DOS
C
as se alejó de su adversario con un giro y apenas consiguió esquivar la espada que se dirigía a su cuello. Sin
embargo, se tropezó con una roca y estuvo a punto de caer. La espada de su adversario le golpeó el pecho. Muy desa fortunado. —Muerto —sonrió Galo mientras retiraba la hoja sin filo—. ¿Está cansado, su alteza? Cas dio un paso atrás y se pasó una mano por el cabello húmedo de sudor. El sol iluminaba de lleno los jardines del castillo. —Un poco. Debe ser porque te gané las primeras cuatro veces. El guardia extendió los brazos. Seguía jadeando por la pelea. —Me gusta hacer que primero te confíes y te sientas seguro. Luego comienzo a pelear en serio. Cas rio. Pasó su espada a la mano izquierda para arremangarse la camisa blanca. Su chaqueta estaba tirada en el suelo, cubierta de la tierra que habían estado levantando durante el entrenamiento. No le iba a hacer ninguna gracia a su madre. —Vamos otra vez —dijo con la espada en alto.
RUINA.indd 17
17/01/17 1:30 p.m.