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Colección La práctica de Un curso de milagros

Padres e hijos Nuestra clase más difícil Segunda Parte Dr. Kenneth Wapnick

Foundation for A Course in Miracles®

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Título en inglés Parents and Children: Our Most Difficult Classroom Part Two Copyright © 2007 by the Foundation for A Course in Miracles® Título en castellano Padres e hijos: nuestra clase más dificil Segunda Parte Autor Dr. Kenneth Wapnick Traducción Félix Lascas y Miguel Iribarren Supervisión Emy LaBelle Primera edición en España Marzo 2014 Copyright © 2013 para la edición en España El Grano de Mostaza Impreso en España Depósito legal DL B 8471-2014 ISBN 978-84-941349-0-6 EDICIONES EL GRANO DE MOSTAZA, S. L. Carrer de Balmes, 394 ppal. 1.ª 08022 Barcelona, SPAIN

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (<www.conlicencia.com>; 91 702 19 70 / 93 272 04 45).

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Índice 1. Padres e hijos adultos Comentario Preocupación de los padres por las elecciones de los hijos

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No querer soltar el papel de madre

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Un padre que se encuentra con su hijo después de veinte años de separación

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La hija que siempre llega tarde El final del sacrificio 2. El hijo adulto El hijo crecido: sanar la relación con nuestros padres Comentario Aferrarse a la victimización sufrida durante la infancia Yo victimicé a mis padres: ¿Cómo podrían amarme mis hijos?

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No hacer a los padres responsables de los problemas, de los éxitos ni de la propia imagen 33 No dejar de manipular a la madre y al padre para beneficio propio

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Querer amor incondicional de la madre

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Profesionales que son más bondadosos con sus clientes que con la familia

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«Nos casamos con nuestra madre o con nuestro padre»

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3. Cuidar de padres ancianos Comentario Relacionarte con tu madre como si fuera tu hija La obligación de cuidar de los padres Fracaso como hija La madre que da su medicación para el cáncer a las plantas

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4. Comentarios finales El perdón aplicado a todas las relaciones

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La relación entre padres e hijos refleja la separación original del Padre y el Hijo

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5. Conclusión

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Apéndice «Perdonar al abusador: nuestra única esperanza»

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Índice de referencias a Un curso de milagros

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1. PADRES E HIJOS ADULTOS

Comentario Preocupación de los padres por las elecciones de los hijos

P: ¿Puedes hablar un poco de la preocupación maternal? Me siento inquieta cuando pienso que algo no va bien en el trabajo de mi hijo. Él, ahora, tiene treinta y un años. ¿Puedes decirme qué está pasando aquí? R: Esto suena como una de esas situaciones en las que lo que parece amoroso, en realidad, es un ataque despiadado (cf. M-7.4) porque tu preocupación e inquietud expresan que deseas adueñarte de la vida de tu hijo; en el fondo, equivale a decir que tú sabes lo que es mejor para él —que tenga un trabajo mejor, que su jefe le trate mejor, etc.—, sin afirmar el poder de la mente de tu hijo para elegir sus lecciones. Sabes que esto ocurre cada vez que te preocupas por algo externo (la forma): la boda de tu hijo, sus hijos, su trabajo, sus finanzas o su salud. No te interesa su mente en absoluto; sin embargo, lo que verdaderamente quieres para tus seres queridos es ayudarles a elegir de nuevo a nivel de la mente. Esta, entonces, es la única 1

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razón de mentalidad correcta para estar en una relación parental, o en cualquier relación: tú eliges de nuevo y, por medio de tu decisión de mentalidad correcta, envías el mensaje de que tu ser querido puede hacer la misma elección que tú. Cuando te das cuenta de que te estás preocupando por el trabajo de tu hijo —y puede que tu inquietud esté perfectamente justificada en cuanto a cómo el mundo la contempla—, deberías darte cuenta de que esa inquietud probablemente entraña alguna culpa subyacente por sentir que no hiciste bien tu trabajo como madre y esto ha afectado adversamente a tu hijo. Y, así, cualquier cosa que salga mal, en última instancia, es por tu culpa. No obstante, el asunto básico es que, ahora que ya es mayor, deberías aceptar a tu hijo tal como es. Cuando era niño, era diferente porque lo apropiado para tu papel de madre era involucrarte con la forma. A los treinta y un años, esto ya no es así. Por lo tanto, reivindicar ese papel equivale a decir que él aún no tiene edad para cuidar de sí mismo. Te preocupas por él en lugar de aceptar que sus elecciones de vida son suyas. Como madre amorosa, lo que quieres es soltar tu culpa para que no te impida apoyar cualquier elección que él pueda hacer. Le haces saber que, haga lo que haga, le vas a seguir queriendo. Es posible que haga algo que tú y todo el mundo consideréis una tontería: casarse con la 2

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Comentario

persona equivocada, aceptar un trabajo terrible o vivir cerca de un cementerio nuclear. Es posible que estés completamente segura de que su elección es equivocada; y sin embargo, eso es lo que él quiere hacer. Como dice Jesús en «La corrección del error», su ego puede equivocarse, pero tu trabajo sigue consistiendo en decirle que está en lo cierto (T-9.III.2). Esto no implica decírselo verbalmente, ni significa que no le hagas una recomendación ni le des consejo, si lo desea. Simplemente, significa que tanto si escucha tu consejo como si no, tu verdadero mensaje es que él sigue estando en lo cierto porque no ha hecho nada para poner en peligro su relación plena de amor contigo. Cuando te preocupas por la forma, siempre es a expensas del contenido (como comenté al final de la Primera Parte). Cuando te preocupas por lo externo, sabes que has sacrificado el contenido del amor. Citando esa línea incisiva del folleto de «Psicoterapia»: «La religión formal no ocupa ningún lugar en la psicoterapia, así como tampoco ocupa un lugar verdadero en la religión» (P-2.II.2:1). Como madre, parte de tu manera de expresar amor es mantenerte fiel a tu rol parental. No te digo que no hagas las cosas normales que los padres hacen con los hijos a medida que crecen, pero, cuando ya han crecido y se han ido de casa, a menos que soliciten específicamente tu consejo, preocúpate solo de mantenerte a nivel del contenido: tu amor por ellos. 3

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Este contenido dice que, hagan lo que hagan tus hijos, les seguirás amando. En cierto sentido, este es el mensaje que queremos escuchar de Dios: que cualquier cosa que creamos haberle hecho no ha tenido ningún efecto en Su Amor por nosotros. De hecho, este es el mensaje que queremos oír de todo el mundo porque saber que se nos ha perdonado es el único mensaje importante. Si tus hijos adultos, o incluso cuando aún son jóvenes, van en contra de algo que dices, a algún nivel, se sentirán culpables y reconocerán que probablemente tienes razón. Esto significa que ellos quieren saber que pueden desobedecerte y aun así, seguir siendo amados. No significa que tengas que estar de acuerdo con sus elecciones a nivel de la forma; lo que importa es la elección de la mente a favor del amor en lugar de la culpabilidad; esta es la elección que quieres reforzar. Cuando te preocupes por la vida de tu hijo, en cuanto puedas, lleva la preocupación hacia dentro y date cuenta de que, si te preocupa su conducta, siempre es a expensas del contenido, lo que significa que en tu mente estás eligiendo la culpabilidad en lugar del amor. Cuando la proyectas, su acting out se expresa en una forma. Pide ayuda para que tu mente sea sanada, de modo que las obstrucciones u obstáculos al amor sean retirados y el amor pueda fluir. En ese punto, puedes decir a tu hijo:

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Comentario

«Creo que lo que está ocurriendo en tu trabajo no es lo mejor para ti, pero te ayudaré en cualquier cosa que decidas hacer». P: ¿Es esto mismo válido cuando tu hijo adulto se mete en problemas económicos y te pide dinero… y no solo una vez? No es fácil decirle que no, especialmente si corre el riesgo de perder su casa. ¿Alguna vez se dará el caso de que sea amoroso permitir que tu hijo pierda su casa por haber sido irresponsable con su dinero? R: Sí, la respuesta siempre es la misma, y se puede entender que el primer principio de los milagros (T-1.I.1:1) dice que no hay grados de dificultad en la resolución de problemas, tal como no hay jerarquía de problemas; esta es la respuesta de Jesús a la primera ley del caos del ego (T-23.II.2:3). Decir no a una petición de dinero no es difícil si no hay conflicto interno entre elegir a Dios y al ego. Por lo tanto, el conflicto no es con los problemas externos, sino que está provocado por la indecisión de la mente de elegir únicamente el amor. Cuando somos capaces de desapegarnos de la forma del problema, cambiando a su contenido subyacente, somos capaces de hacer la elección correcta. A esto le sigue automáticamente un comportamiento amoroso que solo puede beneficiar a todos los implicados, independientemente de la forma de la respuesta o de las reacciones conscientes a dicha forma.

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No querer soltar el papel de madre

P: Has hablado de la naturaleza temporal de la relación maestro-alumno y de la relación entre padres e hijos. He sido madre soltera durante décadas, y ahora mis hijos han crecido y son independientes. No quiero dejar de ser madre, pero ellos quieren que suelte ese papel. Y esto me cuesta. R: Como he dicho antes, mientras sigas aferrándote a tu papel de madre, te estás aferrando a la culpa que sientes por no ser una madre suficientemente buena. Tal vez quieras aferrarte al papel porque pienses que deshará mágicamente tus errores pasados y, así, ahora serás una buena madre. Pero como «las defensas dan lugar a lo que quieren defender» (T-17.IV.7:1), esto hace real que eres una mala madre, porque tienes que caer en la defensa de ser-una-buena-madre para deshacer los pecados que refuerzan tu culpa. Por otra parte, podrías simplemente decirte a ti misma: «Lo hice lo mejor que pude con mis tres hijos y ahora puedo verlos como adultos. Ellos ya no tienen que cargar con su pasado, yo tampoco; y no tengo por qué tener miedo de pasar a ocupar un papel no maternal; soy más que solo una simple madre». Cuando te aferras al pasado, es por temor a lo que viene de camino. Es como si continuaras tocando el mismo movimiento musical porque tienes miedo de 6

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Comentario

que el siguiente sea demasiado difícil o doloroso. Sigues repitiendo lo que conoces, porque, aunque sea terrible, al menos lo conoces. Tienes miedo de lo que vendrá, aunque no sabes qué es. La culpa, no obstante, te dice que tu futuro será peor que el pasado. Por otra parte, el perdón te dice que podría ser precioso, tranquilo y feliz porque estarás libre de la terrible carga de la culpa. Aferrarte a ser una madre, por las razones que hemos dicho, significa que nunca serás libre. Perdonarte a ti misma, además, no solo te libera, sino que ayuda a reforzar la libertad de tus hijos. Y entonces, sonreirás todo el tiempo. Así, deshaces el pasado soltándolo, sin intentar arreglarlo ni compensar por él ni hacer sacrificios para expiar tus pecados. Un padre que se encuentra con su hijo después de veinte años de separación

P: La última vez que vi a mi hijo fue hace como unos veinte años; ahora tiene treinta y uno. Recientemente ,me he enterado de que vive por esta zona, así que voy a encontrarme con él mañana, que es el Día del Padre. Siento mucha culpa por cómo he fracasado en el papel de padre, y me doy cuenta de que toda mi identidad, a lo largo de los últimos veinte años, se ha centrado en esto. Me ayuda oírte hablar de aprender a ser un adulto espiritual, de tratar a nuestros padres e hijos como hermanos y hermanas en el mismo camino de perdón en el que 7

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nosotros estamos, y de pedir al Espíritu Santo que me ayude a verlo de esta manera.* Pero, anoche, soñé que todo lo que intentaba hacer no funcionaba. Mi teléfono móvil dejó de funcionar; mi coche no arrancaba; tuve problemas en el trabajo porque mi móvil no funcionaba e intenté llamar desde la casa de otra persona y, cada vez que llamaba, me respondía una grabación que repetía una y otra vez: «Eres raro, no eres normal». Me desperté inmediatamente y me di cuenta de que toda mi identidad está cambiando. R: Lo que quieres hacer es no esforzarte en ello. Cuando te dirijas al Espíritu Santo, pídele que te ayude a intentar no hacer nada, excepto ser consciente de todo el material del ego del que acabas de hablar, que es normal dadas las circunstancias. Esto significa que mañana, cuando veas a tu hijo, sentirás la tentación de llevar estos treinta y un años de equipaje contigo. Entonces, sé consciente de que lo puedes hacer de otra manera, que es presentarte sin ningún equipaje. Puedes acudir a la cita con la noción de cómo te sientes hoy y cómo se siente hoy tu hijo. Encuéntrate con él donde esté, y eso, ciertamente, no podrás saberlo hasta que lo veas. Preséntate tal como eres hoy, no como te acusas a ti mismo de haber sido entonces. Sé consciente de que hay estas dos maneras de hacerlo, y no hagas nada más. * Véase también el comentario en la p. 124.

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Comentario

El sueño te dice que nada de lo que haces funciona; pero lo peor que puedes hacer es intentar no ser de esa manera. Eso hará que tu culpa sea aún más potente. Procura más bien, contemplar las dos maneras en tu mente: el padre fracasado del pasado y la persona que eres hoy, que simplemente, va a encontrarse con esta otra persona de treinta y un años a la que, en realidad, no conoce. Contempla las dos maneras en tu mente y preséntate mañana. Hazlo así de simple. Cualquier otra cosa que hagas, como pedir al Espíritu Santo que te ayude a soltar tu equipaje, no funcionará. No le pedirías a Él que lo soltase si previamente no estuvieras aterrorizado y sintiéndote culpable, lo que significa que nunca soltarás el ego; y Él no puede quitártelo. Una vez más, simplemente, sé consciente de las dos alternativas y di: «Puedo hacer otra elección». Recuerda la línea: El milagro establece que estás teniendo un sueño y que su contenido no es real (T-28.II.7:1).

Otra línea dice lo mismo con respecto al milagro, y tal vez sea algo más afín a lo que sientes: Simplemente contempla la devastación y le recuerda a la mente que lo que ve es falso (L-pII.13.1:3).

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De modo que mira la imagen devastadora que has fabricado de ti mismo y di: «Esta es una manera de verme a mí mismo. Sin embargo, también hay otra manera, que implica encontrarme por primera vez con este hombre de treinta y un años sin nada que distorsione mi percepción». Y eso es todo. Sé consciente de estos dos pensamientos sin elegir ni uno ni otro, sin cambiar nada. Esto hará que estés mucho menos tenso y, así, no tendrás que arruinar el tiempo que te queda antes del encuentro, atormentándote por ello. Acepta que te sientes así respecto a ti mismo, pero reconoce también que mañana tienes otra forma de proceder: una es dejarte arrastrar por el pasado, la otra es estar en el presente. (Nota: A ambos, padre e hijo, les fue bien en el encuentro.) La hija que siempre llega tarde

P: Tengo una hija que siempre llega tarde y siento que esto va dirigido personalmente contra mí. Ella y yo íbamos a ir de compras y acordamos encontrarnos el sábado por la mañana a las nueve. Generalmente, los sábados duermo hasta tarde, pero me levanté muy temprano para salir con ella. No llegó hasta las diez, y me sentí muy enfadada. Creo que me lo hizo deliberadamente. Ella entró y le dije que no me gustaba que hubiera llegado tarde y que, al menos podría haber llamado. Me dijo que si quería salir 10

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Comentario

de compras con ella, bien; pero que si quería sermonearla, prefería no ir. Le contesté que ya no quería ir. De modo que se fue y me quedé en casa. Mi enfado estaba muy justificado. Nunca había odiado tanto a nadie como la odié en ese momento particular, y eso que es mi propia hija. A medida que pasaba la mañana, la situación se iba haciendo más y más dolorosa, y la justificación tomó un lugar secundario con respecto al dolor. Me escuché pensar: «Estás usando el tiempo como un arma para separarte de ella». Pero no quería llamarla para disculparme, y por la noche, sentía mucho dolor. De modo que, entonces, la llamé y le dije que no debería haber dado tanta importancia a la tardanza. Ella quería decirme lo mal que me había portado al hacerlo. Yo simplemente dije: «No, ya no sigamos hablando de eso. Hagamos planes para otro día». Así lo hicimos y sobrevivimos a todo ese embrollo. El verdadero impacto del pensamiento de que estoy usando el tiempo como un arma es darme cuenta de que estoy usándolo como un arma contra Jesús. No tengo tiempo para Jesús, excepto cuando lo reservo expresamente. Y cuando tengo ese espacio —esa quietud, amor y conexión—, uso las experiencias del pasado y del futuro para encubrirlo. ¿Puedes ayudarme con esto? R: Creo que acabas de ayudarte a ti misma. Además de darte cuenta de que estás usando el tiempo como un 11

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arma, ayudaría que te dieras cuenta de que, antes de que eso ocurriera, estabas deseosa de que se produjera ese pleito y, simplemente usaste la tardanza de tu hija —que no fue una sorpresa, puesto que ella acostumbra a llegar tarde— para esconder lo que realmente estabas haciendo: querías atacarla y culparla. Ella te puso la pistola en la mano y te dio la munición, pero la forma no tenía importancia porque, de no ser la tardanza, habrías encontrado alguna otra cosa como motivo para sentirte alterada. De lo que te quieres dar cuenta, por tanto, es de que, en realidad, si bien una parte de ti estaba molesta y enfadada porque ella llegó una hora tarde, a la vez, otra parte de ti estaba encantada. P: Eso es cierto. Me encantó tener una justificación. Eso me hizo inocente. Así es como logramos ser inocentes en un mundo perverso. Ella está equivocada y es culpable, y yo soy inocente y no soy responsable de lo que siento. R: Esto es todo lo que tienes que ver. Y, así, en el futuro, procura cobrar conciencia del pensamiento antes de que ocurra el incidente: el pensamiento de que podías probar que ella no tenía razón y que tu enfado estaba perfectamente justificado. La tomaste con ella, pero todo era mentira porque fue urdido por tu ego, no la tardanza de tu hija, sino tu reacción a ella.

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Comentario

El final del sacrificio

P: En el pasado, no solía pensar mucho en mí misma. Me sacrificaba por mis hijos, por mi marido y por mis padres. Después tenía resentimientos porque el mundo decía que eso era lo que yo debía hacer. Sin embargo, a medida que me hacía mayor y, especialmente, desde que estoy con el Curso, empecé a pensar más en mí, y no solía pensar en los intereses de nadie excepto en los míos. Cuando dejé a mi marido y a mis hijos, el mundo dijo: «Eres mala. No puedes hacer eso. ¿Qué tipo de persona eres? Te has ido a vivir muy lejos. ¿Cómo has podido hacer eso?». Fue duro para mí. Eso ocurrió hace algún tiempo, pero lo hice y volvería a hacerlo. Y ahora, al oírte decir lo egocéntricos que somos —yo, yo, yo— me siento confusa porque tengo resentimientos si no me centro en mis propias necesidades. No quiero hacer cosas de abuela simplemente porque el mundo diga que eso es lo que debo hacer. Mis nietos no me ven muy seguido, y eso me tiene sin cuidado. Si soy honesta, creo que también a ellos. Pero tenemos una buena relación, aunque sea a larga distancia. Simplemente, me resulta un poco confuso. R: En cierto sentido, si no cuidas de ti misma, no puedes mostrarte amorosa con nadie más. Depende de a qué te refieras con yo, yo, yo. Cuando las azafatas instruyen a los pasajeros antes del vuelo sobre cómo usar las máscaras de 13

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oxígeno, insisten en que si estás con un niño pequeño, primero debes ponerte la máscara tú mismo y después ponérsela al niño. La razón de ello es que si no te la pones, no podrás ayudar a nadie. De modo que primero tienes que cuidar de ti misma. Sin embargo, para el ego, esto significa cuidar de ti misma a expensas de alguna otra persona. La manera de cuidar de ti misma que sugiere la mentalidad correcta es hacer lo que sea necesario para tu propia sanación. Solo entonces podrás ser verdaderamente amorosa hacia los demás, cualquiera que sea la forma que adopte la relación. De otro modo, entras en el sacrificio: el hogar de las relaciones especiales y la antítesis del amor, porque siempre alguien debe perder. Cuando te sacrificas por otros, les robas el amor: ellos pensarán que eres una buena esposa, madre, hija, abuela o amiga porque siempre estás haciendo cosas por ellos. Sin embargo, tan solo estás haciendo el mismo trato con todos. El mundo contempla favorablemente estos tratos especiales, pero recuerda que el mundo está loco. Así que, al proceder desde una premisa diferente —el deseo de totalidad dentro de ti—, no permites que tu sanación llegue a expensas de otro. No obstante, si tienes que forzarte exageradamente para no herir a alguien, eso es un signo seguro de que quieres herirle. De otro modo,

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