Orégano

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©2013, De esta edición: Elandamio Ediciones San Francisco del Monte 286 (este) - Planta Baja Depto “B” (5400) - San Juan, Argentina Tel: (0264) 4222335 correo: elandamioediciones@gmail.com ©De la obra: Pablo Zambrano Edición y diseño de interior: Damián C. López Diseño de tapa: Pablo Zambrano Impreso en Argentina Permitida su reproducción citando y notificando debidamente la fuente

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Pablo Zambrano con colaboración de Jésica G

Orégano

elandamio

ediciones



Agradecimientos Primero y principal: a Jésica G, quien escribió el prólogo, ideó e incluso entintó varias de las tiras que componen este volumen. Por eso y por esa otra cuestión de haberse casado conmigo y tolerarme todos los días y etc… A Judith, gracias por adelantado. A Ernesto Simón, quien hace varios años me sugirió: Hacete una tira cómica tipo Mafalda, como para publicar en un diario (ningún agradecimiento al susodicho diario, que se ortibó y no publicó nada). A Gabriel de la librería Desnivel, por darle espacio al bajo y deleznable arte de las historietas y por bancar que caiga a cada rato a revolverle todo sin comprar más que un miserable librito saldado a quince mangos muy de vez en cuando. Y a Damián López, porque como es el editor hay que chuparle las medias y además tiene unos ojos preciosos.



Prólogo Podría contar muchas cosas del autor. Cosas pecaminosas, anécdotas sexuales y romances no correspondidos, como así también, metidas de patas y opiniones controversiales sobre si “se debe comer helado o no en invierno”. Podría arruinar su reputación colocando citas textuales sobre lo que piensa de la política argentina. Pero, lamentablemente, mi querido lector, solamente tengo permiso de contar, que nuestro protagonista que se cree revolucionario, su mejor amigo es un gato, se codea con chantas y ratas. No, no estoy hablando de Marcelito Tinelli, es Orégano, un perro callejero que filosofa con un niño sobre los aspectos mundanos de la vida. Puedo decir que vi crecer este personaje de la tinta que me afanaba el señor Zambrano, ya que siempre perdía sus puntas y me sacaba mis utensilios de dibujo. También tuve el gusto de estar presente en el momento en que el autor decidió definitivamente darle vida al can, después de que una persona de sexo femenino le dijera: “deberías seguir haciendo esto que está bueno”, como evidentemente se quería levantar a la minita, al poco tiempo apareció con varias tiras y con muchas ideas para seguir. Es por eso que Orégano debe agradecer su existencia a un inútil intento de “levante” por parte del autor a una fémina que actualmente gobierna su vida. Pero eso señores, es otra historia.

Jésica G










Impreso en una impresora comĂşn en un papel comĂşn en una casa comĂşn


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