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NUESTRO PUEBLO Verdadero homenaje al arte en el proyecto personal de Miguel Sevillano CARLOS LOVILLO SÁNCHEZ

VERDADERO HOMENAJE AL ARTE EN EL PROYECTO PERSONAL DE MIGUEL SEVILLANO

En un soleado día de primavera, en los prolegómenos de la apertura del recinto tuve la fortuna de poder ver la obra del artista local Miguel Sevillano. El marco en el que se ubica ya evoca al duende que siempre acompañó este lugar místico donde se reunieron grupos de ermitaños, donde han aflorado mitos que forman parte de nuestra conciencia colectiva. La iniciativa de un olvereño en término de Torre Alháquime que parece ser una nueva llamada de atención a nuestros ayuntamientos de que la única manera para que podamos levantar la Sierra de Cádiz va a ser colaborando entre todos alejados de localismos.

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Con la llegada a la entrada, las columnas rematadas con estatuas ya nos estaba sugestionando, dando lugar a pensar que íbamos a entrar a un lugar diferente. Efectivamente, nada parece haber nacido sin intencionalidad, tras entrar en la finca el camino se desvía siguiendo un trazado marcado que parece retrasar la visión de la fachada hasta el mismo momento en que ya estés frente a ella, por el lateral del edificio llama la atención la acrótera sobre el tejado y una vez encaras el último ángulo del camino: sorpresa mayúscula, una fachada con tres portadas de piedra labrada, cornisa acompañada de mútulo, aires clásicos con formas actuales que dotan al edificio de aspecto palaciego.

Entramos por el ala derecha y dimos cuenta que todo el edificio estaría profundamente decorado, en el techo nos recibía un hermoso fresco con el mito de Perseo, inconfundible sobre Pegaso y portando la cabeza de Medusa. La siguiente sala ya comienza a ser indescriptible, hay tantos motivos expuestos que abruma, por un lado están los cuadros y de otro el techo. Para los cuadros trataré hacer una valoración general al final de este artículo, los frescos del techo en esta sala a la postre serán los que más me gustaron del recorrido, aún no siendo el más espectacular para el público promedio personalmente fue la sala que más llamó mi atención. Sin tiempo para parar a valorar cada escena representada, de manera general se trata de un homenaje al yin y al yang, la representación artística de la convivencia del bien

y el mal que el autor nos ayuda a entender con el phatos (expresividad), el movimiento de las figuras y el tono de las nubes. También me gustaron mucho de manera particular cuatro alegorías representando cuatro artes mayores: Arquitectura, Pintura, Escultura y Música ubicadas dentro de sendos óculos. La siguiente sala es la principal, la que nos termina de petrificar, a ese punto y tras llegar impactados de la sala anterior, la sensación ya es indudablemente de estar en un lugar irrepetible, en este punto de la visita estimados paisanos no cabe lugar a dudas, te das cuenta que Miguel Sevillano ha creado algo increíble.

La composición es diferente, son escenas que van de forma paralela a lo largo de la bóveda de cañón desde un extremo a otro de la sala y no parece haber una temática principal tan clara como en la sala anterior pero cada escena merece tu atención, se distinguen escenas que evocan a la Capilla Sixtina de Miguel Ángel y es sencillo que todo el que haya caminado bajo este espacio creado por el señor Sevillano haya hecho esa relación. La última sala, que marca la salida y como no podía ser de otra manera, también tiene el techo pintado con un gran fresco.

Mención a parte merece los cuadros expuestos a lo largo del recorrido, la obra de Miguel es muy interesante, nos provoca multitud de sensaciones al identificar posibles influencias en el pintor olvereño. Vemos bodegones, vemos escenas costumbristas, paisajismo, religiosidad, mitología… recordándonos al tenebrismo de Caravaggio, a Zurbarán, el manierismo tan propio de Hieronymus Bosch van Aeken, a veces me parecía ver atmósfera de Goya, pero a la vez un gran contraste al usar en otras obras también colores vivos de influencia veneciana, también me recordó la manera de interpretar los volúmenes y usar la pasta de Cesanne en su obra “La autopsia”… Pero la serie Alma es lo más llamativo de entre sus cuadros, se trata de una serie de retratos de una persona anónima, cada una perteneciente a una etapa diferente de la Historia y vemos un halo espiritual que sale del cuerpo. Por último y no menos llamativo, nuestra visita se dirigió a una vivienda, se trata de un edificio que nos recuerda a un palacete renacentista al que hoy podríamos catalogar como palacete neoclásico contemporáneo. Un edificio muy interesante de bellos recursos arquitectónicos y frescos en los techos que al contemplarlo desde el patio en la segunda planta hacía pensar sobre los orígenes de las grandes viviendas de recreo, las villas romanas en un lugar, esta zona sur peninsular, donde era habitual que se cumpliera ese sueño del romano.

Y con la palabra de que escribiría sobre las sensaciones vividas aquel día pusimos fin a la visita de la Capilla del Arte, una grata experiencia, un lugar que junto al santuario crea un triángulo irrepetible: Museo, Palacete y Santuario acaban de alzar a este rincón entre Torre Alhaquime y Olvera como uno de los más destacables y llenos de magia en Andalucía por la iniciativa de un artista, de quien nunca llegaremos a comprender su esfuerzo para alzar este proyecto tan ambicioso, de una persona que no paró de crecer de manera autodidacta hasta conseguir unas nociones técnicas y teóricas que muestra en su Capilla del Arte a través del uso de perspectivas, volúmenes, proporciones, color y técnicas con el pincel.

El artista olvereño Miguel Sevillano dirige la mirada a una de sus obras.

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