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Capítulo 3 UNIVERSIDAD Y CULTURA POLÍTICA REALIDADES INDISOCIABLES Luis Ignacio Sierra, Fabiola Cabra-Torres, Milena Barrios La universidad debería, por tanto, ser también el lugar en el que nada está resguardado a ser cuestionado, ni siquiera la figura actual y determinada de la democracia; ni siquiera tampoco la idea tradicional de crítica. (Jacques Derrida, La universidad sin condición, 2002).

Introducción El interés y la urgencia de la sociedad colombiana de ingresar decididamente en la “Sociedad del Conocimiento” han hecho que las universidades, asuman posturas y tomen decisiones orientadas a dar respuesta a este nuevo discurso. De acuerdo con Brunner (2005), los intentos de adecuar la universidad a la sociedad del conocimiento son un denominador común en el contexto global de la educación superior, lo cual se evidencia en la similitud de las políticas educativas en el capitalismo globalizado. En este nuevo escenario, el papel de la universidad requiere ser analizado en clave del uso de su autonomía, de su propio devenir como institución mediadora de la sociedad, y de su especificidad. En palabra de Santos de Sousa (2006), “[s]u especificidad en cuanto bien público reside en ser la institución que liga el presente con el mediano y largo plazo, por los conocimientos y la formación que produce y por el espacio público privilegiado para la discusión abierta y crítica que constituye” (p. 43). En este capítulo se propone hacer un abordaje analítico-interpretativo referido concretamente a la Universidad Nacional de Colombia, en el que se busca interrogar: cuál es la idea de universidad que prefiguran los documentos institucionales; de qué manera las demandas de calidad configuran las tareas y funciones de la institución universitaria; y en qué sentido la formación en ‘cultura política’ en el contexto de la educación superior, constituye un punto de inflexión en el marco de los discursos de la sociedad del conocimiento. Para dicho análisis se parte tanto de una contextualización histórica de sus orígenes, como de la referenciación concreta de sus documentos institucionales representativos, al igual que de la experiencia testimonial de algunos de sus protagonistas, en orden a poder articular una secuencia crítica interpretativa coherente con las categorías centrales que fundamentan esta investigación.

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El contenido de este capítulo se organiza en cuatro apartados: en el primer apartado, se registran algunos referentes históricos imprescindibles para una contextualización histórica de la Universidad Nacional de Colombia como escenario de indagación. En el segundo, se presenta el marco conceptual de lo que hemos considerado dentro de la investigación el énfasis institucional: la universidad y la cultura política como realidades indisociables, acento que caracteriza las relaciones universidad y sociedad. A continuación se analizan los discursos y reflexiones sobre la sociedad del conocimiento en la universidad, a partir de una selección de sus documentos institucionales de mayor referencia, y el testimonio de algunos integrantes de la universidad que nos compartieron su propia visión y experiencia de vida académica. Por último, se sugieren, desde la perspectiva de la universidad pública colombiana, algunas reflexiones prospectivas sobre la relación Universidad colombiana y Sociedad del conocimiento. Cabe precisar que el ejercicio analítico-interpretativo que se hace en este capítulo no pretende en modo alguno agotar, ni suplantar la especificidad, problemática y compromisos académicos, investigativos y de extensión propios de la primera institución pública del país, que sabemos desbordan cualquier estudio aproximativo por su envergadura de complejidad y de calidad académica, ampliamente reconocidas a nivel nacional e internacional.

Contexto histórico institucional La Universidad Nacional de Colombia en la construcción del proyecto de nación En el marco histórico de la independencia colombiana (1817-1840), y como parte del contexto de emancipación ilustrada de la mayoría de países latinoamericanos sometidos a la corona española, cabe destacar cómo durante ese período la educación se convierte en eje central de preocupación de los gobiernos republicanos del continente en general. La concepción de universidad pública y estatal en Colombia, comenzó a concretarse poco después de la independencia de nuestro país. Sobre este amplio telón histórico nos apoyamos en los aportes de la historiadora Jimena Samper 1, los cuales son ampliamente esclarecedores al respecto: el nuevo Estado, en su época, clamaba por la formación en las ciencias útiles y necesitaba ampliar la clase dirigente y capacitarla para que asumiera sus nuevas tareas en la administración pública y en las actividades rurales. Para ese tiempo, la educación oficial se encontraba en medio de los debates 1 Samper, Jimena. Creación de la Universidad Nacional. Disponible en: http://www.colombialink.com/01_INDEX/index_historia/07_otros_hechos_historicos/0080_creacion_universidad_nacional.html Consulta: septiembre de 2012. Ver también: Vargas, Alejandro. 2013. La Universidad Nacional de Colombia: una institución ligada a la historia colombiana. En: El Pueblo con todo el poder de la información. Disponible en: http://elpueblo.com.co/la-universidad-nacional-de-colombia-una-institucion-ligada-a-la-historia-colombiana/. Consulta: noviembre de 2013.

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de un lado, de quienes proponían mantener el orden colonial, y por lo tanto la educación en manos de la Iglesia, y de otro lado, de los que proclamaban la libertad y la instrucción laica y abierta. En tal sentido es preciso reconocer las raíces internacionales de la Universidad Nacional de Colombia. Es así como las ideas renovadoras del barón Wilhelm von Humboldt, erudito y director de educación alemana, influyeron en la concepción educativa de Francisco de Paula Santander, quien en 1826, durante la Vicepresidencia de la Gran Colombia, creó la Universidad Pública de Bogotá, llamada en su momento Universidad Central de Bogotá (con sedes en Bogotá, Caracas y Quito), con las facultades de Jurisprudencia, Medicina, Filosofía y Literatura, la cual funcionó hasta 1850 como primera expresión jurídico-institucional de la universidad pública en Colombia, siendo considerada como el verdadero origen remoto de la actual Universidad Nacional de Colombia. Esta efectivamente comenzó a funcionar en 1830, con el entusiasmo de profesores y estudiantes que querían mantener viva la experiencia de la Expedición Botánica 2. No obstante, sus comienzos no fueron los mejores por la desorganización académica y administrativa reinante. Se trató de superar el esquema clásico colonial de medicina, teología y derecho, para darle más desarrollo a las ciencias naturales, sin embargo, en 1836 esas carreras continuaron siendo las más requeridas. El 15 de mayo de 1850 el presidente José Hilario López suprimió las universidades, y en agosto de 1853 prohibió la expedición de títulos universitarios. Las universidades fueron convertidas en colegios y se suprimieron los títulos para el ejercicio profesional, excepto el de los farmacéuticos. Todo bajo el pretexto de suprimir las desigualdades entre empíricos y graduados y otorgar el máximo de libertad de enseñanza. Un par de décadas más tarde, un grupo revolucionario de intelectuales masones promovió la liberación educativa y rescató la idea de crear una universidad pública, como espacio idóneo para el ejercicio pedagógico de los principios promulgados de libertad de imprenta y pensamiento. Es así como el 22 de septiembre de 1867, bajo la presidencia del general Manuel María de los Santos Acosta, se firma la ley 66 que crea la que se llamó en su momento Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, y por la cual el Estado colombiano asumía la responsabilidad de la educación superior y abría las puertas a la formación de profesionales en todos los campos del conocimiento. En el mismo año se organizó el Archivo Nacional y la Biblioteca Nacional. Se recibieron los bienes expropiados a la Iglesia y en sus instalaciones comenzaron a funcionar las facultades de derecho, medicina, ciencias naturales, ingeniería, filosofía y letras, artes y oficios. El 3 de enero de 1868 nace formalmente la Universidad Nacional de Colombia, con un grupo de 300 estudiantes adscritos a las distintas facultades y con muy precarios recursos de distintos órdenes. Comienza entonces el proceso de restitución para formar una nación ilustrada y 2 Ver: Universia-Colombia – Universidad Nacional de Colombia – Bogotá. http://estudios.universia.net/colombia/institucion/universidad-nacional-colombia-bogota/ver/historia

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progresista. Para 1873, durante la rectoría de Jacobo Sánchez, la universidad se afianza con las cualidades que la caracterizaron: instrucción científica, libertad y humanismo, con carácter único y nacional; laica, sin monopolios de estudios, con amplio cuerpo de rectores, profesores y alumnos nacionales y extranjeros unidos por un profundo amor a la ciencia y a las letras. Desde esa época la Universidad Nacional se fue consolidando históricamente como Alma Mater de la educación superior pública en Colombia. Posteriormente cabe resaltar, según el politólogo y académico Alejo Vargas 3, en el gobierno de Alfonso López Pumarejo, conocido como el de la “Revolución en Marcha”, en el contexto de la denominada República Liberal y bajo los impulsos de los reformadores de la enmienda constitucional de 1936, especialmente en lo relacionado con la responsabilidad del Estado en el ámbito de la educación – se crean las escuelas normalistas y una serie de colegios de secundaria, y se construye la actual Ciudad Universitaria o “Ciudad Blanca” como se le conoció y que concentró las diversas facultades de la Universidad Nacional que se encontraban dispersas por la ciudad. Por ello la mayoría de los edificios históricos de la Universidad Nacional, incluido el de la Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, datan de esas épocas. Hasta 1940 se crearon en la Universidad más de 20 carreras, entre las que se encuentran: Arquitectura, Enfermería, Farmacia, Ingeniería Química, Medicina Veterinaria, Odontología y Química. Posteriormente a finales de la década de los 60 se dio impulso a los programas de maestría en la Universidad Nacional y en el país. Cabe subrayar que desde las últimas décadas del siglo pasado hasta la fecha la Universidad Nacional se ha debatido en medio de crisis institucionales reiterativas, políticas estatales mezquinas, crisis financieras crecientes pero sin perder el protagonismo académico e investigativo que la ha caracterizado como institución académica líder en nuestro país. Las Reformas como referentes fundantes de la Misión y Visión de la Universidad Nacional En el panorama histórico institucional de la Universidad Nacional aparecen como antecedentes básicos más cercanos dos reformas consideradas como precursoras y fundantes de la Misión y Visión de la Universidad Nacional de Colombia: la Reforma López Pumarejo (1934-1938) y la Reforma Patiño (1964-1966). Estas dos reformas se constituyen en trasfondo y referente exigido del ideario vigente en los documentos institucionales de la Universidad Nacional. En primer lugar, la Reforma López Pumarejo, llevada a cabo por el ex presidente Alfonso López Pumarejo (1934-1938), quien durante su primer gobierno no sólo

3 Ver artículo de prensa La Universidad Nacional de Colombia: una institución ligada a la historia colombiana, por Alejo Vargas en: http://elpueblo.com.co/la-universidad-nacional-de-colombia-una-institucion-ligada-a-la-historia-colombiana/#ixzz2l1ruOkfE

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adquirió los terrenos para la Ciudad Universitaria actual, sino que adelantó una Reforma educativa en la que promovió la integración de facultades e institutos, la dotación de recursos financieros suficientes, la democratización de sus autoridades, el establecimiento de las libertades académicas, la autonomía relativa, la participación de profesores y estudiantes en el manejo del claustro, la presencia de la mujer, la apertura de nuevas y más diversas carreras, el estímulo a la investigación, los servicios sociales y la función de extensión académica. Esto permitió llevar a la Universidad a la vanguardia educativa de la época, y a la transformación liberal y laicista del sector educativo en el país. Tales reformas tuvieron resonancia y se aplicaron al resto del sistema educativo. Con el fuerte impulso a la laicización y liberación de la educación básica y media secundaria se redujeron las horas de educación religiosa, se dio paso a las primeras clases de educación sexual en el país, y se otorgó importancia a las teorías liberales y naturalistas en las cátedras de filosofía. Es decir, se trató de una reforma que abrió el escenario de las ideas y fijó las pautas para una mayor libertad y autonomía hacia el futuro de la primera universidad pública del país. En segundo lugar, la Reforma Patiño llevada a cabo entre 1964 y 1966 por el médico José Félix Patiño Restrepo (considerado el Reformador de la Universidad Nacional de Colombia) durante el gobierno de Guillermo León Valencia. Se dio en una etapa crucial, en la que ni gobierno ni sociedad confiaban en dicha institución, lo que hacía que se encontrara sin apoyo político, gubernamental y social, a la zaga de todas las universidades del país. El propósito central y el programa bandera de aquel momento fue “lograr la integración de la Universidad para convertirla en un efectivo instrumento de desarrollo económico y social para el país”. Esta reforma creó departamentos académicos, construyó institutos, importó intelectuales (caso Marta Traba) y se rodeó o, mejor, lo rodearon los más duros intelectuales de la época (Camilo Torres Restrepo y Orlando Fals Borda, entre otros), que no sólo eran profesores, sino estudiantes. Y con todo ello y ellos reorientó los destinos de la Universidad Nacional. La labor pionera de Patiño se centró en la formulación de un Plan de desarrollo y el fortalecimiento de la Oficina de Planeación con profesores de tiempo completo, y en la reestructuración de las Facultades, integrándolas en las Facultades de Ciencias, Artes y Arquitectura, Ciencias Humanas. Su huella al frente de la Universidad Nacional ha sido perdurable y se considera aún vigente en la actual estructura de dicha universidad, bajo su principio inspirador: “Hacia la universidad del desarrollo”. La memoria de esos dos referentes históricos básicos nos permite aproximamos a los documentos institucionales vigentes en los cuales se plasma toda la inspiración y filosofía educativa de la primera institución pública de educación superior en el país. En la primera década de este nuevo milenio, se destaca la Acreditación Institucional de alta calidad que recibió la Universidad Nacional por un período de 10 años, mediante Resolución No. 2513 del 9 de abril de 2010, luego de un proceso de 5


evaluación en el cual participaron tanto la comunidad universitaria como quienes desarrollaron el proceso de autoevaluación, un equipo de pares nacionales e internacionales de alto nivel académico y los Consejeros del Consejo Nacional de Acreditación. No cabe la menor duda entonces que la Universidad Nacional ha jugado un papel protagónico en la construcción del proyecto de la nación colombiana desde el siglo XIX. La Universidad Nacional de Colombia ha evolucionado históricamente de tal forma que se ha posicionado holgadamente como la primera institución académica del país con amplio reconocimiento nacional e internacional. Este sucinto contexto histórico permite hacer referencia al hecho de que la responsabilidad del Estado colombiano en relación con la educación, no sólo básica y media, sino con la educación superior se remonta a la propia historia de nuestra República. No obstante, según Vargas (2013), es preciso señalar que dicha responsabilidad se vio menguada y diluida progresivamente en el contexto de las reformas neoliberales de los años noventa, cuando se da vía libre a la estrategia expansiva de los mercados y el Estado se desentiende de sus responsabilidades con la educación pública superior y la abandona a la suerte de mendicante del presupuesto nacional. En la actualidad toman fuerza discursos y políticas que pretenden erradicar la universidad pública con base en recetas neoliberales que desconocen la responsabilidad del Estado de apoyar presupuestalmente la educación pública universitaria (Vargas, 2013). Pese a todos los embates en su contra, la Universidad Nacional de Colombia sigue erigiéndose como la primera institución pública de educación superior en nuestro país.

Universidad y Cultura Política: Realidades indisociables Educar no es sólo preparar empleados, sino ante todo ciudadanos e incluso personas plena y conscientemente humanas, porque educar es cultivar la humanidad y no solo preparar para triunfar en el mercado laboral. (Fernando Savater, 2013)

En la actualidad es difícil sustraerse del conflicto en el que vive la universidad, íntimamente relacionado con los efectos de las políticas globales de tendencia neoliberal que han irrumpido de forma agresiva en los modos de construir conocimiento y en las finalidades de la educación superior. Puede decirse que buena parte de las discusiones acerca de la reforma de la universidad están atravesadas por las profundas transformaciones que el contexto económico global ha originado en los modos de empleo, el consumo, y la educación del ciudadano en las sociedades contemporáneas. Las diversas manifestaciones acerca de la pertinencia o no de la reformas de la educación superior en Colombia durante los años recientes, son una muestra significativa de la necesidad de una reformulación critica y concertada acerca del 6


sentido y finalidad de la universidad en nuestro país. Así mismo, dichas manifestaciones en la coyuntura política y social del país se han convertido en una alarma social para promover el diálogo entre el estado, la sociedad civil y la empresa, convocando los diferentes estamentos sociales, más allá de la lógica partidista y populista que ha caracterizado nuestra cultura política en Colombia. De las diversas instituciones de la sociedad que contribuyen, a su modo, a modelar prácticas de formación política desde diversos referentes, se encuentran las instituciones educativas, y como escenario privilegiado la Universidad como escenario privilegiado para la formación en ciudadanía política para la democracia y transformación social. Nos referimos en concreto al vínculo existente entre Universidad y Cultura Política, como realidades indisociables que enmarcan su quehacer académico, investigativo y de extensión como institución pública de educación superior. Veamos algunos de estos aspectos. La Universidad: escenario privilegiado de formación crítica Las sociedades occidentales se han caracterizado no sólo por un compulsivo desarrollo a todos los niveles: desde los más artesanales, técnicos, industriales y tecnológicos, hasta los más refinados y vertiginosos avances electrónicos, biotecnológicos y cuánticos contemporáneos, sino sobre todo, por sus logros insospechados en los más diversos campos del conocimiento y el saber, como transformadores efectivos de la sociedad y la cultura. Aunque, hay que decirlo, no siempre los primeros, los técnicos y tecnológicos, son estricto resultado de los segundos, producción de saber y conocimiento y éstos, no siempre responden con efectividad y apremio a las demandas urgentes de transformación social. En ese último sentido, secularmente el escenario privilegiado para el cultivo del conocimiento y el saber ha sido la universidad. La universidad entendida, desde sus remotos orígenes medievales, como asociación corporativa (Universitas Magistrorum et Scholarium) formadora en facultades mayores (Derecho, Teología, Medicina) y menores (Artes, Letras, Filosofía) de los distintos saberes con fines de erudición y proyección social. Como generadora del saber, la universidad recibió y conserva el apelativo de Alma Mater, por cuanto en sus claustros se engendra y transforma el hombre y la sociedad por la ciencia y el saber. Es así como, por su misma denominación, la universidad, en cuanto institución de educación superior, expresa una visión globalizadora de la realidad, del mundo circundante, pero con la característica prevalente de ser escenario privilegiado de pensamiento y conocimiento en discusión, razonamiento crítico, debate y controversia abierta buscando ser factor preponderante de incidencia y transformación social; es decir, todo menos un ‘púlpito’ de dogmatismos, ideologías, dualismos o reduccionismos excluyentes.

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A la universidad se han atribuido no sólo funciones consustanciales a su naturaleza, tales como: enseñanza, investigación, extensión o servicio y promoción de una sociedad y cultura democráticas, sino también rasgos específicos propios tales como: universalidad, sentido corporativo, innovación científica y autonomía, que la ratifican en su identidad de institución de educación superior. Se sabe que a lo largo de la historia han existido diversas formas y modalidades de entender y asumir el sentido de universidad en el mundo. Muchas de esas formas o modelos, aunque se desarrollaron en el pasado coexisten en las sociedades modernas (Wasserman, 2012:25). En la actualidad conviven, con diferente acento, tanto el modelo tradicional de la Universitas Magistrorum et Scholarium, como el imperial napoleónico, y el más difundido de la universidad humboldtiana. Hay instituciones de educación superior donde se persigue el desarrollo integral, libre y autónomo del individuo, como las hay también que sólo buscan el impacto pragmático instrumental social, o aquellas que están alineadas con políticas volátiles y utilitaristas de gobierno, o las que persiguen abiertamente fines de lucro y las que están al servicio de grupos con el objetivo exclusivo de mantener y transferir privilegios. La situación de la universidad en el panorama actual es bien preocupante, como alerta G. Remolina en “¿Réquiem por la Universidad?” (2013): “[…] es conveniente reflexionar sobre lo que está próximo a ocurrir en nuestras universidades. La globalización campante, las urgentes necesidades que plantea el desempleo, la ambición creciente de procurar el desarrollo económico y la competitividad internacional, la calidad de vida concebida como la producción y adquisición de tecnologías y bienes materiales, la pragmatización de las profesiones, la ciencia y la tecnología concebidas como productoras de resultados pragmáticos y muchas otras tendencias de la cultura globalizada ponen a la universidad en el desfiladero de renunciar a su verdadera esencia” (Remolina, 2013: 14/15).

Si bien, en opinión de destacados investigadores y expertos, las llamadas “Universidades de Tercera Generación” aportan aspectos positivos que contribuyen a la transformación de las universidades, a mantenerse dentro del espíritu originario de búsqueda del saber, el conocimiento, la inteligencia, la educación, también preocupan características cada vez más acentuadas y extendidas en relación con su naturaleza y autonomía. Prevalece hoy un pragmatismo mercantilista internacional, una dependencia académica e investigativa de la industria privada, unos intereses competitivos al servicio de modelos económicos de desarrollo vigentes, todo dentro de una dinámica globalizadora de tecnificación creciente, visión pragmática y económica del conocimiento, deshumanización rampante de la vida y homogeneización cultural. Frente a ese caótico panorama, más que entonar un “Réquiem por la universidad”, señala Remolina, es a la misma universidad con todos sus integrantes a la que le corresponde dar la respuesta, y no a poderes extrínsecos a ella. “Es el momento de que la universidad retome su función crítica, guiada por la búsqueda incondicional de la verdad y sin coacción alguna; la oportunidad para que abra a la sociedad horizontes de una nueva humanidad y formas alternativas de sociedad basadas en los valores y derechos humanos fundamentales […) La universidad ha de seguir ejerciendo su vocación de

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‘conciencia crítica’ de la sociedad, de ser garante de su ‘humanidad’ y cocreadora de una nueva sociedad” (Remolina, 2013: 17/19).

Las universidades, tanto públicas como privadas, están abocadas entonces a una urgente mirada autocrítica, a saber defender su protagonismo como epicentro estratégico de reflexión, búsqueda y producción de conocimiento para el avance y la transformación social. La investigación en curso sobre Universidad colombiana y sociedad del conocimiento, de la cual este capítulo es uno de sus apartados, quiere precisamente promover y estimular, en su entorno intra y extracadémico, dicha mirada autocrítica y autoreflexiva sobre el papel que debe jugar ella misma, tanto pública como privada, frente al país y sus más recientes transformaciones. En otras palabras, de lo que se trata es de incentivar y dinamizar el debate, a todo nivel, en torno a este no despreciable interrogante: la universidad ¿para qué? Tenemos así que, si bien es preciso reconocer que la universidad vive una situación de conflicto, y se debate entre la mirada mercantil del capitalismo cognitivo y la mirada cuestionadora de nuevos horizontes más participativos, también requiere abrir la mirada crítica hacia una reflexión biopolítica que interpele el papel del sujeto productor de conocimiento en el contexto actual, que promueva sujetos ciudadanos más colaborativos protagonistas de un conocimiento con real incidencia de transformación social, que se liberen de ser productores para la ‘pedagogía de la deuda’ a la cual están actualmente encadenados (Martínez, 2013). La universidad no puede dejarse instrumentalizar, ni arropar por una galopante dinámica de empresarización cognitiva al servicio acumulativo de intereses mercantiles, revestida de aparente cientificidad y aporte social, so pena de sacrificar lo más preciado de su identidad secular: la búsqueda de la verdad y el conocimiento con sentido crítico autónomo de proyección social. "Es propio de las instituciones de Educación Superior la búsqueda de la verdad" (Artículo 30 de la ley 30 de 1992 Reforma de la Educación Superior). Formación para acumular conocimiento para el mercado o formación en ciudadanía política para la democracia y transformación social Desde una perspectiva sociopolítica y educativa, Hoyos (2013) articula la participación de tres protagonistas en el empeño por el mejoramiento de la calidad de la educación superior: el Estado, la comunidad académica y la sociedad civil, que deben confluir en el papel definitivo que juega la educación superior en la conformación de la sociedad. Tanto a la universidad como al Estado compete la obligación de incentivar y propiciar, más que empresas cognitivas rentables para el

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mercado, escenarios de formación en cultura política, es decir en ciudadanía política para la democracia y la transformación social.

“Si se busca un planteamiento programático como propósito social de transformación de la civilidad moderna, es absolutamente necesario tomar la educación, por un lado, como lugar de promoción de una cultura del pluralismo, de la solidaridad, de la corresponsabilidad, de la aceptación de las diferencias, del diálogo y de la formación ciudadana, y a la vez como estrategia para impulsar la ciencia y la tecnología de modo que el conocimiento produzca progreso social y justicia como equidad” (Hoyos, 2013: 51).

Así, por paradójico que parezca, la cultura política no es asunto sólo de políticos, compete a todo ciudadano, en particular a las instituciones de educación superior, precisamente porque la educación es un asunto eminentemente político, por lo cual la universidad debe propiciar y ofrecer una formación en cultura política, donde se enseñe a ser ciudadanos menos adormecidos y sometidos y más críticos y participativos. Pero, ¿qué entender por formación en ‘cultura política’ en el escenario de la educación superior? Según el investigador y analista político F. López de la Roche (2000), se trata de un concepto con múltiples aproximaciones teóricas, con vastedad temática y semántica, donde se confrontan dos perspectivas: una más de análisis político o politológico y otra más antropológica y cultural. No obstante se trata de una categoría relacional pertinente y apropiada como herramienta de análisis de la realidad (Lechner, 1987:10, citado por López de la Roche, 200: 102). Si bien es uno de los conceptos más amplio, polémico y polivalente que existe en ciencias sociales, más allá de equipararla a las instituciones consagradas de lo político (Estado, partidos, Congreso), o a la participación político electoral, aquí bien podría entenderse cultura política como asociada a la cultura para una ciudadanía de competencias políticas democráticas, preocupada por formar en conocimientos, valores y sentimientos de inclusión, participación, transparencia, honestidad y democracia. En realidad, se trata de una formación para una diversidad amplia de culturas políticas que cubren distintos espectros del desarrollo social. “Las universidades son protagonistas en la formación de una comunidad científica y de ciudadanos reconocidos política, ética y culturalmente por la comunidad. Finalmente, las universidades tienen en cierto sentido la responsabilidad y la autoridad moral de ser instancias críticas frente a desviaciones de la sociedad civil o del Estado (Hoyos, 2013:62). En reciente estudio sobre “Una aproximación a la cultura política colombiana desde el debate contemporáneo de la democracia” (Cárdenas, 2012), se subraya un escenario sociológico en donde las personas construyen su cultura política a partir de sus relaciones sociales no sólo con el Estado, sino con un conjunto más amplio de actores políticos y no políticos de la sociedad. Según dicho estudio son cinco aspectos constitutivos de la cultura política: (a) Representación y participación política, el cual 10


tiene que ver con los diversos procesos que se presentan al interior de la sociedad en donde los ciudadanos tienen una participación directa e indirecta en el ámbito de lo público. (b) Hábitos de comunicación política: serían aquellas prácticas personales o colectivas mediante las cuales los ciudadanos adquieren información sobre los temas públicos, los espacios de discusión e interacción política y el uso que hacen de los medios y las tecnologías informativas en sus prácticas políticas. (c) Legitimidad institucional: unas instituciones que sean legítimas, creíbles, confiables, y eficientes con mayor margen de gobernabilidad y aceptación voluntaria de su autoridad por parte de los ciudadanos. (d) Percepción sobre asuntos públicos: donde la opinión pública se constituye en termómetro para inferir la trayectoria de cultura política de una sociedad. 5- Imaginarios y valores: que permitan contrastar y conocer el trasfondo de la cultura política de un país, entre el ser y el deber ser de la política, los procesos políticos y los actores políticos (Cárdenas, 2012). Y es en ese escenario donde la universidad puede y debe jugar su papel protagónico como instancia clave formadora de conciencia crítica y cultura política. “El ethos de la universidad es el de la identidad de cada comunidad académica con sus tradiciones e ideales y, a la vez, su apertura a otras comunidades, el reconocimiento de la diferencia y la actitud crítica para buscar en el diálogo la verdad, lo correcto y lo auténtico. En esta búsqueda, los mínimos éticos de la convivencia ciudadana son lo primordial. La formación para la ciudadanía, meta de todo proceso educativo moderno, debería por tanto ocuparse de manera especial de la educación en valores […]” (Hoyos, 2003).

La universidad tiene un compromiso intrínseco con la sociedad civil y mucho que aportar a la construcción de democracia y para que haya democracia se necesita prioritariamente formar ciudadanos en una cultura política democrática, amplia, incluyente, justa, participativa a la par que se brinda formación en los demás campos del saber. Se trata de destacar con fuerza una idea diferente de formación ciudadana, no la que prevalece en la actualidad estrechamente asociada a la productividad, la politiquería y la competitividad con fines de lucro.

“Mucho se habla hoy de la autonomía de la universidad. Pero la autonomía se constituye, se merece y se ejerce. La autonomía como competencia comunicativa es el ethos de la universidad y en ella se basa su sentido de dignidad y de servicio a la comunidad. Este servicio no consiste en proponer desde las teorías asuntos que para la sociedad civil son ajenos si ella misma no participa en su gestación y desarrollo. El ethos de la universidad es la comunicación, tanto en su interior como en relación con la sociedad civil” (Hoyos, 2003).

De ahí la insistencia en recalcar el papel formativo de la universidad que debe ir más allá de la formación profesional es áreas específicas del saber, para promover e incentivar, mediante una cultura política crítica, la formación del ciudadano que aporte a la construcción de una sociedad más justa, participativa e incluyente. Se trata de combinar las tareas de tres actores clave: Estado, comunidad académica, sociedad civil, en cinco escenarios estratégicos: lo público, lo cultural, las políticas educativas, lo normativo y lo económico (Hoyos, 2013: 60-63).

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Según el investigador y politólogo Alejandro Vargas (2013): las universidades públicas, y la Universidad Nacional en primer lugar, cumplen en las sociedades varias funciones que son vitales. Por un lado, contribuyen a la equidad social, en la medida en que la misma posibilita el acceso a la formación superior a sectores de medianos o bajos ingresos que si ella no existiera difícilmente podrían hacerlo; hoy día a éstas instituciones públicas de educación superior acceden un grupo de estudiantes provenientes de los estratos de menores ingresos, que difícilmente podrían hacerlo en otras condiciones. Y, por otro, son fundamentales para la construcción y consolidación de democracia, por cuanto son el escenario por excelencia para la discusión y el debate académico, la presencia de la diversidad de corrientes del pensamiento científico, posibilitado por el principio de amplia raigambre democrática de la libertad de cátedra, que permite la coexistencia de tendencias dominantes en el campo de la teoría y el análisis, con otras consideradas transitoriamente como de menor relevancia, pero que a su vez pueden contribuir a la comprensión de los fenómenos y a la construcción de respuestas frente a los mismos. Porque esa es la esencia de la democracia, la diversidad, la tolerancia entre los diferentes, aun los que no están con las modas transitorias, la confrontación civilizada de tesis y argumentos. “Todos los colombianos con seguridad queremos que nuestras universidades públicas mejoren y los primeros interesados son los propios miembros de las comunidades universitarias; en lo relativo a la calidad de su investigación, la docencia de excelencia, y su relación con la sociedad, que comúnmente llamamos extensión, sea realmente de primerísimo nivel; igualmente, que el manejo administrativo sea un modelo de gestión pública; que mejoren sustancialmente las posibilidades de acceso para los jóvenes de menores ingresos; es fundamental que los estudiantes tengan disponible un sistema de crédito educativo al cual acudir, si lo requieren. Pero todo esto no puede ser a cambio de que el Estado, como expresión de la sociedad organizada, abandone su responsabilidad de apoyar presupuestalmente la educación pública universitaria. El marchitamiento de la universidad pública es irresponsable con toda la sociedad, es un rasgo de tipo autoritario claro y en esa medida, sin lugar a dudas, representa un peligro para la democracia”4.

Es en ese escenario donde cobra mayor sentido la apuesta de la Universidad Nacional por una cultura política que, desde la academia y la investigación, forme, concientice y dinamice procesos de transformación y cambio social para nuestro país. De esa forma, lejos de atribuir funciones dicotómicas y aisladas, tanto a universidades públicas como privadas, pensamos que universidad y cultura política deben constituirse en dos realidades indisociables, inherentes a su propia naturaleza, fusionadas, interdependientes, a través de las cuales aspiramos a crecer como individuos y ciudadanos comprometidos con nuestro ecosistema público integral, con un Estado que asuma la responsabilidad que le corresponde. 4 Vargas, A. en: http://elpueblo.com.co/la-universidad-nacional-de-colombia-una-institucion-ligada-a-la-historia-colombiana/#ixzz2l1yydrn0

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El reto es apostar por la conformación y consolidación de una universidad, pública y privada, con definida vocación humanista que propugne y defienda los valores de lo constitutivamente humano y de la humanidad, por encima de intereses mezquinos de rentabilidad empresarial instrumental o de ideologización política. Una universidad más interesada en formar ciudadanos éticos, responsables, comprometidos solidariamente con construir democracia civilizatoria en su país, más comprometidos socialmente con sus semejantes que individuos aferrados instrumental y mezquinamente a sus respectivas áreas de productividad personal. Se trata de apuntarle a incentivar, impulsar y fortalecer más en nuestras universidades la ‘formación de una inteligencia crítica’, que haga contrapeso a la abrumadora racionalidad tecno instrumental administrativa que nos obnubila. Recuperar el valor del docente que acompaña con liderazgo de calidad humana y se solidariza con procesos de crecimiento integral. Una institución universitaria que fomente y propicie formación en valores y en discernimiento, con espacios adecuados para el ejercicio del diálogo, del pluralismo, de la tolerancia, de construcción de ciudadanía. Todos tenemos el enorme desafío de ‘reimaginarnos’ y soñar una nueva universidad, tanto pública como privada, si queremos ver surgir una nueva humanidad en el siglo XXI.

Discursos y reflexiones en torno a la Universidad y la Sociedad del conocimiento en la Universidad Nacional de Colombia El punto de partida del presente proyecto de investigación: “Universidad colombiana y Sociedad del conocimiento”, ha sido la comprensión y análisis crítico de la relación entre universidad y sociedad en relación con aspectos claves como sus funciones tradicionales de docencia-investigación y extensión, la calidad universitaria, y la formación en cultura política. En este apartado se presentan los resultados del proceso de análisis de los discursos y reflexiones sobre las relaciones entre universidad y sociedad del conocimiento en la Universidad Nacional de Colombia. Los resultados se agrupan en cuatro categorías: Idea de Universidad, Calidad y Funciones de la Universidad, Universidad y Cultura Política, Universidad y Sociedad del Conocimiento, a las cuales se hizo referencia previa en la metodología del estudio. (Figura 1). Las categorías sirvieron de ejes analíticos para orientar el análisis e interpretación de los documentos institucionales seleccionados y de testimonios recogidos mediante entrevistas. En esta investigación escogimos deliberadamente a un exdirectivo, un docente y un estudiante activo en la discusión de la reforma, en los tres casos con experiencia y conocimiento significativo de la vida académica, política y gestión de la 13


Universidad Nacional, que compartirán la visión de la universidad, especialmente, en sus transformaciones y adaptaciones a la política nacional y demandas del contexto más amplio.5 Una exploración de las notas esenciales de la idea de Universidad en los planteamientos institucionales En la Idea de Universidad está implícita la filosofía identitaria de la Universidad Nacional de Colombia, su razón de ser, sus intereses educativos. Los documentos institucionales seleccionados6 que hacen referencia a sus notas esenciales características, reflejan, de una u otra forma, el propósito central de ser una institución pública de educación superior al servicio del país. Encontramos su comprensión de la Idea de Universidad y todo aquello que orienta su quehacer específico en investigación, docencia y extensión solidaria. Tanto los documentos institucionales seleccionados como los testimonios 7 se analizaron a partir de estos interrogantes que, de una u otra forma, nos revelan la Idea de Universidad subyacente8. En los planteamientos institucionales se entiende la universidad como institución que articula la autonomía académica con el compromiso, la responsabilidad con el país, las relaciones intensas con el sector externo, la investigación de relevancia y la inserción en el mundo global. En relación a sus fines y naturaleza Dentro de la naturaleza y fines de la Universidad, se encuentra una institución que se reconoce a sí misma como un “órgano público9 estatal, autónomo e independiente, de rango constitucional [vinculado al MEN (PGD-p.17)] que cumple funciones no administrativas orientadas a promover el desarrollo de la educación superior hasta sus más altos niveles, fomentar el acceso a ella y desarrollar la docencia, la investigación, las ciencias, la creación artística y la extensión, para alcanzar la excelencia” (EG- Art. 1). Lo anterior hace que sus acciones se orienten principalmente a la Innovación, investigación, creatividad y la creación desarrollo de conocimiento. Aspectos que tiene en cuenta a la hora de direccionar sus actividades y de establecer las regulaciones 5 Aquí podría ampliar la explicación metodológica de cómo el estudio es documental y se complementó con tres entrevistas- veamos si es necesario al final 6 Definir las abreviaturas de los documentos: PGD – EG – EEBC – EEDA - EPA - NF 7 Aquí se puede decir con base en qué criterios se seleccionaron los entrevistados

8 ¿Cuáles serían las características esenciales de la Universidad Nacional como primera institución pública de educación superior en el país? En la práctica, ¿qué significa para la Universidad ser un órgano público, estatal autónomo e independiente?

9 “Se refiere a que tiene un carácter pluralista, pluriclasista y laico” (NF)

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para el trato con sus estudiantes y demás personal académico. Es así como se observa un amplio interés por el establecimiento de institutos de investigación que se encargan de promover la actividad investigativa interdisciplinar, en los cuales pueden participar tanto los docentes como los estudiantes, teniendo siempre como propósito fundamental en este espacio de construcción de conocimientos y otros, la formación de “profesionales e investigadores sobre una base científica, ética y humanística, dotándolos de una conciencia crítica, que les permita actuar responsablemente frente a los requerimientos y tendencias del mundo contemporáneo y liderar creativamente procesos de cambio”(EG-Art. 46). Dicho interés se hace manifiesto también en el Plan Global de Desarrollo en los siguientes enunciados:

“Formar profesionales e investigadores sobre una base científica, ética y humanística, dotándolos de una conciencia crítica, de manera que les permita actuar responsablemente frente a los requerimientos y tendencias del mundo contemporáneo y liderar creativamente procesos de cambio. Habrá un énfasis especial en el desarrollo de investigación desde múltiples formas organizativas (grupos, centros disciplinares y temáticos, institutos ínter y transdisciplinares) coordinadas en un sistema con metas claras, con políticas de fomento e instrumentos de comunicación eficaces, así como con programas integrados a grupos y redes en los ámbitos nacional e internacional. Los proyectos serán en gran medida comunes a pregrados y posgrados y tendrán canales de flujo expeditos entre ellos” (PGD – Pág. 19).

De otro lado, se observa el interés por consolidar una comunidad académica que responda a los principios de: responsabilidad social, universalidad, autonomía, excelencia académica, igualdad, transparencia, participación, cooperación, solidaridad, libertad de cátedra, compromiso con lo público, convivencia y pluralidad (EPA –Art. 5). Procesos que, en lo posible apunten al estudio y análisis de los problemas nacionales y propongan soluciones pertinentes (EG-Art. 3) o permitan “prestar apoyo y asesoría al Estado en los órdenes científico y tecnológico, cultural y artístico, con autonomía académica e investigativa” (NF). El Bienestar Estudiantil constituye la estrategia central para el fomento de las relaciones sociales entre la universidad y los estudiantes, a través de éste se establecen las normas básicas que orientan y regulan la participación de los estudiantes en la universidad, promoviendo una convivencia armónica en las relaciones dentro de la comunidad estudiantil y de esta con los demás actores que la conforman [EEBC art. 2]. Frente a las relaciones académicas, se han construido mecanismos de acompañamiento integral a los estudiantes en apoyo a sus procesos de formación. “En este sistema de acompañamiento concurren iniciativas diversas que, partiendo del reconocimiento de las libertades, oportunidades y de las diferencias individuales generan al interior de la institución procesos internos y externos que permiten el máximo desarrollo personal, profesional y disciplinar del estudiante” [EEBC art. 7].

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Además se trabaja fuertemente, desde los estatutos para que los estudiantes y docentes mantengan canales de comunicación abiertos que permitan, de un lado, respetar la autonomía del docente en relación con la libertad de cátedra y mecanismos de evaluación [EEDA art. 34]. Autonomía con compromiso y relevancia para el país En varios documentos institucionales, se encuentra gran coherencia en el reconocimiento que la universidad misma hace de su labor y carácter. Vincula autonomía con un compromiso al brindar una formación de calidad, por ejemplo, en el Estatuto General expone: “Pocas instituciones en el país tienen la potestad de darse sus propias normas de funcionamiento; la Universidad Nacional de Colombia es una de ellas y ha entendido esta potestad como una responsabilidad para con el país y con ella misma” (EG – Introducción); hecho que hace que ejerza su autonomía en el marco del buen funcionamiento, la eficiencia y la excelencia a través de mecanismos de organización que garantizan dichos principios, los cuales se encuentran estipulados en el mismo Estatuto General. Relacionado con este último aspecto, vemos como su Misión expresa:

“Contribuye a la elaboración y resignificación del proyecto de nación, estudia y enriquece el patrimonio cultural, natural y ambiental del país. Como tal lo asesora en los órdenes científico, tecnológico, cultural y artístico con autonomía académica e investigativa”.

Es evidente la búsqueda de la Universidad por retribuir a la nación misma el producto sus esfuerzos académicos e investigativos: “Prestar apoyo y asesoría al Estado en los órdenes científico y tecnológico, cultural y artístico, con autonomía académica e investigativa” (NF). En esta línea, se subraya que debido a su misma naturaleza: “la Universidad no responde a intereses particulares, lo que le permite pensar y proponer

soluciones a problemas nacionales por encima de intereses relacionados con una rentabilidad económica” (NF).

Aspecto que sin duda refleja el compromiso ético y político de esta entidad educativa para con el país. Cabe resaltar la necesidad de la Universidad por posicionarse en el campo nacional e internacional como una institución de educación superior de los más altos niveles. “Se mantendrá como la primera Universidad del país, y habrá de constituirse en una de las más importantes de América Latina y el Caribe, con pregrados de altísima calidad, dotados de infraestructura y técnicas didácticas modernas y flexibles que faciliten una rápida respuesta a los cambios y nuevos retos de su entorno e inserción en el mundo global” [PGD, pág. 19].

Es justamente en el marco de la Idea de Universidad en el que se hace alusión la relación con su carácter regional, donde se evidencia un interés por hacer presencia en las regiones con el propósito de brindar calidad de educación a los miembros de dichas regiones. Este aspecto en particular, además, permite que la universidad 16


pueda estudiar y analizar las problemáticas particulares de las regiones, con miras a “enriquecer el patrimonio cultural, natural y ambiental de la Nación y contribuir a su conservación”, a la vez que hace “partícipes de los beneficios de su actividad académica e investigativa a los sectores sociales que conforman la nación colombiana” [NF]. Procesos que, en lo posible apunten al estudio y análisis de los problemas nacionales y propongan soluciones pertinentes (EG-Art. 3) o permitan “prestar apoyo y asesoría al Estado en los órdenes científico y tecnológico, cultural y artístico, con autonomía académica e investigativa” (NF). Relaciones con el sector académico y productivo Es claro que la Universidad está interesada en establecer relaciones con otros entes e instituciones que le permitan responder a sus fines o cualificar sus mecanismos. Al respecto, muestra su acuerdo con la realización de convenios académicos nacionales e internacionales que aporten al avance intelectual de sus estudiantes y docentes, así como al mejoramiento de la calidad y acceso a la educación superior [EG, art. 4]. De igual manera, está abierta a la articulación con empresas y corporaciones que aporten al cumplimiento de sus objetivos. Frente a esto se enuncia dentro de los fines de la Universidad: “Participar en empresas, corporaciones mixtas u otras formas organizativas, para dar cumplimiento a los objetivos y funciones de la Universidad” [EG, art. 4] y “llevar a cabo investigación y extensión de frontera y relevante, con estrecha comunicación entre la Universidad y sectores productivos, sociales y gubernamentales del país” (PGD, pág. 19). Falta completar conclusiones

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Algunos testimonios sobre cómo se piensa y vive la idea de universidad: tres miradas en un mismo escenario En principio, el análisis de los planteamientos institucionales se suscribió a los límites de lo documental, preguntándose por la idea de universidad, pero en el rastreo fue necesario acudir a las ntrevistas a un exdirectivo, un profesor y un estudiante activo de la universidad. De acuerdo con el testimonio de un exdirectivo de la Universidad Nacional, es necesario distinguir entre dos modelos de universidad como son el napoléonico y el humboltiano, el primero considerado como modelo profesionalizante y el segundo como de investigación, de modo que lo “importante es que la universidad profesionalista napoleónica fue construida como una universidad al servicio del Estado. Mientras que la universidad de investigación humboltiana fue construida como una universidad al servicio del individuo, del ciudadano y yo creo que allá esté el quid de la cuestión” (MW, 09/2013). Partiendo de esta distinción, la universidad moderna de hoy, la idea de universidad está asociada a algunas funciones y atributos que son característicos de la universidad sea pública o privada, ya que la diferencia radica fundamentalmente en el origen del financiamiento pero no en la calidad del servicio, ni en las cosas esenciales, ni en sus obligaciones con los estudiantes, ni en sus obligaciones con la sociedad, como señala el entrevistado: Universidad al servicio del desarrollo del individuo [..] creo que la universidad moderna tiene que ser una universidad al servicio del desarrollo del individuo y por supuesto por ende del desarrollo social, a pesar pues, de muchas tendencias estatistas […](MW, 09/2013).

Universidad como actor social “la sociedad espera de la universidad que sea un actor directo, no una fuente de los actores, sino ella misma como actor directo de muchos procesos. Y en ese sentido tanto la investigación, como la cultura política, como el arte que tiene ya una dimensión diferente, es ya un foco de generación importante para estas cosas y eso también implica unas asociaciones diferentes a las que tenía .. (MW, 09/2013). “Así la sociedad está esperando ahora de la universidad, y creo que la universidad tiene un nivel de respuesta de eso, de que la universidad misma se constituye en un actor directo de desarrollos; de desarrollos económicos, de desarrollos políticos, sociales, culturales, etc. Es decir, no simplemente proporciona la gente que va a generar esos desarrollos…”

Universidad como servicio público “Hablamos de las buenas universidades privadas y de la buenas universidades públicas, como el ideal y como si fueran ellas todas, yo diría que las dos comparten las mismas responsabilidades y las mismas funciones. Siempre se ha dicho y yo creo que es cierto, que la educación es un servicio público, independientemente de si lo está haciendo una institución de carácter privado o una

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institución de carácter oficial, el servicio mismo sigue siendo un servicio público y posiblemente eso generó todo este lío que hubo con la propuesta del ánimo de lucro que introduce pues un sesgo que no es imposible, que eso no, que si hubiera sucedido pues tampoco hubiera sido una tragedia, habríamos tenido que hacer algunas diferenciaciones.” (MW, 09/2013).

Universidad en cambio dinámico y hacia una mayor apertura

“Y pienso que esto es importante, la universidad obviamente ha evolucionado también desde Humboldt para acá y ha evolucionado con la sociedad, y con la misma sociedad del conocimiento que se mencionaba anteriormente y creo que ha adquirido nuevos retos; digamos que son nuevos retos que le infieren también características nuevas a esta misma universidad que siendo una universidad de investigación, que siendo una universidad al servicio de la persona, tiene que asumir otras cosas; digamos que la principal de ellas o la central de ellas es el hecho de que la sociedad tiene expectativas por encima de las tradicionales expectativas que le genera gente profesional posgraduada […] La universidad es eso, es realmente ahora una institución en cambio dinámico, una institución que se está abriendo muchísimo más ante la sociedad y que me parece, y yo soy malo para profeta, pero piensa uno que esa es la dirección que en la que se está yendo, hacia una dirección de más apertura, no de menos apertura…”(MW, 09/2013).

Desde la percepción y testimonio de uno de sus docentes se destaca igualmente con especial énfasis: En elaboración Y finalmente, el testimonio de uno de los líderes estudiantiles, perteneciente a la MANE, subraya lo siguiente sobre la Idea de Universidad: Carácter pluralista –

“La constitución dice que la universidad pública tiene un carácter pluralista, laico, la universidad no responde a intereses particulares, lo que le permite pensar y lo que le permite hacer proposiciones por encima de intereses relacionados con la rentabilidad económica. Sin embargo, hace algunos años, cuando estábamos en la administración Wasserman, la Vicerrectora General, señaló que en el mediano plazo ya había que pensar en cuales eran las facultades que había que liquidar porque no había una tasa de retorno que les permitiera funcionar. Entonces pues claro, lo que uno ve les decía yo: la facultad de ciencias económicas pues genera unos recursos enormes, muchísima plata, incluso ayuda a sostener el nivel central y los recursos que van a central se distribuyen en el resto de las facultades. La de ciencias y la de ingeniería igual; pero entonces la de artes qué…? […]Lo cierto es que la realidad de la universidad pública, por cuenta de dos fenómenos, que son el de la financiación y el de la falta de autonomía, se ha venido transformando radicalmente” [Estud. Mane 10-09-13].

De extensión solidaria o “En extensión hoy la universidad pública tiene que elegir entre hacer extensión solidaria o extensión remunerada, extensión con una comunidad de campesinos o con una empresa privada y todo por cuenta de la desfinanciación, y entonces claro, eso desdice mucho de su carácter […] Se plantea que la Universidad ha privilegiado la investigación sobre la formación y esto se debe a que la investigación en su mayoría responde a los intereses de la empresa privada” [Estud. Mane 10-09-13].

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Refleja la realidad pluricultural/diversidad del pais

“La Universidad Nacional, creo que más que ninguna otra universidad, refleja la realidad del país, esto es como un país chiquito. Uno ve estudiantes de todos los estratos sociales, uno estudia al lado de un indígena Arahuaco o al lado de un Afro y eso es de las cosas buenas que tiene la universidad; y a su vez, también refleja las dificultades que hay alrededor […] Podría estar relacionada con la idea de espejo planteada por Wasserman

Referente del país […] Hay un montón de gente que se esfuerza porque esa universidad sea la mejor del país, bueno porque siga siendo el referente del país”[ Estud. Mane 10-09-13].

Educación pública asequible y responsable con el país

“El centro de educación superior en Colombia tienen que ser la educación pública […] La universidad no es para formar buenas personas, ese no es el propósito de las universidades. No importa que un ingeniero sea una buena persona, si se le caen los puentes. A mí no me importa que la gente sea una buena persona en las universidades” […] “La universidad ha dejado a un lado la responsabilidad social que tiene con el país, por cuenta también del proceso de desfinanciación y falta de autonomía, entonces la universidad vive, esto suena feo pero en muchos casos es así, vive es vendiéndose al mejor postor. Entonces haciéndole los sistemas de riego a los beneficiarios de Agro Ingreso Seguro o en el Proyecto del Quimbo o mandando a los geólogos a que hagan los procesos de exploración del Anglo Gold, bueno cosas así de ese tipo […] Yo también insisto que es necesario el sistema de autonomía y de la democracia. O sea financiación sin autonomía y sin democracia se convierte en el instrumento del Gobierno de turno, que ese es el lio que tiene hoy la universidad, la instrumentalización por parte de los poderes económicos y de gobierno; porque también es poder económico” [Estud. Mane 10-09-13].

Autonomía universitaria: tensiones y encrucijadas Además de su carácter público y estatal, la autonomía universitaria es uno de las características que más se subraya en torno a la idea de universidad. “La Universidad Nacional como institución autónoma e independiente: Bueno yo diría que ese es un gran problema, el problema de la autonomía universitaria, el concepto de autonomía universitaria, es un problema muy complejo, muy neurálgico. Por ejemplo para ir rápidamente al asunto, el problema de la autonomía suele confundirse con extra territorialidad, es decir, la Universidad Nacional la vemos como si fuera una iglesia en la edad media, donde toda clase de delincuentes va y se pone a salvo de las autoridades del Estado, porque tienen allá un refugio independiente. La Universidad Nacional tiene problemas muy graves en ese sentido, tiene problemas agobiantes, tráfico de drogas, delincuencia común, mezclado esto con asuntos de digamos con dimensiones de protesta política, política social, etc.” […] “Digamos uno tiene que diferenciar. La autonomía de índole académica, bueno yo creo que digamos si entendemos esto un poco en lo que se refiere a cátedra, libertad de catedra, etc., yo creo que eso relativamente funciona por lo menos hasta la fecha; pero digamos el problema no se reduce solamente a la cátedra, en el problema también hay una dimensión pública de la universidad que digamos que no la veo tan liberal como aparecería y no hay instancias que puedan regular, que puedan facilitar esa autonomía”. […] “La autonomía es un valor universitario por supuesto; la autonomía debe significar que hay la posibilidad de que se expresen con la debida argumentación y dentro de determinadas restricciones de convivencia pública; todas las posiciones posibles eso me parece a mí que es un valor que no puede ser negado, pero digo que si se asume de una manera ingenua, entonces resulta que por un lado eso no se da y por el otro lado yo digo la autonomía no puede

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significar tampoco una completa independencia, con respecto a la sociedad, porque finalmente son recursos sociales y la sociedad tendría que tener derecho a examinar cómo están funcionando esas inversiones, esos recursos”(LP, 10/2013).

Autonomía universitaria y presupuesto “La autonomía tiene varias dimensiones, una es la académica, otra es la presupuestal y otra es la investigativa y eso. En la académica hay la posibilidad que la universidad defina las comunidades académicas definan su rumbo en materia de investigación y extensión; en materia de presupuesto, es la posibilidad que tienen las universidades de definir en que se gastan su plata, pero no de conseguirla; no de la autonomía que habla el gobierno que es como ustedes son autónomos ustedes se encargan de conseguir su plata, no. La tercera es un poco administrativa y tiene que ver con el Gobierno: Las públicas deben darse su propia forma de gobierno privilegiando los tres estamentos que la componen: los estudiantes, los profesores y los trabajadores, dejando al Gobierno en minoría, por norma. Por norma las comunidades universitarias deben ser la mayoría entre los Consejos Superiores, que es el co-gobierno que nosotros planteamos, que es lo que hoy no ocurre […] El papel del Estado no es el de instrumentalizar la universidad”[Estud. Mane, 10-09-13].

Síntesis de la categoría En relación con esta primera categoría de Idea de Universidad, encontramos que la Universidad Nacional subraya con insistencia su compromiso como institución pública de educación superior que se debe y le pertenece a los estudiantes y al país; en esta medida, se plantea dentro de sus propósitos el fomento al acceso a una educación superior de calidad, en especial de las clases menos favorecidas, y la investigación con miras a la formulación de soluciones pertinentes a los problemas del país y la reflexión permanente sobre los mismos, siempre en el marco de su autonomía institucional. No obstante, se da una tensión creciente entre los diferentes procesos de autonomía universitaria y los intereses mercantiles de la empresa privada, cada vez más afincados con más fuerza en los distintos estamentos universitarios, que privilegian la investigación sobre la formación. Se resalta igualmente la clara conciencia entre sus miembros de ser un actor social protagónico del devenir histórico del país, que se constituye en instancia crítica de conocimiento, formación política ciudadana y cultura democrática. La mirada y visión institucional lejos de ser endógena se proyecta como referente de conocimiento y desarrollo para todo el país. Según reciente publicación del órgano de difusión institucional UNPeriódico: “La Universidad Nacional de Colombia es el ícono de la educación superior en el país y un camino corto para su inserción real en el contexto internacional […] Somos un vínculo entre la Nación y el Mundo” (UNPeríódico, domingo 8 de diciembre de 2013).

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Universidad y Sociedad del Conocimiento: Si bien el Informe Mundial de la Unesco de 2005 titulado: “Hacia las Sociedades del Conocimiento” se pregunta si tiene sentido construir sociedades del conocimiento, cuando la historia y la antropología nos enseñan que desde la más remota antigüedad todas las sociedades han sido probablemente sociedades del conocimiento cada una a su manera (UNESCO, 2005, p. 17), en el contexto de esta investigación, sobre esa base, aludimos a la categoría “Sociedad del Conocimiento” en el propósito ideal de conseguir dentro de una institución como la Universidad Nacional de Colombia un ámbito público del conocimiento que, en la actualidad, se ve ostensiblemente ampliado por la difusión de nuevas tecnologías y la aparición de la red pública de Internet. Así, el sentido integrador de esta categoría apunta al espíritu que nos plantea el documento de la UNESCO: “Una sociedad del conocimiento ha de poder integrar a cada uno de sus miembros y promover nuevas formas de solidaridad con las generaciones presentes y venideras. No deberían existir marginados en las sociedades del conocimiento, ya que éste es un bien público que ha de estar a disposición de todos” (UNESCO, 2005, p. 18). La pregunta es entonces si poseemos los medios que proporcionen un acceso igual y universal al conocimiento y un auténtico aprovechamiento compartido de éste. “El hecho de que nos refiramos a sociedades, en plural, no se debe al azar, sino a la intención de rechazar la unicidad de un modelo “listo para su uso” que no tenga suficientemente en cuenta la diversidad cultural y lingüística, único elemento que nos permite a todos reconocernos en los cambios que se están produciendo actualmente. Hay siempre diferentes formas de conocimiento y cultura que intervienen en la edificación de las sociedades, comprendidas aquellas muy influidas por el progreso científico y técnico moderno. No se puede admitir que la revolución de las tecnologías de la información y la comunicación nos conduzca –en virtud de un determinismo tecnológico estrecho y fatalista–a prever una forma única de sociedad posible” (UNESCO, 2005. Hacia las sociedades del conocimiento, p. 17).

De ese modo, las preguntas orientadoras que de alguna manera nos ofrecieron luces sobre esta categoría, tanto en los documentos explorados como en los testimonios recogidos, fueron: ¿Cree usted que la Universidad Nacional está a la vanguardia en la producción de conocimiento científico10?, ¿De qué manera lo realiza? En su opinión, ¿qué uso tiene el conocimiento que se genera en la Universidad? Para Ud. ¿qué significa “uso intensivo del conocimiento” al cual aluden los documentos institucionales de la Universidad Nacional? ¿Qué relación se establece entre ‘conocimiento’ y ‘excelencia educativa’ en la Universidad Nacional? Los ejes transversales que nos muestran la categoría Sociedad del Conocimiento subyacente en los documentos pueden compendiarse de la siguiente manera: 10 Relación universidad-empresa; reflexión sobre el conocimiento que se genera y la posibilidad de que éste se utilice para la solución de problemas; producción de revistas y desarrollo de investigaciones.

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Apropiación y uso intensivo del conocimiento La formación de excelencia en la Universidad Nacional se encamina hacia la acción, pues se relaciona con la “apropiación, producción, difusión y socialización de los conocimientos, las tecnologías, las artes y la cultura, y la formación de futuros miembros de las comunidades profesionales y disciplinarias del país, a quienes deberán dotar, dentro de un marco ético, de las herramientas conceptuales y metodológicas, y de las destrezas necesarias para el ejercicio de sus funciones profesionales o académicas, en un contexto de cambios culturales, científicotécnicos, sociales y económicos, con el propósito de contribuir a la consolidación de la democracia y a la construcción de la nación colombiana en una perspectiva universal” [EPA art. 4]. Vemos así como el uso del conocimiento apunta a la apropiación que se puede hacer de éste, en especial para llevar la solución de las problemáticas actuales del país. Lo que implica estar en capacidad de “asimilar críticamente y crear conocimiento en los campos avanzados de las ciencias, la técnica, la tecnología, el arte y la filosofía [PGD, pág. 17]. Constante actualización y construcción de conocimiento Vemos así, que prima la constante actualización y construcción de conocimiento como uno de los principios reinantes en sus acciones, al punto de ser determinante a la hora de establecer a los miembros activos de su comunidad “los integrantes del personal académico para legitimar su autoridad intelectual y mantener su presencia como miembros activos en comunidades académicas nacionales e internacionales, tendrán entre sus deberes la actualización permanente en su área y en los procesos pedagógicos correspondientes, y la producción de conocimiento” (EPA – Art. 5). Desde la percepción y testimonio de un ex directivo de la Universidad Nacional sobre la Idea de Universidad, a partir de los interrogantes planteados, a propósito de Universidad y Sociedad del Conocimiento subrayó entre otras cosas lo siguiente:

“[…] la sociedad y las economías son sociedades de conocimiento y economías de conocimiento, no solamente por la productividad y la producción, también por el manejo social, el manejo de las poblaciones, de la capacidad que está muy dependiente del conocimiento; como un ejemplo la forma como nos comunicamos ahora y todo eso. Y obviamente, cómo la universidad, institución fundamentalmente generadora de conocimiento y transmisora de conocimiento, pues tiene que jugar un papel central y cuando habla de la apertura de la sociedad, de la comunicación con la sociedad y escuchar las preguntas de la sociedad y todo, pues está muy relacionado con esto…” (MW, 09/2013). “[…] De insertarse y de dar respuestas desde el conocimiento, no desde una posición ideológica a priori, sino desde el conocimiento, entonces, a partir de investigaciones de todo tipo, desde las sociedades humanísticas, también ingenieriles, y básicas todas las que quieran dar respuestas; pero dar respuestas con una fuerte base en el conocimiento y en la generación del conocimiento y eso mismo pues lo hace un actor directo, como decía al principio, la universidad es un actor directo en la sociedad porque da respuestas basadas en lo que la universidad hace que es generar y transmitir conocimiento” (MW, 09/2013).

En el mismo sentido agrega

“[…] Digamos que en el campo de la investigación, pues creo que la universidad en un principio lideró y ahora participa activamente, pero en un principio incluso lideró y casi que forzó un poco la

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generación de esas asociaciones de universidad-empresa-estado las alianzas, universidad-empresaestado, en todas sus sedes en Bogotá, en Medellín, en Manizales, en Palmira en todas partes, entonces generamos la investigación misma; organizamos unas agendas nacionales, que se llaman así mismo agendas nacionales en las cuales lo que hicimos fue cruzar y usar nuestros potenciales con las preguntas y las necesidades que detectamos en la sociedad a través de foros, a través de conversaciones y con contacto con actores múltiples y así se consolidó realmente un sistema con varias agendas de conocimiento y entramos, por ejemplo, a participar en los estudios de desarrollo prospectivos en todos los lugares en donde estamos, sobre todo en las sedes de frontera, Arauca, Amazonas, San Andrés, Pacífico Sur, allí estuvimos nosotros muy involucrados en eso, en los estudios prospectivos en Manizales también, en la generación de la idea del parque agroindustrial del Pacífico en Palmira […]”(MW, 09/2013).

La percepción y testimonio sobre Universidad y Sociedad del Conocimiento de uno de sus docentes subraya, entre otras cosas: “Realmente yo pienso que el punto central digamos del fortalecimiento institucional de sociedades fuertes tienen que ver con el conocimiento, un conocimiento sólido, desarrollado, la sociedad es una sociedad muy endeble, muy sometida a movimientos telúricos, no hay instituciones sólidas, yo pienso que la valoración de instituciones sólidas tiene que ver mucho con el nivel educativo […] Yo diría que ahí nosotros tenemos una carencia quizás, y es que tenemos comunidades científicas que yo creo que son débiles o que no son lo suficientemente fuertes. Tendríamos que pensar más en el problema, digamos en la dimensión del fortalecimiento de las comunidades científicas, no necesariamente, no principalmente en su aspecto gremial, en el aspecto de asociaciones: Sociedad Colombiana de yo no sé qué, no. Pero sí en el trabajo de esa dimensión de interacciones en el desarrollo de proyectos investigativos conjuntos de cierta complejidad” (LP, 10/2013).

Finalmente, el testimonio de uno de los líderes estudiantiles, perteneciente a la MANE, sobre Universidad y Sociedad del Conocimiento, hace énfasis en: Diferentes modelos de sociedad del conocimiento “[…] En el mundo de hoy, hablando de la sociedad del conocimiento, hay un montón de países que desarrollan alto nivel de conocimiento y su producción está basada en la complejidad, en agregar mucho valor a las materias primas, etc., etc., en la producción de bienes de capital, y luego hay otros países, como Colombia, que estamos casi que destinados por ley divina a producir bananos y uchuvas y un poco de pendejadas […] La universidad tiene que entender que se mueve en ese contexto, o sea, a cada modelo de país le corresponde un modelo de educación. Nos tocó ser una sociedad de cazadores y recolectores, luego la universidad se tiene que acomodar a eso […]” (Estud. Mane, 10-09-13).

Diferencia entre los documentos institucionales y la realidad “Insisto, hoy las universidades, no solo las públicas, sino las privadas también tienen un lío duro y es que cada día en este modelo de desarrollo sobran bastante los contenidos con alto nivel científico […], los contenidos están pasando a un segundo lugar; seguramente salvo en aquellas áreas académicas que así lo requiera el modelo; entonces mirando algunas cifras del Observatorio Laboral del Ministerio sobre cómo están los egresados, quienes ganan mucho y quienes gana poco, y parece que hoy los geólogos son los que más ganan en Colombia y los ingenieros de minas y, pues claro, cómo no va a ser así, un país que tiene el 40% del territorio nacional al servicio de la explotación y exploración del área minero-energética, seguramente allí tendrán que aprender alguna cosa, seguramente allí a las multinacionales mineras les servirá que esos mineros sepan alguna que otra vaina […] O sea, digamos que hay una diferencia muy grande entre lo que se proclama en los documentos estar a la vanguardia

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en la sociedad global del conocimiento y lo que en realidad digamos se está desarrollando […] a la vanguardia de nada…”(Estud. Mane, 10-09-13).

Síntesis de la categoría En relación con esta categoría de Universidad y Sociedad del Conocimiento se percibe, al menos a nivel de documentos institucionales, un claro interés por estar cada vez mejor posicionados, al menos a nivel nacional, en la vanguardia de producción, apropiación y difusión de conocimiento, no obstante, la realidad empírica de esos alcances todavía dista mucho de poderse equiparar al de los países modelos en producción y desarrollo aplicado de conocimiento. Más allá de la implementación y adecuación de infraestructura tecnológica de punta en la universidad, la cual requiere todavía de un fuerte empuje de inversión y actualización por parte del Estado, se reconoce que hace falta constituir comunidades científicas fuertes, con una producción sólida de conocimiento útil y benéfico para la sociedad. Si bien se han liderado alianzas entre universidad, empresa y Estado, falta fortalecer y consolidar agendas regionales y nacionales con desarrollos prospectivos de conocimiento. De todos modos, el consenso es generalizado en cuanto a la percepción de la universidad como institución generadora y transmisora de conocimiento con proyección social. Como sostiene Leopoldo Múnera (2005), académico investigador de la Universidad Nacional de Colombia: “Estamos entonces asistiendo al nacimiento de la nueva universidad. Una suerte de fábrica del conocimiento útil, coyunturalmente flexible de acuerdo con la demanda, funcional y acrítica, evaluada permanente en términos de su eficacia y rentabilidad económicas, y orientada a integrar los ámbitos locales y regionales al mercado global [...] La nueva universidad produciría eficientemente mercancías académicas efímeras o simplemente útiles, pero frenaría el desarrollo de las capacidades de innovación que no estuvieran ligadas inmediatamente a la rentabilidad económica. Las conquistas culturales conseguidas con la universidad tradicional saltarían en el aire ante el paso arrollador del capitalismo académico” (Múnera, L., 2005).

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Calidad y Funciones de la Universidad (Fabiola - Milena) Universidad y Cultura política (Fabiola- Milena) Sabemos que cada institución de educación superior, pública o privada, tiene un acento educativo propio, específico; éste en muchos casos no es explícitamente declarado, sin embargo, se refleja en su filosofía institucional y en sus prácticas académicas. En ese sentido, hemos optado por privilegiar en el marco conceptual de la investigación a esta institución pública lo que, a nuestro juicio, constituye uno de los énfasis educativos más característicos de la Universidad Nacional de Colombia. En síntesis… En términos generales, a lo largo de estos documentos y testimonios se percibe un interés claro por construir y desarrollar una institución de educación superior con el más elevado sentido de excelencia académica, que produce y transmite conocimiento al servicio del desarrollo del país. Una universidad de los estudiantes y para los estudiantes, que más allá de la formación profesional, propende por la formación integral y de calidad de sus estudiantes, a la vez que brinda espacios para la construcción de comunidad para los demás miembros que la componen. No obstante, en palabras del analista e investigador L. Múnera (2005): “la universidad pública debe enfrentar el desafío de las tendencias dominantes en las políticas públicas para la educación superior que llevarían al desmonte de la universidad pública, tal como la conocemos hoy en Colombia y América Latina [...]; las transformaciones en la producción del conocimiento aumentarían la subordinación cultural de nuestros países e imposibilitarían el desarrollo de un proyecto académico y científico acorde con las necesidades de nuestras sociedades ... (Múnera, 2005). (Falta complementar...)

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