Tándem. Didáctica de la Educación Física

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Investigación y debate

ción de espacios, edad de los participantes, condiciones meteorológicas y, sobre todo, por la velocidad de ejecución como descriptor más importante (Latorre, 2008). La seguridad en el deporte está garantizada por su componente pasivo y activo. El primero está relacionado con la normalización (normas NIDE y UNE-EN) de los espacios, equipamientos y materiales deportivos escolares, así como su adecuado estado de conservación y calidad (responsabilidad de los constructores y de las diferentes administraciones). En este sentido, Latorre, Mejía y Gallego (2010), Latorre y otros, (2012) y Lucio (2003) destacan graves problemas de seguridad de las instalaciones deportivas de uso escolar, como consecuencia de que en España no son de obligado cumplimiento las normas NIDE y UNE-EN. Ello supone un escenario de disparidad normativa que puede potenciar la accidentalidad. En cuanto al componente activo de la seguridad en el deporte, hace referencia a la adecuada competencia profesional, en este caso a la correcta intervención docente en el control del riesgo, y a la prudencia del alumnado, que viene determinada por factores psicológicos y de personalidad, experiencias previas, edad, sexo y competencia percibida, que determinan la percepción y la asunción de riesgos. La investigación sobre accidentalidad deportiva infantil en España es escasa, destacando los datos aportados por el Instituto Nacional de Consumo (2008). En este estudio se subraya un predominio de los accidentes entre los hombres, superior a la media, hasta los 24 años. Los accidentes más frecuentes están causados por caídas (41,4%); aplastamientos, cortes y desgarros (22,6%); golpes o choques (13,0%); efectos térmicos o quemaduras (9,6%), y esfuerzos físicos o agotamiento (4,2%). Un 5,1% de los accidentes ocurren en las zonas recreativas o de diversión, y un porcentaje algo por debajo del 4% acontece en 68

Existe la necesidad de prestar atención a los riesgos de la práctica físicodeportiva desde varios puntos de vista, analizarlos y controlarlos

áreas al aire libre. En los colegios e instituciones sucede el 3,2% de los accidentes, produciéndose en el área deportiva (incluidos colegios) un 9,7% de los accidentes. Los accidentes relacionados con los juegos y el tiempo libre suponen un 12,6%, ocurriendo en la educación física (en adelante, EF) reglada un 0,6% de los accidentes. La práctica de deportes en equipo y con pelota continúa siendo la principal causa de los accidentes asociados a actividades deportivas (48,4%). La mayoría de los entrevistados entienden que las lesiones que sufrieron son puramente fortuitas, aunque el 25,5% atribuye el percance a imprudencias o temeridades y un porcentaje algo menor (25,3%) a descuidos o distracciones. En la práctica deportiva y en las actividades educativas es donde, en mayor medida, interviene una segunda persona en la generación del accidente. Aunque los datos estadísticos no parezcan muy importantes, existe información reflejada en la hemeroteca y en la jurisprudencia que indica situaciones inadmisibles en una sociedad avanzada y un sistema educativo de calidad: muertes de niños por caída de portería, tetraplejias y traumatismos diversos. La jurisprudencia, en muchos casos, responsabiliza al docente y al centro escolar.

La seguridad en el deporte Loughlin y Suina (1990) señalan que el ambiente de aprendizaje es algo más que un edificio o una disposición del mobiliario; se basa en un entendimiento entre entorno físico y conducta, entre disposiciones ambientales y aprendizaje. Martín y Tándem Didáctica de la Educación Física | núm. 42 | abril 2013


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