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El Astrense Nº38 Diciembre 2020

Varios ya conocen la historia, otros tantos seguro que no, si bien lo importante de todo esto es que aquella niña nacida en un campamento, a metros de un pozo de petróleo, dio inicio a una historia que desde 1912 construyó sueños, vio crecer familias, vio emigrar a sus hijos, vio alejarse a los seres queridos. Ese 12 de diciembre comenzó a escribirse una historia – esta historia, la de los astrenses, la del barrio tan particular como cada uno de sus vértices, de sus paisajes, de sus torres, de sus montañas y valles, de su gente, de cada uno de esos momentos que quedan en la vida… Astra es el ‘lugar en el mundo’ de aquellos que la llevan en lo más profundo de su pertenencia, esos rincones que solo la nostalgia transita; es la capital desconocida de los que aman la tranquilidad y respetan la vida; es la distancia necesaria para poder entenderla y sentirla, son los veinte kilómetros insoslayables para ser continuidad en la Patagonia de aquellos primeros pobladores que relataban sus peripecias cotidianas en el transitar de la vida. Astra es el lugar en el mundo de cada uno de sus vecinos, de los de siempre y los que están viniendo, de nuestros hijos y, claro, también vemos que proyecta ser el de nuestros nietos. Desde la fortaleza que nos unió en el temporal hasta este 2020 que nos sorprendió con la pandemia, hemos cementado cada vez más los pilares de una comunidad creciente, propendiendo a la coexistencia sana entre las empresas y nuestra impronta social; esa que combina la bicicleta de los niños con la imponente caravana de un equipo pronto a perforar, la que marca ese cuidado por el medio ambiente entendiendo el desarrollo y la productividad de sus recursos. Este contexto mundial encontró a nuestros vecinos dispuestos a colaborar con una conducta responsable, llevando adelante los cuidados necesarios para protegerse y proteger al prójimo, respetando y entendiendo todas las medidas impulsadas por los gobiernos de todos los órdenes, y siempre predispuestos a trabajar por el bien común. Por otro lado, esta pandemia ha dejado en claro que Astra tiene un potencial de circuito recreativo y deportivo, a tal punto que se necesitó tamaña circunstancia mundial para que vecinos de Comodoro luego de varios años nos conocieran. Orgullosos y felices de ser parte de una caminata, un paseo, de la magia que solo puede observarse en un atardecer sobre las líneas irregulares de los cerros que nos custodian. Orgullosos y felices, pero celosos de nuestra tranquilidad y forma de vida. El respetar la convivencia es un valor de nuestro barrio que está en la observancia de cada vecino, somos parte de un Comodoro que quiere hacer nacer en cada uno el sentido de pertenencia que hace décadas reclamamos. Hoy el olvido se olvidó de Astra y vimos –a pesar de este complejo año de frustraciones, de crisis laboral y económica– una gestión que volcó en nuestro barrio obras necesarias, obras que llevábamos décadas solicitando, esperando y soñando. Comenzamos a ver cómo estas viejas calles empiezan a tomar forma sobre sus bordes, y el cordón cuneta nos deja soñar con un asfalto no muy lejano. ¡Claro que damos gracias! por no olvidarnos. Aunque sigan haciendo falta más obras, somos respetuosos de aquellos que no nos olvidan. Y cómo no agradecer ahora, que en los amaneceres de cada uno de nuestros vecinos nace una plaza todos los días, nuestra plaza San Martín, como las plazas de cualquier ciudad, linda, práctica, segura, funcional y de calidad. Por años vimos descansar el busto de nuestro general San Martín en las instalaciones de la vecinal, con el único propósito de su cuidado y la esperanza de que un día vuelva a ocupar su lugar. Hoy finalmente lo tiene y es acá, en “la plaza San Martín del barrio Astra”, donde los atardeceres la visten con una grandeza que solo la sencillez puede reflejar; es casi imposible pasar de noche y no detenerse a verla iluminada. Hemos visto gente acercarse desde otros barrios de la ciudad para conocerla, escuchar los elogios y sacarse fotos, hacen que uno se sienta más vecino que nadie. Sus cuatro guardianes parecen petrificados como si el tiempo se hubiera detenido, y desde el suelo salen haces de luces que dejan pétreo el sentimiento de vigilia. ¡Claro que sabemos agradecer!, ¡gracias, muchas gracias!; pero sepan todos, que cada uno de los vecinos de Astra vamos a seguir gestionando. Somos un barrio pequeño, de una vasta extensión de la que solo la naturaleza se siente dueña. Tenemos el corazón puesto en cada piedra que suena en este barrio, la ilusión de seguir creciendo y a pesar de los años que lleva existiendo este hermoso lugar nos nace como un sentimiento de juventud que pretende reafirmar el compromiso de cada uno de nosotros, de cada uno de los hombres y mujeres que soñaron con este lugar, su lugar en el mundo: Astra.

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.DISCURSO DE LA PRESIDENTE DE ASOCIACIÓN VECINAL, MARIANA CÓRDOBA.