El Cotidiano No. 214

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daísmo y el surrealismo, aportan en su justa dimensión, un modo de ver para transformar el orden social establecido para los objetos, para su sistematización y para la manera de interpretarlos. Estos movimientos plásticos, poéticos, pictóricos, escultóricos, cinematográficos, literarios, oníricos, maquínicos, esquizofrénicos y delirantes, contribuyen de manera radical a cambiar, en esa época, la concepción institucionalizada y autoritaria de la política que anima al mundo. En el plano de la vida personal, de pareja, de grupo, comunitaria, institucional y fundamentalmente del Estado Inconsciente (Lourau, 1979) el surrealismo pone en riesgo, sobre todo en su primera época, la mas intensa en cuanto a su crisis de sentido, esa introyección emocional, afectiva, emocional y subjetiva del mundo, que hace al sujeto que lo instituye y le da sentido. Un comentario para cerrar la poiésis de esta generación es de Tristán Tzara, que desbordó los paisajes de los marcos de los cuadros para que se le atravesaran al espectador y lo hicieran tropezar con el desbordamiento de los marcos referenciales del cuadro y sus imágenes constitutivas de un solo plano. Por lo que André Bretón inventó los vasos comunicantes entre los universos antitéticos e impensables, para que se pudieran pensar en el mismo movimiento a Antonin Artaud y a Salvador Dalí, dos delirantes extremos en la interdicción erótica de la locura esquizo-paranoide con un pensamiento psicoanalítico en búsqueda permanente del deseo de la época. En la música, movimientos marginales en un primer momento de amenaza al centro, como el rock de los sesenta y sus plataformas de lanzamiento en países como Inglaterra, Estados Unidos, Irlanda y Alemania, principalmente proliferó rápidamente en casi todo el mundo capitalista y socialista, fenómeno que respondía a diferentes eventos sociales que se catalizaron después de la Segunda Guerra Mundial y de sus grandes masacres. No sólo cambió la geopolítica de las fronteras, límites y territorios de los Estados nacionales, sino, a su vez, la cosmovisión del mundo y la forma de interpretarlo. En este sentido, este movimiento musical que impregnó el mundo, a la sombra de los grandes centros productivos, de manera voraz, vertiginosa, a pesar de su oposición de la sociedad mas anquilosada y conservadora, tomó las grandes metrópolis del mundo moderno y las convulsionó con los rebeldes sin causa, con los hippies, con las drogas, con la moda, con las comunas, con la liberación sexual, con el peace and love. Con la oposición frontal al sistema imperante de los adultos que se consideraba ya había ca-

ducado hace décadas. Con la conmoción y puesta en duda de la estructura monogámica de la familia conservadora y tradicional fundamentada en la fidelidad, en la propiedad feudal, en la religión del padre célibe que en un ritual de iniciación a los niños y en un acto violento de pederastia efectúa de la manera mas perversa la comunión. En otra velocidad, con otro ritmo, la Revolución Cubana, el Che Guevara y las guerrillas de insurrección latinoamericanas, con una fuerte influencia del pensamiento europeo de liberación y emancipación de los Estados totalitarios, configuran, entre muchas otras cosas, el imaginario social de esa época, ante el resurgimiento de las dictadura que empiezan a ganar terreno de una manera extrema en Argentina, en Perú, en Chile, en Uruguay, en El Salvador, en Nicaragua, en Guatemala, en Paraguay, etcétera. En este ambiente, el asesinato del Che Guevara en Bolivia en 1967 es un dato importantísimo de lo que un año después ocurriría en nuestro país. Así, es imposible no mencionar la guerra de Vietnam (1964-1975) en la que Estados Unidos mandó a su mejor generación de jóvenes a morir y a ser masacrados en la más soberbia e impune decisión del imperialismo de querer conquistar dicho país, del cual salieron derrotados. Entre muchas formas de analizar este hecho histórico, la película de Francis Ford Coppola, Apocalypse Now (1979), plantea una mirada del terror que vivieron los muchachos norteamericanos que fueron mandados a esta conflagración y la intervención en esa generación de la derrota y del terror (Ginsberg, 2006). Ante esto retomo al hippismo como una generación atípica –que hasta la fecha perdura– como una generación postraumática de la violencia producida en esta generación en Vietnam. A la vez, en otro ritmo de los tiempos en que permanentemente se está configurando la historia, es la liberación femenina que se encuentra en uno de sus umbrales más potentes de su movimiento y difusión, que de la mano de la píldora anticonceptiva y la reformulación de la pareja homosexual, la noción de fidelidad se plantea la dimensión de las sociedades abiertas (Karl Popper) en el núcleo íntimo de la relación entre dos. En el terreno de la sexualidad (década de los años sesenta), los científicos Master y Johnson (ginecólogo y sexóloga), a partir de un estudio vouyerista, definen cuatro etapas de la sexualidad que intervienen definitivamente en esta época en la que prevalece, paradójicamente, en ellos mismos como especialistas un gran desconocimiento de ese fenómeno humano llamado sexualidad. El

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