PROCESO CONSTRUCTIVO
José María Avrial y Flores Vista de la Fuente de Cibeles y el Palacio de Buenavista (1836, Ayuntamiento de Madrid, Museo de Historia de Madrid). detalle.
bicado en el corazón de la Villa y Corte, el edificio y los jardines se extienden aprovechando la altura del terreno a un lado de la calle de Alcalá en su entronque con la plaza de Cibeles. Del solar que hoy ocupa el palacio ya hay noticias en el siglo XVI, según recogió Joaquín Martínez Friera en su libro sobre el edificio (1943:24), cuya apasionada prosa oculta en ocasiones el indudable rigor histórico con que fue elaborado. Por esta publicación se sabe que, a mediados de la centuria de 1500, ya existía en el entonces conocido como Altillo de Buenavista una amplia edificación que pertenecía a don Gaspar de Quiroga, a la sazón arzobispo primado de Toledo y más tarde cardenal, quien gozaba de un extraordinario aprecio por parte del rey Felipe II. Las largas estancias del prelado en Nápoles, de cuyo reino era visitador por designación regia, y las dificultades que atravesaba el monarca para residir en la Corte a causa de las obras que se acometían en el antiguo Alcázar, pudieron haber sido la razón que movió a don Gaspar de Quiroga a donar
EL PA L ACIO DE BU ENAV ISTA
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el edificio al rey, que pronto lo convirtió en una especie de casa de campo o de recreo dado su emplazamiento en las afueras de la capital. El acceso principal se realizaba por el lado oeste, el más cercano al núcleo urbano, a través de la entonces denominada calle de Buenavista del Rey, que arrancaba de la del Barquillo. Precisamente en esta residencia pasó Felipe II largas temporadas con su cuarta y última esposa, doña Ana de Austria, que sentía una especial predilección por el tranquilo lugar, según relata Francisco Baztán (1959:203). Fallecida la reina en 1580, desde el año siguiente también habitaría la posesión de Buenavista la propia hermana, y al mismo tiempo suegra, de Felipe II, doña María de Austria, ya viuda del emperador alemán Maximiliano II, hasta que, una vez muerto el Rey Prudente, decidió retirarse al Monasterio de las Descalzas Reales, en el que fallecería en 1603. Más tarde, las «Casas Reales de Buenavista» fueron utilizadas por Felipe III cuando venía a Madrid desde Valladolid, en donde estuvo afincada la Corte entre
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