Pensadores Griegos I - T. Gomperz

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los animales) perecen 186 —así decía— porque no pueden enlazar el principio con el fin". Estas palabras, oscuras en sí, son iluminadas plenamente por el contexto en que se hallan en Aristóteles, quien las conservó. Lo que Alcmeón quiere decir con ello, es, sencillamente, esto: Si la senectud fuera no sólo en el sentido figurado, sino en el literal, la segunda infancia, entonces los hombres (y animales) podrían vivir eternamente, ya que en este caso se completaría un ciclo que podría repetirse incesantemente. Pero como en realidad la serie de transformaciones que el cuerpo humano (y el del animal) sufre en los distintos grados de edad no es cíclica, sino progresiva, es perfectamente comprensible que este proceso conduzca a un final definitivo. Respecto de la tercera posibilidad que aquí viene al caso, a saber, que esta serie de transformaciones podría asemejarse también a una línea recta o curva continuada hasta lo infinito, Alcmeón no tenía ningún motivo para tomarla en cuenta. Los procesos naturales por cuya analogía se dejaba guiar, le presentaban tan sólo aquella alternativa y en muy alta estima debemos tenerlo por haber deducido esta conclusión de analogía y no haberse dado por satisfecho con la afirmación apriorística de que todo lo que ha nacido necesariamente debe también perecer. Podemos agregar que las ciencias naturales modernas en lo referente a este problema no han progresado mucho más que el "padre de la fisiología". La ciencia de hoy puede comprobar alteraciones producidas por la vejez que, aun prescindiendo de los numerosos daños que amenazan continuamente la existencia de nuestro complicado organismo, son por sí solas motivo suficiente para producir su disolución final. Pero las causas de esta serie de alteraciones, igual que las del crecimiento, siguen envueltas hoy en la misma tiniebla que hace 24 siglos. Mucho nos gustaría penetrar más profundamente en el pensamiento del filósofo de Crotona. ¿Qué es lo que el hombre venerable —así quisiéramos preguntar— ha pensado sobre la divinidad, sobre la protosubstancia, sobre el origen del género humano? Nuestras fuentes se niegan a contestar y su silencio, 187 seguramente nada casual, es muy elocuente y significativo. La aparición de un pensador que no tiene preparada, como sus antecesores, una solución para cada problema, nos recuerda que ya no nos hallamos en los "comienzos" de la ciencia griega; nos recuerda que ya hemos traspasado el umbral de una época en que el espíritu de la crítica y de la duda ha comenzado a mover sus alas con más vigor que antes. du sommeil et de la mort d'Alcmeon, une des plus anciennes sans doute, est encoré aujourd'hui, sous la forme de l'anémie cérébrale, la plus répandue". (Le gystéme nerveux central. Structure et fonctions, histoire critique des théories et des doctrines, París, 1899, I, Ρ- 5).


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