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1947 El año en que todo empezó

ELISABETH ÅSBRINK

TRADUCCIÓN DE MÓNICA CORRAL Y MARTIN LEXELL


Título:

1947. El año en que todo empezó © Elisabeth Åsbrink, 2016. Publicado por acuerdo con Hedlund Literary Agency. Edición original en sueco: 1947

De esta edición: © Turner Publicaciones S.L., 2018 Diego de León, 30 28006 Madrid www.turnerlibros.com Primera edición: mayo de 2018 De la traducción: © Mónica Corral y Martin Lexell, 2018 Agradecemos la subvención recibida del Swedish Arts Council para sufragar la traducción de este libro. Reservados todos los derechos en lengua castellana. No está permitida la reproducción total ni parcial de esta obra, ni su tratamiento o transmisión por ningún medio o método sin la autorización por escrito de la editorial. ISBN: 978-84-17141-11-0 Depósito Legal: M-9103-2018 Diseño de la colección: Enric Satué Ilustración de cubierta: Diseño turner Impreso en España La editorial agradece todos los comentarios y observaciones: turner@turnerlibros.com


En los ríos, al norte del futuro, tiendo la red que tú titubeante cargas de escritura de piedras, sombras. paul celan Traducción de José Ángel Valente



ÍNDICE

Enero .................................................................................. 13 Febrero ............................................................................... 25 Marzo .................................................................................. 47 Abril .................................................................................... 59 Mayo ................................................................................... 77 Junio .................................................................................... 87 Los días de la muerte ...................................................... 113 Julio ..................................................................................... 129 Agosto ................................................................................. 151 Septiembre ........................................................................ 181 Octubre .............................................................................. 209 Noviembre ......................................................................... 217 Diciembre .......................................................................... 227 Agradecimientos ................................................................ 245 Notas .................................................................................... 249 Bibliografía .......................................................................... 255 Fuentes no impresas ........................................................... 261


E

l tiempo no discurre del todo como se pensaba.

El 1 de enero de 1947 el Times anuncia que los británicos no

pueden confiar en sus relojes. Para estar completamente seguros de que es la hora que se supone, deben escuchar la BBC, que emitirá boletines adicionales informando de la hora que en reali­ dad es. Los relojes eléctricos se ven afectados por los frecuentes cortes de luz, pero también hay que revisar los relojes mecánicos. Quizá se deba al frío. Quizá la situación mejore. Durante la guerra se han lanzado cerca de cincuenta mil to­ neladas de bombas sobre Gran Bretaña. Más de cuatro millones y medio de edificios han sufrido daños. Algunas ciudades han estado a punto de desaparecer del mapa, como Clydebank, el puerto escocés que ha dado nombre al Blitz de Clydebank, por la cantidad de ataques aéreos de los que ha sido objeto. En la ciudad austriaca de Wiener Neustadt1 hubo en su mo­ mento cuarenta mil edificios. Solo quedan dieciocho intactos. La mitad de las casas de Budapest están en ruinas. En Francia se han desplomado un total de 460.000 edificios. En la Unión Soviética se han destruido mil setecientos pueblos y ciudades. Más de tres millones y medio de casas en Alemania han desaparecido bajo las bombas; uno de cada cinco hogares del país. La mitad de las vi­ viendas del propio Berlín está en ruinas. Más de dieciocho millo­ nes de personas en Alemania no tienen donde vivir. En Ucrania, otros diez millones han perdido su morada. Todo el mundo debe 11


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apañárselas con un acceso limitado al agua y un esporádico suministro de electricidad. Los derechos humanos no existen, y casi nadie ha oído la palabra genocidio. Quienes han sobrevivido apenas empiezan a contar a sus muertos. Muchos regresan a su tierra en busca del hogar y no lo encuentran, otros van a cualquier parte excepto al lugar de donde vienen. El campo europeo ha quedado arrasado, devastado y en parte anegado tras el sabotaje de presas de embalse. Las tierras de labranza, los bosques, las fincas —la vida de la gente, la comida y el trabajo— se han visto reducidos a cenizas o están sepultados bajo el lodo. Grecia ha perdido una tercera parte de sus bosques durante la ocupación alemana. Más de mil pueblos han sido pasto de las llamas. En Yugoslavia se ha sacrificado a más de la mitad del ganado y el saqueo del grano, la leche y la lana ha arruinado la economía. Los ejércitos de Stalin y Hitler no solo han causado estragos al avanzar, sino que se les ha ordenado destruir todo lo que se interponga en su camino durante la retirada. El objetivo de la táctica de tierra quemada era no dejar nada a las tropas enemigas. En palabras de Heinrich Himmler, “no debe quedar ni una persona, ni una vivienda, ni un grano de trigo, ni un trozo de vía […], el enemigo tiene que encontrarse con un campo totalmente quemado y arrasado”.2 Ahora, al finalizar la guerra, todos buscan relojes de pulsera; los roban, los esconden, los olvidan o los pierden. La hora sigue estando poco clara. Cuando el reloj marca las ocho de la tarde en Berlín, son las siete en Dresde, pero las nueve en Bremen. En la zona rusa van con la hora rusa, mientras que los británicos implantan el horario de verano en su parte de Alemania. Si alguien pregunta qué hora es, la mayoría responde que ha desaparecido. Es decir, el reloj. ¿O se refieren al tiempo? 12


ENERO

H

‘arab

al-zubayd

amdeh Jomá es una chica con carácter, pero todo tiene un

límite. Y ese límite se acerca. Cuando el hombre llega al pueblo con su caja mágica, llama a los niños a voces. Los pequeños les pedirán a sus madres grano y legumbres, los mayores los robarán, pero todos se acercarán a mirar la caja mágica que, según el hombre, come azúcar y caga caramelos. Los niños se ríen y le pagan con bulgur, avena y lentejas. Él cuenta sus historias y enseña sus imágenes, que se convierten en relatos al introducir una vara en la caja de cartón y darle vueltas. Hamdeh tiene dieciséis años y un hambre insaciable por la magia de las imágenes en movimiento. Le roba pan a su madre, se lleva puñados de lentejas de la despensa para pagar al hombre. Se acuerda de su tío, que tiene muchas gallinas y cinco gallos. Mientras este duerme la siesta, se escabulle y le roba unos huevos; cualquier cosa por ver cómo las imágenes se mueven de nuevo, para saber más de los héroes y la lucha por la libertad, para sentir que el mundo se hace más grande. Pero cuando se dispone a salir de la tienda de su tío con los huevos, este se despierta, la agarra y la golpea. Los huevos se rompen y esa noche Hamdeh, con el delantal manchado, 13


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duerme en una cueva para evitar la ira del tío. Sin embargo, la ira pasará. Todas las noches, al terminar de contar sus historias, el hombre de la caja mágica concluye con las mismas palabras: “Esto es la oscuridad, esto es la noche”.

washington

En el Despacho Oval de la Casa Blanca, el presidente Truman hace anotaciones en su diario. El 6 de enero se despierta pronto y le da tiempo a trabajar unas horas antes de ir caminando hasta la estación de tren para recibir a su familia. Es un buen paseo de treinta y cinco minutos, apunta en el diario, y habla de lo contento que se encuentra por el regreso de su mujer y sus hijos. Es un infierno estar solo en la cárcel grande y blanca. De noche el suelo suelta chasquidos y crujidos. No se necesita mucha imaginación para ver al viejo James Buchanan deambulando de un lado a otro, lleno de preocupación por un mundo fuera de su control. En realidad, son muchas las almas presidenciales en pena que suben y bajan las escaleras, lamentándose de todo lo que deberían haber hecho mejor y de todo lo que no les dio tiempo a hacer. Algunos de sus difuntos predecesores, sin embargo, no se dejan ver por la casa, escribe Truman en el diario azul. Sencillamente no tienen tiempo, ocupados como están en controlar el reino de los cielos y gobernar el infierno. El resto, pobres atormentados presidentes que no supieron desarrollar todo su potencial, no logra descansar en paz. La Casa Blanca es un lugar infernal.

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enero

londres

El 7 de enero se comunica que quinientas mujeres del sistema de transportes de Londres deben abandonar su puesto de trabajo. Las envían a casa. Durante los meses siguientes despiden a todas las revisoras de los autobuses y tranvías londinenses. Diez mil en total. Los hombres han vuelto.

malmö

Movimientos en la frontera, árboles como rayas negras en el paisaje blanco, pisadas que en el terreno helado apenas dejan rastro. El mundo está lleno de refugiados que quieren marcharse, salir de donde se encuentran. Algunas fronteras tienen menos vigilancia que otras, los caminos son pequeños y serpenteantes, la gente del lugar está a sus cosas. Una frontera entre Alemania y Dinamarca. Otra entre Dinamarca y Suecia. Fronteras marítimas, fronteras terrestres, líneas que se han trazado en mapas de papel, pero que en la vida real están marcadas con una piedra, con un cercado, un millar de briznas de hierba seca que crujen al paso del viento. Muchos huyen de lo que han vivido. Otros, de las consecuencias de sus actos. Silencio. Secretismo. Mensajes codificados y nunca dos noches seguidas en el mismo lugar. Un flujo continuo de hombres cruza la frontera de Alemania a Dinamarca para después dirigirse a Suecia. En el camino hay manos solidarias que les dan cama y comida. Per Engdahl quiere recuperar su pasaporte. Se le deniega y queda atrapado en su país, un país que no solo desea proteger 15


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sino también expandir reventando sus fronteras. Visión contradictoria que, no obstante, Engdahl se empleará a fondo para intentar convertir en realidad. La policía secreta sueca lo clasifica como nazi, y tras una visita a Vidkun Quisling en Noruega durante la guerra, a la que le seguirá un viaje a Finlandia, donde se reúne con algunos de los más altos cargos de la Wehrmacht, se le retira el pasaporte.3 Pese a varios intentos, tarda mucho en recuperarlo, así que deja que la gente vaya a verlo a él a Malmö. Tiene fieles colaboradores que viajan y se ocupan de todo. Apenas queda documentación, y en los papeles que se han conservado no aparecen más que unos pocos nombres. Hay que dar rodeos para desenredar la madeja y ensamblar las piezas del puzle que conforman los meses de 1947, una época en la que todo parecía posible porque todo había ocurrido ya. Vienen de toda Europa. La mayoría ha luchado en las divisiones de las SS en el frente oriental, y hay una gran cantidad de bálticos que corren el riesgo de que los extraditen a la Unión Soviética. Todos necesitan ayuda para huir de las consecuencias de lo que han hecho en la guerra, y el hombre sin pasaporte los recibe. Per Engdahl es el líder de los fascistas suecos, pero a esta blanca corriente de refugiados que busca su auxilio prefiere mantenerla al margen del movimiento, actuando con discreción y bajo código. De ahí que su propia casa en la calle Mäster Henriksgatan 2 en Malmö se convierta en el centro de operaciones. La acogida adquiere una impronta literaria, ya que el fascista, que también escribe poesía, usa títulos de libros para codificar palabras como refugiado, escondite y traslado; todo a fin de mantener a la policía sueca en la ignorancia. ¿Cuántos llegan? No está claro. ¿Quiénes son? No se sabe. Pero entre esos miles de hombres blancos en fuga, alguno que otro 16


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se convierte en más que un mero nombre, quizá incluso en un amigo. Como el profesor Johann von Leers, hombre de confianza y protegido del ministro de Propaganda Goebbels, uno de los ideólogos más influyentes tras la campaña de odio nazi. Un resuelto y comprometido antisemita cercano al corazón del mando. Nombre importante, presa preciada. Las tropas americanas lo habían hecho prisionero y lo mantenían en Darmstadt, pero Von Leers había huido a los dieciocho meses. Después, los rastros son difusos y contradictorios. Durante unos años consiguió pasar desapercibido, para reaparecer con toda seguridad en 1950 en Buenos Aires. Hay quien sostiene que se escondió en el norte de Alemania durante años, otros afirman que vivía de incógnito en Italia. Sea como fuere, lo que está claro es que a finales de 1946 llega hasta la vieja ciudad comercial de Flensburgo, a unos diez kilómetros de la frontera danesa. Allí lo recibe el voluntario danés de las SS, Vagner Kristensen, que lo lleva al pueblo danés de Padborg, a unos diez kilómetros de distancia. “Conducíamos a los refugiados por un sendero, atravesando un pantano y cruzando la frontera”. Al joven Kristensen le cae bien Johann von Leers —mantendrían el contacto después— y escolta a su nuevo amigo a través de Dinamarca hasta llegar a Copenhague, donde otros toman el relevo y lo organizan todo para cruzar el estrecho de Öresund en barco. “Tenían que venir a mí cuando yo no podía viajar”, recordaría más tarde Engdahl no sin cierto orgullo, pero omitiendo con cuidado cualquier nombre.4 Engdahl y sus camaradas pueden conseguir trabajo para un millar de nazis en fuga. A los astilleros Kockums y al fabricante de calculadoras Addo no les importa admitirlos, con la condición 17


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de que Engdahl no escriba nada al respecto en su revista Vägen Framåt. Todos han entendido de qué se trata: actuar, sí, pero en la sombra. Per Engdahl: poeta, periodista y líder fascista. La policía sueca lo considera el auténtico fundador del nazismo en el país. “Ya antes de la guerra se le conocía como el sueco mejor relacionado dentro del nazismo internacional. Era bien recibido tanto en Berlín como en Roma. […] A finales de 1945, Engdahl estableció contacto con las células nazis y fascistas que habían sobrevivido”, escribe la autoridad policial central, la Policía de Seguridad de Suecia (SÄPO), en un informe de principios de los años cincuenta.5

roma

Solo unos días antes de que 1946 dé paso a 1947, cinco hombres se reúnen en el viale Regina Elena en Roma. Un periodista, un arqueólogo, un contable, un dirigente sindical y un hombre que afirma ser el hijo ilegítimo de Benito Mussolini. Juntos crean el Movimiento Sociale Italiano, una organización basada en las mismas ideas e ideales que el partido fascista de Mussolini. El MSI enseguida cuenta con una multitud de seguidores y generosas contribuciones privadas. A los pocos meses se abren sedes por toda Italia y la formación puede empezar su actividad, atacando la democracia y combatiendo el comunismo. Pero no solo en Italia. El objetivo también es una nueva Europa. Los falangistas en España, los peronistas en Argentina, los fascistas británicos bajo la dirección de Oswald Mosley, los neonazis que se reúnen ilegalmente en Wiesbaden dirigidos por KarlHeinz Priester. Y Per Engdahl en Suecia. Bajo la superficie, allí 18


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están, y mientras el mundo mira hacia otro lado, ellos se mueven. Ya establecen estos días un organizado servicio de mensajería que les permite burlar las restricciones de pasaportes, visados y monedas.6 Pronto los hombres se acercarán unos a otros e, incluso, se unirán. La concentrada quietud de un péndulo que vuelve.

polonia

El 19 de enero se celebran elecciones en Polonia. Pero durante las últimas semanas, medio millón de personas han sido acusadas de colaborar con los nazis y en castigo se les ha denegado el derecho al voto. Más de ochenta mil miembros del partido anticomunista Polskie Stronnictwo Ludowe son arrestados justo antes de las elecciones. De ellos, unos cien morirán a manos de la policía secreta. Así pues, como era de esperar, los comunistas logran una victoria aplastante. En la Conferencia de Yalta de 1945, Stalin había prometido elecciones libres en Polonia, pero para el sistema pluripartidista esta fecha de enero es un día mortal.

al-mahmudiyya

El hijo de un relojero egipcio, Hassan al-Banna, desea darle un g­iro al tiempo y dirigirlo hacia el islam. En su momento fue un niño ávido de conocimiento, obstinado y con carácter como su madre, y más extrovertido que su padre. El tiempo del mundo se ajustaba en el taller de su padre, donde las mudas esferas de reloj esperaban unas manecillas, donde se guardaban cajas con 19


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pequeñas ruedas dentadas que brillaban, y donde el mero sonido de un reloj reparado recompensaba el esfuerzo. El tictac, nítido y regular, señalaba que tanto el objeto como el tiempo habían sido llevados del desorden al orden, del caos al control. Fuera del taller del padre se extendía Egipto con sus trigales, con hombres que se agachaban ante la despectiva mirada de los británicos. Un país sometido. Y tan juntos como las espigas de trigo en los campos se alineaban los versos en el Corán. El chaval aprendió el oficio, también él. Pasar el día en una habitación llena de relojes hace que la hora sea amiga y enemiga a la vez. Desmontar un reloj y examinar su interior para después conseguir que el tiempo corra de nuevo convierte al tiempo en una fuerza posible de dominar.

parís

Un avión camino de Nueva York despega con Simone de Beauvoir a bordo. Solo hay diez pasajeros en una nave de cuarenta plazas, así que nada más subir se siente perdida. Es como si abandonara su vida en París. Algo diferente, nuevo, aparecerá y la convertirá en otra persona. El avión está en el aire. Es el 25 de enero. Escribe: “No estoy en ninguna parte. Estoy en otro lugar. ¿Qué es el tiempo?”.

nueva york

Es una época en la que los derechos humanos universales no existen. ¿Y acaso la humanidad ha echado de menos algo que 20


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no sabía que existía? Las religiones del mundo, que han querido defender lo humano como si fuera un fragmento de Dios, ¿han bastado como protección? El mundo resurge de una gruesa capa de cenizas humanas. Aquí y ahora, en una fábrica de aviones en Lake Success, sede temporal de la Organización de las Naciones Unidas, se crearán valores universales. Nuevos pensamientos, nuevas premisas para la humanidad, una nueva moral. Los derechos del ser humano no van a depender de si se es cristiano o budista, de si se ha nacido en una familia con medios o sin ellos; no dependerán del nombre, género, posición, país de nacimiento o color de piel. Entra en la historia mundial una mujer de sesenta años para dirigir el trabajo. Hace poco se le ha retirado el carnet de conducir por imprudente. En algún lugar, bajo el flujo diario de los acontecimientos políticos, bajo el dolor por la muerte de su marido Franklin D. Rooselvelt, en algún lugar bajo la capa de pensamientos sobre la vejez, la maternidad y la falta de costumbre de la gente ante el liderazgo de una mujer, fluyen las palabras que acompañarán al grupo de trabajo desde el primer día hasta el último, las mismas para todos, sin importar que uno lea al filósofo confucionista Mencio o el capítulo XII de la Epístola a los romanos: “No busquéis derrotar el mal con el mal. Derrotad el mal con el bien”. Eleanor Roosevelt convoca su primera reunión con el grupo de trabajo el 27 de enero. Reina cierta euforia. Nunca más, se dicen los seres humanos de todo el mundo. Lo dicen al otro y a sí mismos. Nunca más, dicen los miembros del equipo de trabajo para la creación de los derechos humanos, sin apenas comprender el alcance de su cometido. Nunca más. Las palabras se repiten como los flecos en un chal de oración, como si dios existiera. 21



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