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Sergio Montes Carrillo

Antonio Gramsci_ «El viejo mundo se muere. El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los monstruos».

El cambio de régimen en una democracia presidencialista, con un partido único como en Mexico y el surgimiento inmediato de un nuevo partido hegemónico es poco común en las democracias occidentales.

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Cuando termina un régimen autoritario, normalmente sigue un periodo democrático de mayor competencia electoral. Los países de Sudamérica son un ejemplo de eso, sólo en la “democracia a la mexicana” se repite un fenómeno único.

¿Como entender esto ?

Los representantes del viejo régimen en lugar de morir políticamente o replantear un cam-

Despejar

Ninguna sociedad puede decirse “en desarrollo”, si suprime la participación de las mujeres en la vida pública. México, considero yo, tardó mucho tiempo en dar ese paso, aunque incluso en la época en que le economía del país era eminentemente rural, era la mujer el sostén de todo, y lo sigue siendo. Pero no todo es tan romántico en este proceso. Como todo cambio, tiene su parte buena y su parte mala. Y es que no porque una mujer hoy pueda estudiar una carrera y trabajar fuera del hogar, es que está mejor. Quizás hay más dinero en el hogar, pero también hay más caos. Está demostrado que trabaja más que una mujer que tiene obligaciones fuera de casa, y si está casada, peor. Simplemente pudo avanzar hacia afuera, pero hacia dentro del hogar sigue siendo abusada por el varón y está al servicio de los hijos varones, destino al que arrastra también a sus hijas mujeres (aunque últimamente tampoco las mujeres quieren trabajar y pasaron de ser ayuda de sus madres, a ser ellas también una carga).

Vamos, ni siquiera podemos decir que una mujer “empoderada” es realmente libre. Al contrario, está sujeta a una mayor violencia verbal, física y económica, tanto fuera del hogar como dentro de él. Su bio para volverse más competitivo electoralmente, generar una nueva narrativa ideológica, re orientar el lenguaje político, lo que realizan es algo poco visto en otras democracias. “Se pasan al partido que los derrotó”. En Morena sucede un fenómeno contradictorio, ha recibido sin control a muchos representantes del PRI, PAN y PRD. Estos personajes no pasaron ningún control de calidad, ni les fue aplicado el derecho de admisión, esa acción muestra una total promiscuidad ideológica.

El surgimiento de “monstruos” como lo marca Gramsci en los claroscuros de la nuevo y la viejo, esta en gestación, la nueva clase política se va distinguiendo por su falta de capacidad, inteligencia, mesura, madurez y honradez, han desarrollado falacias narrativa llenas de clichés sin ningún sentido.

En el caso de Guerrero la clase política tiene tintes grotescos, personajes que se opusieron al partido morena, que ofendieron al líder fundador, que lo tildaron de mantenido, de meseánico, sin ningún rubor se dicen ahora parte del partido hegemónico.

A la democracia mexicana le ha faltado competencia democrática, nuestro perverso pensamiento de vivir del presupuesto a cómo dé lugar, nos llevará a otro fracaso democrático más temprano que tarde.

Ubiquemos a nuestros nuevos”monstruos” no los perdamos de vista, por qué nunca tendrán una tercera oportunidad, jamás. Es mi opinión.

Misael Tamayo N Ez

desarrollo económico es aparente, porque no siempre gana igual o mejor que un hombre en el mismo puesto, de modo que también sufre violencia laboral y está sujeta a un sinfín de problemas, como el acoso sexual, por decir lo menos.

De paso, le dura menos el matrimonio, porque el hombre se siente rebasado y en lugar de agradecer que se le ayuda a llevar la carga, ve en su esposa una competencia.

En lo personal, amable lector, he asimilado esta dicotomía bastante bien y soy de los que ayuda a mi esposa en el hogar; no le echo cargas que no deba llevar, y procuro ser un buen proveedor de mi casa, comenzando por garantizar su bienestar y el de mis hijos, en cuya educación y formación me involucro.

Pero desafortunadamente no todos los mexicanos entienden que una mujer que trabaja y arrima dinero al hogar, no tiene por qué volver a seguir trabajando en la casa, donde nadie ayuda: ni el esposo ni los hijos, porque tampoco se le permite resolver esa parte que tiene que ver con el machismo y que se está traduciendo en matrimonios caóticos, con hijos “ninis” que sólo exigen, que no tienen compasión por los padres, pero mucho menos por la madre, a la que simplemente ven como una criada en el hogar, “la burra de los costales”, en palabras calen- tanas. Alguien cuya obligación es servir, que nunca se cansa, que nunca necesita nada.

A mi juicio y por experiencia, esa es la parte negativa del “empoderamiento” de la mujer en México, porque sigue siendo desigual. Mientras esta parte no se resuelva, la lucha femenina (que no feminista), seguirá siendo un espejismo, aunque marchen en las calles y destrocen todo a su paso. Su realidad hacia dentro del hogar, sigue golpeándolas en el rostro, hasta que se ocupen de esa parte que no le pueden reclamar al gobierno, sino a sí mismas, porque se trata de poner nuevas reglas, nuevas formas de sobrellevar un hogar, nuevas formas de criar a los hijos, etcétera. No es como en otros países, donde el hombre asume roles también dentro del hogar, en lugar de esperar a que la mujer llegue de trabajar para servirle al plato, mientras él ve la televisión o está pendiente del horario de su llegada, no vaya a ser que ande “por ahí”. Si peor le va, termina por mantener al hombre, que simplemente se deja querer.

Lo que ayer vimos en medios y redes sociales, con marchas por el 8M Día Internacional de la Mujer, la mayoría de ellas violenta, al grito de “ni una menos”, entre otras consignas, para nada refleja lo que en realidad está sucediendo y que lejos está de resolverse.

No es así como la mujer va a terminar con esta forma de explotación moderna, sino cambiando el chip de los varones; y eso, desafortunadamente, sólo se puede hacer dentro del hogar.

Mientras que una mujer (sea sola o con marido) siga educando a hijos con la mentalidad de “ser servidos”, este México no cambiará. Al contrario, se irá haciendo peor, porque antes a los jóvenes nos enseñaban a trabajar, y como hombres sabíamos que teníamos un rol y una serie de obligaciones ineludibles. Hoy el país está lleno de “ninis”, hombres y mujeres, con vicios, sin respeto, sin valores por nadie, exigentes...y de cristal. Cuidado con que se les hable fuerte porque ya se andan despidiendo de este mundo.

Los padres pasamos a ser rehenes de esta generación mal educada, hijos de las redes sociales, a los que a todas luces le falta una figura materna fuerte, firme, no ausente, siempre presente, vigilante y dispuesta a corregir “ipso facto”, cuando una falta se comete. Tal cual fue con nosotros.

Hoy por hoy, los padres son rehenes de sus hijos. Sobre todo de las madres. Se les lava, se les plancha, se les cocina, se les hace el aseso, se les envía a la escuela con ropa linda, zapatos de marca, teléfonos de alta gama, sin que nada se les exija, ni siquiera buenas calificacio- nes. Para colmo, los maestros ya no tienen autoridad sobre ellos, y terminan siendo también rehenes de estos chicos inmorales. Si por alguna razón se les llama la atención, la madre se sale del trabajo (qué paradoja), para ir a pelear contra quien se los quiere corregir. Y así sucesivamente, como un cuento de nunca acabar.

No es por raspar muebles, pero así comenzó Estados Unidos, y ahora son una sociedad decadente, con el más alto porcentaje de viciosos en el mundo. Una sociedad que necesita de mano de obra foránea para que atienda sectores cruciales como el campo y los servicios. Con el respeto que se merecen las mujeres, bien porque marchan, bien porque se casan con estas ideas extrañas de pedir aborto, de pedir fin de la violencia, bien incluso porque anoche dueños de negocios estaban haciendo el recuento de sus daños. Bien porque se volcaron en contra de las autoridades. Pero, ¿como para cuándo piensan resolver de fondo el problema de su desigualdad? El presidente no vendrá a educar a sus hijos, ni corregir a sus maridos. Lo tienen que hacer ustedes. Y mientras más se tarden, peor será.

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