CARIES DENTAL En el contexto del sistema estomatognático, las principales enfermedades que socavan el estado de bienestar bucal son la caries y la enfermedad periodontal. La presencia de estas afecciones provoca, con el tiempo, un mal funcionamiento de actividades vitales como masticar, alimentarse, hablar o sonreír, hasta el punto de provocar cuadros más complejos en el estado psicofísico de la persona.
En el contexto del sistema estomatognático, las principales enfermedades que socavan el estado de bienestar bucal son la caries y la enfermedad periodontal. La presencia de estas afecciones provoca, con el tiempo, un mal funcionamiento de actividades vitales como masticar, alimentarse, hablar o sonreír, hasta el punto de provocar cuadros más complejos en el estado psicofísico de la persona. En este contexto, el término «caries dental» se utiliza para describir los resultados (signos y síntomas) de una disolución química de la superficie del diente provocada por procesos metabólicos que tienen lugar en la biopelícula que recubre la zona afectada. Por tanto, la caries dental es la destrucción localizada del diente (fig. 13a,b) y, a menudo, se describe como una enfermedad crónica que es un proceso lento, presente en la mayoría de los individuos. Tiene un origen multifactorial y es una de las afecciones más difundidas entre la población humana[1-2].
EPIDEMIOLOGÍA La caries representa la enfermedad crónica infecciosa más difundida del mundo. Es la patología bucal más frecuente y presenta una prevalencia entre el 60 % y el 90 % dependiendo de las poblaciones examinadas[3-4]. En cuanto a la población adulta, los estudios confirman que más del 90 % de los individuos mayores de 30 años han padecido caries dental a lo largo de su vida[5]. Además, la conservación de las piezas dentales, incluso en las edades más avanzadas, ha determinado 8
una mayor prevalencia de lesiones cariosas también entre la población de la tercera edad. Otras condiciones que aumentan el riesgo de desarrollar caries dental son presentar una discapacidad, enfermedades sistémicas debilitantes o inmunosupresoras y, situaciones socioeconómicas de pobreza o bajos niveles de educación y formación[6-7]. A pesar de la alta presencia de enfermedad cariosa, en numerosos estudios se informa de que en las últimas décadas, ha habido una disminución en la prevalencia y gravedad de la enfermedad de aproximadamente el 70 %[8]. Esta mejoría está relacionada con la mayor atención prestada a los programas de prevención, que incluyen una mejor higiene bucal, una nutrición adecuada y el uso de sustancias remineralizantes como la ingesta de productos fluorados[2,9,10]. Mediante el índice de dientes cariados, perdidos y obturados; DMF-T por las siglas en inglés de D: decay (cariado), M: missing (ausente), F: filled (obturado), T: teeth (dientes), que atribuye un valor de 1 por cada diente cariado, obturado o ausente con la exclusión de los octavos en caso de que hayan hecho erupción, se realizó una encuesta en 2017[11] en una muestra grande de niños de 12 años en la que se demostró que dos tercios de ese grupo de edad estaban libres de procesos cariosos. En muchas ciudades, el índice era inferior a 0,7[12]. Los valores encontrados resaltaron una mejora progresiva en las condiciones de salud bucodental, elemento fundamental para la conservación de las piezas dentales durante mucho tiempo.
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