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EL DÍA

Toledo Provincia

MARTES, 10 DE MAYO DE 2011

JUICIO ARGÉS Emiliana G.P., que fue absuelta de matar a su marido, se enfrenta otra vez al veredicto de un Jurado

La acusada termina admitiendo que “pinchó” a su marido Confesó que clavó el cuchillo a su marido porque no le dejaba marcharse de la casa Pensaba que Santiago se pudo resbalar porque nunca pensó que el pinchazo fuera tan fuerte A.PORTILLO TOLEDO

E

miliana G.P., de 54 años de edad, volvió a enfrentarse ayer a una vieja pesadilla que había tratado de enterrar a lo largo de estos últimos años. Tres años después de haber saboreado una incierta libertad junto a sus cuatro hijos, gracias a la decisión del Jurado Popular que decidió por unanimidad absolverla de haber dado muerte a su marido en la localidad toledana de Argés en mayo del 2006, ayer nuevamente tuvo que lidiar con el trago amargo de capear un nuevo juicio, si bien con distinto jurado y con distinto juez, para rememorar aquella trágica noche en la que acabó con la vida de su esposo clavándole un cuchillo de 15 centímetros en el pecho. Enfundada en ese riguroso luto de sus ropas, que no ha variado un ápice en los tres últimos años, y el rictus ahogado de su rostro, la acusada volvió a reiterar su inocencia nada más comenzar el juicio. Y pese a que desde un principio sostuvo que no recordaba “nada” de lo sucedido aquella noche de tormenta de mayo del 2006, su memoria se fue refrescando poco a poco ante el exhaustivo interrogatorio del fiscal, en el que le reprochó a Emi-

liana su falta de colaboración, y terminó admitiendo que “pinchó” a su marido con el cuchillo, pero que nunca quiso “un final trágico”. En los días posteriores a la muerte, ya en prisión, pensó que “había pasado algo, que su marido se había resbalado o algo así”, como sostuvo en el primer juicio, porque nunca pensó que el “pinchazo” que propinó a su marido con el cuchillo fuera de tal intensidad para que le atravesara todo el pulmón hasta detenerse en la columna vertebral. “Cuando me quise dar cuenta ya estaba hecho”, dijo recordando que lo último que recordaba es que su marido estaba tirado en el suelo. La acusada relató atropelladamente que esa noche sólo había pretendido escapar de su agresor,

sada le plantara cara con un lacónico “Preguntátelo tú” motivó un ataque furibundo por parte de Santiago sobre su mujer. Según relató la acusada, su marido la retorció el brazo y la metió en el interior de la casa arrastrándola del pelo. A continuación, la tumbó en mitad del pasillo, mientras que con una pierna le pisó el cuello cortándole la respiración mientras seguía insultándola. Después de soltarla, Emiliana G.P. se arrastró hasta el salón donde agarró el listín telefónico para llamar a su hija que acababa de salir de la casa, pero Santiago se presentó de improviso y le apartó la agenda de un golpe, mientras que nuevamente le apretaba del cuello y le decía: “Pero a quién vas a llamar loca, si tus hijos no te hacen ni caso”. ESTABA “HORRORIZADA”

LOS HECHOS

El fatal desenlace se produjo tras una fuerte discusión en la que Santiago golpeó a la acusada que como tantas veces había llegado ebrio a la casa. La discusión había comenzado porque Santiago, con quién la acusada llevaba 28 años casada, había encontrado a su hija pequeña encerrada en el armario. El acusado se fue al porche de entrada de la casa y se puso a despotricar contra Emiliana: “Eres una inútil, no sabes cuidar ni a tus hijos”, “eres una m...”. En opinión de Emiliana G.P., el hecho de que la niña estuviera encerrada en el armario resultaba una “excusa” casi tan válida como cualquier otra para iniciar una discusión o para arremeter contra ella. El hecho de que la acu-

A continuación, el hombre salió de la casa. Emiliana, “horrorizada” y “presa del pánico”, con un miedo tan terrible que se hizo pis encima, pensó que se dirigía a coger la escopeta que escondía en el garaje. Aunque el fiscal le recordó que siempre había sostenido que Santiago se dirigía a por una cerveza, y “no a por su escopeta”, la acusada le respondió que no lo declaró, pero que lo “llegó a pensar”, porque Emiliana creía que Santiago podía cumplir las amenazas de muerte que en ese momento le estaba lanzado. Por eso agarró el cuchillo de la cocina. Quería salir, quería escapar de su agresor, aunque fuera intimidándole. La víctima se encontraba fuera, en la rampa del garaje, muy cerca de la cancela, pero sin la escopeta. Estaba lloviendo. “¿Qué vas a hacer con el cuchillo?” ¿Dónde vas, loca?”, le interpeló Santiago a su mujer. A continuación, todo se precipitó. “Se me fue la cabeza, todo ocurrió muy rápido y al poco sólo recuerdo que Santiago estaba tirado en el suelo”.

La acusada, en una imagen de archivo del primer juicio en 2008.


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