PY100426 Reeducación postural global

El raquis cervical.

Fisiología, fisiopatología, principios de tratamiento

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Rita Menezes, Philippe E. Souchard

INTRODUCCIÓN El raquis cervical es la zona más compleja de toda la columna vertebral.

Desde el punto de vista de la estática, garantiza la posición de la cabeza, mientras que en el plano cualitativo asegura la hegemonía de la horizontalidad y la estabilidad de la mirada.

Desde el punto de vista de la dinámica, es el lugar de máxima movilidad, capaz de permitir los movimientos de la cabeza en todas las direcciones, la mayoría de las veces en armonía con los músculos oculomotores.

Además, el raquis cervical se divide en dos niveles: • un nivel superior, formado por las articulaciones occipital-C1 y C1-C2, cuyo papel es fundamental en los ajustes posicionales de la cabeza;

• un nivel inferior, que se origina en la articulación C2-C3 y que desciende hasta C7 (figura 8.1). Su papel es, al mismo tiempo, estático y dinámico.

Por otra parte, su gran movilidad expone todo el sistema a importantes desviaciones morfológicas (escoliosis cervical con rotación de las apófisis espinosas hacia la convexidad, las rectificaciones cervicales, la antepulsión de la cabeza, etc.).

Esta movilidad favorece las lesiones articulares, a nivel superior e inferior, creando síntomas importantes. Además, las compensaciones en la interdependencia regional o global, relacionadas con sistemas integrados de coordinación neuromuscular, son importantes cuando se introducen correcciones.

El ráquis cervical superior

El ráquis cervical inferior

Figura 8.1 Raquis cervical superior e inferior.

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0° = 5 kg

30° = 18 kg

45° = 5 kg

Figura 8.2 Línea de gravedad y peso cefálico relativo en función de la flexión anterior.

Por último, hay que señalar que algunas actividades profesionales requieren una atención visual constante o repetitiva, delante de la pantalla del ordenador y en posición de sentado, provocando a menudo la antepulsión de la cabeza y aumentando considerablemente la actividad tónica de los músculos espinales (figura 8.2).

El raquis cervical requiere, por tanto, toda nuestra atención, precisión diagnóstica y una alta calidad de intervención manual adaptada a su fragilidad.

FISIOLOGÍA DEL RAQUIS CERVICAL SUPERIOR Además de su capacidad para regular los movimientos propios de cabeza y cuello, gracias especialmente a los músculos cibernéticos (recto menor, recto mayor, oblicuo menor, oblicuo mayor), el raquis superior, formado por las articulaciones del occipucio con C1 y de C1 con C2, permite, gracias a la acción del músculo esternocleidooccipitomastoideo, una inclinación de la cabeza hacia el lado de la contracción, junto a una rotación contralateral. Es un movimiento antigravitatorio que permite alzar la mirada de forma asimétrica (figura 8.3).

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Figura 8.3 Movimiento determinado por la contracción del esternocleidomastoideo por un lado.

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FISIOLOGÍA DEL RAQUIS CERVICAL INFERIOR

DEFORMACIONES MORFOLÓGICAS

El punto de partida superior es la articulación entre C2 y C3. La acción de los músculos espinales a este nivel, junto con la inclinación de las apófisis articulares (figura 8.4), da lugar a una inclinación de la cabeza y del cuello, con una rotación homolateral. Es un movimiento gravitatorio que permite la mirada asimétrica hacia abajo (figura 8.5).

Plano sagital Las rectificaciones cervicales son extremadamente frecuentes (figura 8.6). Están relacionadas con la retracción del músculo largo del cuello y, en menor medida, del recto anterior mayor.

Figura 8.4 Raquis cervical inferior; inclinación y rotación homolateral del cuerpo vertebral.

A

Figura 8.5 Movimiento debido a la inclinación posteroinferior de las apófisis articulares.

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B

Figura 8.6 (A) Lordosis cervical fisiológica; (B) rectificación cervical.

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Esta acción antigravitatoria es esencial para sostener el occipucio.

Los músculos espinales nucales y, en particular, el complexo mayor, permiten el mantenimiento del occipucio y, por tanto, una posición normal de la cabeza respetando la horizontalidad de la mirada, aunque su peso anterior es mucho mayor respecto al punto de apoyo en C1.

Se trata de una palanca en la que el punto de apoyo se interpone entre dos fuerzas aplicadas sobre un único apoyo, con frecuencia presente en las funciones de erección.

El raquis cervical inferior es el eje central de una balanza cuya masa anterior es más pesada. Esto determina la necesidad de una mayor tracción estabilizadora posterior del occipucio y, por consiguiente, de un refuerzo delantero similar del raquis cervical, para evitar la hiperlordosis.

Estas acciones complementarias pueden garantizar el equilibrio de las tensiones recíprocas (figura 8.7).

Los músculos delanteros del raquis cervical son, por tanto, antigravitatorios, al igual que los músculos espinales. Sin embargo, en el caso de una rectificación cervical, o incluso de una cifosis cervical, postraumática o asociada a una antepulsión de la cabeza, el raquis cervical superior puede intervenir, gracias a su función adaptativa, para salvaguardar la horizontalidad de la mirada (figuras 8.8 y 8.9).

A

B

Figura 8.8 (A) Cifosis cervical postraumática no compensada.

Pérdida de la horizontalidad de la mirada; (B) cifosis cervical con antepulsión de la cabeza, de origen morfológico, con compensación en lordosis específica de la primera vértebra cervical. Esto garantiza la horizontalidad de la mirada.

Figura 8.9 Organización de la retracción muscular de la figura 8.8B.

Plano frontal En el plano frontal, a veces podemos observar la presencia de una escoliosis cervical y de una desviación de la cabeza (figura 8.10A).

Combinación con rotaciones Se pueden observar, incluso en las radiografías, desviaciones de la cabeza que el raquis cervical superior no ha podido compensar y que corresponden a las desviaciones ilustradas en la figura 8.10B-C. Figura 8.7 La horizontalidad de la mirada en el plano sagital.

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A

B

C Figura 8.10 (A) Escoliosis cervicodorsolumbar; (B) inclinación y rotación homolateral de la cabeza, debido al raquis cervical inferior; (C) inclinación y rotación contralateral de la cabeza (esternocleidooccipitomastoideo y raquis cervical superior). En los casos (B) y (C) no se observa ya la horizontalización de la mirada en el plano frontal.

DIAGNÓSTICO El examen morfológico debería realizarse por delante, por detrás y de perfil. Según el principio ya mencionado en otras secciones de este libro, una retracción provoca el efecto de una contracción permanente, lo que permitirá, al principio y a partir de los dismorfismos, identificar los principales músculos o grupos musculares que, precisamente, están en retracción.

En la observación de perfil se deberá comprobar, en primer lugar, que se mantenga la horizontalidad de la mirada.

En caso de dolor o síntomas, se rellena una historia clínica para conocer la historia de la patología y, más concretamente, se analizan los datos de la actualidad.

El paciente debe indicar la zona dolorosa y simular el movimiento que no consigue realizar correctamente o bien que provoca el dolor o síntoma asociado.

El fisioterapeuta, por tanto, intenta reajustes correctivos, en primer lugar sobre la morfología, en las diferentes posiciones de los sistemas integrados de coordinación neuromuscular: • de pie, con brazos en aducción; • de pie, con brazos en abducción; • sentado, con brazos en aducción; • sentado, con brazos en abducción.

Los intentos de reajustes que resulten imposibles o causen dolor o un síntoma en una o más de las cuatro posiciones básicas, y que permitan asociar en todas sus combinaciones posibles los sistemas integrados de coordinación neuromuscular, permiten la elección de la o las posturas de tratamiento más adecuadas. Esta elección se realiza en función del principio de que la postura más adecuada es aquella en la que el paciente presenta las mayores dificultades. Las posturas del tratamiento se realizarán, por supuesto, en posición supina.

En caso de lesión articular, después de haber identificado la postura (o las posturas) más eficaz, se realizan los microtests de palpación en las zonas de patología en la posición inicial de dicha postura (figura 8.11).

Figura 8.11 Microtest de palpación en caso de lesión. En la palpación posterolateral no se puede tocar la primera vértebra cervical.

El dolor en el espacio comprendido entre el occipucio y la C2 indica una lesión.

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Tercer nervio cervical Segundo nervio cervical o nervio occipital mayor de Arnold

Primera vértebra cervical

Segunda vértebra cervical

Es bien sabido que, en la reeducación postural global (RPG), una lesión articular responde a esta definición: «microrreducción de la movilidad, con modificación del eje articular fisiológico, dolor y componente de aplastamiento».

La movilidad del raquis cervical es tal que una lesión puede aparecer incluso antes de alcanzar el eje morfológico normal o incluso más allá del eje, por ejemplo, al final de la rotación o del movimiento de lateroflexión de la cabeza y del cuello.

En este caso, se necesitarán contracorrecciones de las vértebras fijadas en una situación de bloqueo.

Figura 8.12 Organización en forma de «plexo» de nervios cervicooccipitales.

Las lesiones del raquis cervical superior son muy frecuentes. La necesidad de adaptación, a menudo de manera permanente, a comportamientos cervicocefálicos morfológicamente contradictorios, implica una microrreducción de la movilidad, la aparición de disfunciones y, por tanto, una patología lesiva. Por otra parte, también puede verse afectado directamente por varios traumas, como en el caso del «latigazo cervical» (whiplash).

El gran nervio occipital de Arnold, procedente del espacio intervertebral C1-C2, termina en la parte media del hueso parietal y completa la organización nerviosa cervicocefálica. El nivel de su origen en el

SÍNTOMAS ASOCIADOS

Nervio occipital mayor (Arnold)

Numerosos síntomas pueden estar presentes y, a menudo, se asocian con problemas oculomotores o temporomandibulares que deben tratarse simultáneamente.

Cefaleas Los nervios occipitales salen de los espacios intervertebrales entre el occipucio y C1, entre C1 y C2 y entre C2 y C3.

Siendo bilaterales, forman efectivamente una red que puede considerarse un plexo occipital (figura 8.12).

El dolor es, en la mayoría de los casos, unilateral, pero, en función de esta organización de «plexo», puede ser bilateral.

Nervio occipital menor Tercer nervio occipital

Figura 8.13 Esquema de las neuralgias cervicocraneales.

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raquis lo convierte también en uno de los elementos implicados más frecuentemente en la cefalea cervicogénica lateral. Con frecuencia, se asocia a dolor de nervios occipitales (figura 8.13).

Los nervios craneales están relacionados a menudo con el dolor suborbitario o trigeminal, lo que a menudo nos coloca ante una proyección irradiada del síntoma y con frecuencia nos obliga, como ya se ha señalado, a considerar incluso posibles implicaciones del sistema oculomotor y de la articulación temporomandibular.

Vértigos Los vértigos que pertenecen al ámbito de la fisioterapia son de dos tipos: ortostáticos y cérvico-oculares.

Sabemos que el equilibrio está garantizado por la información propioceptiva, la vista y el sistema vestibular. Los músculos nucales son particularmente ricos en estos receptores propioceptivos.

VÉRTIGOS ORTOSTÁTICOS Se manifiestan cuando el paciente se pone en posición de sentado partiendo de tumbado o cuando alcanza la posición vertical partiendo de una flexión anterior del tronco. Están particularmente relacionados con trastornos de estímulos propioceptivos procedentes de los músculos profundos de la nuca y, principalmente, de los músculos cibernéticos (figura 8.14).

Figura 8.14 Vértigos ortostáticos.

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VÉRTIGOS CÉRVICO-OCULARES Los vértigos cérvico-oculares están relacionados con los movimientos de la cabeza. Cuando seguimos visualmente un objeto, el sistema vestibular recibe información sobre la necesidad de modificar el control del equilibrio corporal gracias a la contracción del esternocleidooccipitomastoideo y de los músculos oculomotores (figura 8.15). Este tipo de vértigos pueden estar causados por una alteración en esta información, debido a un trastorno de las tensiones de los músculos oculomotores o del músculo esternocleidomastoideo.

ASOCIACIÓN ENTRE LOS VÉRTIGOS ORTOSTÁTICOS Y CÉRVICO-OCULARES Un trastorno en la tensión del músculo esternocleidomastoideo puede alterar también el equilibrio cervical superior y, por tanto, la información procedente de los receptores propioceptivos locales. Una acción asimétrica permanente de este músculo altera también el eje de la acción cefálica que, a menudo, crea una lesión cervical alta. Esta, a su vez, condiciona la información procedente de los músculos cibernéticos y, en este caso, el paciente presenta ambos tipos de vértigos.

Figura 8.15 Vértigos vestíbulo-oculomotores.

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OTROS TIPOS DE VÉRTIGOS

NEURALGIAS CERVICOBRAQUIALES

Son más raros y no responden a las características descritas anteriormente, como, por ejemplo, los que se presentan cuando una persona se tumba en la cama.

También pueden estar relacionados con disfunciones mecánicas que podemos corregir o indicar la necesidad de una profundización diagnóstica, incluso mediante pruebas adicionales.

Las neuralgias cervicobraquiales suelen estar asociadas a una discopatía (protrusión o hernia), pero también pueden aparecer por un grave conflicto articular, sin una implicación específica del disco.

Los fisioterapeutas conocen rigurosamente la anatomía y, en particular, los territorios radiculares implicados en esta condición, ya que esto se trata con profundidad en la formación profesional básica y avanzada en los itinerarios universitarios de la fisioterapia. Este conocimiento permite destacar la diferencia entre una radiculopatía y un dolor referido o una contractura, cuyo tratamiento es más sencillo.

La palpación y el microtest vertebral ahí donde se experimenta el dolor radicular permite identificar la conexión entre el origen de la disfunción articular y el recorrido.

SISTEMA VESTIBULAR La complejidad del funcionamiento del oído interno nos impulsa a considerar también su papel en los vértigos. Sin embargo, esta patología es excepcional y no entra en el ámbito de interés de nuestra profesión.

Hipoacusias – zumbido en los oídos Estas patologías son más frecuentes tras traumatismos craneales, en particular en el hueso temporal, o bien debido a patologías auditivas.

Cuando son de interés para la fisioterapia, suelen ser lesiones del raquis cervical superior.

Patologías cervicales inferiores DOLOR Puede deberse a simples contracturas musculares o a lesiones articulares.

La palpación y los microtests de movilidad permiten realizar un diagnóstico diferencial (figura 8.16; ver figura 8.11).

SÍNDROME DE LOS ESCALENOS Y DE LA ARTERIA SUBCLAVIA Los músculos escalenos son tónicos, fibrosos y la complejidad de su papel de carácter «estático» resalta esta característica (figuras 8.17 y 8.18).

Debido a su escasa extensibilidad característica, garantizan una protección al paso del plexo braquial y de la arteria subclavia entre las fascias del escaleno anterior y medio (figura 8.19).

Su fisiopatología se relaciona, por tanto, con la retracción, que puede llevar también a un «aprisionamiento» del plexo braquial y la arteria subclavia. Las consecuencias pueden ser extremadamente graves: pérdida del pulso radial durante la abducción de las extremidades superiores, parestesias e incluso paresias.

TRATAMIENTO Correcciones morfológicas

Figura 8.16 Palpación de los músculos de la nuca.

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En ausencia de un estímulo nociceptivo o de una sintomatología de origen cervical, el tratamiento solo puede concentrarse en las desviaciones morfológicas, con el objetivo de restablecer la normalidad. Por tanto, no es necesario realizar contracorrecciones.

Sin embargo, la corrección es esencial para evitar la aparición de posibles disfunciones articulares en el futuro.

Es necesario recordar la frecuencia de la protracción de la cabeza, asociada a la rectificación del raquis cervical, que puede requerir el uso de alzas bajo el

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Suspensión

Suspensión

Componente de aplastamiento

Componente de aplastamiento

Figura 8.17 Los diferentes roles «estáticos» de los músculos escalenos: 1. garantizar el aire residual, con la elevación de la primera y segunda costilla; 2. participar en la elevación del tórax; 3. ofrecer un punto fijo superior a la contracción de los músculos intercostales; 4. mantener las tensiones recíprocas para el equilibrio lateral del raquis cervical.

Figura 8.18 Efecto del componente de aplastamiento a nivel de las apófisis articulares, principalmente horizontales, de C1 con C2 y en ausencia de disco intervertebral.

occipucio al principio de la sesión (figura 8.20). Después, se eliminarán gradualmente en función de los progresos durante la evolución de la postura de tratamiento.

Correcciones articulares

Plexo braquial Arteria subclavia

Figura 8.19 El estrecho torácico (escalenos). Paso del plexo braquial y de la arteria subclavia.

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La corrección articular es una acción manual que, en algunas situaciones, es necesaria y debe realizarse con precisión en el lugar de la disfunción.

La corrección es lenta, progresiva y se realiza manteniendo una decoaptación articular constante, a través de una tracción axial, a partir del occipucio (figura 8.21).

Las amplitudes articulares fisiológicas no se superan nunca.

La acción de los dedos utilizada por el fisioterapeuta actúa sobre las vértebras con disfunción articular, insistiendo especialmente en la delateroflexión, la desrotación, la delordosis o la relordosis, que están indicadas para desbloquear la torsión lesional.

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A Figura 8.20 Alzas bajo el occipucio al comienzo de la sesión en caso de que se produzca una antepulsión de la cabeza.

B Figura 8.21 Tracción desde el occipucio, decoaptación de las articulaciones de las vértebras cervicales.

Figura 8.22 (A) Corrección de una lesión articular del raquis inferior; (B) corrección de una lesión del raquis cervical superior.

La cabeza se mantiene sobre el eje del cuerpo, pero, después, progresivamente, se lleva a la posición que antes no se podía alcanzar debido al bloqueo articular (figura 8.22). En el caso de un bloqueo, de la aparición de dolor o de un síntoma durante la progresión, la corrección se interrumpe inmediatamente y nos limitaremos a mantenerla, durante la contracción isométrica, en la posición más elongada de los músculos retraídos

o contraídos responsables de dicho bloqueo. Esto significa que el paciente actúa, habla, participa, controla y siempre es protagonista de su progresión, en todo momento. La puesta en tensión global se realiza también de forma gradual, para asociar la corrección morfológica y articular, según la individualidad y las compensaciones de cada paciente. Nunca se ha informado de ningún efecto adverso en los tratamientos cervicales en RPG.

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Tratamiento en caso de discopatía Sabemos bien que, en el ámbito médico, se recomiendan cada vez más los tratamientos conservadores de los profesionales sanitarios antes de recurrir, si es necesario, a intervenciones más agresivas o invasivas.

Esto es lo que ocurre también con los fisioterapeutas que trabajan con la RPG y que se enfrentan cada vez más frecuentemente a tener que tratar problemas relacionados con un disco intervertebral, tanto a nivel lumbar inferior como en el raquis cervical o, mucho más raramente, en la columna dorsal.

Los resultados obtenidos han dado lugar a una creciente confianza en el método, aunque, por supuesto, se trata de una patología que interesa de igual forma a diferentes especialistas médicos. Aunque la individualidad que acompaña a esta patología sigue siendo de la máxima importancia, es posible esquematizar en tres fases los principios de acción del método RPG: • 1.ª fase: decoaptación articular a través de una tracción manual delicada y prolongada, de forma específica para este tipo de patología. En una discopatía cervical, es posible realizar de manera precisa la decoaptación mediante una tracción axial, gracias a una doble acción manual: una mano tracciona longitudinalmente el occipucio, en sentido de la dirección principal de los músculos nucales; la otra mantiene la elongación y la decoaptación articular gracias a una acción en dirección opuesta, sosteniendo la apófisis espinosa de C7 y, bilateralmente, la primera costilla (figura 8.23);

• 2.ª fase: tan pronto como el fisioterapeuta sienta que ha obtenido un estiramiento muscular, una decoaptación leve y una descompresión de la tasa de aplastamiento del nivel articular deseado, aplica una presión manual sobre el tórax hacia abajo, para aumentar la amplitud espiratoria. Esta acción tiene por objeto «evocar» una lordosis del raquis cervical en su conjunto. Según cada caso individual, esta presión manual se ejercerá sobre la parte superior del tórax para intervenir, en particular, en los escalenos o en las costillas inferiores para relordosar las vértebras cervicales a través de los elementos del mediastino suspensores del centro de frénico.

Esta acción se ve compensada inmediatamente por la posteroflexión del occipucio (figura 8.24) y esta compensación debe ser corregida por el fisioterapeuta (figura 8.25);

Figura 8.24 Compensación en posteroflexión.

Figura 8.23 Decoaptación articular mediante una tracción manual.

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Figura 8.25 Corrección de la compensación.

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Figura 8.26 Acción de los dedos en la detorsión.

• 3.ª fase: el espacio intervertebral que presenta la discopatía será, por supuesto, más resistente a este intento de recrear una lordosis. Por tanto, conviene realizar con los dedos una lordosis y una detorsión de la lesión vertebral, si es necesario. En todos los casos, esto sucederá en dirección del desplazamiento patológico posterolateral del disco (figura 8.26). Si se desea simplificar el concepto, se trata de «abrir para luego volver a cerrar».

Estas acciones específicas en la discopatía forman parte del cuadro general de los principios de corrección expuestos anteriormente.

Combinación con las correcciones morfológicas La garantía de no tener de nuevo las mismas lesiones articulares depende, principalmente, de la corrección de las deformaciones morfológicas (figura 8.27).

Tratamiento específico de los músculos escalenos La frecuencia de los casos en los que se presenta una retracción de los escalenos y las consecuencias que se

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Figura 8.27 Corrección exitosa de una hernia de disco C6-C7 que, sin embargo, debe continuar el tratamiento para llegar a una corrección de la cifosis local.

derivan de ello a menudo requiere un trabajo específico sobre este grupo muscular.

En esta circunstancia, se aconseja intervenir en la recuperación, si es necesario, del eje fisiológico del raquis cervical, traccionar el occipucio y ejercitar, en sentido contrario, una presión en la primera costilla, con el fin de estimular una espiración paradójica que infle el abdomen, lo que permite un descenso de la parte superior del tórax (figura 8.28).

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Figura 8.28 Tracción del occipucio con apoyo en sentido contrario sobre la primera costilla.

Figura 8.29 Contracción isométrica para los escalenos.

La contracción isométrica en posición excéntrica se obtiene pidiendo al paciente que simule un esfuerzo de antepulsión de la cabeza (figura 8.29) o ejecutando su inclinación lateral.

miento utilizada en esa misma sesión. Se utiliza la respuesta, primero manteniendo al paciente en una posición de corrección estable e, inmediatamente después, induciendo pequeños desequilibrios para estimularlo a buscar, él mismo, una sensación de apoyo estable en ambos pies, junto a un equilibrio de forma segura.

También es posible transferir el peso de las masas corporales que aún se encuentran fuera del eje gravitatorio. Este trabajo deberá realizarse ante un espejo, hasta que el paciente haya recobrado su propia estabilidad.

EXAMEN FINAL Otra observación se realiza al finalizar la sesión de tratamiento.

En caso de lesión, también se repite un interrogatorio sobre el dolor y se realizan nuevas pruebas de reequilibrio, destinadas a comprobar si los resultados de las correcciones corresponden con las expectativas del fisioterapeuta y del paciente.

INTEGRACIONES Integración estática La integración estática se realizará al final de cada sesión, manteniendo un control manual del occipucio.

El paciente está de pie o sentado, con los brazos relajados, alineados a lo largo del cuerpo. La elección entre estas dos posiciones dependerá de la postura de trata-

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Integración dinámica Al final de la integración estática, es necesario proceder con una integración dinámica. El paciente se colocará en posición ortostática o de sentado, según las posturas de tratamiento utilizadas en esa sesión. El objetivo es devolver el control propioceptivo de la movilidad articular al nivel en el que se ha corregido. El movimiento se repite varias veces en la amplitud que se ha alcanzado ahora, sin provocar síntomas, progresivamente, sin compensaciones y aumentando poco a poco su velocidad. El paciente debe repetir la integración dinámica en su domicilio cada día, para recuperar los automatismos.

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