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Clasificación de las fracturas
Realmente no existe ninguna clasificación ideal para las fracturas, ya que estas pueden agruparse según diferentes aspectos, cada uno de los cuales aporta una información que puede ser relevante a la hora de aplicar uno u otro tratamiento. Quizás la clasificación más completa es la propuesta por el grupo de especialistas en ortopedia AO (siglas del alemán de Arbeitsgemeinschaft für Osteosynthesefragen), en la cual, mediante un sistema alfanumérico se da una gran cantidad de información sobre el hueso afectado (hueso, localización, tipo de fractura y, como punto más relevante, se incluye una valoración subjetiva de la dificultad en cuanto a su tratamiento). Básicamente dicha clasificación consistiría en lo siguiente: • A cada hueso se le adjudica un número: • Húmero: 1 • Radio/cúbito: 2 • Fémur: 3 • Tibia/peroné: 4 • A continuación, se incluye otro número correspondiente al segmento en el que se ha producido la fractura: • Proximal: 1 • Tercio medio: 2 • Distal: 3 • Posteriormente se agrega una letra que define el tipo de fractura: • Fractura simple: A • Multiple: B • Compleja: C Cada grupo se subdivide así mismo en tres subgrupos en función de la dificultad que conlleva su resolución: del 1 al 3 de menor a mayor complejidad, respectivamente (fig. 1). De esta manera, una fractura transversa de fémur se clasificaría como 32A1, mientras que si es distal y muy difícil de solucionar sería una 33C3. Esta clasificación se complica cuando se añaden las fracturas de las epífisis: • No afecta a la articulación: A • Afecta parcialmente a la articulación: B • Fractura articular compleja: C 14
A continuación se van a proponer una serie de clasificaciones de las fracturas que pueden ser de utilidad, dado que cada una de ellas puede aportar alguna característica interesante con respecto al tratamiento que se puede plantear:
IMPLICACIÓN DE LOS TEJIDOS BLANDOS Atendiendo a la afección o implicación de los tejidos blandos, se pueden clasificar en:
Fracturas cerradas No existe contacto entre el hueso y el exterior, es decir, la piel se mantiene intacta. Son las fracturas más frecuentes. Se consideran estériles y no suelen tener problemas añadidos en cuanto a la vascularización.
Fracturas abiertas Existe o ha existido contacto entre algún fragmento óseo y el exterior. La piel ha sido dañada, bien desde el exterior o desde el interior. Este tipo de fracturas se clasifican en tres grados según su gravedad: • Grado I: algún fragmento óseo, que no es visible, ha perforado la piel rasgándola desde el interior. • Grado II: existe una ligera exposición de algún fragmento óseo (fig. 2). • Grado III: el foco de fractura es totalmente visible con pérdida de tejidos blandos e incluso de fragmentos óseos (fig. 3). En las fracturas abiertas, en las que los tejidos blandos se lesionan, la vascularización se ve comprometida de tal manera que los procesos de cicatrización se ralentizan. Evidentemente, este fenómeno se agrava cuanto mayor es el grado de exposición al exterior. Cuando la pérdida de tejidos blandos es muy grave puede que no sea posible cubrir completamente el tejido óseo. Sin embargo, siempre se debe intentar volver a cubrir el periostio con este tipo de tejidos para preservar su vascularización, dado que, como ya se ha mencionado, desempeña una función muy importante en las primeras fases de la cicatrización ósea.