un par de miradas durante el trayecto y preguntó cómo me sentía. Le dije que bien. Asintió y sonrió. Me dio una palmadita en la rodilla. —Lamento haber reaccionado con mal humor —dijo. —Está bien. —Bueno, vamos a ponerte esas vacunas en cuanto podamos. No me emocionaba mucho el asunto de que me pusieran una cantidad de inyecciones, pero dije: —Gracias. Esa noche dormí profundamente, y fue la primera vez que vi a los ángeles.
Todavía siento miedo en las noches. Al irme a dormir, me tapo hasta la cabeza y dejo sólo un pequeño agujero para poder respirar, aunque no consigo ver nada por él. He dormido así desde que tengo memoria. Me avergüenza y jamás se lo cuento a nadie. Tengo muchas pesadillas. Una de las peores es que me despierto en mi cama, todavía cubierto por las cobijas, pero sé que hay algo o alguien a los pies de mi cama. Estoy demasiado asustado para moverme o gritar, y luego oigo un ruido como de papel que se rasga y me arrancan las cobijas del cuerpo. Puedo sentir que su
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