual legislador, Manuel Añorve Baños, que sólo es apoyado por el 10.9% de los encuestados.
dencia de la bancada priista en el Senado, todo el mundo sabe que el paso siguiente es garantizarle la reelección a su compadre acapulqueño como pago a su lealtad personal y política.
Lo peor es que Alito ya le había prometido antes esa candidatura a Mario Moreno cuando intervino para resolver diferencias entre los priistas de Guerrero. A más de que el exgobernador Héctor Astudillo Flores es un aspirante natural también al Senado, precisamente por su labor al frente del estado, muy a pesar de haber protestado contra los cambios a los Estatutos del PRI y de la extensión del mandato de Moreno Cárdenas en el CEN.
De manera que la decisión lógica, si tuviera que tomarse hoy, sería hacer candidato a senador en la primera fórmula a Mario Moreno, y en segunda a una mujer, y reenviar a Añorve a la Cámara de Diputados los siguientes tres años, incluso como plurinominal por el gran cariño que le tiene Alito.
Marquelia Gro. Col.
Resulta esto una tragedia, amable lector, porque la participación social en política se da a través del sistema de partidos, y estos reciben jugosísimas bolsas de recursos llamadas “prerrogativas”, tanto a nivel federal como en los estados de la República, y terminan costándonos un dineral.
Todo para que no haya movilidad de sus cuadros, y más bien los guerrerenses llevamos 25, 30 o más años. Ángel Aguirre, Héctor Astudillo y el propio Manuel Añorve vienen arriando sus ban-
Y para nadie es un secreto que la reelección de senadores, diputados federales, diputados locales y presidentes municipales, ha venido a agravar aún más este embudo político, porque si alguien podía esperar 3 años para presentarse a un proceso de selección interno, ahora debe esperar 6 años. Y si se trata de diputados locales y federales, hasta doce, porque pueden reelegirse por 3 veces. ¿Qué tal? ¿Así o más grave el reciclaje político en México, y obviamente en Guerrero?
En este caso, lo lógico sería que Mario Moreno fuera postulado, ya que cuenta con un apoyo manifiesto de parte de los perredistas y el consenso de panistas, en base a la alta votación que tuvo además en el 2021 en la contienda por el gobierno de Guerrero. Y si le sumamos el hecho de que las preferencias por Mario son semejantes a las del senador de Morena, Félix Salgado Macedonio (38.1%), cada uno entre los simpatizantes de sus partidos, entonces resulta que el priista es el aspirante más competitivo de los tricolores, por amplio margen, para darle sabor a la contienda.
Lo malo es que, dado que la lista de candidatos será decidida por el dirigente nacional priista, Alejandro Moreno Cárdenas, quien ha resultado ser gran amigo de Añorve al grado de entregarle la presi-
Pero como en todo sueño de un mundo ideal, hay en esto una bruja malvada, que no es otra que la versión que ha trascendido, en el sentido de que Añorve habría negociado en el más alto nivel de Morena un doble compromiso: siendo él candidato al Senado, no haría gran campaña para que las dos fórmulas morenistas ganen la elección –aunque no lo necesiten, según las encuestas-,de modo que él llegaría de todos modos al cargo caminando, como primera minoría, aunque sacrificando a su compañera de fórmula desde su misma postulación.
Y así todos contentos, pues con los bajos porcentajes de aceptación que tiene Añorve, en realidad vendería nada más que arena en el desierto. Y eso, sólo que el PRI y su coalición le hagan justicia al peso político de Mario y de Astudillo con sendas candidaturas de peso en la elección del 2024…
Bitácora del director
Pascal Beltrán del Río
Obregón, De la Huerta, los Tratados de Bucareli y la sucesión de 1924
Hoy hace un siglo comenzaron a negociarse los Tratados de Bucareli, convenios secretos que el gobierno del presidente Álvaro Obregón sostuvo con Estados Unidos a cambio del reconocimiento de ese país al régimen revolucionario. En mayo de 1922, Obregón envió a Nueva York a su secretario de Hacienda, el expresidente interino Adolfo de la Huerta, para negociar con la banca extranjera el pago de la deuda mexicana que se había acumulado durante los años del conflicto armado que se inició en 1910.
A Obregón le urgían nuevos préstamos para llevar a cabo diversas obras de infraestructura, pero los banqueros, en asociación con los petroleros, condicionaban cualquier nuevo crédito a que se declarara la no retroactividad del artículo 27 constitucional, sin lo que Washington no otorgaría el reconocimiento al gobierno mexicano, sin el cual la banca no otorgaría un solo empréstito fresco. México estaba, pues, atra- pado en un círculo vicioso. Luego de varias semanas de pláticas, el funcionario mexicano regresó a México con acuerdos que no resolvían lo sustancial. De acuerdo con sus memorias, publicadas en 1957, dos años después de su muerte, De la Huerta se opuso a la no retroactividad del artículo 27. Entre otras cosas —se puede decir, a guisa de interpretación— porque asumía que sucedería a Obregón en 1924 y llegar a un acuerdo así podía cancelar su futuro político.
—Ustedes pretenden aplicar retroactivamente la Constitución de 1917 y eso no debe ser —reclamó Charles Hughes, el secretario de Estado, según las memorias de De la Huerta.
—Me extraña que un abogado de la talla de usted haga tal afirmación —habría contestado éste. —Toda constitución es retroactiva, pues rompe los viejos moldes y establece nuevas bases.
De la Huerta asegura que, pese a los desencuentros, sus negociaciones fueron fructíferas, pues Hughes le había dado su palabra de que Washington otorgaría su reconocimiento. Lo cierto es que Obregón decidió cambiar de interlocutor y para ello designó al canciller Alberto Pani, rival de De la Huerta. Aliado con Calles —el sucesor por quien ya se había decidido Obregón—, Pani llevó a cabo nuevas negociaciones, en Bucareli, en las que, a decir de De la Huerta, “se compró el reconocimiento, al precio de nuestra dignidad, nuestro decoro y nuestra soberanía”.
En agosto de 1923, De la Huerta dice haberse encontrado con el general J. A. Ryan, representante de la Texas Oil Company, quien le anunció “la buena nueva” de que ya estaban firmadas las actas entre los dos gobiernos. De la Huerta cuenta que fue a ver a Obregón, quien negó la información, dándole carácter de chisme, y le explicó que sólo se había firmado un memorándum para que no hubiese discrepancias entre lo que se informaría de uno y otro lado de lo frontera.
—Te han engañado —sostuvo el presidente. —Hombre, me tranquilizas, porque ya me había alarmado.
“Di media vuelta pero se me ocurrió solicitar que me mostraran el memorándum ese”, prosigue De la Huerta. Obregón ofreció que le entregaran una copia. Enterado de su contenido, el secretario de Hacienda volvió al Castillo de Chapultepec hecho una furia. “Te han engañado a ti”, reclamó a Obregón. Y le adelantó que presentaría su renuncia.
Días después, al encontrarse de nuevo, De la Huerta entregó a Obregón su dimisión por escrito, pero éste le pidió posponer la decisión hasta noviembre. En los planes del presidente estaba ganar tiempo para el destape de Calles. De la Huerta aceptó, pero su carta apareció publicada al día siguiente en El Mundo, periódico dirigido por Martín Luis Guzmán. Aunque De la Huerta asegura que ese hecho se debió a una indiscreción del escritor, lo que siguió fue el rompimiento del grupo de generales sonorenses que se había alzado como triunfador del movimiento revolucionario. Calles sucedió a Obregón en 1924. Y De la Huerta encabezó una efímera rebelión, que para marzo de ese año había terminado con su exilio en EU, donde el expresidente se dedicó a dar clases de canto.