Mirarte una vez más, solo mirarte antes que el llanto mis pupilas ciegue, antes que el agua del dolor las riegue con la lluvia silenciosa de esperarte. Mirarte cuando pasas en tu trono, el corazón latiendo poderoso, dolorido, con ansias de perdón, siempre afligido al sentir en mi mirada el abandono. Solo quisiera, Señor, el ayudarte dentro de mi pequeñez y mi impotencia, y tener el poder de consolarte. Para gritar sin pudor que la inocencia es aquello que das al encontrarte, para compartir contigo tu clemencia. Juan Bautista Díez Arpegio.
Misericordia
Fotografía: Miguel Seijas
Veo tu faz Señor, triste y serena, macilenta por tanto sufrimiento, ennegrecida por el polvo del camino y decidida a trasmitir amor, no solo pena. Desde lejos arropado en cobardía, sin atreverme siquiera a consolarte, envuelto en los desmanes de espiarte persiguiendo tus huellas día a día. Difícil el camino que he elegido, doloroso de seguir sin una ayuda para de los ojos desprender la venda. Tú eres Señor el apoyo que pido, viendo tu sufrimiento ya no hay duda que te inmolas por nosotros en ofrenda. Juan Bautista Díez Arpegio.
Semana Santa • León 2019
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