MARTES 26 DE ABRIL DE 2016 EL
TOROS 201617
ADELANTADO DE SEGOVIA
Al derecho te lo digo Andrés JOSÉ MARÍA PÉREZ DE COSSÍO
Ceramista, pintor y escritor
C
ada año, por estas fechas más o menos, Pablo Pastor, crítico taurino del Adelantado de Segovia, me llama por teléfono invitándome a colaborar en el número extraordinario que sobre toros, no podía ser de otra manera, confecciona como se suelen realizar estos menesteres, es decir marcando con jaboncillo por donde tienen que transcurrir las costuras y perfilando con alfileres el lugar en el que cada artículo ha de aposentarse. Confección, ya digo, pero sin corte alguno, porque lo primero que dice Pablo es que se puede escribir sobre lo que se quiera y que si el aspecto taurino de la publicación se queda un poco al margen del contenido del escrito no pasa nada porque la plaza es redonda y solo es cuestión de tiempo el que todo acabe buscando el burladero en el que las corrientes de aire no afecten a los bronquios. Los burladeros, al no tener puertas ni de entrada ni de salida, en cuanto se cuela por ellos la brisa del miedo, por muy tenue que esta sea, se empiezan a fundir las bombillas del traje de luces y el toro, pensando que la tarde cierra sus parpados, intenta plegar los pitones como si fueran paraguas y espera la lluvia de almohadillas que en los tendidos se gesta en cuanto las posaderas recuerdan el precio de la localidad o los apuros pierden la vitola y la ceniza condecora las pecheras. Pero he empezado refiriéndome a la llamada telefónica de Pablo Pastor y no quiero abandonarla sin dejar constancia de que suele realizarse para ser recibida a primerísimas horas de la mañana, lo cual para los que preferimos abandonar la cama cuando el sol esté un poco más asentado, no es que incomode pero algo extraña. Pablo, esto es lo que deduzco, tiene horario de mayoral de ganadería de reses bravas, madruga para ver los ojos de los toros y por su brillo y las legañas que puedan exhibir calcular las horas que estos han dormido. Esta comprobación es de suma importancia dado que si el ganado ha sabido aprovechar la noche sus testículos no han perdido ni volumen ni consistencia y los riñones pueden aguantar todo lo que los empresarios, apoderados y toreros decidan. Hasta que esta decisión se materialice, las jaras de la dehesa van tiñendo de verde sus esperanzas de la misma manera que el ganadero colorea las suyas esperando el polvo que algún coche levante en el camino de acceso a la finca, la dehesa que le dicen los que de esta forma la conocen. Como en las grandes faenas, me impongo una cierta brevedad en este escrito para evitar aviso alguno y no dar pases al tuntún desconociendo los terrenos y las querencias. Esta brevedad no admito pueda escamotear un recuerdo a mi querido y admirado Andrés Hernando que
Andrés Hernando, bien citado en su artículo por Pérez de Cossío. / EL ADELANTADO
paisano sin necesidad de tener que recordar este paisanaje con cirios pascuales, sino tan solo con las velillas que su humildad austera engrandece, siendo muy joven yo, le vi marcarse una verónica el día de San Pedro en esta Segovia nuestra que todavía no se ha borrado ni de los márgenes de la retina ni del forro del asombro. El otro día leí como en Barcelona, que entonces era más española que lo que algunos ahora pretenden, en un mayo numerado como del 68 y con un toro marcado con el 59 de nombre ‘Potrico’ criado con los Pablo Romero de toda la vida mantuvo un diálogo de tal envergadura que el indulto no se hizo esperar. Hablaron de la vida y de la muerte, de los ángulos ciegos del destino y de la temperatura que debe mantener el termostato del corazón para que en las lindes de lo extraordinario de-
saparezcan el sol, la sombra y hasta las andanadas, solo quede la estampa de unos pies atornillados en el albero, unos brazos manifestando la máxima expresividad sin gesticular y unos cuernos prolongación de una mirada que sabe medir hasta el tamaño del nudo de la corbata sin ignorar que el chaleco no tiene mangas y la taleguilla si se afloja por la parte de la entrepierna es que ni los mejores acordes de un pasodoble pueden enderezarla. No he corregido el texto, para no arrepentirme de nada. Quiere esto decir que ni las hambres ni las comas, las sintaxis o los autobuses de ida sin vuelta pueden alarmar a los exquisitos de la prosa bien elaborada. Lo mío va por otros andurriales. Esto no quiere decir que si alguna falta se ha colado se me perdone con la misma solemnidad a como lo fue ‘Potrico’.