la superficie cutánea o que ya haya penetrado en la misma, y que por tanto debe ser eliminado activamente [5]. Además, el dolor tiene una función protectora, pero genera una respuesta motora distinta, opuesta a la del prurito, que normalmente consiste en la retracción de la zona del cuerpo dolorida con el fin de alejarla de la fuente potencial de daño [5]. Por otra parte, el prurito y el dolor se convierten en perjudiciales cuando tienen una extensión, intensidad o duración excesivas. Aunque no es fácil establecer el límite exacto entre el prurito fisiológico y el patológico, es evidente que la aparición de lesiones cutáneas y la interrupción o la alteración de la actividad cotidiana normal (p. ej., el sueño, la comida y el juego) a causa del prurito son signos evidentes de un prurito patológico que debe controlarse [13,14]. Alopecia, eritema, excoriaciones y úlceras son las lesiones cutáneas directamente asociadas al prurito, pero en caso de infecciones secundarias, bacterianas o fúngicas, son comunes pápulas, pústulas, ronchas, escamas y mal olor. Es importante recordar que no siempre lav extensión y la gravedad de las lesiones dermatológicas (p. ej., eritema) se correlacionan directamente con la intensidad del prurito [15]. De hecho puede suceder que el propietario informe de un prurito intenso en un perro que, sin embargo, muestra lesiones mínimas o inexistentes. En estos casos es muy importante recabar atentamente la información médica e intentar hacer que la evaluación del prurito sea lo más objetiva posible, incluso utilizando una escala visual de evaluación del prurito (PVAS) validada para su uso en perros [14]. El objetivo debe ser el de no apoyar actitudes excesivamente aprensivas por parte del propietario, pero al mismo tiempo no infravalorar un problema que, aun en ausencia de lesiones dermatológicas graves o evidentes, puede ser muy intrusivo e interferir negativamente en la QoL del perro y del propietario. No obstante, en la mayor parte de los casos, las lesiones cutáneas son directamente proporcionales no solo a la intensidad, sino también a la duración del prurito [16]. El mecanismo principal que promueve y agrava en el tiempo las lesiones asociadas al prurito es el denominado itch-scratch cycle. Se trata de un círculo vicioso que comienza con la percepción inicial del prurito, a la que sigue el deseo inmediato de rascarse y por tanto la actividad motora más eficaz en función del lugar del prurito (rascarse, lamerse, morderse o frotarse). El alivio obtenido de dicha actividad motora induce el deseo posterior de rascarse, pero el traumatismo repetido consiguiente produce un daño de la barrera cutánea, con la liberación de mediadores de la inflamación, que a su vez promueven y amplifican el prurito [5]. La interrupción de este círculo vicioso es fundamental para el tratamiento del prurito alérgico y para obtener la resolución de las lesiones asociada. De hecho, el control a tiempo y rápido del prurito favorece la rápida resolución de las lesiones presentes y previene la aparición de nuevas lesiones asociadas al mismo (figura 1).
Infecciones bacterianas Controlar el prurito y la inflamación alérgica rápidamente construye además un mecanismo esencial de prevención de las infecciones secundarias en el perro con dermatitis alérgica. En efecto, se observa que las infecciones secundarias, sobre todo las bacterianas, son muy comunes en estos perros, principalmente en caso de dermatitis atópica [17]. Los perros con dermatitis atópica tienen, de hecho, un importante defecto de la barrera cutánea,
A
B
Figura 2. Síndrome de sobrecrecimiento bacteriano en un West Highland White Terrier atópico. a) Este síndrome se caracteriza por el olor nauseabundo, hiperpigmentación, eritema, liquenificación y descamación típicamente localizados en la parte ventral del tronco. El prurito suele ser muy intenso. b) Mejoría marcada de la condición de la piel al cabo de 8 semanas tras comenzar terapia combinada de champú antiséptico y oclacitinib para el control de la dermatitis atópica.
en parte causa y en parte consecuencia de la dermatitis atópica misma [17]. Dicho defecto favorece la penetración de alérgenos aéreos pero también la adhesividad y la capacidad de invasión de las bacterias patógenas oportunistas entre las que la más común es Staphylococcus pseudintermedius. Las infecciones bacterianas en perros con dermatitis atópica, principalmente piodermitis superficial, son una de las causas más comunes de uso de antibióticos sistémicos (sobre todo de antibióticos betalactámicos) en dermatología veterinaria. Recientemente se ha documentado cómo el uso repetido de antibióticos sistémicos, de antibióticos betalactámicos y de fluoroquinolonas, favorece la selección de las cepas de Staphylococcus pseudintermedius resistentes a la meticilina y a la mayor parte de las clases de antibióticos normalmente empleados en perros (multirresistencia) [18].
con piodermitis superficial secundaria a la dermatitis atópica, favorece la rápida resolución de la infección con el uso, en la mayor parte de los casos, de un tratamiento antiséptico (figura 2). Como conclusión, el oclacitinib, al controlar el prurito y la inflamación alérgica, favorece la resolución del daño a la barrera cutánea y con ello reduce la frecuencia de infecciones bacterianas y facilita su resolución.
Sensibilización al prurito Por último, el control temprano y eficaz del prurito es muy importante para prevenir o reducir los fenómenos de sensibilización al prurito [5]. La sensibilización al prurito es un fenómeno muy estudiado en medicina humana y conocido solo en parte, que en las personas con prurito crónico (p. ej., personas afectadas por dermatitis atópica) contribuye a promover y a agravar el pruri-
La utilización del oclacitinib en perros con piodermitis superficial secundaria a la dermatitis atópica, favorece la rápida resolución de la infección con el uso, en la mayor parte de los casos, de un tratamiento antiséptico. El problema de la resistencia a los antibióticos, sobre todo por parte de Staphylococcus pseudintermedius, ha alcanzado una importante relevancia clínica en medicina veterinaria en los últimos 10 años, lo que ha dado lugar a que los expertos hayan elaborado directrices para el uso prudente y racional de los antibióticos [19]. Estas directrices deben proporcionar los criterios para la selección del tratamiento antibiótico que se utilizará, subrayando la importancia de la identificación de la causa primaria (subyacente) que en el caso de la dermatitis alérgica debe estar controlada para poder obtener la resolución de la infección y prevenir las recidivas [19].En concreto, se sabe ahora que el uso de tratamientos antisépticos (en forma de champú o solución), como alternativa a los antibióticos sistémicos, puede ser eficaz para el tratamiento de la piodermitis superficial, sobre todo si al mismo tiempo se controla la dermatitis alérgica [20]. En experiencia de la autora, la utilización del oclacitinib en perros
to mismo y el daño de la barrera cutánea, favoreciendo el itch-scratch cycle. Resumiendo, la sensibilización al prurito consiste en la percepción del prurito incluso como consecuencia de estímulos que en sí mismos no son pruriginosos, como por ejemplo una caricia, fenómeno que se denomina alocnesis. Además, el prurito percibido puede extenderse fuera de la zona afectada por el estímulo. La sensibilización puede ser periférica o central [5]. Uno de los mecanismos considerados responsables de la sensibilización periférica es el aumento del número y de la longitud de las fibras C amielínicas presentes en la dermis pero que penetran también en gran número en la epidermis. Este fenómeno también se ha descrito recientemente en perros [21]. La sensibilización central, investigada en las personas por medio de sofisticados medios de diagnóstico mediante imágenes, como la resonancia magnética funcional, modifica los mecanismos de génesis y de regulación de la sensación del prurito y la res-
puesta motora a nivel cerebral. Todavía no se ha investigado la sensibilización central en perros pero, en opinión de la autora, este fenómeno podría estar implicado en la patogénesis de lesiones crónicas como las observadas en la mencionada dermatitis acral por lamido, pudiendo dar lugar a comportamientos compulsivos, ya descritos en las personas con prurito crónico [5].
Controlar el prurito rápidamente ayuda a finalizar el procedimiento diagnóstico de la dermatitis alérgica
La posibilidad de controlar el prurito de forma temprana con oclacitinib no cambia obviamente la necesidad de investigar la causa del prurito para poder eliminarla — siempre que sea posible— (infestaciones parasitarias) o controlarla (p. ej., dermatitis atópica). A diferencia de lo que sucedía en el pasado, el oclacitinib permite controlar el prurito durante todo el procedimiento diagnóstico, que desafortunadamente es particularmente largo en caso de dermatitis alérgica. De hecho, una vez excluida la causa parasitaria del prurito, en caso de dermatitis alérgica no se dispone de ninguna prueba directa que permita la rápida identificación de la causa de la alergia (alergia a las picaduras de las pulgas, alergia alimentaria o dermatitis atópica) por lo que es necesario seguir un procedimiento diagnóstico paso a paso. Este último requiere tiempo, porque se compone de la evaluación de la respuesta a una correcta profilaxis frente a las pulgas y a continuación, en caso de prurito persistente, de la evaluación de la respuesta a un ensayo dietético con una duración de 8 semanas [22]. Al término de este procedimiento diagnóstico, la persistencia del prurito indica que nos encontramos ante un perro con dermatitis atópica. Dado que esta última es la dermatitis alérgica más común en perros, son muchos los animales que siguen teniendo prurito durante todo el procedimiento diagnóstico. Este es el motivo más común de insatisfacción y de falta de colaboración por parte de los propietarios, que con frecuencia, debido a la persistencia o al agravamiento de los signos clínicos, acuden a otro profesional o incluso interrumpen el protocolo diagnóstico (profilaxis antiparasitaria o el