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El camino de la compasiรณn Cรณmo convertirnos en bodhisattvas

Pema Chรถdrรถn

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Título original: No Time to Lose: A Timely Guide to the Way of the Bodhisattva Traducción: Alfonso Taboada Diseño de cubierta: Equipo Alfaomega ©  2005, Pema Chödrön Publicado por acuerdo con Shambhala Publications, Inc. De la presente edición en castellano: ©  Gaia Ediciones, 2018 Alquimia, 6 - 28933 Móstoles (Madrid) - España Tels.: 91 614 53 46 - 91 614 58 49 www.alfaomega.es - E-mail: alfaomega@alfaomega.es Primera edición: marzo de 2020 Depósito legal: M. 1.315-2020 I.S.B.N.: 978-84-8445-838-8 Impreso en España por: Artes Gráficas COFÁS, S.A. - Móstoles (Madrid) Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

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Ante mi maestro, Chogyam Trungpa RimpochĂŠ, me inclino

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Índice ———————————  0 ———————————

La gente como nosotros puede hacer que las cosas sean bien distintas ............................................................ 11 Cultivar una intención clara .......................................... 23 Preparar el terreno ........................................................ 49 Trascender la indecisión ................................................. 79 Usar nuestra inteligencia ............................................... 103 Domar la mente ............................................................ 133 Las tres disciplinas ......................................................... 161 Trabajar con la ira .......................................................... 193 Situaciones específicas para practicar la paciencia ......... 225 Entusiasmo ................................................................... 263 El desengaño del samsara .............................................. 311 Disolver las barreras ...................................................... 343 Dedicatoria ................................................................... 381 Reconocimientos ............................................................. 403 Apéndice ........................................................................ 405 Glosario ......................................................................... 409 Direcciones útiles ............................................................ 413 9

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La gente como nosotros puede hacer que las cosas sean bien distintas ———————————  0 ———————————

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a práctica del bodhisattva*

se compuso en la India hace más de doce siglos pero, por increíble que parezca, sigue siendo relevante en nuestros días. Este texto clásico, escrito por el sabio indio Shantideva, nos sorprende con instrucciones muy actuales y para personas como tú y como yo, que nos ayudan a vivir de una manera sensata y a abrir el corazón, incluso en este mundo tan turbulento. Se trata de una guía esencial para bodhisattvas novatos, guerreros espirituales que anhelan aliviar el sufrimiento, tanto el propio como el de los demás. Se enmarca por tanto den­ tro del mahayana, la escuela del budismo que pone de relieve la compasión universal y el cultivo de nuestra mente de sabiduría, esa mente flexible y libre de prejuicios. Según la tradición, quien escriba un comentario sobre un tex­ to como La práctica del bodhisattva (Bodhicharyavatara en sáns­

*  Existen varias traducciones al castellano del Bodhicaryavatara, entre ellas la más reciente es La práctica del bodhisattva, Ediciones Dharma, 2008. Este texto usa el mismo original inglés del que yo me he valido para la traducción del poema de Shantideva incluido en esta obra, aunque en ambas traducciones se han usado otras referencias. (N. del T.)

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crito) ha de tener una realización espiritual avanzada, o haber recibido en un sueño indicaciones que lo lleven a componer di­ cho tratado. Como yo desgraciadamente no cumplo con ninguno de estos requisitos, me limito a ofrecer esta enseñanza con la sin­ cera aspiración de que resulte útil a los que lean a Shantideva por vez primera y de que se beneficien de su texto tanto como yo. La estima que siento por La práctica del bodhisattva es algo que surgió poco a poco, y que solo llegó tras familiarizarme con Patrul Rimpoché, el gran yogui errante tibetano del siglo xix. Gracias a sus escritos y a las historias locas que se cuentan sobre él, llegué a respetar y a querer mucho a este hombre. No tenía una residencia fija, ni pertenencias, y era muy poco convencional y extremadamente espontáneo en su comportamiento. Pero, a la vez, era un maestro poderoso y sabio, con una realización espiri­ tual manifiesta en todas las situaciones de su vida. Se relacionaba con la gente con una gran compasión y ternura, pero también con una honestidad inexorable. Cuando descubrí que Patrul Rimpoché había enseñado este texto cientos de veces, sentí curiosidad. Él vagaba por el Tíbet enseñando a cualquiera que estuviera dispuesto a escuchar: po­ bres y ricos, nómadas y aristócratas, académicos y gente que no había estudiado nunca las enseñanzas budistas. Al saber esto, me dije: «Si a este hombre excéntrico, a este dedicado yogui, le en­ cantaba tanto este texto, es que debe de tener algo especial». Fue entonces cuando comencé a estudiarlo en serio. Hay personas que se enamoran de La práctica del bodhisattva en la primera lectura, pero yo no soy una de ellas y, ciertamente, sin la admiración que siento por Patrul Rimpoché, no le hubiera dedicado más tiempo. Pero una vez que comencé a esforzarme de verdad por entender su contenido, el texto me sacudió, obli­ gándome a abandonar una autocomplacencia profundamente 12

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arraigada en mí, y llegué a reconocer la urgencia y relevancia de estas enseñanzas. Gracias a la guía de Shantideva, me di cuenta de que personas comunes y corrientes como nosotros pueden hacer que las cosas sean bien distintas en un mundo que necesi­ ta ayuda desesperadamente. Comencé también a desear un comentario menos académico que los existentes, que pudiera llegar a un público amplio y ser accesible incluso para aquellos que no supieran nada acerca de las enseñanzas budistas. Por todo ello, cuando me pidieron que enseñara acerca de La práctica del bodhisattva en el colegio superior de Gampo Ab­ bey*, me ilusionó mucho intentarlo. Este libro está basado en las transcripciones de aquellas conferencias. Mi comentario acer­ ca de la enseñanza de Shantideva presenta en gran medida el punto de vista de una estudiante y es un trabajo sin concluir. No cabe duda de que, con la ayuda de mis maestros, mi compren­ sión de estos versos se hará más profunda con el tiempo; sin embargo, estoy verdaderamente contenta de poder compartir mi entusiasmo por las instrucciones de Shantideva. * * * Al nacer, Shantideva era un príncipe de la India del siglo viii y, como primogénito, su destino era heredar el trono. Una ver­ sión de la historia de Shantideva nos cuenta que, la noche ante­ rior al día de su coronación, tuvo un sueño en el que se le apare­ ció Mañjushri (el bodhisattva de la sabiduría), diciéndole que renunciara a la vida mundana y buscase la verdad suprema. En­ *  Gampo Abbey, la abadía en Nueva Escocia (Canadá), ligada a la comunidad Shambhala, que la autora ha dirigido muchos años. (N. del T.)

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tonces Shantideva abandonó su hogar inmediatamente, renun­ ciando al trono para seguir un camino espiritual, exactamente igual que el Buda histórico. Según otra versión, su madre le dio un baño ceremonial usando agua hirviendo en la noche previa a su coronación. Cuan­ do Shantideva le preguntó por qué le estaba quemando inten­ cionadamente, ella respondió: «Hijo, este dolor no es nada com­ parado con el que padecerás cuando seas rey». Esa misma noche, el muchacho se marchó apresuradamente. Fuere cual fuere el catalizador, Shantideva se perdió por la India y comenzó a llevar una vida de renunciante. Con el tiem­ po, llegó a la Universidad de Nalanda, el monasterio más grande y poderoso de la India en aquella época, un lugar donde se im­ partían grandes conocimientos y que atraía a estudiantes de to­ dos los puntos del mundo budista. Fue en Nalanda donde se ordenó monje y recibió el nombre de Shantideva, que se traduce como «dios de paz». Contrariamente a lo que pudiera sugerir su reputación poste­ rior, Shantideva no caía muy bien en Nalanda, ya que aparente­ mente era una de esas personas que no participaba en nada, un mal estudiante que tampoco acudía a las sesiones de práctica. Sus compañeros monjes decían que sus tres «logros» eran comer, dor­ mir y defecar, y llegó finalmente el día en que, para darle una buena lección, le invitaron a pronunciar una conferencia ante toda la universidad. Tal honor solo era concedido a los mejores estu­ diantes, quienes debían sentarse en un trono y, por supuesto, tener algo que decir. Como se suponía que Shantideva no sabía nada de nada, los monjes pensaron que esa humillación le avergonzaría y le empujaría a abandonar la universidad. Esa es una versión. Hay otra que presenta una imagen más benevolente de Na­ landa, en la que los monjes esperaban que poner en evidencia a 14

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Shantideva le sirviera de acicate en el estudio. Sin embargo, al igual que todos cuando acusamos a alguien, probablemente se alegraban ante la perspectiva de ver a Shantideva avergonzado. Se cuenta que intentaron humillarle aún más haciendo un trono más elevado de lo normal y sin escaleras pero, para sorpresa de todos, Shantideva se subió a él sin dificultad. Seguidamente se dirigió con seguridad a la asamblea de monjes, preguntando si querían escuchar enseñanzas tradicionales o algo totalmente nuevo, y cuando respondieron que querían algo que nunca antes hubieran escuchado, procedió a dictar el Bodhicharyavatara en­ tero, La práctica del bodhisattva. Resultó que estas enseñanzas no solo eran muy personales, relevantes en sus vidas y llenas de consejos útiles, también eran poéticas y novedosas. El contenido en sí no era radicalmente nuevo y, ya en los primeros versos, Shantideva dice que todo lo que está a punto de enseñar proviene del linaje del Buda. Así que lo original no era el tema, sino el modo directo y contempo­ ráneo de expresar las enseñanzas, así como la belleza y el poder de sus palabras. Hacia el final de la presentación, Shantideva comenzó a en­ señar acerca del vacío: la naturaleza incondicionada, inefable y onírica de toda experiencia. Según iba pronunciando su discurso, las enseñanzas se tornaban cada vez más inasibles, al tiempo que las mentes de los monjes se abrían cada vez más hasta que, según se dice, Shantideva empezó a levitar, ascendiendo hasta que los monjes dejaron de verle, aunque continuaran escuchando su voz. Es posible que esto simplemente exprese lo cautivado que estaba su público, nunca lo sabremos con seguridad. Lo que en efecto sabemos es que, tras su discurso sobre el vacío, Shantideva desapareció. Después de lo que pasó es muy probable que los monjes lamentaran su desaparición, pero el caso es que nunca 15

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regresó a Nalanda y pasó el resto de su vida siendo un yogui errante. * * * La práctica del bodhisattva tiene diez capítulos, que Patrul Rimpoché dividió en tres partes principales en base a la siguien­ te estrofa del gran maestro budista Nagarjuna: Que pueda el bodhichita, preciado y sublime, surgir donde todavía no ha llegado a ser; y donde ya ha surgido que no decline, sino que crezca y florezca siempre, más y más.

El término sánscrito bodhichita se traduce habitualmente como «corazón despierto», y se refiere a un fuerte deseo de ali­ viar el sufrimiento. En el plano de lo relativo, el bodhichita se manifiesta como anhelo. En concreto, se trata del sincero anhelo de liberarse del dolor de la ignorancia y de las tendencias habi­ tuales para poder ayudar a los demás a hacer lo propio. Este afán de aliviar el sufrimiento ajeno es lo más importante. Aunque empezamos con la gente cercana, deseando ayudar a aquellos que conocemos y queremos, la aspiración es, en el fondo, global y universal. El bodhichita viene a ser una especie de misión im­ posible: el deseo de terminar con el sufrimiento de todos los se­ res, incluyendo a quienes nunca conoceremos y, también, a quie­ nes detestamos. En el plano de lo absoluto, el bodhichita es la sabiduría no dual, la esencia vasta e imparcial de la mente. Además, y esto es lo que más relevancia tiene, se trata de tu mente, y de la mía también. Puede parecer algo lejano pero no lo es; de hecho, 16

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Shantideva compuso este texto para recordarse a sí mismo que podía entablar contacto con su mente de sabiduría y ayudarla a florecer. Según la clasificación en tres partes de Patrul Rimpoché, los tres primeros capítulos de La práctica del bodhisattva esclarecen los versos que abren la estrofa de Nagarjuna: «Que pueda el bo­ dhichita, preciado y sublime, surgir donde todavía no ha llegado a ser», y se refieren a nuestro anhelo inicial de interesarnos por cuidar a los demás. Anhelamos que esta cualidad transformadora surja en nosotros y en todos los seres, incluso en aquellos que nunca se han preocupado de que los demás estén bien. El primer capítulo exalta las maravillas del bodhichita; el segundo prepara la mente para que pueda nutrir este afán del bodhichita: igual que preparamos el terreno para la siembra, preparamos la mente para que pueda brotar en ella la semilla del bodhichita; el tercer capítulo nos presenta el voto del bodhisattva: el compromiso de usar nuestra vida para ayudar a los demás. Aunque sea triste reconocerlo, estamos normalmente tan preocupados con nuestro propio confort y seguridad que no nos ponemos a pensar en el sufrimiento de los demás. Justificamos nuestros propios prejuicios y nuestra ira, aunque tememos y de­ nunciamos la misma actitud en los demás. No queremos sufrir ni que sufran quienes nos conciernen, pero pedimos venganza con­ tra nuestros enemigos. Es posible sin embargo que, cuando ve­ mos en las noticias las desastrosas consecuencias de ponerse en primer lugar, anhelemos que el bodhichita despierte en los cora­ zones de los hombres y mujeres de todo el mundo. Será enton­ ces cuando, en vez de buscar la venganza, querremos que incluso nuestros enemigos estén en paz. Martín Luther King Jr. fue un ejemplo de este tipo de anhelo; sabía que la felicidad dependía de sanar toda la situación. Tomar partido (blanco o negro, vícti­ 17

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ma o verdugo), no hace sino perpetuar el sufrimiento: si yo quie­ ro sanar, todos tienen que sanar. Las personas que hacen que las cosas cambien para bien en este mundo tienen un gran corazón: el bodhichita está muy des­ pierto en sus mentes. Además, cuando tienen la capacidad de comunicarse con grupos numerosos de gente, pueden producir un cambio tremendo, incluso en aquellos que nunca antes ha­ bían puesto la mirada más allá de sus propias necesidades. Este es el tema de los tres primeros capítulos de La práctica del bo­ dhisattva: el despuntar incipiente del corazón despierto. El siguiente verso de Nagarjuna, «y donde ya ha nacido que no decline», corresponde a los tres capítulos siguientes de La práctica del bodhisattva y pone de relieve la necesidad de nutrir el bodhichita. Si no lo estimulamos, nuestro afán por aliviar el sufrimiento puede pasar a un estado latente. Aunque nunca des­ aparece totalmente, la capacidad de amar y la empatía pueden desde luego mermar. Lo mismo pasa con la capacidad de ver las cosas claramente. Un mero vislumbre de la apertura de nuestra mente puede to­ carnos muy adentro, e inspirarnos para que empecemos a leer libros como este y avivemos en nosotros una sensación de urgen­ cia que nos lleve a hacer algo que tenga sentido en nuestras vi­ das. Por otro lado, si no la nutrimos, esta inspiración decaerá. Entonces la vida nos absorberá y nos olvidaremos de que había­ mos visto las cosas desde una perspectiva más amplia. Por lo tanto, una vez que hemos sentido el anhelo del bodhichita, nos tienen que decir cómo proceder. En los capítulos cuarto, quinto y sexto, Shantideva nos des­ cribe cómo trabajar hábilmente con las reacciones emocionales y la mente desenfrenada. Se trata de las instrucciones esenciales para liberarnos del ensimismamiento en el yo, el punto de refe­ 18

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rencia basado en la estrechez de miras que mi maestro, Chog­ yam Trungpa Rimpoché, llamaba «el capullo». En estos capítulos también se nos presentan las seis parami­ tas, que son seis modos básicos de trascender la falsa seguridad de las tendencias habituales y de relajarse con el hecho de que nuestras vidas son esencialmente impredecibles y no hay nada que las sustente. La palabra paramita significa literalmente «ido a la otra orilla», es decir, ir más allá de las ideas preconcebidas que nos ciegan a la experiencia inmediata. En el quinto capítulo, Shantideva nos presenta la paramita de la disciplina y, en el siguiente, la paramita de la paciencia. Pero no se trata de disciplina y paciencia en el sentido común y co­ rriente de represión y aguante, sino de la disciplina y de la pa­ ciencia que despiertan nuestros corazones disolviendo esos ne­ gativos hábitos egoístas tan arraigados. Los capítulos séptimo a noveno elucidan el último verso de la estrofa de Nagarjuna e incluyen enseñanzas que fomentan que el bodhichita «crezca y florezca siempre, más y más». El séptimo capítulo trata la paramita del entusiasmo, el siguiente la parami­ ta de la meditación, y el noveno la sabiduría del vacío. En esta tercera parte, Shantideva nos muestra la forma en que el bodhichita puede convertirse en una manera de vivir. Con su apoyo, podremos llegar incluso a metemos en las situaciones más difíciles sin perder la claridad ni la compasión. Como se trata, por supuesto, de un proceso gradual de aprendizaje, es po­ sible que suframos algunas recaídas. Pero según vamos recorrien­ do el camino que separa el miedo de la intrepidez, Shantideva está siempre ahí para brindarnos la sabiduría y el ánimo que necesitamos. Tras algunas consideraciones, he concluido que el comentario acerca del noveno capítulo de La práctica del bodhisattva merece 19

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todo un libro. Por más importantes que estas enseñanzas acerca de la paramita de la sabiduría sean en la exposición de conjunto que hace Shantideva, su profundidad las hace mucho menos asequibles que el resto del libro. Presentan un debate filosófico entre la perspectiva del vacío de la «vía media», que sostiene Shantideva, y los puntos de vista de otras escuelas budistas y no budistas. A causa de su complejidad, creo que sería mejor presentarlas aparte en el futuro. De momento, sugiero leer la excelente explicación que se da en la introducción a la traducción de La práctica del bodisattva por el Grupo de Traducción Padmakara, así como el libro del dalái lama El arte de la sabiduría*. En el décimo y último capítulo, Shantideva, con total sinceridad y gran pasión, dedica el beneficio que derive de sus enseñanzas a todos los seres que sufren, sean quienes sean y estén donde estén. * * * Para mí, este texto es un manual de instrucciones para abrirnos a los demás, una guía para la acción compasiva. Podemos leerlo para liberarnos de nuestros hábitos dañinos y de nuestra confusión, para alentar el crecimiento y el fortalecimiento de nuestra sabiduría y compasión y, finalmente, podemos leerlo con la motivación de compartir el beneficio que se derive de ello con todos los que se crucen en nuestro camino. La actitud correcta para leer La práctica del bodhisattva conlleva la intención de aceptar y asimilar todo lo que suene convincente. No todo lo que leas te va a inspirar, puede que encuentres *  Ed. Grijalbo 2006 y Debolsillo, 2008. (N. del T.)

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que el lenguaje es difícil, y a veces sientas que te provoca u ofen­ de, pero recuerda que la intención inquebrantable de Shantideva es alentarnos. Él no duda nunca de que poseamos la fuerza y la bondad fundamental necesarias para ayudar a los demás, y nos cuenta todo lo que ha aprendido sobre cómo hacerlo. Aunque luego, claro está, depende de nosotros usar esta información para ponerla en práctica. En lo que a mí concierne, estoy en deuda con Shantideva por su determinación en la transmisión de este mensaje: las personas como tú y como yo podemos transformar nuestras vidas desper­ tando el anhelo del bodhichita. Le estoy profundamente agrade­ cida por haber expresado sin cesar que es urgente, muy urgente, que lo hagamos. No hay tiempo que perder. Cuando veo el esta­ do actual del mundo, sé que su mensaje no podría ser más opor­ tuno. Y ahora mientras el espacio perdure y siga habiendo seres que encontrar, que de igual modo continúe yo existiendo para alejar las amarguras del mundo. La práctica del bodhisattva, estrofa 10.55.

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