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En ese momento que dices... ยกMierda!

aprende a gestionar tu basura mental

Gerald G. Jampolsky


Titulo original en inglés The “Oh Shit” Factor © 2009 by Gerald G. Jampolsky M.D. Titulo en castellano En ese momento que dices... ¡Mierda! Traducción Miguel Iribarren Ilustraciones Dave Thorne Diseño del libro Julie Ruffo Adaptación Félix Lascas Primera edición en España Enero 2013 © 2012 para la edición en España El Grano de Mostaza Impreso en España Depósito legal ISBN 978-84-940210-3-9 EDICIONES EL GRANO DE MOSTAZA, S. L. Carrer de Balmes, 394 ppal. 1.ª 08022 Barcelona, SPAIN «Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 45)».


DEDICATORIA Este libro está dedicado a todos aquellos que, en un momento u otro de sus vidas, han sentido que estaban hundiéndose en la mierda, y así se les recordó que eran humanos. Debes saber con absoluta certeza que este libro fue pensado para ti.



CONTENIDO Mis cualificaciones

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Introducción 15

Primera parte: Las malas nuevas y las buenas nuevas

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Segunda parte: El lenguaje de la mierda

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Tercera parte: La mente y las tripas

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Cuarta parte La historia de Bob

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Epílogo 89 Apéndice 91 Sobre el autor

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Agradecimientos Quiero dar las gracias a mi esposa, la doctora Diane Cirincione, por su infinita paciencia, por su constante apoyo amoroso y por sus sabias sugerencias. Estos han sido los catalizadores que han permitido que este libro llegue a completarse. Me gustaría agradecer a Dave Thorn por sus inspirados dibujos que tanto han añadido a este libro. También quiero dar las gracias a Gayle Prather por su habilidad en la corrección.

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Mis cualificaciones Es comprensible que te preguntes cuáles son mis cualificaciones para escribir un libro sobre la mierda. Aunque limitada, creo tener cierta experiencia en esta área que me gustaría compartir contigo. Mi experiencia comenzó hacia el final de la Segunda Guerra Mundial, en 1945, cuando tenía veinte años y era un aprendiz de marino estacionado en el hospital naval San Leandro, cerca de Oakland, California. Este hospital se usaba principalmente para recibir a militares con enfermedades mentales que habían servido en Asia. Mi primer deber como parte del equipo médico era dar enemas a los pacientes y limpiar los retretes cada día (esto era particularmente importante los sábados, porque el comandante hacía inspección).

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El usaba un guante blanco, y si no estaba todo absolutamente inmaculado, yo no podía irme de permiso el fin de semana. (¡Lo perdí más veces de las que puedo recordar!). Un día, un amigo civil me preguntó si me gustaba estar en el servicio militar. Le dije que creía que mi tarea, al igual que la comida, era horrible. Me quejé, como la mayoría de nosotros, de que teníamos M.S.P. tres veces por semana para desayunar. Cuando me preguntó qué era M.S.P., le expliqué que eran tostadas de pan revenido con una pesada salsa por encima, a las que mis compañeros marinos y yo denominábamos «mierda sobre pan». Añadí que pensaba que mi empleo, consistente en poner enemas y limpiar retretes, era el más mierdoso del hospital. ¡Cómo lamento haber dicho esas palabras! Finalmente, aprendí de la forma más dura que mis pensamientos y mis palabras crean mi realidad. Un par de meses después, me transfirieron a otra unidad del hospital, al laboratorio. Entonces

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me convertí en el asistente de la persona que se encargaba de examinar las heces de todos los pacientes. Muchas de sus deposiciones tenían parásitos que los hombres habían cogido en sus viajes a ultramar. Mis manos y mi nariz estaban literalmente rodeadas de mierda durante todo el día. Unos cuatro meses después, el tipo que estaba a cargo del departamento de examinar heces fue trasladado a otro hospital. Entonces me convertí en el nuevo director del departamento. A partir de ese momento, ya no se dirigieron a mí como «aprendiz marino Jampolsky», sino que me llamaron directamente «jefe del departamento de excrementos». Mi autoestima sufrió bastante con este título. En un intento desesperado de elevarla, decidí darme a mí mismo otra designación. De modo que me inventé otro nombre que sonaba más científico. Empecé a referirme a mí mismo como «mierdólogo». ¡Lo prefería con diferencia!

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De modo que ahora que ya lo sabes todo sobre mi experiencia en mierdología, espero que estés de acuerdo en que mi formación me otorga cierta autoridad para escribir un libro con una palabra malsonante en el título.

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Introducción Antes de ir más lejos, quiero decir que no tengo la intención de ofender a nadie con el lenguaje de este libro. Si la palabra mierda te molesta, te pido disculpas y confío en que sabrás cuál es la palabra que usas generalmente como sustituto. No obstante, me gustaría señalar que el Diccionario Urbano declara que mierda puede ser uno de los vocablos más poderosos, funcionales y versátiles de cualquier idioma. Para una parte muy grande de la población, masculina y femenina, joven y vieja, esta palabra tiene un significado profundo y visceral. Lo creas o no, este libro guarda relación con la curación interna y el despertar espiritual. Habla de cómo asumir el control de nuestros pensamientos y acciones, para poder aprender a vivir la vida de una manera más pacífica, feliz y amorosa. 15


En este libro, la palabra mierda se usa como una metáfora de los pensamientos temerosos, negativos, enfadados, odiosos, vengativos y faltos de perdón que tenemos en nuestra mente. También se usa como sinónimo de los pensamientos de ataque, de los juicios, quejas, egoísmos, avaricias, autocondenas y culpas que nosotros mismos ponemos en nuestra mente, creando de esta manera nuestras propias cloacas personales. He tenido en mi mente y en mis tripas la escritura de este libro durante cinco años. Algunas personas me aconsejaron que no lo escribiera, porque podría dañar mi reputación. Pero ya tengo ochenta y cuatro años, y creo que puedo dejar atrás mi necesidad de aprobación y hacer lo que siento en mis tripas para ayudar. Me gusta mucho más pensar en los beneficios de envejecer que en sus desventajas. Cuando me invitaron a pronunciar algunas palabras en la fiesta del sexagésimo cumpleaños de un amigo, dije: «Los sesenta son una edad fantástica, porque ya no te importa lo que la gente diga de ti. Pero, cuando tienes ochenta y cuatro, las cosas son aún mejores,


porque ya no recuerdas lo que los demás han dicho de ti». Acabé este libro hace unos dos años, pero no me he sentido guiado a publicarlo hasta ahora. Durante los dos últimos años he guardado el manuscrito en un frigorífico para evitar los goteos y olores que podrían emanar de un libro sobre este tema. El punto de inflexión en mi decisión de ir adelante con la publicación se produjo cuando descubrí el libro On Bullshit (Princeton University Press, 2005), que estuvo en la lista de los más vendidos de The New York Times. Escrito por el doctor Harry G. Frankfurt, un distinguido profesor emérito de Filosofía de la Universidad de Princeton, este breve pero erudito trabajo ayuda a comprender unas palabras muy utilizadas. Leer On Bullshit fue como recibir un mensaje del universo diciéndome que había llegado la hora de publicar mi propio libro sobre la mierda. Pero quiero que sepáis desde el principio que, en contraste con el tratado del profesor Frankfurt, mi libro, lejos de ser erudito, está escrito visceralmente. 17


Debido a lo que está ocurriendo en el mundo actualmente, cuando tanta gente siente que se está hundiendo en la mierda, este parece un momento ideal para publicar el presente libro. Cuando la crisis económica produce inseguridad en personas de todo el mundo, cuando tanta gente pierde sus hogares y sus trabajos y hay tantas personas enfadadas que culpan a los que, supuestamente, deberían haber cuidado de sus finanzas para que ellas pudieran retirarse cómodas y seguras, me parece que, en realidad, no hay palabras para describir adecuadamente los sentimientos que estas situaciones producen dentro de nuestras psiques. Según mi experiencia, cuando se produce una crisis inesperada en nuestras vidas, la respuesta espontánea más común es decir, como seguramente tú mismo has pensado: «¡Vaya mierda!». El shock, la desesperación, la depresión, la culpa, la ira y la horrible sensación en las tripas son sentimientos que, a menudo, trascienden las palabras. Para curarse, es importante entrar en contacto con estas emociones y ser capaz de comunicarlas. Si 18


este libro logra abordar estas emociones complejas de una manera que la mayoría de nosotros podamos comprender inmediatamente, entonces mi experiencia en «mierdología» habrá sido útil. Gracias a este libro descubrirás que el camino hacia la salud pasa por hacerte consciente de lo que sientes internamente, y que decir o pensar «¡vaya mierda!» puede producir una sensación de mayor solidez y un estado interno más equilibrado. Es saludable reconocer que has pisado un montón de mierda para poder decir «¡vaya mierda!», limpiarte el zapato y seguir tu camino. Lo último que quieres hacer es quedarte atascado en la mierda. Como sociedad, parecemos estar en medio de un momento «¡vaya mierda!» global. Casi podemos oír los gritos guturales de «¡vaya mierda!» en todo el mundo, a medida que se ejecutan hipotecas, se pierden empleos, las tasas universitarias se elevan por las nubes y comprar comida y cuidar de ti y de tu familia se convierte en una lucha diaria. Tal vez mucha más gente de la que te das cuenta está diciendo: «Me estoy hundiendo en la mierda», 19


«alguien acaba de cagarse en mí», «siempre hay mierda en la vida, pero nunca hasta este punto» o «estoy tan metido en la mierda que no voy a poder salir». Ten cuidado, porque estos pensamientos pueden autorrealizarse. Si este tipo de declaraciones tienen un lugar en tu banco de memoria, por favor, continúa leyendo, porque lo que sigue tiene el potencial de cambiar drásticamente tu vida, permitiéndote soltar toda la mierda que hay en tu cabeza, con el efecto secundario de ayudarte a reír más fácilmente de ti mismo y de la vida.

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PRIMERA PARTE Las malas nuevas y las buenas nuevas Las malas nuevas son que hemos caído en el sistema de pensamiento del ego, que nos dice que la mierda de los demás es la causa de toda nuestra infelicidad, tensión y falta de paz. De hecho, el mundo está en peligro de hundirse en la mierda porque dejamos que sean las voces basadas en el ego las que dirijan nuestras vidas, que están llenas de temor, prejuicios, odio, avaricia, quejas, y carecen de perdón, amor y compasión por los demás y por nosotros mismos. Tenemos miedo del amor y de la paz. 23


La buena nueva es que podemos descubrir que no es la mierda de los demás la que está causando el torbellino en el mundo, la culpable es nuestra propia mierda. Otra manera de verlo es darse cuenta de que la mierda de los demás huele tan mal que nos hace desear vomitar y, sin embargo, el olor de nuestra propia mierda no parece molestarnos. Querido lector, considera la posibilidad de que si todos nos responsabilizáramos de oler nuestra propia mierda y nos libráramos de ella, podriamos llevar paz y armonía a un mundo lleno de oscuridad y conflicto. La buena nueva es que podemos aprender a transformar toda la mierda que pensamos que la gente ha lanzado sobre nosotros, toda la mierda que nosotros hemos lanzado sobre los demás y todos los pensamientos negativos que hemos puesto en nuestra mente. Todos tenemos el poder de elegir un camino elevado que nos permita evitar los pensamientos negativos en nuestras mentes y asumir un papel activo en la transformación de nuestras negatividades para crear un universo lleno de amor, luz y paz. Damos un gran paso en 24


nuestro viaje cuando tomamos conciencia de que solo nuestros propios pensamientos nos hacen daño. Inicialmente, me sentí motivado a escribir este libro para una generación más joven que, en general, podría no estar interesada en leer un libro de autoayuda sobre la transformación de su vida. No obstante, el feedback que he recibido desde que lo escribí indica que ha sido útil a diversas generaciones. Permíteme dejar claro que no estoy condonando ni condenando el uso de la palabra mierda. Simplemente exploro y destaco su uso aceptado por parte de millones de personas. El lenguaje en torno a la mierda es muy claro y nada ambiguo. Si alguien dice: «Vete a la mierda» o «¡Vaya mierda!», nadie tiene que ir al diccionario para adivinar lo que esa persona quiere decir. Las palabras son tan viscerales y gráficas que sabemos exactamente lo que nos están comunicando. Para la gran mayoría de la gente, más que un término vulgar, mierda es una palabra usada para expresar una emoción profunda.

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La política de mierda La política de la mierda y la política del temor son una y la misma. Allí donde hay libertad de discurso, es común, particularmente en tiempo de elecciones, oír decir que ciertos candidatos o políticos electos están llenos de mierda. Casi todo el mundo entiende con claridad que esto significa que dichos sujetos encubren la verdad, engañan, dan un falso giro a las cosas y tratan de poner un velo sobre nuestros ojos. Seguidamente, nuestros egos se apropian de estas percepciones para jugar al juego de culpar y, así, nos engañan haciéndonos creer que la causa de todas nuestras miserias está fuera de nosotros. Nuestros egos descubren que los políticos son dianas estupendas para lo que denominamos la «ira justificada». Resulta útil examinar esta dinámica porque muchos de nosotros asumimos que somos honestos, en lugar de darnos cuenta de cómo envenenamos nuestras mentes.

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Tomar conciencia de que, al poner pensamientos venenosos de ataque en nuestra cabeza, estamos creando un entorno tóxico en nuestras mentes y en nuestras vidas es una gran llamada a despertar para todos nosotros. Empezamos a reconocer que la percepción, en lugar de un hecho, es un espejo de nuestros propios pensamientos. Ya es hora de que nos concentremos en lo que podría ser el reto más importante de la gestión de desperdicios que el mundo afronta actualmente: los residuos tóxicos de los pensamientos mierdosos que llenan nuestras cabezas. Nuestros egos se niegan a aceptar que lo que vemos en el mundo no es sino un reflejo de los pensamientos y actitudes que hay en nuestra propia mente y que proyectamos fuera. Por difícil que resulte, es importante considerar que creamos las imágenes que vemos, que nuestros pensamientos crean nuestra realidad. La imagen de un mundo que suele parecer atemorizante e inseguro comienza en nuestras propias mentes. La ley del ego dice que si algo va mal en nuestra vida, debemos encontrar a alguien a quien culpar por ello. Nuestros egos, maestros del engaño, nos 27


hacen creer que la mierda de alguna otra persona es la que está causando el problema, no la nuestra. Una de las premisas de este libro es que tenemos que responsabilizarnos de nuestros propios pensamientos y sentimientos y dejar de culpar a otros. Tenemos que tomar conciencia de nuestra propia mierda y empezar a limpiar activamente nuestras mentes. Al hacerlo, y al soltar los bloqueos autoimpuestos al amor, redescubrimos que este siempre ha estado en nuestras mentes y corazones. Permitir que los pensamientos negativos se queden en nuestra mente altera nuestra salud y bienestar, y también la forma en que nos sentimos y experimentamos a nosotros mismos y a los demás. Los pensamientos de condena (incluyendo la autocondena) nos impiden sentir compasión y bondad, y nos mantienen en un estado mental carente de perdón. Estos pensamientos crean guerras dentro de nosotros y contra los demás. A menudo, somos inconscientes y estamos en la oscuridad con respecto al hecho de que, cuando atacamos a otros, proyectamos algo desde el interior de nuestra mente. Nuestra mente ego se 28


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