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Cuando 2 + 2 = 5 El reflejo del amor en un mundo sin amor La prรกctica de Un curso de milagros Kenneth Wapnick, Ph. D. Foundation for A COURSE IN MIRACLES


Título en inglés: When 2 + 2 = 5, Reflecting Love in a Loveless World Copyright © 2013 para la Foundation for A course in miracles Título en castellano: Cuando 2 + 2 = 5, El reflejo del amor en un mundo sin amor Autor: Dr. Kenneth Wapnick Traducción: Emy LaBelle Primera edición en España Octubre de 2014 Copyright © 2014 para la edición en España: El Grano de Mostaza Ediciones Impreso en España Depósito Legal: IDL B 22.483-2014 ISBN: 978-84-942482-3-8 EDICIONES EL GRANO DE MOSTAZA, S.L. C/ Balmes 394, principal primera 08022, Barcelona, SPAIN Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (‹www.conlicencia. com›; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).


Cuando 2 + 2 = 5 El reflejo del amor en un mundo sin amor La prรกctica de Un curso de milagros Kenneth Wapnick, Ph. D. Foundation for A COURSE IN MIRACLES


ÍNDICE PREFACIO............................................................................. 9

Agradecimientos........................................................... 11

1. Introducción................................................................... 13

El «hombre del subsuelo» de Dostoyevski................... 13

2. Memorias del subsuelo – Fragmentos........................... 17 3. Una ecuación verdadera................................................ 23 4. Del mundo al subsuelo.................................................. 29 5. Del subsuelo a la verdad................................................ 41 6. Preguntas....................................................................... 49 7. Las leyes de Dios y las leyes del mund.......................... 57

«Percepción y elección»............................................... 57

«No hay otro amor que el de Dios»............................. 59

8. «No me gobiernan otras leyes que las de Dios» .......... 65 9. El reflejo de las leyes de Dios en el mundo................. 113 10. Uno más uno es igual a uno...................................... 131 Apéndice.......................................................................... 133

El mundo de 2 + 2 = 5................................................. 135

Índice de referencias a Un curso de milagros................. 159 Foundation for A Course in Miracles............................... 165 7


Prefacio Este libro se basa totalmente en el taller de un solo día que di en agosto de 2005 en nuestra Fundación. El título, Cuando 2 +2 = 5, se tomó de las Memorias del subsuelo de Dostoyevski, como explico más adelante en la introducción. Esta metáfora aritmética sirvió como marco de referencia para unos comentarios que contrastaban las leyes de las diferencias del mundo —basadas en el cuerpo— con la ley del Espíritu Santo —basada en la igualdad de la mente—. Este cambio del foco de atención, reflejado por un cambio de identidad del cuerpo a la mente, permite que sane nuestra creencia en la separación; primero entre unos y otros y, en el fondo, entre nosotros y Dios. Somos guiados suavemente por Jesús desde el mundo externo de 2 + 2 = 4 —un mundo de diferencias llenas de odio— hasta el mundo interno 2 + 2 = 5 de igualdad, la morada del perdón que refleja el universo del amor y la unidad: nuestro hogar verdadero de 1 + 1 = 1. Como es nuestra costumbre en esta serie sobre La Práctica de Un curso de milagros, se ha editado levemente la conferencia para realzar la legibilidad sin perder la informalidad y la espontaneidad del taller original. Se han incluido también algunas preguntas y respuestas que surgieron du-

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Cuando 2 + 2 = 5. El reflejo del amor en un mundo sin amor

rante el taller, y han sido editadas bajo el mismo criterio. Finalmente, hemos incluido en el Apéndice un artículo con el mismo título, que salió publicado al año siguiente en The Lighthouse (El Faro), el boletín de la Fundación.

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Agradecimientos A menudo he expresado en estos «libritos» mi profundo aprecio y gratitud hacia Rosemarie LoSasso, la directora de publicaciones de la Fundación, y hacia mi esposa, Gloria, por la inmensa contribución de ambas a esta serie de libros, de hecho, a todos mis libros. No voy a repetirme aquí salvo para reconocer una vez más la maravillosa habilidad de Rosemarie para tomar la materia prima de un taller o de una clase y convertirla en un todo legible. Asimismo, quiero reconocer la inspiración de mi esposa Gloria cuyo apoyo dio, y continúa dando, ímpetu a la producción de estos «libritos»; le agradezco sus recordatorios incesantes de que los hiciera, cuando yo aflojaba el paso, así como su amorosa presencia en mi vida durante más de treinta años.

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Introducción El «hombre del subsuelo» de Dostoyevski

Esta es la segunda vez que he dado un taller o una charla sobre este tema. La primera fue a fines de los años sesenta. Una amiga mía impartía una clase del posgrado en Educación y me preguntó si quería dar una charla para su grupo, pues en aquel tiempo yo dirigía un programa escolar para niños con trastornos mentales. Accedí y seleccioné como título de mi charla «2 + 2 = 5». No recuerdo lo que dije, pero seguramente enfaticé la idea de que no solo era importante enseñar a los niños que 2 + 2 = 4, sino que también era esencial enseñarles cómo «abrirse a lo desconocido» donde 2 + 2 = 5. Era mi firme convicción de que nuestro sistema educativo necesitaba estimular la creatividad en los niños a la más temprana edad posible. La idea de 2 + 2 = 5 no la originé yo. La vi por primera vez en la poderosa novela corta de Fiódor Dostoyevski, Memorias del subsuelo. Dostoyevski, como tal vez sepáis, fue un novelista ruso de fines del siglo XIX. Constituye un extraordinario hito histórico que Tolstoi viviera en la misma época: ¡dos gigantes de la literatura rusa! Escrita en

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el año 1864, Memorias del subsuelo fue la primera obra de Dostoyevski que logró un verdadero éxito, y es uno de los libros más influyentes del mundo moderno. Fue la inspiración para un movimiento del siglo XX, conocido como existencialismo literario: una ficción basada en héroes existenciales. Un héroe existencial es, en esencia, aquel que cuestiona el significado de su existencia, una persona reflexiva que se da cuenta de que algo no está bien en el mundo. El «hombre del subsuelo», que en el libro no tiene nombre, es un hombre así. Memorias del subsuelo consiste en las cavilaciones de una persona extraña y perturbada que lleva una especie de diario donde anota sus pensamientos acerca del mundo y de la sociedad. En este contexto, la palabra ”subsuelo” se refiere tanto a una ‘actitud antisocial y rebelde’ como al ‘subsuelo de nuestra existencia’, al que Freud llamaría más adelante el inconsciente. De hecho, el padre del psicoanálisis sentía un respeto tremendo por Dostoyevski, a quien consideraba realmente como un psicólogo de mayor calibre que él. El «subsuelo» era para Freud un depósito de sentimientos y pensamientos que la sociedad trata con desdén. Nietzsche también se consideraba en deuda con el gran novelista. La novela consta de dos partes: la primera presenta las diatribas del «hombre del subsuelo» y la segunda lleva al lector a lo que fue su vida quince años atrás. El acontecimiento clave en ese tiempo fue su encuentro con una prostituta a quien él quería redimir. La llevó a su apartamento, y ella resultó tener mucha más integridad y respeto por sí misma que él. Aunque no hubo actividad sexual en abso-

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Introducción

luto, él quiso pagarle, pero ella rehusó aceptar su dinero. Así es como termina la novela. El hombre era un pésimo ejemplar de persona; loco y enfermo, no era lo que se dice un dechado de virtudes, pese a sus agudas observaciones sobre la sociedad. En ese momento de su vida, Dostoyevski se sentía bastante pesimista. Sabía que el mundo no funcionaba, ni siquiera estaba seguro de que pudiese funcionar. Su maravillosa novela, El idiota, trata de un príncipe epiléptico que se vuelve temporalmente loco; de ahí lo de «idiota». Pese a su locura, el personaje es una especie de figura crística y el libro tiene un desenlace trágico: asesinato, demencia y traición. El mensaje, si mal no recuerdo después de tantos años, era que el mundo no estaba preparado para alguien como Jesús: basta con ver cómo trata al amor y a la inocencia. Dostoyevski opinaba que Jesús era la respuesta última, pero que el mundo no podía aceptar su mensaje, razón por la cual la Iglesia floreció al ocultar al verdadero hombre y su verdadero mensaje. Retornaré a este tema más adelante. Dostoyevski se convirtió en un radical y en un socialista. Lo arrestaron y condenaron a muerte, pero le conmutaron la pena. Más adelante se opuso al socialismo al sentir que la sociedad no tenía respuestas fáciles. No le gustaba lo que estaba ocurriendo en Rusia, pero creía que no había respuestas sencillas ni racionales. Uno de los temas más importantes en Memorias del subsuelo son las críticas que el «hombre del subsuelo» vocifera con respecto a la demencia del mundo, un mundo donde 2 + 2 = 4. Dostoyevski intentaba expresar que quedarse con la razón y la racionalidad es una manera de aprisionarnos, negándonos nuestra verda-

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dera libertad. En ese sentido, el «hombre del subsuelo» fue el primer héroe existencial1 de la literatura moderna.

Nota Hasta que no volví a leer el libro —la primera lectura fue hace casi cincuenta años—, no me di cuenta de que Dostoyevski dice realmente: dos «veces» dos hacen cuatro. Yo siempre he dicho: dos «más» (o «y») dos son (o es igual a) cuatro, de modo que lo seguiré diciendo así, aun cuando voy a leer un breve pasaje donde él dice: dos «veces» dos hacen cuatro.

1 Se considera que Kierkegaard es el padre del existencialismo, pero, en general, Memorias se considera la primera novela de ficción existencialista.

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Memorias del subsuelo - fragmentos

Los siguientes fragmentos2 dan una idea de con cuánta frecuencia Dostoyevski menciona que dos y dos son cuatro, ecuación que para él es un símbolo de las leyes del mundo. Deplora estas leyes y cuán rígidamente nos mantienen a raya y niegan nuestra creatividad y sentimientos. En estos fragmentos, el «hombre del subsuelo» había estado aludiendo a las leyes de la naturaleza, a las conclusiones de las ciencias naturales y a las matemáticas. Entonces dice: ... no tendrán más remedio que admitirlo (el mundo), porque dos y dos son cuatro. Esto pertenece al dominio de las matemáticas, y no hay discusión posible.

2 Dostoyevsky, F., Memorias del subsuelo. Obtenido el 4 de agosto de 2014 de la página del sitio web <dominiopúblico.es>: <www.dominiopublico. es/libros/D/Fiodor_Dostoyevski/Fiódor%20Dostoyevski%20-%20Memorias%20del%20Subsuelo.pdf>.

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Prosigue con sarcasmo: «¡Perdone! ―gritará alguien―. Usted no puede protestar: dos y dos son cuatro. A la naturaleza no le preocupan las pretensiones de usted; no le preocupan sus deseos; no le importa que sus leyes no le convengan a usted. Está usted obligado a aceptarla tal como es y a aceptar todo lo que procede de ella. El muro es un muro... », etcétera. Pero ¿qué importan, Dios mío, las leyes de la naturaleza y la aritmética si, por una razón u otra, esas leyes y ese «dos y dos son cuatro» no me complacen? Evidentemente, no podré romper ese muro con la cabeza, ya que mis fuerzas no bastan para ello; pero me niego a humillarme ante ese obstáculo por la única razón de que sea un muro de piedra y yo no tenga fuerzas para calvario. En otras palabras, nuestro «héroe» está diciendo al mundo: «No me digáis qué puedo y qué no puedo hacer. Incluso si hay un muro de piedra, sigo teniendo libertad». ¡Como si ese muro pudiera procurarme alguna paz! ¡Como si uno pudiera reconciliarse con lo imposible por la sola razón de que se funda sobre el «dos y dos son cuatro». ¡Es el mayor absurdo que puede concebirse! Unas páginas más adelante:

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Memorias del subsuelo - Fragmentos

Ustedes exclamarán (si me hacen todavía el honor de lanzar exclamaciones) que nadie piensa privarme de mi voluntad, que solo se trata de arreglar las cosas de modo que mi voluntad por sí misma, por su propia iniciativa, pueda acomodarse a mis intereses normales, a las leyes naturales, a la aritmética. Es decir, para que yo sea un buen muchacho y haga lo que el mundo dice. ¡Pero díganme, señores! ¿Qué quedará de mi voluntad cuando lleguemos a las tablas de cálculos, cuando no haya más que eso de «dos y dos son cuatro»? Dos y dos serán cuatro sin que mi voluntad se mezcle en ello. ¡La voluntad aspira, evidentemente, a otra cosa! En otras palabras, está diciendo: «¿Cómo puedo tener libertad si el mundo me dice cuáles son las leyes y define los límites de mi existencia?». Finalmente, y es probable que este sea el más importante de estos fragmentos: Y, ¿quién sabe?, acaso el único objetivo que persigue la humanidad consista en ese esfuerzo, en esa acción; dicho de otro modo, tal vez la vida no tenga meta exterior, meta que, evidentemente, no puede ser más que ese «dos y dos son cuatro», es decir, una fórmula. Ahora bien, «dos y

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dos son cuatro» es un principio de muerte y no un principio de vida. Cuando hablemos de cómo Un curso de milagros contemplaría este asunto, veremos que las leyes de este mundo son realmente leyes de muerte, aun cuando parezcan tan inmutables y reales. En todo caso, el hombre teme siempre a ese «dos y dos son cuatro», y yo también le temo. Le tememos porque significa nuestra propia muerte, el fin de quienes somos realmente. Cierto que el hombre solo se ocupa en la busca de ese «dos y dos son cuatro», cruza océanos, arriesga su vida en este empeño..., pero les aseguro que teme encontrarlo, pues cuando dé con él, ya no tendrá nada que hacer. Como dice el «Libro de ejercicios»: «El mundo que veo no me ofrece nada que yo desee» (L-pI.128), y cuando finalmente consigo lo que creo que quiero en el mundo, termino dándome cuenta de que no es nada. Esto es lo que más tememos y es lo que Dostoyevski está diciendo. Se observa en él cierta desazón cada vez que alcanza uno de sus objetivos. Desea aproximarse a la meta, pero cuando llega, no se siente satisfecho. Esto es verdaderamente gracioso. Y es que

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Memorias del subsuelo - Fragmentos

el modo de ser del hombre es algo tan cómico como un buen chiste. En fin, sea como fuere, eso de «dos y dos son cuatro» es algo sumamente desagradable. Yo lo calificaría de procaz. «Dos y dos son cuatro» nos desafía con insolencia. Con los brazos en jarras se planta en medio de nuestro camino y nos escupe al rostro. En otras palabras, el mundo —es decir, por supuesto, el ego en todos nosotros— es realmente el que se está burlando de nosotros, al convencernos de que su sistema de pensamiento de la separación es la realidad, así como lo es el mundo que surgió de él junto con sus leyes «naturales». Admito que eso de «dos y dos son cuatro» es una cosa excelente; pero puesto a alabar, les diré que «dos y dos son cinco» es también, a veces, algo encantador. El punto que quiere indicar el libro de Dostoyevski es que dos veces dos hacen cinco es lo que es maravilloso. Él entendía la naturaleza del mundo, que aquí no hay esperanza y que es arrogante pensar que uno puede hacer algo para corregir la condición del mundo. Por esa razón, con el tiempo llegó a apartarse de una solución política, aun cuando, como vimos, se había sentido muy atraído por esta en su juventud, y, de hecho, escribió mucho al respecto. Se dio cuenta de que el cambio sociopolítico no era la respuesta. Es interesante, dicho sea de paso, que en la última etapa de su vida se convirtió al cristianismo, aunque odiara la Iglesia,

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una actitud claramente descrita en la famosa escena de «El gran inquisidor» en Los hermanos Karamazov. Creía que la redención radicaba únicamente en aceptar el amor de Jesús en sus adentros, no a través de la iglesia tradicional que tanto le disgustaba por su hipocresía. Era enfático en su creencia de que la respuesta a los problemas de la humanidad no radicaba en el mundo, sino más bien en la vida interior de uno. Sin embargo, uno no llega a esa conclusión leyendo Memorias del subsuelo. Así que Dostoyevski se burla juguetón de los intentos de sus contemporáneos rusos de hacer del mundo, y especialmente de la sociedad rusa, un mejor lugar. Decía que todos esos intentos niegan el subsuelo. (Bien podemos ver por qué Freud lo admiraba tanto). Todos ellos se basan de una manera u otra en una racionalidad cuya conclusión es que tal como las cosas están ahora es como deberían estar: dos veces dos son cuatro. La verdadera libertad, creía Dostoyevski, radicaba en negar esa ecuación y reconocer que aquí nada funciona. Como nos diría Un curso de milagros, todo en este mundo miente; la percepción es una mentira. «Nada es tan cegador como la percepción de la forma» (T-22.III.6:7) y, ciertamente, dos veces dos es igual a cinco.

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Una ecuación verdadera

La única ecuación que funciona y representa la verdad (estoy revelando el desenlace del taller) es 1 + 1 = 1. Esto es paralelo a la idea que Jesús nos da en el «Texto»: una Unidad unida cual Una sola (T-25.I.7:1); Dios más Cristo es igual a un solo Ser. Esta es la única verdad. El ego inventó la aritmética, pues Dios solo conoce el uno. No puede haber aritmética, mucho menos matemáticas avanzadas o cálculo, si solo hay uno. Eso es lo único que Dios y Su perfecta Unidad conocen. En la demencia de la separación, el ego dijo que 1 + 1 = 2, lo cual significa que Dios y Su Hijo es igual a dos seres; y como hay dos seres, tienen que estar separados el uno del otro. Sin embargo, cuando decimos que 1 + 1 = 1, que constituye la realidad del Cielo, no hay separación. Como dice el «Libro de ejercicios», no hay ningún lugar en el que el Padre acabe y el Hijo comience como algo separado (L-pI.132.12:4). No hay dos Seres en el Cielo, Dios y Cristo. Solo hay la perfecta Unidad del perfecto Amor de Dios. Para el ego, hay Dios y Su Hijo, que se separa y se vuelve distinto a Su Creador y Fuente. Ahora hay dos. Eso, por supuesto, es el comienzo de la separación, el comienzo del sueño, el comienzo de que se tomara en serio la diminuta

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Cuando 2 + 2 = 5. El reflejo del amor en un mundo sin amor

idea loca. El pensamiento en la mente de todos es que está Dios y estoy yo, y los dos estamos separados. Y como ahora yo estoy separado de Dios, el Dios del que estoy separado ya no puede ser el verdadero Dios, mi Creador y Fuente, porque, en el verdadero Dios, no hay separación alguna. Las ideas no abandonan su fuente: la Idea del Hijo de Dios (Cristo) sigue siendo una con Su Creador o Fuente. No obstante, una vez que decimos que 1 + 1 = 2, estamos hablando de la separación, y el Dios del que nos hemos separado es el Dios del ego. Es entonces cuando el ego teje su mito, una pesadilla de pecado, culpabilidad y miedo. Nos dice que el Dios del que estamos separados está en pie de guerra; Su ira maníaca trasciende toda medida y Su único deseo es destruirnos. El ego toma la ecuación de 1 + 1 = 2 que está en la mente, la proyecta, fabrica un mundo de separación y en ese mundo es donde tenemos la ley de 2 + 2 = 4. Esta, rápido, se expande a 4 + 4 = 8, y así sucesivamente con todas las distintas permutaciones y combinaciones de esa fórmula original del ego: 1 + 1 = 2. Este es el origen de la aritmética, de las matemáticas avanzadas y de toda la ciencia; de hecho, es el origen de todo. Terminamos en un mundo en el que tenemos un cuerpo y un cerebro que dice que 2 + 2 = 4, un universo donde hay leyes que deben acatarse en materia del mundo y del cuerpo. Más adelante consideraremos la «Lección 76»: «No me gobiernan otras leyes que las de Dios», probablemente una de las lecciones del «Libro de ejercicios» que más se han malentendido. En ella, Jesús bromea con las supuestas leyes que seguimos respecto a lo que debe ser y lo que no debe ser: las leyes que gobiernan las relaciones, la medicina, la

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Una evacuación verdadera

salud, el dinero, etcétera. Además, es uno de los lugares en Un curso de milagros donde se alude a los «fajos de tiras de papel moneda y montones de discos de metal» que consideramos tan importantes (L-pI.76.3:2; véase también T-27.VIII.2:2). Asimismo, habla de nuestra creencia de que tomar «una pequeña píldora» o inyectarnos cierto líquido en las venas nos «resguardará de las enfermedades y de la muerte» (L-pI.76.3:3). Luego, están las leyes que definen nuestra relación con Dios, que forman la esencia de las que se conocen como religiones formales. Siendo así, hay una manera correcta y una manera incorrecta de mirar a la Deidad, una manera correcta e incorrecta de mirar las relaciones, una manera correcta y una manera incorrecta de mirar al cuerpo. Esta es la clase de cosas que el «hombre del subsuelo» denunciaba. Si bien no es que este fuese necesariamente el portavoz de todo lo que Dostoyevski creía, no cabe duda de que representaba el siguiente aspecto de su pensamiento: ¡hay algo que anda radicalmente mal en el mundo y en su manera de pensar! Dostoyevski estaba diciendo, en cierto sentido, lo mismo que Jesús quiere que entendamos: que al vivir en este mundo, si bien es importante que 2 + 2 nos den 4 —no podríamos sobrevivir aquí si no fuese así—, es incluso más importante saber que 2 + 2 = 5, reconociendo que el mundo y sus leyes son una demencia. El sentido de la lección «No me gobiernan otras leyes que las de Dios» se distorsiona a menudo, y muchas veces con unas consecuencias deplorables, porque el estudiante concluye equivocadamente que, como Jesús dice que las leyes que consideramos tan sagradas e inviolables son fabricadas, no importa lo que hagamos. Así

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pues, este «razonamiento» concluye que no hace falta ir al médico o cerrar con llave las puertas; no importa lo que comamos, con quién nos acostemos o qué hagamos con Dios. Podemos hacer o dejar de hacer lo que queramos porque, después de todo, ¡aquí no hay leyes! Esta lección fue la que me motivó hace tantos años a hablar del nivel uno y el nivel dos. Durante los años inmediatamente después de la publicación de Un curso de milagros, me refería a menudo a la confusión de niveles. El nivel uno se refiere al nivel metafísico del Curso: la verdad y la ilusión, reflejadas en la «Lección 76». La ley del amor y la unidad es la única ley; todas las demás son falsas. La gente, otra vez, ha tomado eso como licencia para hacer lo que deseen, para violar todas las leyes, al fin y al cabo, son inválidas. O bien para hacer lo opuesto y negar el cuerpo y el mundo, volviéndose ascetas y expiatorios: como aquí todo es ilusión, y además, el cuerpo es una expresión de la creencia en el pecado proyectada por la mente, hay que sufrir y no hay que disfrutar de nada. Esa es precisamente la antítesis de lo que enseña el Curso. En la «Lección 155», «Me haré a un lado y dejaré que Él me muestre el camino», Jesús habla de un punto medio entre los dos extremos de 1) regodearnos en violar todas las leyes posibles, para así demostrar que el mundo es una ilusión; o 2) ir en la dirección contraria y apartarnos de todo en este mundo porque, como es ilusorio, todo lo que hay aquí, junto con todos los pensamientos y sentimientos al respecto, es malo, pues refuerza la creencia de que la separación es real. Siendo así, gozar de cualquier grado de confort es malo, ya sea que provenga del alimento, del sexo,

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Una evacuaci贸n verdadera

de poseer un buen auto o una buena casa, o de cualquier cosa por el estilo. Entre estos extremos, hay un punto medio basado en nuestro entendimiento de que, para vivir en este mundo, hay que poder sumar 2 y 2 y obtener 4; pero al mismo tiempo, entendemos que, si queremos despertar de este sue帽o, tenemos que darnos cuenta de que 2 + 2 = 5, lo cual simboliza nuestro entendimiento de que el mundo miente. Retornaremos a este tema una y otra vez durante los comentarios.

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