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Espacios verdes públicos en la nueva agenda post pandemia

Areaurbana conversó con la especialista en Planeamiento del Paisaje Maria Sada y con el ingeniero agrónomo Eduardo Haene, ambos docentes de la diplomatura en Paisajismo Urbano Sustentable que se dicta en la Universidad de Belgrano, sobre cómo reorganizar las ciudades para recuperar los espacios sustentables comunes.

¿Cuál es la característica actual de las ciudades argentinas en relación a los corredores verdes?

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María Sada: Las ciudades se han ido degradando en relación a su biodiversidad original. Las mismas se transformaron territorialmente con la reconversión del suelo producto de procesos urbanísticos muy alejados de lo que denominamos “ciudades verdes”. Tenemos la necesidad de generar e incrementar esos espacios sustentables porque esa sustentabilidad no es solamente ambiental; es también social. Los paisajes urbanos sustentables deben considerarse patrimonio natural por el gran valor y los beneficios espirituales, económicos, psicológicos y sociales que aportan.

¿Qué formas adopta el paisaje urbano sustentable actualmente?

MS: Hay varios componentes que forman el paisaje urbano verde. A nivel macro podemos mencionar parques de gran importancia como el Parque Tres de Febrero o Bosques de Palermo y la Reserva Costanera Sur en la ciudad de Buenos Aires. A menor escala las ciudades cuentan con las plazas barriales y con los árboles de las veredas que también tiene valor ecosistémico. Eduardo Haene: Los jardines privados, si bien no forman parte de lo público, también son un componente importante porque toda la sumatoria de espacios que se van conectando aportan a un ecosistema sustentable. A todo lo que la naturaleza produce y a los beneficios que nos brindan sus elementos los denominados servicios ambientales. Hacemos hincapié en la ciudad de Buenos Aires porque es la capital argentina, porque es sobre la que mayor información tenemos y porque es la que más impacto genera -en relación a políticas públicas a imitar-sobre las 2.000 ciudades que conforman la Argentina. Las políticas, obras o intervenciones que se puedan realizar aquí tienen impacto en el resto del país.

¿Qué oportunidades hubo luego de la pandemia para repensar el paisaje urbano?

MS: Las urbes son los lugares antropizados por excelencia. La negación al uso de los espacios verdes públicos por el aislamiento obligatorio demostró también la importancia que tienen estos sitios para las personas que viven en las grandes ciudades porque son el contacto diario con la naturaleza que tanto escasea en la ciudad. El esparcimiento, la recreación y la restauración emocional pasaron a ser una necesidad básica demostrando que nunca dejamos de ser naturales. Pensar barrios y ciudades con más espacios verdes comienza a tener cada vez más vigencia a lo que agregamos, en la nueva normalidad post pandemia, un mayor cuidado para el ambiente.

¿Cómo se puede comenzar a proyectar estos espacios?

MS: Diseñando el paisaje podemos proyectar espacios para acercar la naturaleza a la ciudad -renaturalizar las ciudades- y ser parte de ella dejando de diseñar paisajes tradicionales y meramente ornamentales. Hoy en día la planificación del paisaje debe dar respuestas a las necesidades sociales integrando el ambiente, siendo más sustentable, usando especies nativas que requieran menos con menor costo de mantenimiento y menor consumo de agua y promoviendo la biodiversidad. Todos estos conceptos que hoy están muy en boga hay que comprenderlos en profundidad para aplicarlos a la planificación y el diseño de los espacios verdes urbanos. Algunas propuestas interesantes pueden ser la incorporación de las soluciones basadas en la naturaleza (Nature Based Solutions, en inglés), la naturalización de los barrios y los ejes de conexión peatonal a los bordes urbanos, la habilitación y naturalización de solares no edificados tanto públicos como privados, el acondicionamiento de espacios de proximidad poco cualificados como espacios públicos de calidad, o la promoción de la práctica del urbanismo táctico como herramienta municipal. Todas son medidas factibles y fáciles de ejecutar, con inversiones poco elevadas.

¿Cuentan los municipios con recursos para destinar a estas infraestructuras verdes?

MS: Sí, porque los municipios siempre tienen recursos para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, en este caso los espacios públicos. La decisión de no darle importancia a estos espacios es cultural. La organización mundial de la salud establece que debe haber como mínimo 10 m2 de espacio verde público por habitante

para asegurar los beneficios sobre la salud humana. Con la baja densidad de espacios verdes públicos que hay en el mundo hoy se habla de la plaza de proximidad y eso quiere decir que cada habitante tiene que tener a no más de 15 cuadras una plaza o un parque público, algo que hoy no sucede en casi ninguna ciudad argentina. Por citar el ejemplo de un municipio contiguo a la ciudad de Buenos Aires, el caso de Vicente López sirve para ver como ese es un valor que no se cumple. Ese municipio está densamente poblado y sus espacios verdes sólo representan 0.64 m2 de espacio por habitante, una cifra extremadamente baja. El único espacio verde público está concentrado sobre la rivera del Río de la Plata y es un municipio que no tiene más de 10 plazas en toda su superficie. Por su parte, Capital Federal tiene una valoración mayor estando en el orden del 6% porque tiene la Costanera Sur que aporta 1 m2 de espacio verde por habitante. Los gobiernos destinan gastos a cosas que no tienen el valor simbólico y concreto de un metro cuadrado de espacio verde público y que sin embargo son muy caros. Cuando se mira los beneficios que traen al ecosistema urbano y a sus habitantes, los costos automáticamente se diluyen. EH: Los centroamericanos utilizan un término muy gráfico que es el de “Vacunas Verdes”, vivencias cortas con la naturaleza que generan un anticuerpo porque permiten lograr momentos y situaciones que ayudan a reflexionar, a ser curiosos y a volver a investigar sobre la naturaleza. Los municipios que habilitan mediante infraestructuras verdes ese acceso cotidiano a la naturaleza están ofreciendo un servicio ambiental de equidad. Aportar mayor biodiversidad a la comunidad aporta salud equitativamente porque alcanza a todos por igual. Ese es un concepto que quiero destacar.

¿Cómo puede hacer una ciudad superpoblada para planificar territorialmente sus espacios verdes? ¿Es posible una reorganización?

MS: Claro que puede hacerse, sólo hay que saber mirar más allá. Son proyectos que dependen de las secretarías de obras públicas que en conjunto con los intendentes necesitan conocer y comprender los procesos ambientales. Los dirigentes tienen que estar informados sobre lo que sucede a escala local pero también mundial e inspirarse en las realidades de ciudades como Barcelona, Lyon, Madrid o Nueva York que en relación al espacio verde público están más evolucionadas porque llevan entre 20 y 30 años ejecutando ordenanzas sobre arbolado público y transformando continuamente viejos espacios abandonados en parques públicos. Luego hay que ser muy minucioso en la selección de los profesionales destinados a las áreas verdes. Tanto un Director de Arbolado Urbano como el responsable de Espacios Verdes Públicos deben ser profesionales altamente capacitados con títulos que los habiliten para ejercer esos cargos, mucha experiencia y actualización permanente. Deben tener la habilidad de convencer a sus superiores sobre estas problemáticas mundiales y a entender conceptos nuevos sobre espacios verdes y sustentabilidad. En la mayoría de los municipios argentinos no hay paisajistas idóneos en los equipos técnicos que puedan colaborar en la toma de decisiones. La formación que nosotros proponemos en la diplomatura apunta a establecer conocimientos y habilidades para que ingenieros agrónomos, arquitectos, biólogos o paisajistas puedan adquirir nuevas herramientas porque se trata de ver al paisajismo con una impronta que lejos de ser ornamental es ecológica y ecosistémica. Bajo los nuevos conceptos que hoy se están trabajando en el mundo, el árbol de la puerta de mi casa ya no tiene función de manera aislada, el arbolado urbano fue transformado en un corredor verde con aves, insectos, otros árboles y plazas que son la infraestructura verde de una zona. Comprender eso para hacer una buena gestión en biodiversidad, es clave. EH: El paisajismo es una actividad relacionada con algo lindo de abordar. Es un tema disfrutable. Por eso la clave de los que somos especialistas es encontrar las estrategias correctas para persuadir y convencer a los dirigentes de que la biodiversidad es un bien disfrutable. Las ciudades tienen súper densidad poblacional y la gente se ha desconectado de la naturaleza por eso se tiene que trabajar en volver a vincularla a los ciudadanos. Lo que más me preocupa es que quién está tomando decisiones a nivel gobierno lo hace desde temas que desconoce. No hay solamente mala distribución de recursos, hay gente con falta de saberes gestionando y tomando decisiones. Es necesario formar equipos técnicos y cubrir cargos que están vacantes con personal formado. Lo que planteamos en la diplomatura es que en estos últimos 20 o 30 años el mundo cambió tanto en lo que sabemos como en lo que necesitamos. Hay pérdida de biodiversidad, cambio climático y procesos de urbanización que avanzan por sobre el equilibrio sustentable. No podemos seguir explicando esos procesos con conocimientos del siglo XIX. La riqueza de las miradas que aporta la diplomatura pasa por ahí, por actualizar esos viejos modelos con teorías nuevas y conocimientos modernos. Hoy la sociedad tiene agendas más avanzadas que las de los gobiernos y sus equipos técnicos. Los dirigentes del futuro tienen que manejar a la perfección estos temas porque los paradigmas cambiaron. Son necesidades que los mismos grupos sociales reclaman.

Aportar mayor biodiversidad a la comunidad es aportar salud de forma equitativa porque alcanza a todos los integrantes de la comunidad por igual

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