Argos 237

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48 EN PORTADA / Enfermedades infecciosas y parasitarias

Puntos clave de la leptospirosis canina Esta zoonosis de distribución mundial afecta a seres humanos y a la mayoría de los mamíferos domésticos y peridomésticos. Para su prevención en perros, se debe evitar la exposición a reservorios y reforzar su inmunidad humoral. Rafael Ruiz de Gopegui Fernández UAB - Imágenes cedidas por el autor

La leptospirosis es una enfermedad infectocontagiosa ocasionada por las espiroquetas de las especies Leptospira interrogans (sensu lato). Se trata de bacterias grampositivas, filamentosas y flexibles cuyas dimensiones son: 0,1-0,2 µm de anchura × 6-12 µm de longitud (figura 1). La taxonomía y clasificación de estas bacterias es muy compleja, porque hasta 1989 se emplearon criterios basados en el cultivo y la inmunorreactividad. La reclasificación que aún está llevándose a cabo se basa en criterios genómicos. La división inicial las agrupó en dos especies: L. interrogans sensu lato (patógena) y L. biflexa sensu lato (saprófita). A partir de aquí se estableció la subclasificación en serovariedades (serovares), según la inmunorreactividad generada por sus lipoproteínas de membrana. Un paso más allá es la clasificación de las serovariedades en serogrupos, que se basa en la reactividad cruzada a las pruebas serológicas. La causa de la leptospirosis comprende múltiples serotipos o serovariedades de espiroquetas del género Leptospira. De las más de 250 serovariedades identificadas en el complejo Leptospira interrogans, la patogenicidad de la mayoría de ellas se desconoce. Los serogrupos que suelen afectar a la especie canina son: Canicola, Icterohaemorrhagiae, Pomona, Bratislava, Grippotyphosa, Autumnalis, Batavia, Hardjo, Australis, Sejroe y Zanoni. Se considera que el perro es reservorio solo de los serogrupos Canicola y Batavia.

Epidemiología La leptospirosis es una zoonosis de distribución mundial que afecta a seres humanos y a la mayoría de los mamíferos domésticos y peridomésticos. Los perros pueden eliminar leptospiras en la orina. La bacteria puede transmitirse directamente entre hospedadores por contacto

con la orina, transmisión venérea, placentaria, mordedura o ingestión de tejidos infectados. Según la serovariedad, la excreción del microorganismo en orina es intermitente y persiste de días a meses, puesto que la bacteria coloniza los túbulos renales. Podría incluso llegar a persistir hasta 4 años después del inicio de la infección. La transmisión indirecta es más frecuente por contacto con agua contaminada e ingestión de comida o tejidos contaminados. Constituye la mayor fuente de propagación de la bacteria. El hecho de que la temperatura ambiente esté entre 0 °C y 25 °C, y que las condiciones de humedad sean óptimas para la viabilidad de las leptospiras, justifica los brotes estacionales.

Patogenia Las leptospiras penetran a través de mucosa oral, nasal, genital y ocular intacta, y a través de abrasiones cutáneas. Después producen los daños al causar inflamación y replicarse en el torrente sanguíneo. El potencial endotóxico de sus lipopolisacáridos de membrana se considera bajo. La duración de la leptospiremia depende del estado inmunitario del perro. La leptospirosis puede cursar de forma subclínica a grave, con afectación renal, muscular, hepática, vascular, esplénica, neurológica, genital y ocular. Si bien la afectación cardiopulmonar y neurológica descrita en el ser humano no está bien definida en el perro. Inicialmente, la replicación daña los riñones y el hígado, aunque posteriormente las bacterias invaden más órganos: bazo, sistema nervioso central, ojos y tracto genital. La afectación del tracto genital, al menos la presencia de abortos, es algo anecdótico en la especie canina. La afectación pulmonar representa una complicación grave que aumenta la letalidad. Hay que tener en cuenta que un perro con leptospirosis también puede presentar vómitos y neumonía por aspiración. Es muy posible que la afección respiratoria se deba

Evolución de la enfermedad La leptospirosis es una enfermedad relativamente frecuente en los perros y rara en los gatos, que se ha descrito en la especie canina desde principios del siglo XX. Inicialmente las variedades más frecuentes eran L. canicola, L. interrogans y L. icterohaemorrhagiae, por lo que las bacterinas de estas serovariedades se han utilizado para vacunar a la población canina general desde los años 60, y han contribuido a una disminución significativa del predominio de la enfermedad en países industrializados. En los años 90 resurgió la leptospirosis canina en estos mismos países. Sin embargo, los serogrupos más identificados fueron: Pomona, Grippotyphosa, Autumnalis, Hardjo, Bratislava y Australis. Es importante indicar que la distribución geográfica es variable y que hay trabajos realizados y en progreso para conocerla. Los datos que se generen pueden mejorar las medidas de prevención con el fin de seleccionar las vacunas más adecuadas según la región.

al efecto de las toxinas de las leptospiras sobre el tejido pulmonar, que generan vasculitis y exudación. En principio se presenta neumonía intersticial pero, en el peor escenario, se produce una hemorragia pulmonar, por lo que se describe el síndrome de hemorragia pulmonar por leptospirosis en el perro. Se trata de un síndrome emergente cuya etiopatogenia está en discusión. En un estudio reciente se ha probado que hay depósitos de IgG/IgM en el tejido pulmonar de los perros con leptospirosis pulmonar, lo que supone relacionar la respuesta inmunitaria humoral con la patogenia de la leptospirosis pulmonar.

Cuadro clínico La mayoría de infecciones por Leptospira en perros son subclínicas, si bien hay que considerar los cuadros agudos y, en

A

raras ocasiones, los cuadros sobreagudos. En términos generales, se asume que la gravedad del curso clínico es mayor en animales más jóvenes, perros de raza grande y perros que viven en el exterior (en este caso, cabe la duda entre mayor gravedad o mayor incidencia). Los principales signos clínicos, en cuadros subagudos, son inespecíficos y comprenden: inapetencia, deshidratación, pérdida de peso, vómitos, diarrea, dolor abdominal o lumbar, poliuria/polidipsia, taquipnea, ictericia, linfadenopatía y pirexia. Es importante reseñar que se observa disfunción hepática y renal con trastornos de la hemostasia. El cuadro agudo se caracteriza por la combinación de los siguientes síntomas: fiebre, dolor muscular, temblor, vómito, diarrea, invaginación intestinal (figura 2), deshidratación, poliuria/polidipsia, postración, hiperestesia paraespinal (de

B

Figura 2. Ecografía abdominal (A) y cirugía (B) que muestra una invaginación.

Gancho terminal

Leptospiras en orina (1.800×)

Cilindro protoplásmico Filamento axial

Membrana externa

Figura 1. Ultraestructura de Leptospira. Nº 237 • Abril 2022

Figura 3. Ictericia en la mucosa oral de un perro muerto por una leptospirosis.


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