El Espíritu Cartujano

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¿con qué espíritu debe ir en pos de Cristo? Tal es el problema, y evidentemente que su solución no puede buscarse ni en una virtud particular, por importante que sea, –podrá ser una virtud general, pero no necesariamente– ni en una devoción conventual o privada, sino precisamente en un “espíritu” lo bastante general para transformar toda su actividad, inspirar su vida interior y exterior en todos sus detalles. Este “espíritu” debe estar en consonancia con el papel apostólico del Cartujo, con su fin. Así lo entendía santa Teresa de Lisieux: “No olvidemos que la virginidad es un silencio profundo de todos los cuidados de la tierra, no sólo de los cuidados útiles, sino de todo cuidado (preocupación)...”114. “Son vírgenes los que siguen al Cordero dondequiera que vaya (Apoc 14, 4), –escribe por su parte sor Isabel de la Trinidad–, es decir, libres, separados, despojados... libres de todo, menos del amor; separados de todo y particularmente de sí mismos; despojados de todas las cosas, así en el orden natural como en el sobrenatural. ¡Qué salida de sí mismo supone, qué muerte!”115. Así comprendida, la virginidad espiritual difiere poco de la “castidad espiritual” de que habla santo Tomás116. Es, en efecto, una virtud general que se une generalmente a la caridad y a las demás virtudes teologales cuyo efecto primero es unir el alma con Dios: “Si la inteligencia del hombre se deleita en la unión espiritual con el objeto a que debe unirse, es decir, Dios, y se abstiene de unirse deleitablemente a otros contra lo debido al orden divino, practicará la virtud llamada “castidad espiritual”, según aquello a los Corintios (2 Co 11, 2): ‘Os he desposado a un solo marido para presentaros a Cristo como casta virgen’. Y entendiendo así la castidad, (castidad es una virtud general) la razón principal de esta castidad está en la caridad y en las demás virtudes teologales por las cuales la mente del hombre se une a Dios”. Y con el medio esencial, específico que se le ofrece para alcanzarlo: la soledad. De lo dicho en los artículos precedentes, se debe sacar la conclusión que este “espíritu” no es sino el espíritu de simplicidad y virginidad espiritual. Esta solución se apoya en el ejemplo del Fundador, san Bruno, y en la historia cartujana principalmente de los cuatro primeros siglos de la Orden, de “este tiempo de oro y de perfección” como lo llama Le Couteulx117.

2.- Significación dada a los términos: simplicidad y virginidad espiritual La palabra “simplicidad” es tradicional en la Cartuja. En lo que se refiere al hombre exterior, significa la ausencia de rebuscamiento, de alejamiento de toda superfluidad, novedad o compli114

Carta a Celina, 14 oct. 1890. 115

Último retiro, 6º día. 116

S. Th. IIªaem q. CLI, a. 2, c. 117

Carta inédita. Ms. de la Gran Cartuja.

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