Paz sin Utopías

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Índice

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PRESIDENTE Francisco Suárez EDITOR / DIRECTOR Abilio A. Suárez

Sobre paz y utopías Luis d’Aubeterre

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GERENTE DE RRPP Bella Camacho

Utopías para la paz Horacio Biord Castillo

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XI EDICIÓN ANIVERSARIO

La paz ¿espejismo o verdad? Tania García

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DIRECCIÓN EDITORIAL Abilio A. Suárez

La paz es una tómbola Néstor Francia

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COORDINACIÓN GENERAL Evelyn Guzmán Bigott

La paz es inacción Teresa Coraspe

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ASESOR EDITORIAL Nobel Medrano Matos

Articular palabras Luis G. Benavides Ilizaliturri

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CONCEPTO Y DISEÑO GRÁFICO Elluz Ávila

La paz como actitud de vida Antonio Pérez Esclarín

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La paz como derecho humano Rafael Uzcátegui

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Diálogo con inclusión Nicmer Evans

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La violencia, un plato fuerte en la cotidianidad

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Ser auténticos constructores de paz Papa Francisco

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Violencia y democracia Roberto Briceño León

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Retóricas sobre la violencia Keymer Ávila

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No hay paz con impunidad Claudio Fermín

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Educar en base a la paz Valentina Gobbo

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Nuestra escuela no forma los afectos Luisa Pernalete

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Bien construible Teresa Villegas de Lugo

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Parques son aliados contra el crimen Robert Valls

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Espacios de paz y vida Nidia Escobar de Rangel

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EJECUTIVAS DE VENTAS Irene Gutiérrez Yennifer Suárez Leida Pérez Trinidad Aguilera Firmas invitadas Luis d`Aubeterre, Horacio Biord Castillo, Tania García, Néstor Francia, Teresa Coraspe, Luis Benavides, Antonio Pérez Esclarín, Rafael Uzcátegui, Nicmer Evans, Papa Francisco, Roberto Briceño León, Keymer Ávila, Claudio Fermín, Valentina Gobbo, Luisa Pernalete, Teresa Villegas de Lugo, Robert Valls y Nidia Escobar de Rangel.

Anunciantes Central Madeirense, Alcaldía de Caroní, Gobernación del Estado Bolívar, Disgreca, Empresas Polar, B.O.D, Cigarrera Bigott, Seguros Caracas, Movistar, Farmatodo, Alcaldía del Municipio Piar, Hotel El Clavel, Vías Restaurant, MSM, Clínica Puerto Ordaz, SAAR Bolívar, CLEB, Tae Motors, Alcaldía de Sifontes, Corporación Venezolana de Guayana, CVG Alcasa, Alcaldía de El Callao, CVG Cabelum y CVG Minerven. DIRECCIÓN: Puerto Ordaz: Zona Industrial Los Pinos, Parcela 16-02. Edificio El Diario de Guayana Telfs.: (0286) 994.1162 / 994.1503 994.0298 Fax: (0286) 994.2776 / 994.2779 Correo: info@eldiariodeguayana.com.ve Caracas: Av. Libertador, Torre Maracaibo, Piso 9, Oficina 9-D - Telfs.: (0212) 763.1290 / 763.2378 / 0414 – 386.1793 0416 – 630.1544 Correo: sspublicidadcaracas@gmail.com El Diario de Guayana, NO SE RESPONSABILIZA POR LOS CONCEPTOS EMITIDOS POR SUS COLABORADORES Y ARTICULISTAS, CUYA OPINIÓN SON DE SU ABSOLUTA AUTORÍA


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egún el diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales, del eminente abogado Manuel Ossorio y Florit, la palabra PAZ envuelve en su concepción semántica y pública, “tranquilidad y quietud en los Estados, en contraposición a la guerra. En este sentido, se dice que los Estados se encuentran en esa situación, no sólo cuando no tienen conflictos entre sí, sino también cuando teniéndolos, se encuentran dispuestos a dirimir sus diferencias por vías jurídicas, es decir, sin recurrir a las armas. Por extensión, el concepto de PAZ es aplicable, dentro del terreno privado, a las personas que ajustan su conducta a las normas del Derecho, resolviendo sus diferencias por vía amistosa y jurídica, sin recurrir a la violencia”. UTOPÍA, entretanto, para la Real Academia es “plan, proyecto, doctrina o sistema halagüeño, pero irrealizable”. Fue el filósofo, político y escritor inglés Tomás Moro (14781535) quien hablando de una sociedad perfecta mencionaba la existencia de Utopía. De hecho, en el año 1516 Moro publicó Del estado ideal de una república en la nueva isla de Utopía. Es así como, de la mano de Moro, nace el concepto de utopía que, desde entonces, hace referencia a una sociedad ideal que no existe realmente en ninguna parte. Cabe la pregunta entonces, ¿Por qué utopía denota algo que carece de existencia? Pues, porque “utopía” proviene etimológicamente de la voz griega “utópos”, y “u” que significa no, mientras que “topos” significa lugar. Por tanto, “utopía” hace referencia al lugar que no existe y, por extensión, al lugar que solo vive en la imaginación. Precisamente, en su libro Tomás Moro expone que en Utopía la vida es idílica y pacífica: se trabaja por el bien común, al tiempo que la convivencia, la solidaridad, el respeto mutuo y la identidad plena con los valores de la civilidad, copan la escena social y la convierten en expresión cultural practicada por todos.

Extrapolando tales conceptos a la realidad sociopolítica y estructural de Venezuela, la XI Edición Aniversario de El Diario de Guayana, pone su atención en el tema de una “Paz sin utopías”, donde muy distinguidos especialistas en diferentes áreas, estudiosos, articulistas y pensadores, se unen para abordar el problema de la violencia en Venezuela, y más específicamente en Guayana, desde el enfoque de los valores que coadyuven a la construcción de un modelo de ciudadanía basado en la cultura de la paz. El objetivo primordial de este esfuerzo editorial, es la recopilación de criterios y orientaciones constructivas, como aportes valederos al tratamiento del grave problema de la violencia en nuestro país, el cual nos compromete a todos los sectores por igual y nos lleva al encuentro necesario de un propósito, forzosamente compartido, cual es, el de propiciar escenarios para el tratamiento eficaz del drama que nos ocupa, en sus diversas facetas y manifestaciones, con el convencimiento de que se trata de una prioridad nacional, exigente e irrenunciable, vital y palpitante, de cara al futuro que aspiramos como sociedad moderna y democrática. De lo que se trata ciertamente, es que el trabajo colectivo por la paz no se convierta en utopía y veamos sus resultados florecer, como hermosa realidad coronada por la convivencia, la solidaridad, el diálogo permanente y la unión, expresiones valorativas características de las sociedades cultas y civilizadas, quienes se abrazan hermanadas en la construcción de un mejor destino y en la siembra de frutos de progreso y bienestar que nos permiten cada día ser mejores personas.

El Diario de Guayana, con gran orgullo y satisfacción, deja en sus manos este nuevo número de colección y obligada lectura, como homenaje emocionado a su XI Aniversario llevando a sus incontables lectores, anunciantes y público en general, un producto editorial de innegable significación, pensado y elaborado para la consulta permanente, y hacer bueno el papel pedagógico, orientador e informativo que estamos obligados a desempeñar los medios de comunicación social, y que acá cultivamos como nuestra razón de ser y de existir.

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De cualquier manera, la paz va emerger dialógicamente como un valor, profundo y contradictoriamente arraigado, en el discurso de la guerra y el discurso religioso.

Sobre paz y utopías Luis D’aubeterre es licenciado en Psicología con maestría en Psicología Clínica de la Universidad de París y doctorado en Psicología de la Universidad Central de Venezuela. Desde 1993, hasta la fecha, es docente e investigador adscrito al Centro de Investigaciones Antropológicas de Guayana de la Universidad Nacional de Guayana (Uneg).

Socialismo, comunismo, capitalismo, social cristianismo, fundamentalismo islámico, etc., han propuesto sistemas socio-políticos pretendiendo construir, mediante la guerra, un mundo-humanidad basado en relaciones pacíficas, justas, equitativas, igualitarias, fraternas, para todos y en donde, finalmente, desaparecerían las figuras históricas autoritarias del poder y el Estado Ingenuamente, la lógica del sentido común nos plantea que la paz como el amor son valores universales que todo el mundo conoce de manera natural o intuitiva, y que, como tales, no ameritan mayor análisis o explicación puesto que todo en el universo, los seres que pueblan el mundo, se regirían por el amor y la paz. Ambos, en tantos valores universales, estarían vigentes en todas partes, en todas las culturas de todos los tiempos. Esta manera ingenua de entender la paz se desmorona, por poco que hagamos un pequeño análisis de la historia de nuestras palabras e ideas, tratando de entender cómo hemos llegado a ciertas convicciones colectivas, profusamente irradiadas por los medios de comunicación de masas, hasta constituirse en parte del imaginario colectivo globalizado que hoy disponemos tecnoimpositivamente. Lo cierto es que la paz es una invención relativamente reciente en el largo, denso y complejo proceso de humanización de la humanidad y

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de nuestro mundo compartido, que ha tomado cerca de dos millones de años de evolución histórica a nuestra especie. Sin duda, la paz no es solamente lo opuesto de la guerra o la ausencia de guerra, aunque esta última sea su condición sine qua non. De cualquier manera, la paz va emerger dialógicamente como un valor, profundo y contradictoriamente arraigado, en el discurso de la guerra y el discurso religioso. Mucho antes de la invención moderna de la Utopía por Thomas Moro, la paz ya se venía inventando desde la Antigüedad; por un lado, gracias a los grandes monoteísmos milenarios (judaísmo, cristianismo, islamismo), responsables de las guerras más extensas, sangrientas y prolongadas de la historia y, por otro lado, merced a la impronta profunda que dejó la huella filosófica de Atenas en Occidente, mediante esos objetos inasibles que son los conceptos: diálogo, logos-razón, democracia, ética, política, etc. Elementos constitutivos de la hoja de ruta contem-

poránea, para la construcción de la compleja y contradictoria sociedad globalizada, mediatizada, fragmentada, ideologizada, que tenemos hoy en Venezuela. La Modernidad ha hecho impensable la paz sin Utopía, esa isla remota e inubicable, inventada en la Inglaterra monárquica-parlamentaria del s. XVII. Utopía permitió integrar un modelo imaginario y simbólico de sociedad equilibrada, justa, equitativa; donde deberes y derechos se comparten colectivamente, tensiones y problemas se dirimen y resuelven en un proceso social de diálogo y análisis reflexivo, involucrando colectivamente a todos; en los actos básicos de la vida social (producción, recreación, con-

sumo, cultura, administración, etc.). Desde entonces, las utopías ideológicas modernas (socialismo, comunismo, capitalismo, social cristianismo, fundamentalismo islámico, etc.) han propuesto sistemas socio-políticos pretendiendo construir, mediante la guerra, un mundo-humanidad basado en relaciones pacíficas, justas, equitativas, igualitarias, fraternas, para todos: hombres, mujeres, niños ancianos; en donde, finalmente, desaparecerían las figuras históricas autoritarias del poder y el Estado.

Hemos permitido la destrucción de una Tierra de Gracia que aún espera por una venezolanidad posible

Buscar la paz hoy en Venezuela, supone al menos aceptar que hemos estado y aún seguimos en una inédita guerra fratricida. En post de una rancia Utopía, hemos permitido la destrucción de una Tierra de Gracia que aún espera por una venezolanidad posible.


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Utopías para la paz La paz no es una utopía, como quizá lo fue el sueño de una sociedad post-industrial esbozado en la década de 1960, en plena Guerra Fría, y resumido en el lema de “paz y amor”. No obstante, la paz necesita de utopías para alimentarse y redefinirse hasta llegar a su concreción histórica

El proceso de diálogo debe ser manejado con la prudencia necesaria y con el discurso más favorable para generar la inclusión.

Horacio Biord Castillo es investigador asociado titular del Laboratorio de Etnohistoria y Oralidad del Centro de Antropología “J. M. Cruxent” del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas Profesor Asociado de la Universidad Católica Andrés Bello.

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La paz implica la resolución de conflictos mediante la negociación, el diálogo y el respeto a los acuerdos así como la eliminación de agresiones, ya sean simbólicas o bélicas. No debe entenderse como un falso equilibrio estático y ahistórico, sino como un tiempo de encuentros y también de desencuentros, pero que permiten la construcción de un proyecto común, no impuesto por el poder constituido (entiéndase el Estado o alguna institución, instancia o persona dominante). Lo que se llama la pax romana, la paz imperial o la paz colonial no es una verdadera paz. Antes bien, puede encubrir un terrorismo de Estado (para decirlo con una expresión actual) o una forma de dominación exagerada e inhumana. La paz no es una utopía, como quizá lo fue el sueño de una sociedad postindustrial esbozado en la década de 1960, en plena Guerra Fría, y resumido en el lema de “paz y amor”. No obstante, la paz necesita de utopías para alimentarse y redefinirse hasta llegar a su concreción histórica. La gran utopía de la nueva paz, no solo venezolana y latinoamericana, incluso austral, sino universal, es la aceptación de la diversidad en sus más amplias y variadas manifestaciones y consecuencias: étnica, sociocultural, política, lingüística, ideológica, religiosa, sexual… Ahora bien, aquella máxima de que

mis derechos llegan hasta donde empiezan los derechos de los otros, aplicada al plano individual pero también al colectivo, no es una mera declaración hueca sino la síntesis del respeto y la paz. En el mundo actual parecerían agitarse vientos alentadores, pero también densos nubarrones. Manifestaciones de ello son la crisis del estado nacional y las pretensiones neoimperiales de algunas potencias, como el caso de Cataluña, Euzkadi y Escocia, para lo primero, y la intervención rusa en Crimea y Ucrania, para lo segundo. También resalta la imposición del pensamiento único en regímenes que se dicen defensores de una entelequia llamada “pueblo” (vaga y acomodaticiamente definido y de peor manera asumido).

tencia de la sociedad industrial, expresada en dos de sus asunciones fundamentales: el crecimiento sin límites y el hiperantropocentrismo no solo falsamente universal sino hoy quizá más parecido a una especie de ciberantropocentrismo parcialmente ahistórico (dado que solo ocurre en reducidos círculos sociales y regiones del planeta), que mezcla los ideales de un homo oeconomicus y la ya no tan utópica experiencia de un digital nativo. Ante esto, cabe preguntarse qué ángel maléfico expulsó de la historia a los chamanes y bailarines tribales o a las mujeres indias que deambulan con pequeñas

el capitalismo salvaje de la acumulación súper ampliada, ni a los modelos tantas veces fracasados de los regímenes socialistas y comunistas, que no solo sacrifican la necesaria libertad en aras de un mal enfocado bien colectivo, sino que se encubren con el llamativo concepto de “lucha de clases”, sin entrar a calificar la validez de la idea misma. Es necesaria, pues, una nueva ética para construir y sostener la paz, una ética de la aceptación del otro, para quien, paradójicamente, el ego enunciador también es distinto a lo que el otro considera la norma.

La paz debe ser sinónimo de superación de las inequidades, de aceptación de las diferencias, de un nuevo modelo económico que no se rinda ante el capitalismo salvaje de la acumulación súper ampliada ni a los modelos tantas veces fracasados de los regímenes socialistas y comunistas.

Las contradicciones del mundo postmoderno quizás preludien un nuevo orden geopolítico. Los intelectuales están llamados a proponer una transición pacífica a ese mañana, tan vago como seguro, que surgirá de las ruinas del mundo moderno y de la enorme prepo-

mercaderías, por tantas calles de América Latina. La paz debe ser sinónimo de superación de las inequidades, de aceptación de las diferencias, de un nuevo modelo económico que no se rinda ante

Es necesaria una paz diversa, con enfoque de género, por supuesto, con un enorme respeto por la persona, pero una paz universal que apele a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.


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Se habla de paz, amor, justicia y verdad, en medio de escenarios con líneas discordantes, y en los asuntos más relevantes del país.

La paz ¿espejismo o verdad? Hablamos de paz con lenguaje de guerra, añoramos la paz a través de trazos difusos y ensombrecidos con sentimientos imprecisos

Tania García es licenciada en Comunicación Social mención: Desarrollo Social, egresada de la Universidad Nacional Cecilio Acosta (Edo. Zulia); técnico superior en Mercadeo: Mención Comercialización (Instituto Superior Universitario de Mercadeo) con estudios de nivelación y actualización en el IESA; y diplomado en Investigación Psicolingüística. Es ancla de Unión Radio, conductora y productora del programa “Área Informativa”; y conferencista y asesora empresarial en mercadeo, liderazgo y emprendimiento.

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Se tiene la idea de que la paz es ausencia de conflicto y desde que tenemos uso de razón el mundo se presenta con diferentes rostros de guerra; crecimos siendo grandes observadores de esa lúgubre realidad, en medio de familias y gobiernos disfuncionales. Lo que implica que estamos buscando ese lago de tranquilidad en medio de la tormenta; en otras palabras estamos buscando la paz transitando en caminos desconocidos y con un claro desenfoque, que refleja la realidad en que vivimos. Dentro de esta perspectiva se observa que nuestra nación es un reflejo de esa paz anhelada y que a su vez conforma un espejismo, se busca la paz en medio de un lenguaje de guerra y a través de conductas y decisiones incoherentes, se habla de paz, amor, justicia y verdad, en medio de escenarios con líneas discordantes, y en los asuntos más relevantes del país; se convoca a dialogar en medio de polarizaciones a la defensiva, escuchamos hablar de “guerra económica” para implementar soluciones cambiarias, reactivar e incentivar la productividad, se enfrenta pueblo contra pueblo. Es una atmósfera incompresible para comprender el llamado de “paz”.

Frente a esta formulación es necesario destacar como ciudadanos, que debemos autoevaluarnos y hacernos preguntas tales como: ¿Qué estamos haciendo para mejorar la situación del país?, analicemos sí, somos ¿habitantes o ciudadanos? y ¿Qué está haciendo por usted, su familia y comunidad?, su conducta ¿Se comporta de forma tolerantes con las personas que piensan distinto a usted?, en ocasiones ¿Se convierte en lo que critica?, ahora ¿Es portador de paz o de guerra? Mi gente somos parte de la transformación de la sociedad. El cambio comienza por nosotros, es importante señalar que en la mente hay guerra constante, usted en ocasiones se dice cosas mentalmente que jamás permitiría que otro le dijera, usamos máscaras con sonrisas para reflejar una mentira interna, hay que sincerar el dialogo interno, sea su amigo y cambien sus pensamientos, de estos depende su éxito o fracaso en la vida. ¿Cuál es el propósito de su vida?, enfoque su lente. Vivimos en medio de oportunidades disfrazadas de problemas por resolver a las que llamamos conflictos, y por lo general miramos más el problema que la solución, en oca-

siones la importancia de la familia es sustituida por “otros” asuntos, pero la verdad en el presente no hay calidad de vida, ni de tiempo, es por ellos que justifica las culpas, por las migajas de amor que les da a sus hijos y seres queridos. Hay quienes confunden ser un padre responsable, porque pagan todo con ser un padre ejemplar y existe una clara diferencia; pues el responsable cumple con las obligaciones mientras; que el ejemplar además de responsable, tiene una conducta ejemplar y coherente. La familia es la base de la sociedad. En este marco general es necesario que revisemos nuestras conductas, el hombre es el único animal que busca fuera de sí mismo, lo que debe encontrar dentro, en estos tiempos, donde todo parece un caos, debemos conectarnos con nuestra esencia y buscar esa paz interior, no se

trata de evadir la realidad, al contrario es buscar esa fortaleza poderosa. Hay que hacer un alto en el camino, frenar la carrera, estamos de paso por la vida. En libro de los libros, la Biblia define “y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Él. (Fil 4:7). Su paz es nuestra fortaleza contra la adversidad. (Isaías 66:12) En estos tiempos, es necesario revisarnos, conectarnos con la espiritualidad en busca de fortaleza, sabiduría y desde esa fuente creativa poderosa e infinita de Dios, encontrar las soluciones para los problemas personales, familiares y de la sociedad por un mundo mejor. Les regalo un abrazo colmado de paz, extendida al excelente equipo de El Diario de Guayana por tan importante iniciativa. El periodismo escribe la historia, de los ciudadanos depende la narrativa ¡Felicitaciones!

Nuestra nación es un reflejo de esa paz anhelada y que a su vez conforma un espejismo, se busca la paz en medio de un lenguaje de guerra y a través de conductas y decisiones incoherentes


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La paz es una tómbola ¿Es posible un mundo de absoluta paz? Es imposible saberlo ¿Lleva el hombre la agresividad y la intención guerrera en sus genes? A juzgar por los hechos históricos, se podría decir que sí. ¿Se puede convertir la paz en algo concreto, tangible, posible? Tal vez

La paz es enemiga de las grandes corporaciones mediáticas, de las industrias del cine y del entretenimiento, de la televisión, del consumismo, de la banalidad cultural reinante.

En un mundo como el nuestro, la paz es menos una realidad que una palabra, más un sueño difícil que un proyecto claro ¿Es posible un mundo de absoluta paz? Es imposible saberlo ¿Lleva el hombre la agresividad y la intención guerrera en sus genes? A juzgar por los hechos históricos, se podría decir que sí. Sin embargo, el humano es también un ser capaz de aprender y cambiar, un ser cultural, un animal de costumbres. Néstor Francia es poeta, ensayista y narrador. Es licenciado en Letras de la Universidad Central de Venezuela. Ha publicado varios libros de ensayo político e investigación social.

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dos Unidos es el peligro principal), la voracidad de los grandes países industrializados por los recursos naturales del mundo, con el petróleo como señero.

La paz es también una mercancía intercambiable. Se puede usar para bien o para mal, para hacer dinero, para engañar incautos, para justificar trapisondas. Es de la misma categoría de otros conceptos abstractos como amor, libertad, derechos humanos, todos ellos plausibles de estar en las bocas tanto de ángeles como de demonios.

Pero si se lograra recortar las grandes brechas de desigualdad entre países y personas, si se destruyeran todas las armas, si se generara armonía relativa en el reparto de los recursos que ofrece el planeta a la Humanidad, y no se resuelve el problema principal, el germen de la violencia seguiría allí y no tardaría mucho en reproducirse. Ese problema principal no es otro que la conciencia, la cultura.

Ahora bien, sigamos con las preguntas ¿Se puede convertir la paz en algo concreto, tangible, posible? Tal vez. Pero esa posibilidad solo existe si se le vincula con grandes transformaciones que necesita el mundo con urgencia: que se acabe la gran desigualdad socioeconómica entre países y personas (dominio de las potencias, de las transnacionales, del 1% vs el 99%), la posesión de grandes arsenales de armas de destrucción masiva (armamento nuclear, por ejemplo, en lo que Esta-

La paz es enemiga de las grandes corporaciones mediáticas, de las industrias del cine y del entretenimiento, de la televisión, del consumismo, de la banalidad cultural reinante. Para que algún día llegara a instalarse el amor a la paz

en la conciencia de los hombres, tendrían que desaparecer de la tierra Rambo, Superman, Batman, James Bond, los Power Rangers, los juegos de guerra, la mayoría de los enlatados de la TV, el romanticismo delictivo del Reggaetón, las truculentas y estúpidas tramas de casi todas las telenovelas y un largo etcétera. Otra pregunta ¿seremos capaces de cambiar todo eso? Es sumamente difícil, pero no imposible. El humano se verá más temprano que tarde ante una situación apocalíptica que

sino una alternativa: o cambiamos nuestro mundo de raíz o la especie sucumbe. Entretanto, se deberá mantener en alto la bandera de la paz y todo a lo que ella corresponde: la lucha por la soberanía de los recursos naturales de los países productores, por la justicia y la igualdad, contra la sociedad capitalista depredadora que pone en peligro el hábitat humano, por la belleza sublime del arte, contra la banalidad de la industria cultural y farandulera. Lamentable-

Si se lograra recortar las grandes brechas de desigualdad entre países y personas, si se destruyeran todas las armas, si se generara armonía relativa en el reparto de los recursos que ofrece el planeta a la Humanidad, y no se resuelve el problema principal, el germen de la violencia seguiría allí y no tardaría mucho en reproducirse. Ese problema principal no es otro que la conciencia, la cultura le obligará a abrir del todo los ojos y a tomar decisiones trascendentes e impostergables. No hay ni habrá

mente, estas luchas no podrán hacerse siempre en paz: la realidad lo demuestra.


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La paz conlleva el desapego, el mirar sin participar, que no se alteren los sentidos y se permanezca inmutable, aun viendo como alguien pone los pies sobre el fuego.

La paz es inacción El que anda despierto en un propósito, en una lucha, aunque sea en una búsqueda espiritual, no tiene paz

Teresa Coraspe es poeta, narradora, promotora cultural y tallerista de literatura. Ha publicado cinco obras de las cuales Este silencio siempre obtuvo la primera mención del Concurso de Poesía “José R. Del Valle Laveaux” (l987). En 1996 fue declarada Hija Ilustre de Soledad, Municipio Independencia del estado Anzoátegui; y en la actualidad, es la autora de la página cultural dominical “Ojo de Búho” de El Diario de Guayana.

Es difícil escribir sobre algo en lo que no se cree, porque la paz es un estado donde el alma humana se crea y recrea, y siente la vida a plenitud, libre de temores, ¿es esto posible? Pero, voy a otra pregunta: ¿Existió la paz en la vida de todos los atormentados que la buscaron, como Gandhi, Luther King y Jesucristo? Cuando el nazareno, arrastraba los pies sobre las arenas del desierto, bajo un sol inclemente, y arengaba a la gente a seguirlo, ¿habría tenido la paz que sólo puede darse en un estado de contemplación total y de anulación de todos los sentidos a través de una meditación profunda? No. El que anda despierto en un propósito, en una lucha, aunque sea en una búsqueda espiritual, no tiene paz. La acción anula la paz, ella existe solamente dentro de los muros de las catedrales vacías de fieles, donde ni siquiera al viento le es permitido entrar y donde el silencio se hospeda en cada rincón de las esquinas del templo; allí donde los cirios en comunión con la más profunda quietud, entra en contacto con lo desconocido. La paz, por lo tanto es inacción y si existe un estado de lucha por lograrla,

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ella no tendría cabida porque habría una contradicción. La paz conlleva el desapego, el mirar sin participar, que no se alteren los sentidos y se permanezca inmutable, aún viendo como alguien pone los pies sobre el fuego. En mis muchos intentos de meditar y estando a punto de lograrlo, despertaba para interrogarme acerca de si la inacción y el desapego no serían una forma de egoísmo, ¿cómo podía permanecer impasible, inconmovible con tanta angustia afuera, cómo buscar paz y tranquilidad y aún acomodo si todo estaba ardiendo aquí y allá en los últimos confines de la tierra? Llegué a la conclusión de que la paz, la libertad y la armonía son instantes en la vida de los seres, pero nunca un logro permanente como lo desearon tanto el nazareno, Gandhi, Luther King y otros, que por cierto los tres fueron muertos con saña y violencia, como una burla a su búsqueda humanista. Gandhi buscó a través de la desobediencia lograr vencer las fuerzas que oprimían a su pueblo, por eso dejó para la posteridad estas palabras: “La desobediencia civil es la llave del poder”

“Ningún policía y ningún ejército pueden lograr que se doblegue la voluntad de todo un pueblo decidido a resistir hasta que se agoten sus fuerzas…” Como puede leerse, aquí no hay asomo de paz sino de lucha y este hombre, con su no violencia y su resistencia pacífica, doblegó a los británicos, una potencia engreída y aristócrata. La otra pregunta de mis reflexiones es la siguiente: ¿Es la desobediencia una forma de lucha pacífica? Ninguna forma de lucha es pacífica porque una “acción genera una reacción”, cosa

ya sabida; es si, una lucha desigual y suicida: hay que luchar con las manos abiertas, sin armas, contra ejércitos armados y desalmados, lo que vemos a diario y en la actualidad.

La paz, la libertad y la armonía son instantes en la vida de los seres, pero nunca un logro permanente como lo desearon tanto el nazareno, Gandhi, Luther King y otros, que por cierto los tres fueron muertos con saña y violencia, como una burla a su búsqueda humanista

Sólo un profundo amor por un país, por ideales y convicciones sé puede generar una lucha tan desigual como ha sucedido y aún sucede en la liberación de los pueblos. ¿Logros? Muchos: la liberación de la India por Gandhi, la lucha de Luther King dio sus frutos a favor de la igualdad racial y los derechos ciudadanos y Jesucristo aún vive en los corazones de toda una humanidad que después de más de dos siglos, lo considera su Salvador, y dividió al mundo en antes y después de Él.


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Para los griegos, la paz era una situación lograda mediante el uso de la palabra en reuniones o asambleas, palabra que permitía trabar un tejido entre diversas posturas de pensamiento y entre los individuos que las sostenían.

Articular palabras Luis G. Benavides Ilizaliturri es Doctor en múltiples y diversas disciplinas, pensador mexicano, políglota, amante de las matemáticas, es considerado uno de los mejores educadores de la actualidad en el mundo. Ha sido reconocido por la UNESCO, la OEI, la OEA y varios gobiernos extranjeros. Actualmente dirige el Centro Internacional de Prospectiva y Altos Estudios, Cipae, México.

Fomentar la paz y no la violencia es tarea fundamental de la educación permanente, donde la utopía debe ser generador y motor de movimiento social de entendimiento La violencia parece desatarse nuevamente en el mundo y acentuarse en nuestro entorno: en acciones irresponsables de los gobiernos, en respuestas arrebatadas del pueblo, en campañas políticas insubstanciales y plenas de violencia verbal, en el enriquecimiento desmedido de los poderosos, en los rincones íntimos de la familia. Sin contar la ambiciosa brutalidad del imperio y la deshumanizada cobardía de las naciones. Son múltiples las causas que ocasionan esta violencia: Todo es multicausal y todo tiene que ver con todo. Si es un hecho que la sola educación no logra eliminar la violencia, ésta no desaparecerá sin auténticos, profundos y significativos aprendizajes. Lo educable del ser humano es su sistema de relaciones (consigo, con los demás, con el entorno) pues las relaciones son el gen de la historia personal de cada individuo. En la visión de la educación permanente, el proceso educativo consis-

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te en hacer que la situación utópica de la humanidad se haga colapsar en la historia presente de cada individuo y de cada grupo humano. Esto exige una actitud permanente de aprendizaje y una puesta en obra de esa utopía, con el desarrollo de todas las facultades con las que cuentan tanto el individuo como la sociedad. La utopía desde siempre está relacionada con la paz, que tiene carga etimológica de pacto como producto de acuerdo, de diálogo de convivencia humana, y por lo mismo de justicia, solidaridad y respeto a la dignidad personal. Etimológicamente, para los griegos, la paz era una situación lograda mediante el uso de la palabra en reuniones o asambleas, palabra que permitía trabar un tejido entre diversas posturas de pensamiento y entre los individuos que las sostenían. Para los chinos, la paz es obra de aquella palabra que logra unir lo

separado en un mismo aliento y genera una actitud que se hace manifiesta al usar palabras que mueven corazones al unísono. La violencia se inicia siempre con la palabra. Palabra que, al cargarse de desamor, se hace eficaz pero destructora, mentirosa y ciega. Fomentar la paz y no la violencia es tarea fundamental de la educación permanente; donde la utopía debe ser generador y motor de movi-

La utopía desde siempre está relacionada con la paz, que tiene carga etimológica de pacto como producto de acuerdo, de diálogo de convivencia humana, y por lo mismo de justicia, solidaridad y respeto a la dignidad personal

miento social de entendimiento. Revalorar la fuerza de la palabra para que una y humanice, evitar la palabra que hiere y divide: particularmente aquella que intenta hacer del hablante un dechado de virtud y de defensa del bien, aunque éste se denomine común. Porque la palabra -aquella proferida desde el corazón fariseo- también es violenta, también destruye, también mata. Aprender a articular palabras que unifiquen corazones y que consoliden proyectos, es tarea siempre inacabada de la educación permanente.


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La paz como actitud de vida

Ser pacífico o constructor de paz no implica adoptar posturas pasivas, ni ser sumiso, sino comprometerse y luchar por la verdad y la justicia, sin violencia. Será imposible construir la paz y alcanzar la reconciliación si no comenzamos a pacificar nuestro corazón y a reconciliarnos con nosotros mismos

Antonio Pérez Esclarín es licenciado y doctor en Filosofía de la Universidad Católica del Ecuador con Master in Divinity, Woodstock College of New York; a su vez es licenciado en Educación de la Universidad Nacional Simón Rodríguez de Venezuela. Actualmente, se desempeña como coordinador de Investigación del Centro de Formación e Investigación Padre Joaquín de Fe y Alegría.

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La lucha por la paz y la justicia debe comenzar en el corazón de cada persona.

Había una vez un rey que ofreció un gran premio al artista que lograra captar en una pintura la paz perfecta. Numerosos artistas presentaron sus cuadros en los que intentaron plasmar sus visiones de la paz. El rey, tras observar todas las pinturas, seleccionó dos que le habían impactado profundamente. La primera recogía la imagen de un lago muy tranquilo. En él se reflejaban las montañas plácidas y sobre ellas un cielo inmensamente azul con unos tenues brochazos de nubes blanquecinas. Ciertamente, la visión del cuadro producía paz y todos estaban seguros que esta pintura sería la ganadora. La segunda pintura ofrecía un paisaje de montañas abruptas y escabrosas, sobre las que un cielo enfurecido descargaba una colosal tormenta de rayos y truenos. De la montaña caía un torrente impetuoso. La gente no entendía cómo el rey la había seleccionado como finalista. Mayor fue

su asombro cuando, después de largas cavilaciones, el rey la eligió como ganadora. -Observen bien el cuadro –les dijo el rey al explicar su decisión-. Detrás de la cascada hay un pequeño arbusto que crece en la grieta de la roca. En el arbusto hay un nido con un pajarito que descansa tranquilo a pesar de la tormenta y del fragor de la cascada. Paz no significa vivir sin problemas ni conflictos, llevar una vida sin luchas ni sufrimientos. Paz significa tener el corazón tranquilo en medio de las dificultades.

la paz y la justicia debe comenzar en el corazón de cada persona. Por ello, yo vengo hablando desde hace mucho tiempo de la necesidad de comenzar desarmando los corazones que están llenos de rabia, ira, agresividad, desprecio, violencia. Ser pacífico o constructor de paz no implica adoptar posturas pasivas, ni ser sumiso, sino comprometerse y

la paz y alcanzar la reconciliación, si no comenzamos a pacificar nuestro corazón y a reconciliarnos con nosotros mismos. Superar la gravísima crisis que vivimos está exigiendo políticos de altura, muy honestos, humildes, buenos negociadores, respetuosos de todos y de las opiniones diversas, dis-

Superar la gravísima crisis que vivimos está exigiendo políticos de altura, muy honestos, humildes, buenos negociadores, respetuosos de todos y de las opiniones diversas, dispuestos a servir siempre a la verdad y a la república, y no a sus intereses

Sólo los que tienen el corazón en paz podrán ser sembradores de paz y contribuirán a gestar un mundo mejor en medio de tantas violencias, tormentas y problemas. La lucha por

luchar por la verdad y la justicia, sin violencia. Será imposible construir

puestos a servir siempre a la verdad y a la república, y no a sus intereses.


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Desgraciadamente hoy en día, donde lo común es disfrazar las ambiciones bajo el ropaje retórico del amor y del servicio, y donde la justicia está al servicio del poder, “la verdad sólo perjudica al que la dice”, como ya nos lo advirtió Quevedo. Cuando los conflictos se tornan graves, es necesario convencerse de que no hay alternativa al diálogo y la negociación, y que la verdad está siempre en el acuerdo. Los negadores del diálogo, los intolerantes, sólo necesitan el discurso ofensivo y dogmático, que encontrarán en las diatribas de un demagogo, en los evangelios de su caudillo, o en el fanatismo de su secta. Para ellos, la forma de hacer política es la violencia, y su causa está por encima de los demás. Por ello, nunca serán capaces de construir un mundo nuevo, por mucho que lo anuncien, deseen y proclamen. Si no queremos entrar en una espiral de violencia que nos arrastre a todos y siembre al país de destrucción y muerte, debemos abocarnos todos a construir la paz. No seremos capaces de romper las cadenas externas de la injusticia, la violencia, la miseria, si no somos capaces de romper las cadenas internas del egoísmo, el odio, el desprecio, la mentira, la venganza, que atenazan los corazones. No derrotaremos la corrupción, que actualmente corroe la entraña de la sociedad, con corazones apegados a la riqueza y el tener; no construiremos participación y democracia con corazones ávidos de poder; no estableceremos un mundo fraternal con corazones llenos de odio y de violencia.

No se llegará a la paz amenazando, golpeando, o reduciendo al silencio a quien no piensa igual.

Hay que trabajar arduamente por la paz, pero hacia la paz no se avanza de cualquier manera, ni se llega por cualquier camino. Hay que dar pasos acertados. Y en estos momentos corremos el peligro de adentramos por los caminos más equivocados. No se llegará a la paz enfrentando de manera violenta a las personas, golpeando o reprimiendo salvajemente. Lo que se necesita es aproximar posturas y aunar fuerzas, no encender la lucha callejera ni ahondar las divisiones. Así no se construye un país. Así se destruye. ¿Qué amor

al pueblo puede existir en quien pone en marcha un camino tan peligroso y destructor? No se llegará a la paz provocando el desprecio, los insultos y la mutua agresión. ¿Por qué tengo yo que despreciar y considerar como enemigo a alguien sólo porque piensa de diversa manera? ¿Tengo que olvidar que es conciudadano, que es hermano, que pertenece a mi país al que posiblemente ama tanto o más que yo? No se llegará a la paz introduciendo más pasión y fanatismo entre nosotros. Lo que se necesita es sembrar

objetividad, racionalidad y enfriar los ánimos. ¿Qué puede nacer de posturas dogmáticas, totalmente cerradas a la autocrítica, que siempre culpan al otro de sus propios fracasos? No se llegará a la paz amenazando, golpeando, o reduciendo al silencio a quien no piensa igual. Cuando en una sociedad se limita la libre expresión o la gente tiene miedo de expresar lo que piensa, se está destruyendo la convivencia democrática. En medio de los graves enfrentamientos de estos días, escucho la consigna de Jesús: «Si cuando vas a poner tu ofrenda sobre el altar, te acuerdas allí mismo de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano» ¿Para qué sirven todas nuestras profesiones de fe en un Dios Padre, si luego no vivimos como hermanos?

No se llegará a la paz provocando el desprecio, los insultos y la mutua agresión. ¿Por qué tengo yo que despreciar y considerar como enemigo a alguien sólo porque piensa de diversa manera?

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Diálogo con inclusión Lo mejor que puede pasar es que el proceso de diálogo sea, además de participativo y protagónico, también transparente y confiable, para así lograr la paz tan anhelada que sirva de soporte para afrontar la verdadera crisis que existe en nuestro país: la crisis del rentismo petrolero y la dependencia

Nicmer Evans es politólogo, egresado de la Universidad Central de Venezuela (UCV), con maestría en Psicología Social. Docente de la escuela de Sociología de la UCV, investigador docente adjunto de la Contraloría General de la República y co-moderador del programa de opinión y análisis “Golpe de Timón”.

El proceso de diálogo debe ser manejado con la prudencia necesaria y con el discurso más favorable para generar la inclusión.

El inicio de un proceso de diálogo, entre una parte de la oposición venezolana y el gobierno del presidente Nicolás Maduro, ha generado un importante debate público nacional e internacional sobre su viabilidad, conveniencia y pertinencia. El diálogo como práctica política no es sólo una alternativa, sino el instrumento fundamental de su práctica en una sociedad global donde la democracia se ha asumido como el sistema universal que rige las relaciones humanas. En Venezuela, el diálogo entre sectores fuertemente polarizados en principio por concepciones ideológicas, pero hoy más que nunca, por intereses de poder, se plantea como “una necesidad”, posterior a dos meses de violen-

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cia urbana convocada y activada por un sector de la oposición conducida por Leopoldo López, Antonio Ledezma y María Corina Machado. Sin embargo esta aparente “ n e ce s i d a d ” responde entre otras cosas a una condición de debilidad del gobierno de Nicolás Maduro al no poder seguir desarrollando un proyecto hegemónico, tal como lo venía construyendo el presidente Chávez en su última

etapa de gobierno, basado en una mayoría electoral indudable e incuestionable que permita evadir cualquier negociación para la subsistencia del proceso revolucionario.

visto por algunos sectores radicales del proceso revolucionario como un síntoma de debilidad y como el adelanto de un “pacto” de gobernabilidad y alterabilidad del poder con el sector más mo-

El diálogo como práctica política no es sólo una alternativa, sino el instrumento fundamental de su práctica en una sociedad global donde la democracia se ha asumido como el sistema universal que rige las relaciones humanas La convocatoria y aceptación del diálogo por parte del gobierno es

derado, menos radical y anti extremista de la oposición.


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De igual manera, dentro de la oposición, la aceptación al diálogo sólo es reconocida por aquel sector que aunque no ha cuestionado las acciones violentas en las calles de diversas ciudades del país, no han convocado a las mismas, mientras que el sector más extremista rechaza el diálogo, asumiendo que quienes asisten sin haberse cumplido una serie de condicionamientos previos para tal fin son unos “entreguistas” que “se han doblegado al régimen castro-comunista”. Esto plantea una realidad sociológica muy particular en Venezuela. En otras sociedades la posibilidad de desarrollar un gobierno de conciliación donde un proceso de diálogo termine en una negociación de interés y un reparto de cargos con el fin de dar paso a un gobierno de “unidad nacional” podría ser el detonante, muy a pesar de la postura del expresidente de Brasil, Lula Da Silva, de un verdadero estallido de violencia, ya que a la situación actual podría sumarse el sector extremista del chavismo que al sentirse traicionado saldría a la calle a defender lo que considera sus conquistas. El proceso de diálogo debe ser manejado con la prudencia necesaria y con el discurso más favorable para generar la inclusión, no sólo de los moderados sino de los radicales, excluyendo a los extremistas violentos, para obligarlos a ceder. Pero, una exclusión de los radicales de parte y parte podría ser una torpeza del proceso de diálogo que obstaculizaría el fin último del mismo, que termina siendo el restablecimiento de las condiciones mínimas de gobernabilidad en el marco del respeto a la Constitución y las leyes. Cualquier asomo de un gobierno de conciliación activaría al sector extremista del chavismo, colocando a Venezuela en un abismo que generaría satisfacción sólo a aquellos sectores que responden a intereses trasnacionales. Pero, aún sin un gobierno de conciliación, la pérdida de las conquistas sociales logradas en el gobierno de Chávez, basadas en una más justa distribución de la renta petrolera, sería otro detonante pero ahora de un conflicto social. Por ello, lo mejor que puede pasar es que el proceso de diálogo sea además de participativo y protagónico, también transparente y confiable, para así lograr la paz tan anhelada que sirva de soporte para afrontar la verdadera crisis que existe en nuestro país: la crisis del rentismo petrolero y la dependencia.

Creo que la tolerancia política en nuestro país debe centrarse en comprender a la crítica como un instrumento útil para mejorar el proyecto que pretende ser además de socialista, democrático, participativo y protagónico.

Dilemas de la tolerancia Dice N. Bobbio que cuando se habla de tolerancia se debe ver desde dos momentos históricos: aquel donde el concepto era aplicable a la convivencia entre distintas creencias religiosas y/o políticas, y un segundo momento donde el problema de la convivencia es con las minorías étnicas, lingüísticas, raciales, o en general de todo aquello que se trata de catalogar como “diferente”. En este sentido los primeros autores citados en el párrafo anterior se ubican en el primer momento de Bobbio y los segundos, en su correspondiente segundo momento. El concepto más extendido sobre la tolerancia, a pesar de las amplias diferencias y ausencias de consensos, lo expresa Annette Schmitt tomando a Peter Nicholson, es aquel que asume que es la acción de una persona cuando omite por determinadas razones intervenir en contra de una acción de otra persona, teniendo el poder para hacerlo, a pesar de que esta acción lesiona una convicción relevante. Esta definición de tolerancia parte del hecho de que quien define ser tolerante lo hace bajo la condición de poder que tendría sobre el otro al que tolera, pero la pregunta que salta a la vista es ¿Qué pasa cuando quien lesiona también tiene poder? La tolerancia desde diversas dimensiones se ha tratado se señalar como un valor o acción positiva, pero ¿Qué

pasa cuando la tolerancia transgrede las normas y cuando toleran se convierte en impunidad? Este dilema se complica cuando nos preguntamos si es pertinente tolerar la intolerancia como exaltación de valor, y es peor aun cuando lo aplicamos a la vida real y nos imaginamos tolerando las acciones nazi-fascistas de exterminio en campos de concentración, o de exterminio en los gulag stalinistas, o de torturas estadounidenses de la “democracia imperial” en Guantánamo.

Transigencia Los límites de la tolerancia están definidos por la “transigencia”, es decir, el consentimiento con lo que no se cree justo, razonable o verdadero para dar fin con alguna discrepancia o diferencia, en pocas palabras, aceptar algo por resignación. Quienes toleran, no descartan la intervención, pero prefieren buscar una salida negociada, el que transige se entrega. En nuestro país, con base en el diálogo que se ha convocado, existen diversos dilemas a resolver para su desarrollo, y entre ellos está la capacidad y voluntad de tolerancia de los actores involucrados para tal fin. La intolerancia discursiva ha sido la fase permanente de una convocatoria al diálogo para la paz, y eso definitivamente es contradictorio, y demuestra una falsa voluntad política de lograr el objetivo, quien llama “dictador” a la otra parte del diálogo, o quien define a un actor adversario que podría servir de interlocutor del otro sector del diálogo

Hay que lograr la paz tan anhelada que sirva de soporte para afrontar la verdadera crisis que existe en nuestro país: la crisis del rentismo petrolero y la dependencia.

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como “Chucky Lucky” mal podrían después sentarse a conversar. En el marco de esta gran pasión política que polariza a nuestro país, existen igual dos opciones en cuanto a la tolerancia: se es tolerante pero no transigente, o se es alcahueta de la violación permanente de la Constitución. Me defino claramente por la necesidad de ser tolerantes con aquellos que pretendan realmente dialogar, aún a pesar que tengan profundas diferencias con el chavismo, incluso me defino tolerante con aquellos que no desean dialogar, pero no utilizan la violencia para imponer su criterio, pero será imposible ser tolerante con quien no acepta al chavismo como una realidad política de una parte importante de nuestro país. Pero aún más, creo que la tolerancia política en nuestro país debe centrarse en comprender a la crítica como un instrumento útil para mejorar el proyecto que pretende ser, además de socialista, democrático, participativo y protagónico. Esta crítica debe ser tolerada incluso si viene de filas opositoras que realmente tengan como objetivo aportar al país a pesar de las diferencias, pero debe ser aún más tolerada si proviene de las propias filas del chavismo. La intolerancia dentro de la dirección política del chavismo para con los críticos, y la transigencia con la corrupción, el jalabolismo y la ineficiencia son mucho más graves que la intolerancia de la oposición o la intransigencia de los mismos, por ello es importante rectificar.


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Ser auténticos constructores de paz A continuación reproducimos el mensaje del santo padre Francisco por el diálogo en Venezuela, carta que fue leída por el nuncio apostólico en Venezuela, Aldo Giordano, durante la primera reunión de la mesa de negociaciones instaurada entre el Gobierno Nacional y los representantes de la Mesa de Unidad Democrática

Jorge Mario Bergoglio, de nombre secular, es el 266º y actual papa de la Iglesia Católica. Como tal, es el jefe de Estado de la Ciudad del Vaticano.

Fuente http:// w2.vatican.va

Al Excelentísimo Presidente Nicolás Maduro Moros, a los Honorables miembros del Gobierno de la República Bolivariana de Venezuela, a los Honorables Representantes de la Mesa de Unidad Democrática y a los Honorables Cancilleres de la UNASUR: Deseo ante todo darles las gracias por la invitación que han dirigido a la Santa Sede para participar en el proceso de diálogo y paz por su querido país. A cada uno de ustedes deseo asegurarles, ante todo, mis oraciones, para que el encuentro y el proceso que están iniciando produzcan los frutos deseados de reconciliación nacional y de paz, dones que invocamos de Dios para todo el pueblo venezolano. Soy consciente de la inquietud y del dolor, vividos por tantas personas y, mientras manifiesto preocupación por cuánto está ocurriendo, renuevo mi afecto por todos los venezolanos, en particular por las víctimas de la violencia y por sus familias. Estoy plenamente convencido de que la violencia nunca podrá traer

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paz y bienestar a un país, ya que ella genera siempre y sólo violencia. Al contrario, por medio del diálogo ustedes pueden redescubrir la base común y compartida que conduce a superar el momento actual de conflicto y polarización que hiere tan profundamente Venezuela, para encontrar formas de colaboración.

prevalece sobre el conflicto. Les invito, pues, a que no se detengan en la coyuntura de lo conflictivo, sino a que se abran unos a otros para hacerse y ser auténticos constructores de paz.

En el respeto y en el reconocimiento de las diferencias que existen entre las partes, se favorecerá el bien común. Todos ustedes, en efecto, comparten el amor por su país y por su pueblo, como también las graves preocupaciones ligadas a la crisis económica, a la violencia y a la criminalidad. Todos ustedes llevan en el corazón el futuro de sus hijos y el deseo de paz que caracteriza a los venezolanos. Todos tienen en común la fe en Dios y la voluntad de defender la dignidad de la persona humana.

En el centro de cada diálogo sincero está, ante todo, el reconocimiento y el respeto por el otro. Sobre todo está el “heroísmo” del perdón y de la misericordia, que nos rescatan del resentimiento, del odio y abren un camino realmente nuevo. Se trata de un camino largo y difícil, que requiere paciencia y valentía, pero es el único que

Precisamente, esto les aúna y les apremia a emprender el diálogo (…), en cuya base debe estar una auténtica cultura del encuentro, que sea consciente de que la unidad siempre

puede conducir a la paz y a la justicia. Por el bien de todo el pueblo y por el futuro de sus hijos, les pido que tengan este coraje.

Se trata de un camino largo y difícil, que requiere paciencia y valentía, pero es el único que puede conducir a la paz y a la justicia. Por el bien de todo el pueblo y por el futuro de sus hijos, les pido que tengan este coraje

Con estos sentimientos acompaño a toda la querida Nación venezolana, y a cada uno le imparto de corazón la Bendición Apostólica, invocando la ayuda del Señor.

Vaticano, 10 de abril de 2014, segundo de mi Pontificado.


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Violencia y democracia La explicación de las causas de la violencia en Venezuela debe buscarse en los cambios en las reglas del juego y el pacto social, ocurridos entre 1989-1993, y 1994-1998; y la destrucción institucional que ocurre a partir de 1999

Roberto Briceño León es sociólogo, Doctor en Ciencias, profesor Titular de la Universidad Central de Venezuela y director del centro de investigaciones Laboratorio de Ciencias Sociales, Lacso. Es investigador nivel IV del Sistema Nacional de Investigación de Venezuela (PPI) y miembro titular del Comité de Dirección de Investigación y Panel Asesor del Comportamiento Económico Social y de Enfermedades Parasitarias de la Organización Mundial de la Salud.

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Las democracias basadas en el consenso superan a las de las mayorías en el control de la violencia.

De la amplia literatura sobre la democracia quisiera resaltar, de manera sucinta, cinco rasgos de la democracia que nos parecen relevantes para la contención de la violencia en la sociedad.

de la República, fulano de tal”. En esta visión la presidencia no es el fulano de tal, el apenas está allí temporalmente, ocupando esa función y ese lugar, no le son suyos ni permanentes.

democracias, se concluye que pueden funcionar basadas en dos modelos diferentes: se gobierna por consenso o se gobierna por la voluntad de las mayorías.

1.- La democracia es un gobierno de muchos, no de uno sola persona. Esta idea puede tener muchas expresiones, una es la idea del gobierno del pueblo donde todos ejercen el poder de manera directa eligiendo las autoridades y delegando en ella unas funciones. Otra connotación puede ofrecer la imagen del poder distribuido y descentralizado o la idea de la separación y equilibrio entre los tres poderes públicos. El concepto original que formuló Dahl para referirse a la democracia real y que llamo poliarquía, expresa muy bien esta idea que queremos destacar. Aunque en su caso se trate de una referencia a las características que deben tener las elecciones y las respuestas a las demandas del ciudadano (dos Santos, 1998) y esto tenga serías limitaciones en América Latina, nos parece que expresa bien una idea central que deseamos comunicar: es el gobierno de muchos.

3.- En la democracia es fundamental la autolimitación del poder, el freno y la sindéresis que debe tener el poder en su ejercicio. Esta realidad surgió del análisis económico, pues el funcionamiento de una economía libre depende de la vigencia de las reglas del juego y del cumplimiento de los acuerdos y contratos que hacen los actores. El dilema que se presenta es que un estado suficientemente fuerte como para hacer cumplir los contratos y por lo tanto preservar las reglas del juego, es a su vez suficientemente fuerte como para confiscar la riqueza de sus ciudadanos. Por lo tanto, en la dinámica de las democracias, un aspecto no legislado, pero fundamental es la auto-sujeción del poder, el equilibrio auto-impuesto que genera el propio poder para no excederse, aun teniendo las posibilidades de hacerlo.

Realmente la voluntad de la democracia es el consenso, el acuerdo y la negociación, por eso en aquellas democracias que pueden ser catalogadas como de gobierno de mayoría hay una fuerte búsqueda de consenso; así como en las que tienen como propósito la búsqueda de consenso, se utilizan mecanismos sofisticados de gobierno de las mayorías. La diferencia clara es que la mayoría no puede imponerse y aplastar a las minorías, pues son seres humanos y ciudadanos, miembros de esa sociedad que merecen tolerancia y respeto. De allí que se hayan diseñado mecanismos variados para garantizar la representación de las minorías. Lo que Leijphart destaca bien en su estudio es que las democracias basadas en el consenso superan a las de las mayorías en el control de la violencia.

2.- En la democracia el poder es un lugar vacío, no tiene nombre ni apellido, no es propiedad de nadie. Quien ocupa ese lugar está siempre de paso, de transito con unos tiempos de inicio y finalización pautados. Es un ejercicio del poder que tiene fecha de vencimiento establecida. Esta idea del poder como un espacio vacío, formulada por Leffort (1981), es muy importante, pues destaca que no son personas sino funciones, pues el poder político en la democracia es un acuerdo, un pacto, una función. Esta idea se expresa, queda verbalizada, muy adecuadamente, en la expresión que en el protocolo venezolano existe para dirigirse a la primera autoridad: “el ciudadano presidente

4.- El cuarto componente es la existencia de la ley como un tercero abstracto impersonal que interviene y somete a todos, inclusive a quienes están en la obligación de hacer cumplir esa ley. La expresión que a veces se le escucha al policía abusador (o al militar, al juez o al gobernante) quien, presumiendo de su rol y jactándose de su fuerza, le dice al indefenso ciudadano “yo soy la ley”, resume bien la absoluta negación de lo que es este principio de ejercicio democrático. El policía, el juez o el presidente, no son la ley, pueden ser sus instrumentos, pero ni están por encima ni la encarnan, están por el contrario, sometidos a la ley como regla abstracta. 5.- Finalmente, cuando se analizan las diferentes tipos de leyes y reglas de las

Poder concentrado Estas cinco características las consideramos esenciales para interpretar lo que sucede con la violencia y para interpretar las etapas o los cambios que hemos vivido en Venezuela, pues tanto el orden social, como el sistema de justicia penal funcionan en este contexto. Lo que ha sucedido en Venezuela en la primera década del siglo XXI dista mucho del modelo deseable antes formulado. En primer lugar, en un país de tradición caudillista y presidencialista, estos rasgos se han acentuado. El poder se ha concentrado en el Ejecutivo nacional y en la figura del presidente, los procesos de descentralización se han cancelado y revertido. En lugar de distribución del poder entre muchos, se ha agrupado en pocos o en uno.

El poder en Venezuela dejó de ser temporal, aún antes de las modificaciones constitucionales, el mensaje era que quien ocupaba el lugar del poder en la presidencia de la República sería eterno. Primero se anunció que estaría hasta el año 2020, después se postergó hasta el año 2030, después fue indefinido, sin tope ni límite posible. El protocolo de titulación también cambió: de Ciudadano Presidente de la República se pasó a ComandantePresidente. El poder Ejecutivo y la figura del presidente se han convertido en la Ley. Se han otorgado sucesivos poderes al presidente para legislar, y no en circunstanciales periodos cortos, sino por años. Esta práctica que anula la labor legislativa de la Asamblea Nacional, se ha visto refrendada con desplantes absolutistas del tipo “el estado soy yo”. En el ejercicio del poder no ha existido auto-contención. Claro, alguien pudiera argumentar y con razón que ha podido ser peor, y es verdad. Pero lo “más” que no se ha dado no le quita impacto a lo “menos” que ha ocurrido como abuso y confiscación de la propiedad y la libertad del ciudadano. Las expropiaciones de los edificios aledaños a la Plaza Bolívar o del Centro Comercial Sambil de La Candelaria en Caracas, o de las fincas al sur del Lago de Maracaibo, son un ejemplo y la expresión más clara de esa actuación negadora de la autolimitación del poder. Finalmente, la clara voluntad de construir una hegemonía que ignora y pretende aplastar al otro ha sido evidente en las actuaciones del partido mayoritario en la Asamblea Nacional y los ejemplos abundan, desde antes y después de la aprobación de las decenas de leyes en diciembre de 2010, como para requerir una justificación con mayores evidencias.


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Estos rasgos son tan evidentes, que quizá los propios partidarios del gobierno pudieran reconocer su existencia sin mayores problemas. Fragmentación de la sociedad Por supuesto que la diferencia estaría en la evaluación que de esos eventos se hace, pues para muchos de los partidarios del presidente, nada de eso está mal hecho ni tiene consecuencias negativas, sino, más bien, son valoradas positivamente.

Infografía / EL DIARIO DE GUAYANA / E. ÁVILA

Esta diferencia de percepción constituye también un elemento más de la explicación que podemos tener al notable incremento de la violencia en Venezuela a partir de 1999. La división del país que se ha dado y fomentado desde el gobierno, constituye un factor adicional en el estímulo a las acciones delictivas y violentas, pues muestra un país dividido, en el cual el consenso sobre las normas y el pacto social aparece como diferente o no existente y, por lo tanto, le resta fuerza a su capacidad de modelar y contener conductas.

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En diversos países se ha observado que la fragmentación de la sociedad contribuye a la violencia y lo ocurrido en Venezuela parece confirmar estas hipótesis. Paz democrática En un texto pionero, Sutherland escribió que la criminología se dedicaba a estudiar cómo se hacían las leyes, cómo eran infringidas y cómo respondía la sociedad cuando tales transgresiones ocurrían. En la práctica, la criminología se concentró mucho en la segunda tarea, la desobediencia de las leyes; descuidando tanto la primera como la segunda, es decir olvidando el proceso social de construcción normativo y de respuesta recíproca. Y cuando no la abandonó de manera abierta, se dedicó a entender la dimensión normativa exclusivamente como el aparato legal y el castigo solo como la cárcel, relegando la multiplicidad de expresiones que tiene y las dinámica social y política que le da sustento. Lo que hemos llamado la institucionalidad de la sociedad son las reglas que regulan,

limitan y moldean la interacción humana. La institucionalidad refiere por un lado a los mecanismos de recuperación de las normas y costumbres prescritas en la sociedad real para transformarlas en leyes y, por el otro, a las modalidades de reciprocidad negativas y castigos de la sociedad, a los comportamientos prescritos y su igualmente conversión en normas y leyes formalizadas. Ese contexto institucional que se requiere para construir

la paz en una sociedad, representa una dimensión que excede con creces la acción de la policía. Más aun, es algo demasiado importante como para dejárselos a los policías, se requiere de la presencia de toda la colectividad pues se trata de la construcción de la sociedad y de la democracia.

Ese contexto institucional que se requiere para construir la paz en una sociedad, representa una dimensión que excede con creces la acción de la policía.

Por eso las dictaduras y los regímenes autoritarios pueden mitigar el delito y contener la violencia, pero no pueden construir la paz, ya que la seguridad ciudadana requiere de la libertad y la democracia.


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En el caso venezolano, la tendencia en el aumento de los homicidios ha sido progresiva durante los últimos 60 años.

Retóricas sobre la violencia Hay que analizar cada fenómeno concretamente, tomando en cuenta nuestro contexto y sus particularidades fácticas y situacionales. Si la discusión es valorativa habría que empezar por el modelo de sociedad y de Estado que están tomando ambos bandos como referentes

Keymer Ávila es abogado graduado en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Máster en Criminología y Sociología Jurídico Penal, UB (Catalunya). Investigador y profesor de Criminología en la UCV.

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Uno de los principales discursos opositores sobre el tema de la inseguridad en el país tiene como argumento central la criminalización del discurso y de los mensajes emitidos por actores gubernamentales, así como la pérdida de valores, como causas de la violencia, lo que resulta poco serio, en especial por ser difícil de comprobar empíricamente esas relaciones lineales de causaefecto que se pretenden establecer. A este argumento responde el gobierno señalando como causa de la violencia al discurso y a los mensajes emitidos por las telenovelas y los medios de comunicación, que es tan poco serio como las explicaciones etiológicas de la oposición. La dimensión valorativa y discursiva es importante, pero no lo es todo, no hay que sobredimensionarla. Hay que analizar cada fenómeno concretamente, tomando en cuenta nuestro contexto y sus particularidades fácticas y situacionales. Si la discusión es valorativa habría que empezar por el modelo de sociedad

y de Estado que están tomando ambos bandos como referentes. Los discursos aludidos son similares, se alimentan de prejuicios y son profundamente conservadores, tienen su núcleo en la “moral y las buenas costumbres”, en una homogeneización ideológica de la sociedad. Su referente son los modelos sociológicos del equilibrio y del consenso, donde el conflicto, el cambio y la diversidad son considerados como amenazas para el sistema social. En las ciencias sociales pudiera tomarse como ejemplo de lo anterior al discípulo más conservador y reaccionario de Saint-Simon, August Comte, para quien la Revolución Francesa era un episodio criminal y antinatural en contra de la historia (Zaffaroni) que debía ser dejado atrás para construir una nueva sociedad de orden y progreso, concebida como un organismo armónico, donde el ser humano es visto como un sujeto-órgano que más que derechos tiene deberes.

Esta visión conservadora de la sociedad es refinada más adelante por Durkheim, para quien los valores, las normas y el derecho son el “cemento” de la sociedad, es lo que la mantiene unida. Este bloque valorativo sería el reflejo más acabado de

La dimensión valorativa y discursiva es importante, pero no lo es todo, no hay que sobredimensionarla.

lo que es la “conciencia colectiva”. Basado en estas ideas, Durkheim explica su concepto de “anomia”. Según este autor en las sociedades capitalistas modernas, las normas y los valores tradicionales se ven socavados sin ser reemplazados por otros. Existe anomia cuando no hay unas normas claras que guíen el comportamiento en una determinada área de la vida social. “La anomia, en efecto, da nacimiento a un estado de exasperación y de cansancio inusitado, que puede, según las circunstancias, volverse contra el sujeto mismo o contra otro; en el primer caso hay suicidio, y en el segundo, homicidio” (Durkheim, 1897). Hace casi 120 años este autor concebía a la violencia como consecuencia de la crisis de los valores, desde un contexto histórico distinto al nuestro, con un marco ideológico bastante reaccionario y conservador… ¿Hemos avanzado tan poco en las explicaciones sobre nuestros problemas sociales?


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El silencio oficial y las especulaciones de la oposición no contribuyen en absoluto a un adecuado análisis, ni a la toma de decisiones acertadas sobre el problema, por el contrario, crean un clima que dificulta estos procesos

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Producto de diversas coyunturas político electorales y de polarización que se han dado en Venezuela durante los últimos lustros, el acceso a la data oficial se ha restringido, lo que ha generado en algunos sectores de la oposición política la aplicación de fórmulas diversas para “calcular” las cifras de delitos, presentando números procedentes de metodologías más cercanas a la futurología y a la adivinación que a la descripción objetiva del fenómeno en sí. El silencio oficial y las especulaciones de la oposición no contribuyen en absoluto a un adecuado análisis, ni a la toma de decisiones acertadas sobre el problema, por el contrario, crean un clima que dificulta estos procesos.

Más allá de las acotaciones anteriores, el homicidio es considerado como la conducta delictiva más grave, es un indicador indiscutible de la situación objetiva de la inseguridad y de la violencia delictiva, además, por su gravedad la cifra oculta en estos casos es mínima.

Venezuela tiene una de las mayores tasas de homicidio del mundo, en diciembre de 2013, el Ministro de Interiores informó que la tasa de homicidios fue de 39 por cada mil habitantes. Estas cifras resultan alarmantes cuando se contrastan con la tasa mundial que para el año 2011 había sido estimada en 6,9 por la Oficina ONU contra las Drogas y el Delito (ONUDC), en este mismo sentido, la Organización Mundial de la Salud estima que una tasa de 10 puede considerarse ya como una epidemia.

Es importante tener en cuenta que la tendencia de los homicidios en América Latina y el Caribe durante la última década también ha sido creciente, desde el año 2000 al 2010 ha aumentado en un 11%, con más de un millón de personas fallecidas a causa de la criminalidad violenta (ONUDC). En el caso venezolano, la tendencia en el aumento de los homicidios ha sido progresiva durante los últimos 60 años, y tal como ya se ha señalado, las tasas actuales exceden en mucho al promedio regional y mundial.

De allí la necesidad de conocer en detalle el fenómeno de los homicidios para buscar su reducción como una política de Estado.

Los discursos aludidos (oposición y gobierno) son similares, se alimentan de prejuicios y son profundamente conservadores, tienen su núcleo en la “moral y las buenas costumbres”, en una homogeneización ideológica de la sociedad.

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No hay paz con impunidad Es momento de recordar que una primera prevención es que los criminales lleguen a aterrorizarse con su arresto, con la sentencia que se les dicte y con la prisión. Que sientan temor de cometer crímenes. Eso no ocurre en nuestro país

Cuando los asesinos y secuestradores son encarcelados o dados de baja en inevitables enfrentamientos policiales, se previene el crimen.

Claudio Fermín es abogado, sociólogo y profesor universitario de la Escuela de Estudios Políticos de la Universidad Central de Venezuela, de Ciencias Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello y en la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Santa María. Exalcalde del Municipio Libertador de Caracas (1989-1993).

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No tendremos paz si no se somete a las bandas que pululan en Venezuela. Narcotraficantes inescrupulosos, corruptores de funcionarios públicos. Matraqueros de aduanas, Cadivi/Sicad, alcabalas y cuanto permiso público se requiera, dispuestos a todo. Azotes de barrios que asesinan y secuestran, apadrinados por autoridades que los exhiben como líderes populares a su lado. Sicarios que ponen precio a la vida de quien sea. Mafias aquí y allá. Ese malandraje tiene sometido al país y ha ocasionado un grave desajuste, como el que viven sociedades en guerra con otros territorios, etnias o potencias. Hogares destruidos. Empresas quebradas. Desempleo. Vecindarios aterrorizados. Pérdida de la libertad personal. Más de 25.000 asesinatos a manos de esos criminales se produjeron el año 2013. Las cifras de 2014, por el camino que vamos, las superarán. El Estado venezolano luce lejos de estar comprometido en lucha alguna contra esa plaga que nos devora. Los cuerpos policiales no ofrecen respuesta satisfactoria cuando a diario miembros suyos aparecen involucrados en robos, secuestros y asesinatos. Esas instituciones están corrompidas y no conocemos de diligencias para revertir esa situación y para proteger la imagen de los no maleados.

Es común que los abogados que hacen de fiscales respondan a instrucciones de retaliación política o de vendettas entre grupos de poder. Lo de los jueces es deprimente. Una elemental norma aconseja que esos funcionarios obtengan sus cargos por concurso de credenciales, o de oposición en algunos casos. La propia Constitución obliga a que así sea, pero desde hace quince años la mayoría de los jueces son provisorios y a conciencia de su fragilidad laboral toman sus decisiones de manera complaciente con sus empleadores. La corrupción judicial, por la misma naturaleza de los riesgos que se asumen al denunciar a quienes pueden encarcelar a cualquiera, se mueve sin enemigos visibles, lo que no impide que se conozca de abusos de poder. En los pasillos de los tribunales se oyen las quejas de abogados que tuvieron que pagar para lograr “beneficios procesales” para sus clientes, o de la imposibilidad de defenderlos por no tener para el pago correspondiente. Las sentencias no salen así como así. El Ministerio de Asuntos Penitenciarios pone énfasis en la liberación de criminales, por distintas vías, lo que de hecho convierte a una funcionaria en juez que otorga beneficios para los cuales deben cumplirse

con requisitos que el poder Ejecutivo obvia en aras de una supuesta gerencia expedita y de combatir la promiscuidad carcelaria. Los pranes se sienten a sus anchas. Son parte del poder. El gobierno no es un adversario de la delincuencia y eso permite y favorece la impunidad. No se trata de una mera actitud negligente del Estado. Va más allá. Es una impunidad activa, diligente, en la que los funcionarios amparan y auxilian a mafias que han hundido al país en la más tenebrosa inseguridad que hayamos vivido jamás.

Sin embargo, es momento de recordar que una primera prevención es que los criminales lleguen a aterrorizarse con su arresto, con la sentencia que se les dicte y con la prisión. Que sientan temor de cometer crímenes. Eso no ocurre en nuestro país, donde abundan los asesinos en serie, esos que cometen diez y hasta quince asesinatos en pocos años. Nadie los atrapa. Nadie los castiga. La impunidad es total. Cuando los asesinos y secuestradores son encarcelados o dados de baja en inevitables enfrentamientos

Al crimen organizado hay que detenerlo. Es la única manera de construir un mínimo estadio de paz ciudadana

Al crimen organizado hay que detenerlo. Es la única manera de construir un mínimo estadio de paz ciudadana. Es necesario un Estado limpio, no corrompido como el de hoy, que enfrente a los delincuentes. Igualmente acciones de prevención social, tanto en el campo de la educación, de políticas sociales y de la solidaridad comunitaria como en el diseño de políticas económicas que abran oportunidades de ingresos dignos para las mayorías. La anterior es una acción integral que es menester aplicar.

policiales, se previene el crimen, al igual que cuando el entorno social y económico de los socialmente marginados es mejorado y cambian las condiciones que contribuyen a generar los delitos. Pero para acometer las acciones que lo anterior demanda es necesario un gobierno resuelto a ello, que sea enemigo del crimen. Y eso no lo tenemos en Venezuela.


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Educar en base a la paz La educación debe ser la puerta a la tolerancia, a la aceptación de la diversidad, debe trabajar en base a la paz y la democracia. Transmitir valores y principios que permitan al individuo resolver los conflictos de manera pacífica, para construir una sociedad más humana, más justa, donde todos podamos convivir en armonía

Valentina Gobbo es abogado, especialista en Derecho del Trabajo y con Doctorado en Derecho Político y Constitucional (Uned-España) y docente de la Universidad Nacional de Guayana (Uneg) desde 1993. En la actualidad es jefe del Departamento Hombre y Ambiente de dicha universidad y coordinadora de la línea de Investigación en el Centro de Investigaciones Jurídicas Uneg “Derechos Fundamentales”. Patrono estable en el Tribunal Eclesiástico Interdicocesano de Ciudad Bolívar con sede en Ciudad Guayana para anulación de matrimonios eclesiásticos..

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El Estado debe velar para que en la sociedad se vaya construyendo la ciudadanía, esto puede lograrse impartiendo educación en valores, formar a los estudiantes para la defensa de la democracia, en educación para la paz y que éstos aprendan a vivir en sociedad, con tolerancia hacia la diversidad y solucionando sus diferencias y conflictos de manera pacífica.

La Unesco, en su informe de 2011 “Una crisis encubierta: Conflictos Armados y Educación”, señala que al recibir los estudiantes educación de calidad deficiente, los conduce al desempleo y a la pobreza, lo que en muchos países significa que son enrolados de manera obligada a las guerrillas, milicias armadas, y otros. La falta de equidad y de acceso en la educación son las que generan los riesgos de conflictos armados. En algunos países se ha usado la educación para generar intolerancia, odio, fanatismo, lo que genera dominación y subordinación de comunidades vulnerables a través de situaciones armadas, violentas y en muchos casos sangrientas. La dignidad es la fuente de los derechos y conlleva al ser humano a tener la capacidad libre y racional de decidir su conducta, y debe ser respetado por los demás, por lo que no puede separarse del derecho fundamental de recibir una educación de calidad. Siendo entonces, el derecho a la educación un derecho, no puede verse como un medio para que los gobiernos adoctrinen a los alumnos para imponer sus ideologías ni sistemas de gobierno, por el contrario, debe verse a la educación, según dice Redondo “como el más útil de los instrumentos al servicio de la libertad”, el cual debe servir para satisfacer las aspiraciones y las necesidades de cada individuo, en cuanto a su formación se refiere, para alcanzar el

pleno desarrollo de la personalidad, para que estos puedan explotar sus capacidades y aprovechar al máximo las oportunidades. La educación debe ser la puerta a la tolerancia, a la aceptación de la diversidad, debe trabajar en base a la paz y la democracia. Transmitir valores y principios que permitan al individuo resolver los conflictos de manera pacífica, para construir una sociedad más humana, más justa, donde todos podamos convivir en armonía. La educación no consiste solo en egresar personas que puedan trabajar y beneficiar a la sociedad, sino personas con valores éticos y morales que ayuden a las comunidades donde viven, así como a su país a reducir la pobreza, la discriminación, la delincuencia, así como personas libres de expresarse y que busquen siempre la solución pacífica de los problemas y vivir en democracia. Lo que debe buscar la educación de calidad es la humanización, así como el desarrollo de los múltiples talentos y de las capacidades que posee cada uno de los estudiantes, es por ello que deben ser atendidos de manera individual para que el docente los encamine hacia donde puedan sentirse identificados, tanto personal como culturalmente. Venezuela es un país rico en bienes naturales, lo que ha hecho que los gobiernos no enseñen al país el valor del trabajo, de la honestidad, de la conciencia ciudadana, por el contra-

rio han hecho que el pueblo dependa del Estado para todo, y esperan que el Estado sea quien solucione cada uno de sus problemas. Esto pudiera cambiar con una educación de calidad, una educación de primera y aunado a las riquezas naturales (que paradójicamente nos han convertido en un pobre país), se alcanzaría ciudadanía, valor democrático, bienes y servicios de calidad, la verdadera riqueza de un país es el conjunto de lo que es su gente. Para poder alcanzar esto es indispensable una nueva conciencia educativa, y ver a la educación como eje transversal de todas las políticas públicas. Solamente una persona que tiene educación es apta para entender las circunstancias que lo rodean y el mundo en el cual vive; y está lista para hacerse oír y luchar por sus derechos e intereses dentro de la sociedad, y podrá desempeñarse en aquello para lo cual se haya preparado y redundará en el bien común. Sin ciudadanía no es posible la existencia de una verdadera democracia, por lo que alcanzar la excelencia y la calidad educativa es alcanzar la ciudadanía. Desde la educación, el Estado debe velar

para que en la sociedad se vaya construyendo la ciudadanía, esto puede lograrse impartiendo educación en valores, formar a los estudiantes para la defensa de la democracia, en educación para la paz y que éstos aprendan a vivir en sociedad, con tolerancia hacia la diversidad y solucionando sus diferencias y conflictos de manera pacífica, esto conllevaría a crear una identidad social e individual que repercutirá de manera positiva en el progreso de la sociedad. La clave para la reducción de la pobreza y alcanzar el desarrollo sostenible de un país no es la economía sino la educación, la educación es la fuerza transformadora de un país. Por lo que es necesario invertir en la mejora educativa, alcanzar la calidad de la educación y que llegue a todos los ciudadanos. Por lo que se debe considerar a la educación como “una tarea de todos”, para esto y para alcanzar la mejoras educativas que se requieren, es necesario que el Estado trabaje en conjunto con la sociedad, la familia y los empresarios; los resultados no se verán a corto plazo, pero a mediano y largo plazo (de 10 a 20 años) éstos serán visibles en el progreso de la Nación.

La educación consiste en egresar personas que busquen siempre la solución pacífica de los problemas y vivir en democracia


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Nuestra escuela no forma los afectos

Para estudiosos del problema de la pobreza, la educación es la base que puede hacer posible salir de ella; no es lo único, pero es el punto de apoyo para saltar. A todo lo anterior hay que añadir dos calificativos: la calidad y la pertinencia

Luisa Pernalete es defensora del derecho a la vida y a la educación de niñas, niños y adolescentes de los sectores más pobres y excluidos de la sociedad venezolana, con una trayectoria en Fe y Alegría desde 1974, llegando a ocupar el cargo de directora de Fe y Alegría en Zulia y Guayana (1998-2008). Miembro del Centro de Formación e Investigación “Padre Joaquín” de Fe y Alegría, sede Guayana, desde 2009 hasta la fecha, donde impulsa el programa Madres Promotoras de Paz, activo en las ciudades de Maracaibo, Caracas, Barquisimeto y Ciudad Guayana.

La escuela venezolana no está educando para convivir fraternalmente, recordemos que tenemos una de las tasas más altas de homicidios en América Latina; nuestra escuela no forma los afectos, por ejemplo, tan necesarios en un país en donde puede haber casos de estudiantes que se agreden por problemas de “novias” o “novios”.

Se suele insistir en que la educación es pilar para el desarrollo, también lo es para tener calidad de vida, yo añado, para ser un buen ciudadano, un buen padre o madre, y hasta un buen defensor de los derechos humanos; pues se supone que a la escuela se va aprender a vivir y a convivir y permite que un niño, una niña- futuros ciudadanos que tomarán decisiones-, con educación conocerán sus derechos y estarán mejor preparados para ejercerlos. Para estudiosos del problema de la pobreza, la educación es la base que puede hacer posible salir de ella; no es lo único, pero es el punto de apoyo para saltar. A todo lo anterior hay que añadir dos calificativos: la calidad y la pertinencia.

Volver cuadrado el rombo

Escuelas en donde deben estar. Si bien los gobiernos venezolanos, desde que salimos de la dictadura de

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Pérez Jiménez, han hecho esfuerzos por democratizar la educación, unos más otros menos, y debe reconocerse que la primaria llega a casi todos los niños y niñas -según la Unesco que se basa en datos oficiales, casi el 96% tiene acceso a ella–; sigue habiendo déficit en la educación inicial y más aún en bachillerato. Pienso en un rombo, como figura geométrica cuando veo estadísticas de cobertura escolar: ángulo agudo en los primeros años, se amplía para los años de educación primaria, y se achica mucho para el bachillerato, y sobre todo para los, hasta hace unos años, ciclo diversificado.

ejemplos: en San Félix, Brisas del Orinoco -UD 128- hay tres escuelas primarias, dos oficiales y una de Fe y Alegría; no hay ningún liceo, el más cercano, otro de Fe y Alegría, en 25 de Marzo, solo puede atender a los

salidos de una escuela de la Gobernación que solo llega hasta el sexto grado, están esperando desde septiembre de 2012 que el gobierno regional termine el liceo para que ellos puedan proseguir sus estudios de

Creo que solo con incorporar al horario regular una hora, podría ayudar a reducir los problemas de violencia escolar que está afectando, tanto a los alumnos, que no pueden aprender en paz, como a los docentes, que no podemos enseñar en paz

Ese rombo nacional se puede ver en el Municipio Caroní. Veamos dos

alumnos propios, todos los adolescentes deben salir a las comunidades vecinas, en donde también suelen estar llenos. Al otro extremo, en Core 8, Puerto Ordaz, alumnos

bachillerato. ¡Es un riesgo esos adolescentes sin estudio y sin trabajo! Las otras opciones del sector, una de Fe y Alegría y un liceo nacional, no tienen cupo.


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En ambos casos, no hay ningún plantel con ciclo diversificado. Igual podríamos decir de la parroquia Chirica: varias primarias, pocos liceos y ningún diversificado, al menos en Buen Retiro. Por ahí comienza el problema. Las madres hacen mil malabarismos para encontrar los cupos para sus hijos pequeños, pero un plantel lejos supone complicaciones: doble pasaje, no se pueden mandar niños solos en un autobús, supone tiempo, supone riesgo, dados los índices de inseguridad de nuestro país. Las leyes venezolanas, muy avanzadas en lo que se refiere a niños y adolescentes, dicen que los centros educativos deben estar ubicados cerca de la comunidad.

¿Y la calidad y la pertinencia?

Ciertamente, la calidad educativa es una materia pendiente en Venezuela. Las herramientas fundamentales: saber leer y escribir bien, entender lo que se lee, saber expresar lo que se piensa y se siente, pensamiento lógico para no simplemente sumar, restar, multiplicar y dividir (aunque eso también es necesario), pensamiento lógico para interpretar los indicadores de vida, de empleo, para poder ser contralores sociales más adelante, para resolver problemas; eso, dicho de manera apretada, no lo están logrando nuestros alumnos. No tenemos evaluaciones periódicas que nos digan cómo va nuestra educación formal, y en el caso de Fe y Alegría, que hacemos medicio-

Nuestros alumnos no están logrando las herramientas fundamentales de saber leer y escribir bien, entender lo que se lee, saber expresar lo que se piensa y se siente, pensamiento lógico para no simplemente sumar, restar, multiplicar y dividir.

nes, no estamos contentos a pesar de los esfuerzos. Se sabe, tan solo para ilustrar parte de problema de calidad, que no hay suficientes profesores para las áreas de Matemáticas y Ciencias – en realidad en el estado Bolívar no hay suficientes profesores para casi ninguna de las áreas del bachillerato –esas horas o se las entregan a estudiantes universitarios de carreras afines o simplemente quedan “libres”, sumando otro problema más en la ya difícil gestión escolar. Horarios con horas ociosas a media mañana, ¿quién se ocupa de esos adolescentes en esas horas? Piense usted en la escena, casi cotidiana, de muchos liceos.

Calidad y pertinencia están unidas

Por pertinencia entendemos, dicho rápido, la utilidad que la educación está proporcionando. ¿Educamos para lo que hoy necesitan los niños, niñas y adolescentes venezolanos? Creo que este es el elemento más débil. La escuela venezolana no está educando para convivir fraternalmente, recordemos que tenemos una de las tasas más altas de homicidios en América Latina; nuestra escuela no forma los afectos, por ejemplo, tan necesarios en un país en donde pueden haber casos de estudiantes que se agreden por problemas de “novias”, no sólo varones en contra de su “rival”, también estamos teniendo casos de adolescentes mujeres peleando violentamente por “novios”. No se enseña a pensar antes de actuar, condición básica para la convivencia pacífica, ¡cuánta violencia no se ahorraría si se aprendiera a considerar las consecuencias de los actos! No se dedica tiempo a enseñar habilidades para la vida, como la de expresar adecuadamente emociones y sentimientos y por eso, lo que de niños puede terminar en un empujón o un golpe, de adultos puede terminar en un disparo para la pareja. No estamos enseñando a resolver los conflictos por vías pacíficas. La comisión presidencial para el control de armas y el desarme apuntó, en años pasados, que muchos homicidios vienen por un déficit de

esta capacidad. ¡No hay tiempo para éstos aprendizajes en el liceo! ¡Hay que pasar “materia”! Sobre todo en el bachillerato, con un currículo desfasado de los intereses actuales de los adolescentes y ni siquiera contar con una hora de guiatura a la semana que pudiera permitir implantar programas sistemáticos, para adquirir ese pensamiento consecuencial, por mencionar uno de los pensamientos necesarios, o las habilidades para la vida apuntadas… Creo que solo incorporar al horario regular una hora, podría ayudar a reducir los problemas de violencia escolar que está afectando, tanto a los alumnos, que no pueden aprender en paz, como a los docentes, que no podemos enseñar en paz. Calidad y pertinencia no tienen que ver sólo con incorporar computadoras en los planteles; claro que las nuevas tecnologías son importantes, pero en mi experiencia veo que los niños, niñas y adolescentes de hoy, aún sin tener estas herramientas en los centros educativos, pueden darnos clases a los docentes, ya han nacido con el lenguaje digital y lo ven como natural. Difícil encontrar una familia que no tenga acceso a un celular, y ya con eso comienzan aprender sin necesidad de maestro. El asunto es más complejo. Requiere de mucha sinceridad de parte tanto de los educadores y educadoras, como de las autoridades responsables. Lograr la cobertura escolar total sigue siendo una meta y despojarnos de los viejos modelos de escuela.

Calidad y pertinencia no tienen que ver sólo con incorporar computadoras en los planteles (…) El asunto es más complejo. Requiere de mucha sinceridad de parte tanto de los educadores y educadoras, como de las autoridades responsables.

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Bien construible

El hombre de buena voluntad piensa más allá de su propio bienestar, de la inmediatez en la solución del problema cotidiano, piensa, analiza y propone ideas para el bienestar colectivo presente y futuro, sin egoísmo ni rencores, porque esto trae paz a su vida y sosiego a su alma

Tenemos en casi todas las lenguas del hombre infinidad de conceptos, pensamientos y reflexiones acerca de la paz, no sólo como un valor abstracto, sino como un conjunto de bienes construibles por la acción inteligente del hombre.

Teresa Villegas de Lugo es licenciada en Educación, egresada de la Universidad Central de Venezuela. Es directora y editora de la revista Paradigma Educativo Guayana, directora académica del Colegio Siglo XXI y articulista de prensa. Miembro de la Asociación de Escritores de Guayana.

Hoy, cuando existe en nuestro país un clima de tensión, donde corrientes adversas de pensamiento y amenazas de dominio sobre nuestro territorio están generando conflictos que atentan contra la vida de seres humanos, de nuestro hábitat y lo más importante aún, de nuestro sosiego y paz ciudadana, es imperecedero insistir en llamados a la reflexión, a la tolerancia, a la armonía, en fin a la “paz”; y buscando en mi biblioteca encontré el libro Venezuela y la Paz, publicado en décadas pasadas por iniciativa de Joaquín Soler Serrano, bajo los auspicios de la Fundación Venezuela y España con la colaboración de Marvin Klein. En él, se resume el aporte de diferentes autores de las letras y las artes de Venezuela, y otros países, acerca de esa palabra tan pequeña, pero que a la vez encierra infinitas y controversiales voces que en silencio gritan: “justicia”, “libertad”, “soberanía”, “fraternidad”, “respeto” e “igualdad”. Arturo Uslar Pietri en su pensamiento expresa que “hay que luchar

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por la paz como hay que luchar por la vida y por el ideal. Porque es la lucha de la razón contra el instinto y de la superación humana contra la animalidad elemental. De la piedra y de la flecha pasamos a la bomba nuclear, con lo que no ha cambiado la naturaleza del crimen sino sus dimensiones aberrantes y poderosas”. Lo triste hoy, es el riesgo que enfrentamos de pasar de las piedras arrojadas con ira por una juventud iracunda, inconforme, incontrolable, seducida y confundida, a las bombas que puedan provenir de potencias extranjeras con ansias de dominio y poder. José Ramón Medina nos manifiesta: “En un mundo azotado por la violencia de todo signo y en constante tensión frente al peligro de una pavorosa guerra nuclear que sería más devastadora que ninguna otra en la historia, amenazando así de destrucción total a la humanidad, la

palabra de orden, ahora y siempre, es la palabra paz”.

Significado y peligro

Nuestros jóvenes que se han formado al calor de la violencia de los juegos del ciberespacio y de la televisión, no conocen ni comprenden el verdadero significado y peligro de

Rafael Caldera, siempre fiel a sus principios políticos y de solida doctrina socialcristiana, afirmaba: “La paz es lo contrario del odio; la paz es lo opuesto a la negación sistemática y al encono destructor; la paz exige el reconocimiento de la igualdad sustancial entre los seres humanos en la necesaria relación con

No se puede pensar en la paz y hacer del conflicto, de la confrontación, de la dominación política o ideológica, de la coacción, de la manipulación perversa, de la violencia o de la destrucción, sus medios para lograrla las guerras. Su rebeldía, sus frustraciones, sus inquietudes no pueden expresarse en destrucción, en odio, en crimen ecológico, o en asedio a la convivencia ciudadana. Deben expresar sus propuestas en palabras con sólidos argumentos y compromiso en la acción.

los otros; la paz es, en fin, la proclamación del bien común como objetivo de los distintos grupos, dentro y fuera de los pueblos”. El hombre de buena voluntad piensa más allá de su propio bienestar, de la inmediatez en la solución del problema cotidiano, piensa, analiza y propo-


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ne ideas para el bienestar colectivo presente y futuro, sin egoísmo ni rencores, porque esto trae paz a su vida y sosiego a su alma. El papa Juan Pablo II, máximo exponente de principios de fraternidad universal, nos decía: “La paz es un valor sin fronteras. Es un valor que responde a las esperanzas y convicciones de todos los pueblos y de todas las naciones, de los jóvenes, de los ancianos, de todos los hombres y mujeres de buena voluntad. La paz es obra de la justicia. Respetando el derecho de los demás. Tratándonos unos a otros como desearíamos nos trataran, es como se sostiene y conserva la paz. El diálogo como medio para lograr la paz debe superar ideologías, y sistemas. Las guerras, las tensiones y las rivalidades son producto de la injusticia y del desorden moral del hombre”. Para el Rabino Pynchas Breener: La palabra “Shalom” (paz) es con la cual se concluye todo servicio religioso judío y, para él, esta palabra no sólo es ausencia de guerra y de destrucción, su etimología también sugiere la noción de estar completo y entero en armonía consigo mismo y con la sociedad circundante. De igual forma expresa que hoy, cuando el aparato de la destrucción está en la cúspide de la perfección y la existencia de misiles atómicos capaces de aniquilar todo vestigio de vida por siglos en el futuro constituye una constante amenaza; la consecución de una paz real y auténtica es una necesidad tan imperiosa como el oxígeno para nuestros pulmones. Sólo en un ambiente de

Nuestros jóvenes que se han formado al calor de la violencia de los juegos del ciberespacio y de la televisión, no conocen ni comprenden el verdadero significado y peligro de las guerras.

paz pueden el hombre y la mujer construir hogares y formar familias. Los padres, los maestros y profesores tienen la ineludible obligación y el sagrado deber de promover valores para la vida, para la tolerancia, para la convivencia, en resumen sembrar en los niños y jóvenes la semilla de la paz, porque el sentimiento más noble que puede ocupar el corazón de un hombre es la “paz”. José Vicente Rangel de esta manera expone su pensamiento: “La paz es un hecho social, político, económi-

co. Una paz montada sobre la injusticia social, sobre el avasallamiento político o sobre el despojo económico, es equivalente a la guerra”. Según nuestro apreciado y respetado José Antonio Abreu, a quien me atrevo a calificar como “sinfonía de sentimientos melodiosos” nos dice: “Desde los tiempo más remotos ha sido la música uno de los más profundos aglutinantes de grupos humano. Dotada de extraordinario y mágico poder de hacer traspasar al hombre su individualidad para sumarlo a otros en una auténtica vivencia de fraternidad, su universal lenguaje de lo invisible logra fundir la diversidad de naturalezas y propósitos en la fantástica unidad de mito y la paz universal, a la cual debemos hoy más que nunca cantar juntos con nuestras voces e instrumentos, invocando su advenimiento perdurable”.

Acción inteligente

Así tenemos en casi todas las lenguas del hombre infinidad de conceptos, pensamientos y reflexiones acerca de la paz, no sólo como un

valor abstracto, sino como un conjunto de bienes construibles por la acción inteligente del hombre como la define Ernesto Mayz Vallenilla. También la palabra “paz” se ha llevado a la guerra, se ha mancillado en los campos de combate, en cumbres diplomáticas trasnochadas, en el seno de los hogares, en el recinto de escuela y universidades, y hasta en templos sagrados. No se puede pensar en la paz y hacer del conflicto, de la confrontación, de la dominación política o ideológica, de la coacción, de la manipulación perversa, de la violencia o de la destrucción, sus medios para lograrla. La “paz” es respeto, es aceptación mutua, es lealtad a nuestros valores humanos, cristianos y patriotas, es generosidad, es bien común, es aceptación a leyes y normas, es armonía y tranquilidad de conciencia. Es deber diario de mejorar cada día como ser humano para proyectar en nuestro entorno, en la naturaleza, en nuestros hogares, nuestra condición racional e inteligente, dotada además de espiritualidad que trasciende más allá de la vida

Los jóvenes deben expresar sus propuestas en palabras con sólidos argumentos y compromiso en la acción.

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Un caso ilustrativo es el de la nueva biblioteca pública Parque España, cerca de Santo Domingo, una comuna tradicionalmente violenta de Medellín, que recibe a más de 1 000 visitantes diarios.

Parques aliados contra el crimen La próxima vez que pase delante de un parque o de una cancha de fútbol en su vecindario, es posible que le agradezca haber salvado la vida de muchos, y quién sabe si hasta la suya propia

Más allá del rol que juegan en el estímulo al deporte y en la preservación del medio ambiente, los espacios públicos e infraestructuras -calles, edificios, jardines, estaciones de tren, veredas- se están convirtiendo en aliados de la seguridad en Latinoamérica, donde en algunos casos se ha logrado reducir la violencia hasta en un 80%.

Robert Valls es productor online del Banco Mundial, tiene experiencia en gestión de productos multimedia, producción y edición de videos y redes sociales. Obtuvo un Master en Media Studies en la University of East London y posee una licenciatura en Periodismo y Sociología.

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La razón es la siguiente: cuando estos espacios públicos están en buen estado –tienen buena visibilidad, iluminación y fácil acceso- tienden a modular positivamente el comportamiento de las personas. Y si a esto se incorporan actividades recreativas para dinamizarlos, apoyo institucional y un buen diseño de la infraestructura, se ha dado con la tecla adecuada para reducir los índices de criminalidad. Y es que a pesar de que la falta de educación y de oportunidades laborales o las bolsas de pobreza, se perfilan comúnmente como las principales causas de la violencia, también existe otra de la que poco se habla, relacionada con espacios e infraestructuras urbanas olvidadas o poco cultivadas. La evidencia empírica recién se está sistematizando a nivel regional, pero ya se cuenta con datos significativos a nivel de ciudades. Varios casos concretos a lo largo y ancho de la geografía latinoamericana demuestran estas premisas.

Medellín, por ejemplo, una ciudad en el pasado ensombrecida por el narcotráfico y una violencia desmedida, logró reducir los homicidios en un 80% en los últimos 20 años, gracias a la combinación de infraestructura innovadora, trabajo social y desarrollo institucional. Un caso ilustrativo es el de la nueva biblioteca pública Parque España, cerca de Santo Domingo, una comuna tradicionalmente violenta, que recibe a más de 1.000 visitantes diarios y, juntamente con una línea de Metro cable situado a escasos doscientos metros, ha logrado dignificar el lugar y ayudar a reducir la violencia en las calles. Otro ejemplo lo encontramos en Honduras, donde las mejoras en infraestructura básica y la creación de espacios lúdicos aumentaron la conectividad y seguridad de 15 barrios en 8 municipalidades. Gracias a estas mejoras, posibilitadas por el proyecto Barrio Ciudad, el 85% de los pobladores de una de las comunidades se sienten más seguros en sus barrios, mientras que un 76% se siente más seguro dentro de sus hogares. En el municipio de mexicano de Aguascalientes, hace 3 años el 75% de los habitantes consideraban la inseguridad como su principal preocupación. Gracias a la creación de espacios públicos abiertos y a la participación ciudadana, redujeron un 32% los delitos, hecho que contribuyó a que hoy en día

solo el 22% crea que la inseguridad es el principal problema del lugar. ¨La presencia de buenas infraestructuras que sean frecuentemente usadas por la gente sirve como una especie de vigilancia pasiva de los propios ciudadanos”, explica Andrés Villaveces, experto en seguridad ciudadana del Banco Mundial.

Región más insegura

El fomento de buenas infraestructuras integradas a programas sociales y comunitarios parece vital para revertir el clima de inseguridad en que está inmersa la región. De acuerdo a cifras del Banco Mundial, Latinoamérica registra el 30% de los homicidios mundiales y, si tomamos las 50 ciudades con mayores tasas de homicidios en el mundo, 42 están en la región, incluyendo las primeras 16. Con más de 10 asesinatos por 100.000 habitantes, la Or-

ganización Mundial de la Salud ha calificado los homicidios en América Latina como una “epidemia”. Solo en Centroamérica 18.000 personas mueren al año a causa del crimen. Metrópolis latinoamericanas como Río de Janeiro, Ciudad de México, Lima o Caracas registran la mitad de los homicidios que se producen en sus países.

El fomento de buenas infraestructuras integradas a programas sociales y comunitarios parece vital para revertir el clima de inseguridad en que está inmersa la región latinoamericana

Teniendo en cuenta que el 80% de latinoamericanos vive en ciudades y que en los próximos años los procesos de urbanización se acentuarán, existe el riesgo de que la exclusión social, sumada a una mala planificación urbana y poco cuidado de los espacios públicos, traiga consigo más inseguridad ciudadana. Para que esta predicción no se convierta en realidad, los diferentes actores sociales tienen un importante trabajo por hacer: planificar y cuidar los espacios públicos de sus ciudades.


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Espacios de paz y vida Amar es combatir y hay diversas maneras de batallar, de luchar y defender las convicciones de cada quien, y a través del Movimiento por la Paz y la Vida decidimos que esa arma poderosa fuese el amor

Nidia Escobar de Rangel (*) Primera Dama del estado Bolívar, presidenta de la Fundación Social Bolívar, la fundación regional “El Niño Simón” y coordinadora regional del Movimiento por la Paz y la Vida. Como Primera Dama ha dado impulso al programa “Sembrando la Vinotinto”, programa único en el país, donde fomenta la práctica del fútbol y brinda las herramientas necesarias para su desarrollo, de igual manera, el programa “Operación Corazón” que atiende a los infantes que padecen de cardiopatía congénita.

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Parque infantil ubicado en el parque urbano La Llovizna de Puerto Ordaz.

Hay diversas maneras de batallar, de luchar y defender las convicciones de cada quien. A través del Movimiento por la Paz y la Vida decidimos que esa arma poderosa fuese el amor, porque creemos que sí es posible tener un mundo tolerante, donde podamos ser escuchados sin miedo a recibir una respuesta contundente que nos dañe el sentido de la humanidad.

Vida Venezuela, se ha convertido en una alternativa de reencuentro entre hermanos venezolanos, con la cual el Presidente Nicolás Maduro reafirma su interés de crear espacios de armonía y convivencia, en esta oportunidad a través de una acción que no sólo involucra a los cuerpos de seguridad o las primeras combatientes de todos los estados, sino a toda la ciudadanía.

Desde su creación en agosto de 2013, el Movimiento por la Paz y la Vida de la mano de la Misión A toda

Que excelente decisión la de nuestro presidente, haciendo honor a los sueños de un hombre visionario

como lo fue nuestro comandante eterno Hugo Chávez Frías: Conjugarnos y darnos cuenta que la intransigencia o violencia tiene sus raíces fundadas en el desconocimiento y en la no funcionalidad de las familias. Ha sido mucho lo que hemos aprendido, y lo más fascinante es darnos cuenta que nuestro país, nuestro estado e incluso nuestra ciudad, tiene tantos matices que son indispensables para erradicar la violencia: deporte, cultura, recreación y educa-

ción, solo a la espera de sumarnos e invitar a nuestros jóvenes a decirle ¡sí a la vida! Cuando hablamos de vida no podemos dejar de lado la salud, y precisamente conjugando estos elementos en torno a la paz, la Gobernación del estado Bolívar ha hecho posible que diversos gimnasios urbanos y parques infantiles se desplieguen por toda la región, invitando a grandes y pequeñ@s a reencontrarse en actividades deportivas y de sana convivencia.


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Parque infantil ubicado en el sector Brisas del Orinoco de Ciudad Bolívar.

De la mano de la Oficina Nacional Antidrogas (ONA) y el Ejecutivo regional, y en el marco de la misión “A Toda Vida Venezuela” y el Movimiento por la Paz y la Vida, estos parques bio-saludables fueron ubicados en zonas populares o de gran afluencia de gente, donde las comunidades organizadas pueden gozar de su derecho al esparcimiento. Asimismo, el parque Leonardo Ruíz Pineda, por ser uno de los pulmones vegetales de la capital histórica de Venezuela, fue declarado como un espacio de paz y vida debido a que son precisamente sus áreas verdes las que acogen a las diferentes activi-

dades deportivas y culturales que se están generando en Ciudad Bolívar. Algunos gimnasios y parques urbanos inaugurados para la paz y la vida: Brisas del Orinoco; Paseo Orinoco y Gaby Gascón en el Municipio Heres; cerro El Gallo, parque La Llovizna y la comunidad socialista Francisco de Miranda en el Municipio Caroní. Desde nuestro estado Bolívar, con el apoyo del gobernador Francisco Rangel Gómez, seguimos trabajando por extender las banderas de paz e integrarnos como ciudadanos y hermanos que somos, para seguir siendo herramienta de cambios positivos en nuestra nación.

Parque infantil ubicado en el sector Los Corales de Puerto Ordaz.

Creemos que sí es posible tener un mundo tolerante, donde podamos ser escuchados sin miedo a recibir una respuesta contundente que nos dañe el sentido de la humanidad

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Parque infantil ubicado en el cerro El Gallo de San Félix.


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Infografía / EL DIARIO DE GUAYANA / E. ÁVILA

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