Espacio Vivido No.6 - Representaciones de la Arquitectura

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como ya varios de nosotros lo hicimos, el sonido y los movimientos de animales o cosas que nunca han visto o escuchado como un león o un elefante. El mercado del cine o la televisión está inundado con imágenes estilizadas o caricaturizadas de estos animales y es así como desde hace varias generaciones, hemos aprendido a imitar. Es imposible dejar de imitar, es parte de nuestra esencia. Pero lo que sí es posible, es cambiar el punto de referencia o sustituir valores: del original a la imitación... ¿y qué es el original? Pues la palabra misma nos lo dice: el original, habla de un origen: la forma o el objeto primigenio de donde los demás fueron inspirados.

+++ De cómo la cultura hegemónica aliena todas las culturas “periféricas” apartándolas entre sí. Las tradiciones han sabido preservar lo que no quiso perderse, fusionándose con lo extranjero. Siempre hemos sufrido de alguna manera la alienación de modelos culturales por dominación económica, cultural y moral. Este fenómeno es natural en la historia del hombre. Desde los tiempos en que los aztecas dominaron a los tlaxcaltecas, o los españoles a los mayas. Hoy, la alineación es más fuerte y más rápida que nunca, ya no hay casi chance de que los elementos periféricos sobrevivan. Desde los primeros tiempos de la tecnología digital a finales del siglo pasado, se han creado fusiones digeribles para el gran mercado; como en el caso de la empresa que creara Peter Gabriel “Womad” o más tarde “Putumayo”.

Estos mercados, han sido el canal de muchos experimentos. En unos, nos hemos acostumbrado a versiones “modernas” de la misma “rola”, remixes con sonido DJ... yuxtaposiciones (una sobre otra), sustituciones y hasta fusiones musicales a veces muy bien logradas (en el menor de los casos). En todos los niveles sociales se vive la alineación; desde el más alto: clásica, jazz, etc., hasta el más bajo. Los países hegemónicos han creado “canales” de difusión de lo “tradicional” en el mundo: espacios de compra-venta que manejan los occidentales (Europa o Estados Unidos) para interconectar las músicas “tradicionales” del mundo, donde siempre existe el criterio de la versión “light” para volver “digerible” un producto en el mercado, con elementos reconocibles y aglutinantes de estas “nuevas” versiones... Tal es el caso de Youssou N’dour en Senegal que debido al marketing, creó dos versiones de la misma música, una para el mercado local y otra para el “internacional”. Los grandes medios de comunicación masiva buscan y dan preferencia a estas modas “actuales” para enajenar las masas y volverlas dóciles ante los nuevos medios de producción y consumo. Si la música “del momento” es efímera, la música tradicional es origen e historia. Cuando la “desmenuzamos”, podemos ver la huella de los pueblos que la formaron. En el caso de América Latina, sentimos la fusión de los pueblos originarios (Purépecha, Nahua o Maya) con lo ibérico-europeo (el vals, entre otros aires) y lo africano (la síncopa en el son, los tambores batá), en menor o mayor proporción, según la región que se trate. En la música y en general en “el arte” tradicional (en realidad se trata mucho más que arte), existen formas originales que han llevado años, lustros o siglos de gestación, desarrollo, definición. Maestros que el pueblo tiene muy bien reconocidos, son portadores oficiales de la tradición. El pueblo ha decidido darles su lugar a estos maestros, reconociendo su trabajo como defensores, re-creadores y promotores del arte ancestral para las nuevas generaciones por venir. La música tradicional es una herencia que se trasmite de padre a hijo; es algo que pertenece al pueblo y en teoría la deberíamos tener todos, pero ahora con la pérdida masiva de las tradiciones, sólo algunas familias de

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