Pensadores Griegos I - T. Gomperz

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cósmico sin volver: cada meteorito, hasta cada polvillo de uno de ellos, que desde la zona de atracción de otro sistema ha entrado en el nuestro o viceversa, cada rayo de luz que ha ido de Sirio al Sol o del Sol a Sirio, han modificado el haber y el debe del saldo de substancias y fuerzas de nuestro sistema universal en forma suficiente para excluir el retorno de un estado inicial absolutamente idéntico. La fórmula cósmica de la que un espíritu capaz de esta tarea (para recordar una conocida idea de Laplace) podría deducir todo el desenvolvimiento causal de los sucesos hasta en sus más mínimos detalles, tiene que ser distinta en uno y en otro caso. Pero a los que como escenario de aquel idéntico desenvolvimiento causal quisieran acaso considerar no una parte del universo, sino su conjunto entero, habría que contestar que el análisis espectral nos ha mostrado al lado de mundos que están envejeciendo, otros que se están formando, y que, por lo tanto, en regiones distintas del universo se hallan presentes al mismo tiempo variadas fases de la evolución. Ni una ni otra de estas dos objeciones podía ser conocida por los sabios de la antigüedad. Así, en el caso presente, como en tantos otros, fue la relativa limitación de sus conocimientos la que les permitió mantener, imperturbados por el conocimiento de detalles que oscurecerían o restringirían, pensamientos grandes, fecundos y veraces en su esencia, desarrollarlos hasta el final y modelarlos en visiones grandiosas que conmueven poderosamente la imaginación. Es cosa obvia tildar de melancólica y desconsoladora la teoría con su perspectiva de una monotonía cósmica sin comienzo ni fin. ¡Tanto mayor estima merece su autor! Porque se muestra completamente libre de aquella debilidad que considera condenada una tesis si no halaga nuestros íntimos

deseos 181. Se impone el recuerdo de Hipaso de Metaponte 159. Éste era incluido entre los pitagóricos. Pero al mismo tiempo que Heráclito, declaró que el fuego era la protosubstancia e, igual que éste, enseñó la destrucción y nueva formación del mundo que tendría lugar en plazos determinados. La insistencia en la legalidad universal operante en la vida tanto de la naturaleza como del hombre, es lo que debía esperarse ante todo de un pensador que seguía las huellas de Heráclito. También es posible que los estoicos, que tanto veneraban a Heráclito, aceptaran la doctrina que ha jugado un papel tan considerable en su sistema, con preferencia de las manos de un pitagórico que al mismo tiempo era un heracliteano a medias. Pero tenemos que renunciar a obtener una seguridad completo. Toda discriminación de esta clase es en el 181 1) Hipias de Metaponte. Cf. ARISTÓTELES, Metafísica, I, 3, y TEOFRASTO (en Doxogr. Gr., 475/6), también AECIO, ib., 283/4. 159


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