MARTES 29 DE ABRIL DE 2014 EL
TOROS 201417
ADELANTADO DE SEGOVIA
Plaza de Toros de Cuéllar La década de los sesenta del Siglo XX PACO SALAMANCA
L
a vinculación de Cuéllar con el toro es innegable a través de sus encierros, y no lo es menos con el propio festejo taurino en sus múltiples interpretaciones, desde sus orígenes hasta nuestros días, ya que el encierro era el paso previo a la celebración de juegos de toros, alanzadas, alardes o el toreo a pié como lo conocemos actualmente. La celebración de los festejos en la Plaza Mayor impidió, a buen seguro, la programación de festejos de mayor enjundia debido a que los corrales que disponía se limitaban a dos corraletas y tres chiqueros que se organizaban en el patio y dependencias anejas al actual acceso del Ayuntamiento cuellarano, y que a veces se vieron reforzados con un corral situado en la calle San Julián, muy cercano a la iglesia de San Miguel. Por otro lado la construcción ocasional del tablado, ruedo y bancos de la plaza dificultaba la posibilidad de disponer de callejón y un patio de caballos, utilizándose los accesos desde la calle Santa Cruz como tal, cuando era necesario, así como patio de arrastre. Resumiendo, el Ayuntamiento que era empresa corría con los gastos, los vecinos montaban sus tablados, sin abonar localidad alguna, y las instalaciones eran precarias para poder acoger espectáculos de mayor importancia, los cuales se habrían podido celebrar en otras circunstancias, por la gran afición existente en la comarca. Escribo de una época donde, amén de los prensa especializada taurina, cada diario local y provincial disponía de similar espacio para las noticias taurinas como las deportivas. Los archivos municipales disponen de documentos que acreditan la celebración de festejos de toros en la Plaza Mayor desde los siglos XV y XVI, a través de acuerdos del regimiento, o de alquileres y ventas de balcones y espacios para ver los toros en el foro cuellarano. Las primeras noticias sobre el toreo a pié mediante la celebración de novilladas o corridas de novillos, que así las llamaban, data de 1835, y el primer cartel taurino de 1914, alternando dos novilleros vallisoletanos de gran rivalidad entonces, Félix Merino y Ramón Fernández ‘Habanero’, ambos se doctoraron, el primero en Madrid en 1926, como padrino Joselito y de testigo Belmonte, aunque desgraciadamente murió de una cornada infringida por un Palha en Ubeda, en 1927. Ramón Fernández tomó la alternativa en México dos años antes, y se retiró en 1926 en Valladolid alternando con Fernando Domínguez y Félix Merino. Valga esta anécdota para ilustrar ese primer cartel, pues el artículo pretende profundizar en el despegue de Cuéllar como feria de renombre, y esto no ocurrió hasta la década de los sesenta. El mayor acontecimiento relacionado con el toro, que fue el pis-
Veterinario taurino toletazo de salida, previo a los sesenta, lo constituye la inauguración de la nueva plaza de toros en la carretera de Peñafiel. El encierro tradicional modifica su recorrido y la nueva infraestructura acoge, ahora sí, el numeroso público que acude a los toros, vecinos y forasteros. El 30 de Agosto de 1959, con la plaza de toros sin terminar se lidian cuatro novillos de D. Cipriano Martín de Salamanca por Luis Barceló y José Ruiz ‘Joselete’, sin pena ni gloria. Pero al día siguiente, Pablo Yustos, de lila y oro, novillero vallisoletano que sustituía a Pepe Salamanca, arma un lío, cortando orejas, rabo y pata de sus dos oponentes. El mismo triunfo logró Josechu Pérez de Mendoza en la última de la feria, alternando con Clemente Castro ‘Luguillano’. En 1960 se programan tres novilladas, alternando en la última los triunfadores del año anterior, Pablo Yustos y Josechu que obtuvieron los máximos trofeos.
[ ]
”
Los archivos municipales disponen de documentos que acreditan la celebración de festejos de toros en la Plaza Mayor desde los siglos XV y XVI Con estos aperitivos y la afición volcada en la nueva plaza, la empresa José Luis Martín comienza a programar a novilleros de gran proyección, y así en 1961 debutan en esta plaza Andrés Hernando y Andrés Vázquez con novillos de Yeltes, cortando tres orejas y rabo el segoviano, que ganó la oreja de plata que otorgó el Ayuntamiento al mejor lidiador. Al año siguiente, coincidiendo con la tradicional Feria de Ganado, el 26 de abril de 1962, los mismos novilleros junto con El Cordobés no lidian una novillada picada de Félix Gómez, suspendida por la lluvia, y se programa para Agosto la consolidada novillada picada, con un excelente encierro de Juan Muriel, para el mexicano Mauro Liceaga que cortó dos orejas, Mondeño II que obtuvo una y Carlos Corbacho que fue pitado. Esta misma terna toreo el día después en la plaza de Las Ventas. En 1963, la nueva empresa Velasco y Alonso, S.L. programan una novillada picada con novillos toros de Dña. Isabel Rosa González para Santiago Castro, anunciado como Luguillano II, El Pireo y Juan Calleja que corta dos orejas, rechazando el rabo el diestro vallisoletano de Nava del Rey. Las entradas rondaban entre las 60 pesetas que costaba un tendido de sol y las 125 pesetas el de sombra. En 1964 debuta la empresa Luengo, y El Adelantado de Segovia recoge que más de veinte mil
Andrés Hernando en Cuéllar, una tarde de triunfo en 1960.
personas acudieron a presenciar el primero de los encierros, quedando rezagados dos novillos, uno en Las Parras y otro en San Francisco. Estos novillos eran los mimos que se lidiaban, y así sucedió hasta tres años después. Se anuncian novillos de desecho y defectuosos de Auxilio Tabernero, uno al alimón, para Cándido y Lolita López Chaves y cuatro para José Morán ‘Facultades’, que cortó dos orejas en el primero y una en su segundo, y Manuel Linares, ‘Manolín’ que cortó una oreja. En estos años las novilladas populares que se celebraban los dos días siguientes a la novillada picada eran organizadas por el Ayuntamiento. Como curiosidad, este año actuó en una de ellas Carlos Zúñiga, actual empresario de Gijón y apoderado de Uceda Leal, el cual se apodaba ‘El Cid’. En el ecuador de la década se dieron novillos toros de D. Ricardo Arellano y Gamero Cívico para la rejoneadora Paquita Rocamora y un mano a mano entre el Zorro de Toledo que obtuvo dos orejas y el Temerario de Córdoba que pasó desapercibido. Curiosidad fueron las cámaras de televisión grabando el encierro y la fiesta. Al año siguiente se da una novillada picada en Abril en la que interviene el rejoneador extremeño Manuel Moreno Pidal, ‘El Paquiro’, Pedro Mengual ‘El Carloteño’, anunciado como el novio de la muerte y Antonio García Utrerita, y en la feria agosteña se lidian siete novillos de D. Eugenio Marín Marcos de Jaén, uno para el rejoneador Cándido López Chaves, y el resto para los novilleros, Adolfo Ávila ‘El Paquiro’, que tomaría la alternativa un mes después, José Rivera ‘Riverita’, hermano mayor de Paquirri y José Sáez ‘El Otro’, apodado así por su gran parecido con El Cordobés.
/ EL ADELANTADO
El año 1967 marca un escalón en la historia de la plaza y de la localidad, al programarse por vez primera una corrida de toros, en esta ocasión de D. Laurentino Carrascosa para Andrés Hernando que salió a hombros con tres orejas, Miguelín y Sánchez Bejarano que cumplieron según las crónicas. Este es el último año en el que se celebra becerrada los sábados y el primero en el que se elige corregidora. D. Andrés Reguera Guajardo fue el pregonero un año después, en el que se corrieron toros de D. Martín Marcos para Joaquín Bernardo, de verde y oro, que obtuvo una vuelta al ruedo y salió al tercio a saludar en su segundo, Tinín, de granate y oro, silencio y aplausos, y Adolfo Ávila ‘El Paquiro’, de nazareno y oro, que consiguió dos orejas y dos orejas y rabo. En Abril se organiza una novillada picada de ‘El Almendral’, para Manolo Peñaflor, Rafael Sánchez Vázquez y El Tiburón de Málaga. En estos años la empresa es Suárez Merino.
[ ]
”
El mayor acontecimiento relacionado con el toro, la inauguración de la plaza de toros de la carretera de Peñafiel
Con el fin de los sesenta, la feria cuellarana va a consolidar dos corridas de toros, una de las cuales evolucionara en los setenta a una corrida de rejones. Se completa la feria con otros dos o tres festejos más, en virtud de que se celebre uno en la tarde del sábado. Así, en 1969, el domingo 31 de Agosto, con media entrada, se da una corrida con toros de D. Lorenzo y D. Alejandro García, bravos, casi todos,
para ‘El Paquiro’ que resulta cogido, Gabriel de la Casa que corta tres orejas y sale a hombros y Juan José que logra palmas y ovación. El lunes 1 de Septiembre, corrida de relumbrón, toros de D. Francisco Galache para Cesar Girón que cortó una oreja protestada y dos orejas, El Cordobés, dos orejas, silencio y dos orejas y rabo en el sobrero y Palomo Linares, que estuvo colosal y se llevó dos orejas y dos oreja y rabo de sus toros. La corrida comenzó con tres cuartos de hora de retraso debido a la lluvia y tuvo una excelente entrada gracias a un cartel providencial que la empresa mostró al público y que rezaba: ‘Si la corrida después de empezada se suspendiera se devolverá el importe de las localidades’. El Cordobés no quiso ver al segundo por un supuesto problema en los cuartos traseros y lo despachó rapidamente, regalando la empresa el sobrero. En total once orejas y dos rabos. La plaza de toros de Cuéllar se introduce en los circuitos taurinos y poco a poco, gracias a su feria, y a la fama de sus encierros, no debemos olvidar el espaldarazo a nivel nacional que supuso ser portada del ABC en 1962 y el reportaje televisivo en el año 1965, logra hacerse con un hueco en el escalafón, siendo una feria intermedia apetecida por las figuras del momento y del público más cercano. Sin embargo, la feria taurina no ha sabido promocionarse y aprovechar el tirón publicitario que supone el encierro. El propio devenir de la feria ha originado una disminución de espectadores preocupante que exige un trabajo serio y continuado, donde la amortización de la inversión se produciría a medio plazo, razón por la que la autogestión de la mano de un taurino se terminará imponiendo en un futuro no muy lejano.