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Siglo XX HISTORICISMO Y ECLECTICISMO

REPORTAJE JOSÉ MIGUEL LEÓN

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El desarrollo y posterior agotamiento del modernismo en las primeras décadas del siglo XX dio paso a una pretendida “renovación” de la arquitectura española basada en la tradición y la historia como reflejo de una corriente de afirmación nacional.

Arriba Detalle edificio de viviviendas, en Portales 12. Logroño. A. Cadarso (1915).

En unos casos tratando de identificar los edificios con los grandes estilos del pasado, y así se desarrollaron el neorrománico y neogótico en iglesias o el neoclásico y neobarroco en edificios institucionales y residenciales, constituyendo lo que se ha dado en llamar los Historicismos, mientras la copia formal de lo popular derivaba en el Regionalismo.

En otros casos, la mirada hacia el pasado se manifestó en una arquitectura que incorporó y sumó diferentes elementos compositivos y ornamentales de diversas tendencias estilísticas, constituyendo el Eclecticismo.

También se hará patente la influencia tardía de los cánones franceses desarrollados en la “École de Beaux Arts” de París, basados en los académicos conceptos de simetría y jerarquía compositiva. A ello hay que añadir así mismo la incorporación de nuevas soluciones estructurales y constructivas que contribuirán decisivamente a conformar su imagen y funcionamiento.

En La Rioja este proceso se produjo de la mano de arquitectos locales que pocos años antes manifestaban en sus obras su querencia por las corrientes modernistas, pero también de otros más jóvenes que prolongarán hasta pasado 1930 su vinculación con el historicismo o el regionalismo, y de arquitectos de otras ciudades que tenían la confianza de las instituciones civiles y religiosas que promovieron sus edificios en nuestra región.

Las tipologías edificatorias permanecerán en general sin grandes cambios. La casa de pisos entre medianeras se sigue desarrollando con dos viviendas por planta, de adelante a atrás, con la escalera en el centro de la parcela, apoyada en un patio interior al que darán diversas piezas, y dos habitaciones a fachada y otras dos al patio de manzana. En cuanto a los edificios institucionales o de servicio su organización oscila entre la planta cuadrangular con patio y corredor perimetral y el bloque lineal con pasillo central.

La ciudad de Logroño será donde más se manifiesten estas arquitecturas diversos edificios que incluyen un variado repertorio de referencias historicistas.

Entre ellos hay que señalar la Fábrica de Cerámica Riojana (1924) de Fermín Álamo que se adscribe al neomudéjar, al relacionar su imagen arquitectónica con el uso del material cerámico o de elementos constructivos de aquella cultura, como los huecos rematados con arcos de herradura, tejas vidriadas en la cubierta, etc.

Mientras en las Escuelas Daniel Trevijano (1927) su concepción formal muestra la influencia neoclasicista, con su entrada enmarcada por una serie de dobles columnas de inspiración jónica y su frontón moldurado.

El arquitecto riojano Agapito del Valle, titulado en la Escuela de Madrid en año 1920 que se traslada con su familia a Logroño en 1924, proyecta sus primeros edificios con historiadas composiciones y abundancia de elementos ornamentales de inspiración barroca.

En el Colegio San José (1925) su fachada principal alberga el acceso flanqueado por cuatro columnas de orden gigante que engloban las dos primeras plantas y es recorrida por un fuerte entablamento con adornos de ménsulas y jarrones con bola, rematando el conjunto una potente cornisa moldurada. Su planta corresponde a la de un bloque lineal con pasillo central y las aulas y salas de diverso uso a ambos lados.

La vivienda unifamiliar de PB y 2 situada en la esquina de las calles Duquesa de la Victoria y Albia de Castro (1929) es un ejemplo de ese estilo neobarroco, con sus dos fachadas compuestas simétricamente a partir de un cuerpo central volado y la terraza corrida de la planta primera formalizadas con un amplio repertorio formal de aquel estilo (pilastras, recercados y cornisas mixtilíneas, conchas, pináculos, frontones curvos quebrados, etc.).

A ellos habría que añadir, entre otros, el edificio de viviendas de la calle Canalejas 7 (1922) del arquitecto Joaquín Muro, el de la esquina de las calles Presidente Calvo Sotelo 7 y Beti Jai (1924) de Marcelino de Arrupe, el de la calle Portales 21 (1930) de Agapito del Valle y el antiguo Edificio de Correos y Telégrafos (1932), obra seguramente del arquitecto riojano establecido en Madrid, Cayo Redón.

De esos años es también una singular obra de la corriente más neomedieval, el Seminario Diocesano (1927) del arquitecto bilbaíno Ricardo Bastida, que veinte años después amplían Ricardo Bastida y Agapito del Valle año siguiendo el planteamiento inicial.

Su planta se organiza a partir de dos grandes patios separados por una galería de comunicación y se amplía con un tercer patio. Los espacios funcionales se disponen hacia el exterior mientras sus corredores de acceso lo hacen en torno a los patios. En la fachada principal se enfatiza la entrada centrada adelantándola con dos potentes cuerpos a ambos lados

De arriba a abajo, Cerámica Riojana. Logroño. F. Álamo (1924).

Escuelas Daniel Trevijano. Logroño. F. Álamo (1927).

Colegio San José. Logroño. A. del Valle (1925).

Arriba, Vivienda unifamiliar, C/ Duquesa de la Victoria 53. Esquina y detalle. Logroño. A. del Valle (1929).

Izquierda, Edificio de viviendas en C/ Presidente. Calvo Sotelo 7. Logroño. M. de Arrupe (1924).

Edificio de viviendas en Portales 21. Logroño. A. del Valle (1930).

Izquierda, Correos y Telégrafos. Logroño. ¿C. Redón? (1932).

En esta página, de izquierda a derecha Seminario Conciliar, vista general y plano. Logroño. R. Bastida (1927).

Edificio de viviendas C/ Mártires 9. Calahorra. (c. 1925-30).

Banco de España. Haro (1922).

que albergan la Capilla y la Sala de Actos de imagen neorrománica.

En Calahorra es de destacar la fachada neomudéjar del edificio de viviendas de la calle Mártires 9 (1925-30), con dos miradores de fábrica cuyos huecos frontales y laterales se rematan con arcos de herradura y ornamentación próxima al modernismo geometrizado. Sus antepechos se resuelven con cerámica vidriada verde y piedra clara.

El antiguo Banco de España en Haro (iniciado en 1922) posee una arquitectura historicista, de referencia neoclasicista. Construido en piedra, su fachada principal alberga un cuerpo central que se adelanta ligeramente del resto con cuatro grandes columnas de la altura de los dos pisos superiores y se remata con un potente friso corrido y sobre él un escudo arropado por el peto de la cubierta.

El eclecticismo, como su propio nombre indica incorpora elementos de diferentes estilos y tendencias reinterpretados según la personal mirada de cada arquitecto y se hace presente en La Rioja casi al mismo tiempo que se está desarrollando el historicismo.

La antigua Escuela de Artes y Oficios (1911-25), obra de Antonio Rubio y Luis Mosteiro, es un ejemplo del uso de diversas referencias que buscan identificar el edificio con el “buen hacer” que en su interior se enseñaba. La calidad constructiva del mismo, incluso en el diseño y ejecución en azulejo de su nombre y de diversos motivos alegóricos, se acompaña con el despliegue de numerosos elementos ornamentales históricos (cornisas, molduras, remates, antorchas, óculos, etc.) en la composición de sus fachadas.

Organizada con una planta con patio central recorrido por la galería de comunicación perimetral las aulas y espacios comunes se abren al exterior. En el eje de la fachada de entrada se dispone el acceso, vestíbulo y escalera principal con la sala de actos en la planta.

En 1915 el arquitecto Agustín Cadarso proyecta un edificio de viviendas en la esquina de Portales con la nueva calle Juan Lobo y que da la vuelta a la calle Caballerías, redondeando la esquina citada para lograr una fluida transición entre las dos primeras calles, enfatizando este punto con un torreón cilíndrico que se eleva por encima de la cubierta.

Sus fachadas se ordenan según sus propios ejes de simetría y en la principal la presencia de un mirador de fábrica sobre una galería corrida le confiere un mayor protagonismo formal. La abundancia de diferentes pilastras, molduras, cornisas y frontones recercando los huecos de diferentes procedencias le confiere su ecléctica imagen en la que se aprecia la influencia academicista francesa.

Pero quizás sea el edificio de la Plaza de Abastos de San Blas (1928) de Fermín Álamo donde encontremos más nítidamente la suma de diferentes referencias estilísticas. Una claramente decorativista y formalista en sus fachadas, y otra funcional y constructiva en sus espacios interiores.

La fachada principal posee un tratamiento monumental, como si de un templo se tratase, con la portada de acceso en el centro y dos torres en los extremos decoradas con paños de cerámica vidriada. A lo largo de sus fachadas laterales se desarrolla la rítmica secuencia se grandes huecos con carpintería industrial mientras en los frisos intermedios están decorados con relieves de guirnaldas y de animales que se refieren al uso del edificio.

Su interior, por el contrario, es un reconocimiento al valor de la estructura de hormigón que se convierte en la protagonista de un gran espacio orga-

nizado en tres naves, con la central más alta y diáfana que permite su iluminación y ventilación, y los puestos de venta apoyados fundamentalmente en las fachadas laterales.

Del mismo autor son los edificios de viviendas sitos en la Avenida de la Paz 36 y 38, ambos de 1927 y en la calle Doce Ligero 31, 33 (1928) y Avenida de la Paz 25 (1929). Si bien todos ellos mantienen en sus distribuciones interiores la tipología habitual, la configuración formal de los de la calle Doce Ligero cambia radicalmente, con cuerpos volados construidos sobre potentes ménsulas.

Igualmente representativos de este momento son los edificios sitos en la calle Marqués de Murrieta 4 y 6 obras respectivamente de los arquitectos José Villamor y Gonzalo Cadarso de 1924 y 1928, el de la Plaza de la Diversidad 2 (1928) de Quintín Bello y el de Pte. Calvo Sotelo 34 (1929), obra de Gonzalo Cadarso.

De las primeras décadas del siglo XX son también algunos singulares ejemplos construidos en Calahorra y Haro.

En la calle Mártires 8 de la primera localidad se encuentra el edificio del pasaje Díaz (1916-17) para el que redactó un proyecto Fermín Álamo que no llegó

En esta página, arriba, Plaza de Abastos. Fachada, detalle del interior y plano de sección. Logroño. F. Álamo (1928).

En esta página, derecha, Escuela de Artes y Oficios. Logroño. A. Rubio y L. Mosteiro (1911-25).

Edificio de viviendas en Portales 12. Logroño. A. Cadarso (1915).

En esta página, izquierda Edificio de viviendas C/ Doce Ligero 31 y 33, fachada y planta. Logroño. F. Álamo (1928).

En esta página, centro Edificio de viviendas en C/ Marqués de Murrieta 4. Logroño. J. Villamor (1924).

En esta página, derecha Edificio de viviendas en C/ Marqués de Murrieta 6. Logroño. G. Cadarso (1928).

Edificio de viviendas en Plaza de la Diversidad 2. Logroño. Q. Bello (1928).

Arriba, de izquierda a derecha Edificio de viviendas en C/ Mártires 8, alzado. Calahorra. A. Mendizábal ing. (1916).

Edificio de viviendas en C/ La Ventilla 28. Haro. (1923-28).

Edificio de viviendas en C/ Lucrecia Arana y Víctor Pradera. Haro (1930-31). a satisfacer al propietario, encargándoselo posteriormente al ingeniero Antonio Mendizábal.

El edificio de PB y 2 elevadas distribuía en planta baja la oficina de la banca Herrero Riva, el portal de la vivienda, el pasaje y algún otro local, mientras la planta primera se destina a vivienda del propietario y la planta segunda a dos viviendas para empleados.

Su formalización responde claramente a la influencia del estilo “Beaux Arts” francés con una composición simétrica en la que destaca el mirador de la planta primera que en el piso superior se convierte en terraza, todo ello flanqueado por dos cuerpos verticales de balcones que se rematan con arcos de medio punto que alojan falsos óculos y torreones tronco piramidales amansardados y unidos por la balaustrada de la cubierta (tal como describe Ana Jesús Mateos, Doctora en Historia en la Revista Kalakorikos nº 22, año 2017).

En la misma calle el nº 16 corresponde a un edificio de viviendas de PB + 3 proyectado por Agustín Cadarso en 1925, cuya fachada principal muestra la mezcla de distintas referencias, especialmente historicistas y modernistas, en el tratamiento de huecos y acabado de frentes construidos.

En Haro hay que destacar dos edificios de viviendas. Uno, el situado en la esquina de las calles La Ventilla nº 28 e Italia (1923-28) que se significa con el tratamiento del chaflán mediante el mirador correspondiente a las dos primeras plantas y terraza en el piso superior sobre la que se eleva un torreón, mientras las fachadas del tercer piso se resuelven en mansarda. Completa su imagen la presencia de elementos decorativos historicistas.

El otro edificio está en la confluencia de las calles Víctor Pradera y Lucrecia Arana. Igualmente prima su posición en esquina con un cuerpo construido de miradores en el chaflán, que gira y se repite en las fachadas a las calles citadas, tratados al igual que el resto de huecos con profusión de elementos historicistas, recercados moldurados, arcos rebajados en los antepechos que alojan motivos vegetales, balaustradas, pináculos, frontones, cariátides en las pilastras que enmarcan los miradores y los propios remates de éstos.

Pero en estos años, desde Europa las vanguardias artísticas propugnaban un cambio radical en la arquitectura, del que arquitectos como A. Loos, W. Gropius, E. G. Asplund, L. Mies van der Rohe, Le Corbusier, A. Aalto y otros estaban dando testimonio con sus obras y manifiestos.

Y en España, Fdo. García Mercadal construye en 1925 el Rincón de Goya en Zaragoza, año que da nombre a una nueva generación de arquitectos abiertos e interesados por lo que está ocurriendo en el mundo, la “Generación del 25” y que servirá de puente al posterior desarrollo del Racionalismo en los años 30.

José Miguel León

Las imágenes en las que no aparece el nombre del fotógrafo, han sido realizadas por el autor del artículo.

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