Nictofilia 4: Dossier Poesía Grotesca

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NICTOFILIA N°4

DOSSIER

POESIA GROTESCA

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CRÉDITOS © 2018, Editorial Cthulhu © 2018, Pablo Espinoza Bardi, Diego Mariano Giménez Salas, Rigardo Márquez Luis, Juan Pablo Goñi Capurro, Connie Tapia Monroy, Ariel S. Tenorio, Ray Paz Quesquén, Morgan Vicconius Zariah, Rodolfo “Maldoror” Montes de Oca, Rodrigo Torres Quezada, Paula A. Romero, Godoy Gómez Aldair, Omar Luján S., Gonzalo del Rosario, Fratermo Dracon Saccis, Silvia Alejandra Fernandez, José Ángel Conde, Cinthya Díaz, Víctor Grippoli, Jonathan A. Hernández, Fernando Honorio, Dolo Espinosa, Maykler Eric Paúl Vásquez Gallardo, Desirée Jiménez Sosa, Sebastián Giorgi García, Angelique Reid, Eduardo E. Rmz. Pérez, Daniel Canals Flores, Irán Infante, Juan Carlos M. Vazquez, Tania Huerta, Jesús Herrera Matos, Matías Bragagnolo, David Alpuente Ferrer, Karim Arredondo, Mario Romanet Rivas, Alejandra Palacios Heredia, José Tochtli Fioravante, Guillermo Muñoz Hernández, Fredie Aguirre Calderon, Gilda García Romero, Emilio Paz Panana, Amparo Montejano, Patricia Marta Kieffer, Nathaniel Argueta Hernandez, Kristina Ramos, Felipe Álvarez, Fratermo Dracon Saccis, Luis Bravo, Angelo M. Rivera Barquero, José Luis Pascual Piernagorda, Glauconar Yue. NICTOFILIA. Revista Literaria Hispanoamerica de Terror Año 03 - N° 04: Octubre 2018 Dirección: Marcia Morales Montesinos Imagen de portada: «Inferno» de Celeste Gómez Fanpage: https://www.facebook.com/CelesteGomezArts/

EDITORIAL CTHULHU http://editorialcthulhu.blogspot.pe editorialcthulhu@gmail.com 3


CONTENIDO Editorial por Marcia Morales Montesinos EL USURPADOR DE CADÁVERES, Pablo Espinoza Bardi EL SERMÓN DEL ABORTADO, Diego Mariano Giménez Salas EL ARTE DE LA CARNE, Rigardo Márquez Luis EL PRÍNCIPE, Juan Pablo Goñi Capurro FOTOGRAFIÉ DOS VECES TU CUERPO, Connie Tapia Monroy TUS MUÑONES, Ariel S. Tenorio PEQUEÑO DIARIO DE UNA SÁDICA GNÓSTICA, Ray Paz Quesquén FESTÍN DE CADÁVERES, Morgan Vicconius Zariah SANTOS (NECRÓFILOS) PLACERES, Rodolfo “Maldoror” Montes de Oca GANGRENA CÓSMICA, Rodrigo Torres Quezada DOLOR EX MORTUIS, Paula A. Romero CALLEJONES DE CIUDAD, Godoy Gómez Aldair NOCHE DE RITUALISTA, Omar Luján S. LA NIÑA DE MI LINTERNA AZUL, Gonzalo del Rosario EX SOLEM IN UMBRA, Fratermo Dracon Saccis LARVAS OBSCENAS EN MI OSCURO CLAUSTRO, Silvia Alejandra Fernandez SIBILA SATÁNICA, José Ángel Conde ODA A SAKASAGAMI, Cinthya Díaz SARCÓFAGO, Víctor Grippoli 4


SANCTUM, Jonathan A. Hernández MATER TENEBRARUM, Fernando Honorio LA NADA, Dolo Espinosa FRÍO XV, Maykler Eric Paúl Vásquez Gallardo PERPETUUM TENEBRAE, Diego Mariano Giménez Salas EL HOMBRE AMARILLO, Desirée Jiménez Sosa ARAÑA MOLECULAR, Sebastián Giorgi García BUITRA, Angelique Reid HÉCATE, Eduardo E. Rmz. Pérez LOS CINCO NOMBRES DEL DIABLO, Daniel Canals Flores SUPER BOUDELAIRE ATRAPADO EN LOS DESAGÜES, Ariel S. Tenorio SUEÑOS BLANCOS, MASTURBACIONES INCOLORAS, Irán Infante BOSQUE NEGRO, Juan Carlos M. Vazquez TUS OJOS, Tania Huerta AL DESPERTAR, Jesús Herrera Matos GUL, Rigardo Márquez Luis ABRAZANDO EL CADÁVER, Matías Bragagnolo LA PROFECÍA NEGRA, David Alpuente Ferrer LAS HORAS DE LICÁN, Karim Arredondo ARÁCNIDA, Mario Romanet Rivas OLD FART, Pablo Espinoza Bardi INSATISFACCIÓN, Alejandra Palacios Heredia SANA LOCURA Y NORMALIDAD PATOLÓGICA O DORMIR CON UNA ESCOPETA CON UN DEDO EN EL GATILLO Y LA BOCA DE FUEGO PEGADA AL CUELLO, José Tochtli Fioravante PLACER, Guillermo Muñoz Hernández 5


SACRIFICIO, Fredie Aguirre Calderon ANIMAM PAUPERIS, Gilda García Romero CRIATURAS, Emilio Paz Panana EL MILAGRO DE LA MUERTE, Cinthya Díaz TAMBORES, Amparo Montejano LA ÚLTIMA HUMANA, Patricia Marta Kieffer EL ACTO DE VIOLAR, Ariel S. Tenorio DEJA QUE LA SANGRE FLUYA, Nathaniel Argueta Hernandez EL HAMBRE NO ESPERA, Kristina Ramos DULCES SUEÑOS, Felipe Álvarez ESCRIBIDOR, Rigardo Márquez Luis GÉNESIS GENOCIDA, Fratermo Dracon Saccis TIRANO, Luis Bravo LA CORONA DE ODIO, Diego Mariano Giménez Salas ÜNTERMENSCH, José Ángel Conde SOMOS, Jesús Herrera Matos MAL DO ROR, Ray Paz Quesquén EL OSARIO, Angelo M. Rivera Barquero SURGIERON DEL PANTANO, José Luis Pascual Piernagorda COLOQUIO DEMONOLÓGICO ENTRE LILITH E ISHTAR, Glauconar Yue

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EDITORIAL Por Marcia Morales Montesinos En este cuarto número de la revista NICTOFILIA hemos querido ofrecer una selección de poesía de temática grotesca y/o bizarra, aquella poesía que ha tenido poca cabida en el mundo lírico, que se encuentra plagado, en su mayoría, de temática amorosa. Sabedores que existe esta “otra” poesía —que no solo tiene escritores, sino también lectores ansiosos por degustar versos del más puro horror y depravación— optamos, y nos vimos en la necesidad, de realizar un dossier dedicado a esta poesía. Estamos seguros que nuestros lectores encontrarán en estas páginas versos que jamás pensaron hallar en alguna otra antología poética. Esperamos disfruten de cada una de las infamias vertidas en este número y que esparzan por el mundo este legado de literatura grotesca, que viene conquistando poco a poco a más lectores. Gracias a los poetas malsanos que colaboraron con este número, no seríamos nada sin ellos: Pablo Espinoza Bardi, Diego Mariano Giménez Salas, Rigardo Márquez Luis, Juan Pablo Goñi Capurro, Connie Tapia Monroy, Ariel S. Tenorio, Ray Paz Quesquén, Morgan Vicconius Zariah, Rodolfo “Maldoror” Montes de Oca, Rodrigo Torres Quezada, Paula A. Romero, Godoy Gómez Aldair, Omar Luján S., Gonzalo del Rosario, Fratermo Dracon Saccis, Silvia Alejandra Fernandez, José Ángel Conde, Cinthya Díaz, Víctor Grippoli, Jonathan A. Hernández, Fernando Honorio, Dolo Espinosa, Maykler Eric Paúl Vásquez Gallardo, Desirée Jiménez Sosa, Sebastián Giorgi García, Angelique Reid, Eduardo E. Rmz. 7


Pérez, Daniel Canals Flores, Irán Infante, Juan Carlos M. Vazquez, Tania Huerta, Jesús Herrera Matos, Matías Bragagnolo, David Alpuente Ferrer, Karim Arredondo, Mario Romanet Rivas, Alejandra Palacios Heredia, José Tochtli Fioravante, Guillermo Muñoz Hernández, Fredie Aguirre Calderon, Gilda García Romero, Emilio Paz Panana, Amparo Montejano, Patricia Marta Kieffer, Nathaniel Argueta Hernandez, Kristina Ramos, Felipe Álvarez, Fratermo Dracon Saccis, Luis Bravo, Angelo M. Rivera Barquero, José Luis Pascual Piernagorda y Glauconar Yue.

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EL USURPADOR DE CADÁVERES Pablo Espinoza Bardi me fui cuarenta días al desierto con mi manto de monje loco/ me situé en la torre oscura y elucubré pócimas a través de mis fluidos —¡solve et coagula!—, me dijo un enano de apariencia fetal (producto de mi paranoia)/ rasuré mi cabeza como símbolo de iniciación/ escribí poemas retorcidos en las paredes con sangre y excremento/ cubrí mi cuerpo con vendas de manera ritual/ transcribí maldiciones y sentencias en cada apósito infecto/ me senté a través de los días en posición de Baphomet, con una mano apuntando hacia al cielo y la otra al abismo, hasta que se manifestó un diablo mórbido y pestilente/ el infeliz me proponía situaciones impúdicas mientras sacaba repetidas veces su lengua bífida y le dije: vamos, tranquilízate, bebe algo conmigo/ me preguntó mi nombre y le dije: Rasputín, the mad monk/ ¡imposible! —dijo con desprecio—, a la semilla de Belial no se le puede pasar gato por liebre/ imagino que estás consciente de que engañar a un demonio trae consecuencias nefastas/ lo miré directamente a sus ojos fatuos y le respondí: contempla mi barba casposa/ observa mis estigmas e imprecaciones labradas con maestría en la piel en noches luciferinas: ¡tajo y dogma!/ mira —dijo acariciando mi calva obscena y costrosa—, al monje loco lo llevaron al palacio Yusúpov/ fue engañado/ envenenado/ baleado como perro y arrojado al averno helado/ fue enterrado y exhumado para luego ser quemado en el bosque de Pargolovo/ tú; sombra pusilánime y funesta, a mis ojos no eres más que un usurpador de cadáveres… eso, y nada más.

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EL SERMÓN DEL ABORTADO Diego Mariano Giménez Salas Y entonces vi al último ángel mamando del pecho de su virgen madre muerta y a la última mujer pariendo con dolor a un dios. Vi a las moscas cubrir el cielo y a los gusanos devorar a la tierra y a los valles donde las escorias de otros tiempos vuelven a la vida. Vi los ojos de la serpiente y su ciencia me ha quemado la retina, y vi a los viscosos adefesios que originaron. Vi a la estirpe del Hombre abandonar, pesado y esponjoso, los pantanos indescriptibles en la noche de los tiempos y escuché las demoniacas ceremonias que reverenciaban a la noche del Hombre ¡Entra a la noche… ¡Entra a la noche!, empezaron a repetir en coro las voces atrapadas en las carroñas. Y escuché su filosofía de estertor escapando de los tajos de sus gargantas enquistadas en océanos de eones. He visto a un dios masticado regir en su gloria gangrenada. He visto a la muerte sosteniendo a un niño en brazos. He visto a los ángeles ser masticados y devorados para luego ser defecados en el rostro dios. He visto cascadas de gusanos subiendo al cielo en columnas monstruosas. He visto a las huestes del abismo engendrar el dolor en la carne del Hombre. He visto al sol capitular en algún rincón del ocaso. He visto los agujeros del cosmos en las entrañas de una rata. He visto las pieles de los niños goteando sangre aun fresca.

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He visto al Hombre sumergirse en aquella ciénaga con voluntad y como su raza era manchada con la pus de sus mujeres. Vi como su prole copulaba en la saburra de sus adentros. He visto como se untaban lujuriosos del vientre inquieto de las moscas gordas y como sus hijas proferían ladridos preñados de placer. He visto a la figura de entre las figuras ascender del podridero universal y tapar con sus alas leprosas los ojos muertos del firmamento. He visto a la sopa negra supurando de los fetos humanos. He visto a los batracios frotar sus verrugas sobre el trono del Hombre. He visto la cruz de Cristo cubierta de larvas hambrientas. He visto brotar sangre y esperma del costado abierto de dios. He visto a las dimensiones del dolor traspasar los portales de la tierra. He visto escorpiones en la boca de nuestros hijos…

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EL ARTE DE LA CARNE Rigardo Márquez Luis Nunca enamores a un poeta, ya que el numen es una voracidad que infecta la tinta virginal de los que sueñan a pleno día. No hay peor horror que ser una musa, ya que el amor profiere raros efectos, pues un escritor descorazonado es la génesis del peor de los monstruos. Cuando el tintero no es suficiente y la Venus regresa al estuche marital el poeta se desnuda de civilidad y sólo queda el trastorno inerte. Allí entre el mecenazgo azaroso los demonios cantan letanías que eclipsan la moral cardial para realizar un infame ritual. Cuando la erómena no corresponde la locura injuria ultrajando a la razón. Alabado sea el néctar opiáceo por domar los corceles desbocados de tus dubitaciones. Así puedo tomar tu corazón en allegretto mientras que posas para mi en completo mesmerismo.

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Suena el tritono en vertícordia, mientras que tintinea la pluma al besar la mudez de tu cuerpo con el roció sanguinolento de mis labios. Cual cisne crucificado abro tus muslos para bendecirte con mis santos óleos. Eres como una estrella, pues ya sin vida sigues dándome bríos orgasmales. Quiero sentirme a través de tus ojos, saborear las espinas crueles de tu desprecio. Es por eso que tus ojos; luceros esmeraldas ya abandonaron sus cuencas, serán el oficio que colgará de mi pecho. Aun así, buscaré otros, para tejerlos simulando ser astros de la más bella constelación. Ensalmo el verso de tu carne, con azafrán y saliva de mi voraz lujuria. Palpo los lunares nebulosos en tus lunas para luego emancipar la bravura de tus pechos. No habrá ofrenda para los gusanos, por ello lanzo sal en forma de cruz sobre la corola de tu feminidad preservando el sabor adecuado. Rosa límpida que versa en menguante sueña en el tibio beso del arte de la carne, que allí entre aceite, pintura y sangre yo glorificaré tu belleza haciéndote inmortal. 13


Desangrándome el corazón he de cincelar los estratos de tu piel diamantina, entre miradas ciclópeas de las almas custodiadas por el Diabulus in amore que cercena mi alma. Malhaya la muerte santiguase a mi Príapo con el verbo de tu alma, para rehacerte una vez más y no conformarme con el juicio de Onán. Querida Erató de la mirada trágica, es hora de que partas hacía Mictlán, pero no entristezcas por nuestra despedida, ya que no desperdiciaré ningún pétalo de tu carne.

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EL PRÍNCIPE Juan Pablo Goñi Capurro Querida Blancanieves —te escriben tus enanos— te extrañamos mucho pero somos felices al saberte dichosa. Pobres ignorantes, ¿los encantaste también con medias de seda, ligueros y tacos tan altos como las pasiones que desatas? Llora Blancanieves, las lágrimas hacen bien al cutis que tanto aprecian nuestros clientes. Un cutis pálido que los deslumbra bajo las velas que esconden las arrugas de tus compañeras de faena, un cutis pálido que los conduce a los jergones donde vuelven a crearte a fuerza de pasarte tanto las manos. Por las noches rezamos pidiendo a Dios que el Príncipe siga cuidándote de malvadas envidiosas y de los peligros del bosque. Claro que te cuido Blancanieves, el bosque no llega a las puertas de nuestro club, 15


y las envidiosas se conforman con cobrar sus servicios más baratos. Te cuido tanto que tu espalda tiene las huellas de las vergas, para que recuerdes el peligro que hay afuera, para que no sueñes con escaparte. Aún no me has dicho si es verdad que la de los enanos es gigante, te limitas a sorber las nuestras aunque necesite el látigo para que recuperes el ánimo. Siempre te recordamos, cada cena dejamos tu sitio libre, en cada fiesta alzamos nuestras copas deseando que tus días sigan diáfanos. Una manga de borrachos tus enanos del bosque, con razón no te cuesta montarte en las panzas vinosas de los marineros. ¿Qué pensaron que era un príncipe, dónde se ha visto un reino que no se base en la sangre de los inocentes y no tanto? Mi reino son los muelles, los monederos cargados de los lujuriosos hombres que bajan de los barcos. Mis armas son las mujeres como vos, una vez que aprenden a abrir las piernas para que el dinero penetre en mis sacas. 16


Soy domador de potrancas altivas, un servidor dispuesto a satisfacer las pasiones más bajas con el fruto de mi trabajo, las yeguas mansas que desnudan los apetitos carnales. Se despiden los enanos con sus deseos en almíbar, vaya a saber qué recuerdan de su preciosa visitante. ¿Qué dirían al ver cómo sacudes ese culo de órdago, esas tetas de palacio? ¿Cómo te llamarían al verte cabalgar sobre jamelgos desdentados? Eché pulgas a Cancerbero para colarme en el infierno, pero ni allí encontré un espectáculo semejante a tu cuerpo estremecido por la violencia de una encamada. Querida Blancanieves, no desesperes, en unos pocos años serás vieja para estos trotes, se caerá la estantería y se formarán pliegues en tu piel marchita, tu príncipe te dejará libre y podrás volver a narrarles cuentos felices a tus dichosos enanos.

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FOTOGRAFIÉ DOS VECES TU CUERPO Connie Tapia Monroy Mañana vendrá un chico con zapatillas tipo converse, de género seleccionará una canción en youtube, algo de Deep Purple, de seguro. Mi cabeza estará apoyada en sus muslos y planificaré en cómo liquidar lo nuestro él no lo sabe aún, pero desmembrará tu cuerpo. Se lo pediré cuando estemos desnudos fumando un cigarro ¿por qué no lo haría? Te comeré de diferentes formas. Mientras siga desnuda, con las piernas abiertas le diré que siga moviendo su lengua. otra canción sonará desde el parlante de la televisión esta vez algo de Burzum beberá el resto de la lata de cerveza y cuando mis caderas logren calentarlo de nuevo ahí, entre jadeos le rogaré que te asesine en la cabaña cerca del mar ¿cómo piensas eso? Solo guardo las fotos para volver a mirar o disfrutar un poco más.

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TUS MUÑONES Ariel S. Tenorio Dos bestias de alquitrán en celo revolcadas en las sábanas inmundas. Tus muñones vos entonces enterrada. Los anzuelos genitales ciegos lastimando el amor en direcciones opuestas como un barullo de perros y en el aire la furia, los chasquidos, dentelladas. Tus muñones vos alegre en las encías solitarias y en la nada de tus voces. Entreabierta bajo el tótem rojo Y mi lengua blanca dibujaba caminitos de babosa desde el centro del espanto hasta el rastro de la sangre coagulada. Tus muñones y el andar vos condenada. Yo enredado entre los hilos oscilando con las venas secas enredadas trepándose hasta el cuello y apretando. Un demente liberado de la carne arrugando las paredes con las uñas enseñándote a morir sin sentir nada. Tus muñones, vos entonces de una buena vez por todas enterrada.

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PEQUEÑO DIARIO DE UNA SÁDICA GNÓSTICA Ray Paz Quesquén Día 1 Madre Pentesilea os dejo a vuestras hijas éste tu sangrante manifiesto Hallado en la concavidad de lo no revelado En la suavidad de la curva lunar entre los riscos y peñas Arrancad demonias las sienes de la falsa evolución de la especie Oh los malnacidos machos degradación de la materia Infectos seres y su perjudicial cadena Pero disfrutad de sus bienes Su lengua una vez cortada puede lavar sus orificios Su miembro no divino antes de cocerlo o atarlo al filo de sus espadas Introducirlo hacia sus huecos más jugosos Antes Mantenerlos en hambruna sin agua que calme su sed ni lave su pestilencia Que los piojos y alimañas invadan su pelaje hasta multiplicarse ¡Qué fétido olor ascenderá como numen hacia la idea de la belleza! Laman hijas sus vellos Oh sus axilas oh su púbico vello Arranquen desde la raíz el pelambre ¡tráguenselo! ¡Hambrientas! ¡Hambrientas! mis condenadas al exilio 20


Beban su orina y hagan beber la limpidez de la suya Sí pronto no se sacian átense la espada en la superficie de su vulva La insurrección de vuestro clítoris De espaldas abran sus piernas y penetren el filo puro Que su sangre brote como una flor hecha de heces Ah no teman herir algún órgano Su muerte acaecerá como un regalo Recuerden que acudí a las huestes Troyanas con doce de sus madres Y fuimos destrozadas hasta del propio espíritu Y ahora tienen ante sus senos a sus bastardos primogénitos A sus futuros reyes ¡No! ¡No! ¡No! Su prole será la infección del mundo Aniquílenlos, que no supervivan ni sus huesos Que no sean enterrados para que el viejo Caronte No los conozca ni tengan acceso al infierno que un bien sería para sus almas Hagan queridas hijas lo que desde los dioses adúlteros y malditos hicieron y siguen haciendo con vosotras. Día 2 ORACIÓN Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy Amazona soy Y no me amputaron el pecho para trenzar la flecha con el mismo arco con que el bastardo Aquiles mató a nuestra primigenia madre 21


No tengo senos porque mi maternidad la he ofrendado a la guerra no a Ares ¡Repudio y muerte a todo Dios macho cabrío! Mi maternidad no es un regalo divino Mi maternidad no es un oficio Mi maternidad no es una misión arcaica Mi maternidad será proteger mi ser de sus deseos calcinados Fecundar mi hijo en mi idea de extinguirlos Oh así cantaré hasta la última gota de sangre Hasta la raíz de mis ancestras De mi matriarcado indomable Malnacidos voy por vuestros corazones Para arrancarlos y arrojarlos al lecho pestilente de sus padres.

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FESTÍN DE CADÁVERES Morgan Vicconius Zariah Entre delirios y sangre, narcóticos sagrados hacen expandir en las sombras la mente alucinada. El cementerio centellea con extrañas luces grises y mi alma se extasía en el sádico resplandor de la carne desgarrada. Bajo la luz de la luna, las esculturas mortuorias observan silentes nuestra orgía gastronómica. Despedazando lo inmundo; tragando los deseos; blasfemando a la muerte. Devorando sin pensar nuestra existencia fantasma. Los dientes llenos de carne podrida, ¡amigos somos de los gusanos! Que corroen nuestros cuerpos pecadores, generando con nuestra carne vida nueva. Pálido nuestro rostro mojado por la roja sangre del delirio. La majestad de la muerte alimenta nuestros cuerpos. Su descomposición química, su mano que todo lo envejece hasta podrirlo, marchita con su roce las flores y desvanece la juventud con el reflejo de su espejo. Y al mirarnos, vemos nuestras caras descarnadas y la carne pendiendo del mentón. Con los gritos y el aullar de los demonios funestos, nos devoramos en romántico deseo, y el dolor al comernos nos hace inmortales. ¡Somos necrófagos! Amigos de comer carne descompuesta y beber sangre coagulada. El festín de las copas sobre lápidas horadadas; la enorme mesa redonda de los homúnculos descansa sobre tumbas centenarias. Y al amanecer sólo quedan cenizas y huesos, y un cuerpo arrullado al lado de un frío epitafio; que ebrio en demasía de

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alcoholes, duerme tranquilo en los valles de la muerte después de una extraña canción espectral.

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SANTOS (NECRÓFILOS) PLACERES Rodolfo “Maldoror” Montes de Oca Miro deseoso tus ojos vacíos, mientras muerdo tu boca verdosa; y mi mano se aferra, filosa, a tus senos, desnudos y fríos. Con mi pene, erecto, sin bríos, profano tu vagina viscosa. Los gusanos, de forma amorosa, me reciben con besos impíos. Y fue con ellos, tus moradores, que me fundí en una orgía profana; degustando tus pútridos olores ¿Acaso importa que lleve sotana? Si ya estás muerta, son pormenores para una buena dama cristiana.

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GANGRENA CÓSMICA Rodrigo Torres Quezada Fetos vomitados Desde las fauces Del abismo primigenio Danzan con intestinos Carcomidos Por costras cósmicas Tras ellas se levanta El olor A carne quemada Son las huestes sin piel De una guerra porno-sádica Hígados despellejados Mierda con trazos de coágulo Uñas infectadas de pus Ombligos que escupen trozos de carne Son las huellas del día a día En esta pesadilla bestial Yo, duende de la dimensión onírica, Sobrevivo devorando encías Menstruaciones Semen seco Saliva de ancianos Que jamás vivieron Desearía huir Hacia las montañas de gangrena 26


Donde las calaveras aún gimen Y la penetración Es por los intestinos Ahí, donde nace la nueva humanidad Que mira hacia arriba Con ansias de destripar la luna Y la galaxia El anillo de Saturno Rebanará su piel Júpiter llorará órganos Y Plutón será Un epidídimo infectado Con la sífilis espacial De los astronautas prostitutos Que devoran mis sueños Bestias con aroma a náusea Que me sea ligero El abismo Que se consuman en llamas Los fetos, los órganos, los tejidos, La vida

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DOLOR EX MORTUIS Paula A. Romero Otra vez mi silencio se ve aquí interrumpido; Me pregunto qué querrán de mí para esta ocasión. Resuenan los aleteos de aves dejando el nido, De plumas posándose sobre fría putrefacción. No puedo ver su rostro por mis ojos cerrados, Tampoco puedo olerle en la humedad presente. Recorriendo mi cuerpo, puedo sentir sus manos, Apretando mi carne con pasión incipiente. Toma mis vestiduras y las vuelve jirones, Destroza mi camisa, desgarra mi blanda piel. Voltea mi rostro, fuerte, rechinan los tablones, Mientras pasa su lengua en mi mejilla de miel. Separa, excitado, mis insensibles piernas Y empuja una y otra vez. Sonríe con satisfacción. Los gusanos escapan de todas sus cavernas, Mas las cresas se quedan royendo en comunión. Él susurra agotado. Amor; comienza a gritar ¿Amor es lo que siente? No hay amor en el más allá. Sólo hay oscuridad y esto, el anhelo de llorar Ante un destino que ya no se desvanecerá. Me penetra y me ultraja. Disfruta con mis restos Que están fríos, rígidos; que ya las alimañas 28


Se los han devorado hasta dejar expuestos Mis huesos y mi carne ante las telarañas. Eyacula sobre mí, jadeando extenuado Se deleita triunfante y me observa sonriendo Lo contemplo de reojo, pues mi rostro volteado Sólo ve la madera de este féretro horrendo. Su aliento me repugna mientras besa mi boca, Detesto su mirada recorriendo mi torso, Odio su sonrisa que me hiere como una roca, Que es como una navaja incrustada en mi dorso. Acomoda su ropa y actúa con normalidad, Se levanta tranquilo. Yo ya no tengo valor, Soy un objeto carente de vida en la oscuridad ¿Por qué tengo que sentir este tormento, señor?

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CALLEJONES DE CIUDAD Godoy Gómez Aldair Callejones de la ciudad, impregnados de muerte, sangre, putrefacción y semen. Sus olores se mezclan bajo la gélida noche ritualística preludiando al horror mental que en los callejones habita. ¿Cuántos en sus hondos, oscuros interiores han muerto? ¿Cuántos han sido violados? ¿Cuántos cadáveres adornaron alguna vez sus calles? ¿Cuántos han sido engañados? Pobres de aquellos desdichados que se adentren solos, la exquisita fragancia de la perversidad los volverá locos. Y al inhalar la maldad, pesadillas tendrán, cada noche viviendo en carne propia todas las atrocidades de las víctimas que han caído en los horrores que en los callejones habita.

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NOCHE RITUALISTA Omar Luján S. El ritual comenzó a las doce mientras todos estaban en goce La sangre del infante se derramó en el altar del señor Gritos de clemencia, cantos con vehemencia Cuerpos desnudos, rituales oscuros Bailes inmorales, contracciones anormales Conjuros antiguos, dioses ambiguos Los cuatro elementos, seis, seis, seis, tormentos La daga de plata, la mano que mata La sangre pura, sacrificio que cura Virtud y pecado Lucifer alabado

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LA NIÑA DE MI LINTERNA AZUL Gonzalo del Rosario Desnuda y congelada te hallé Perfecta niña de catorce Tu piel es una fiesta de placer Gozaré besando Tus nacientes pezones Lameré y morderé muy lento Para guardarme el sabor de tu piel muerta Helada fresca free adorada Porque Desnuda y congelada te hallé Perfecta niña de catorce Cómo me la has puesto mira toca lo dura que está No te sonrojes Aún sigues congelada, eres témpano y mi pene A tu contacto se encoge de miedo Le hablo y le explico que si alguien tenía que haberlo hecho Ese alguien tenía que haber sido yo Así que primero abrí cancha con mis dedos Uno, dos, tres, siempre listos, despacito, ahora ya hay espacio Te penetro como si fueras el fondo de un pantano Y me resbalo siento tus coágulos Mi placer entumece de razón Ultrajo tu cadáver con más fuerza Qué rico es al fin sentirte y saber que no puedes quejarte Tampoco venirte Me prometí que algún día ese cuerpito y tu carita serían mías

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Y heme aquí con tus piernas al hombro acariciando tu potito helado Porque Desnuda y congelada te hallé Perfecta niña de catorce Desnuda y azul cual mágico sueño de Estambul Me vengo dentro mientras mis manos se posan sobre tus breves senos Mi semen también ama tu sangre.

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EX SOLEM IN UMBRA Fratermo Dracon Saccis Velado el roce de la luz, Es el goce triste consuelo Una enrojecida pústula Cuyo picor rodea su corazón Centro de un universo abyecto Libertad como una máscara Libertad revestida por una cáscara De un huevo deglutido por La Serpiente Obrado por un camello piojoso «Consagremos la mierda, en divina gracia, regocijémonos». Emancipación, eufemismo de esclavitud Las cadenas de la insaciable felicidad Onanismo que yaga el glande Insensibiliza el clítoris Florece en prolapso sanguinolento Desentierra sus muertos Sodomiza sus lápidas Manosea las astillas del ataúd Lame las larvas que consumen la carne Con la punta de la lengua Se revuelca en el fango De la licuefacción cadavérica Eyacula y reposa en el miasma Sin hallar una imagen en el espejo Más que trazas de su reflejo

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El retorcido adefesio Se inclina agradecido bajo la mesa Recogiendo las migas de la caridad Aurea mediocritas El que atisba entre las sombras Es mutado bajo el haz del acero quirúrgico Resta apenas un despojo invidente Que en espasmo de interminable agonía Se caga Se mea Vomita abstracciones inconexas Y en vana esperanza espinal De osamentas fracturadas De órganos colapsados Mientras finge fortaleza Por el rabillo de su careta sonriente Se escapan los sollozos Ante su inexorable extinción.

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LARVAS OBSCENAS EN MI OSCURO CLAUSTRO Silvia Alejandra Fernandez Me asombra un mundo nuevo, extraño y cautivante, donde las hojas espejadas de las plantas, reflejan mi imagen mientras camino por ese absurdo jardín. Un césped carmesí, algo inconsistente, mancha mis piernas, dejándolas moradas. Los árboles gotean lágrimas de savia escarlata. Oscura sangre del bosque que se evapora, tiñendo el aire. Una bruma violácea empapa mi vestido, transparentándolo. Cubro con mis manos mi cuerpo expuesto. Y rio al darme cuenta nadie puede ver mi desnudez. Sigo riéndome hasta que mis labios no tienen más risas. Y mis ojos ya no pueden llorar. Una áspera ropa me sujeta, avasallándome. Miro a mi alrededor y veo a muchos en mi estado Amortajados, morados, espantosos e inertes. Veo sus ojos vacíos y sus pútridos cuerpos, Y me rehúso a seguir ese destino. Mis oídos se colman con golpes retumbantes. Son los clavos que me encierran en esta lóbrega cripta. Grito hasta no tener más voz, pero nadie escucha mi clamor. Una oscuridad desesperante me envuelve. Nada oigo, ni aún los latidos de mi corazón. Muevo los dedos de mi mano hasta tocar una tela satinada. Me afirmo brevemente a ese sutil contacto. Y el horror me sobrepasa cuando siento que algo inmundo trepa por mi brazo. 36


Larvas obscenas surgen en mi oscuro claustro Me aguijonean la carne, lacerándola con sus insistentes ondulaciones. Un silencio infinito me rodea, ya no respiro. Mi piel está cubierta de asquerosos gusanos. Ya no puedo evitar que me invadan. Mi cuerpo se ha paralizado y la rigidez me entumece. Quiero ya dormir en sueño eterno. Ya no quiero seguir viva si estoy muerta.

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SIBILA SATÁNICA José Ángel Conde Las cabezas son cafeteras y el devenir humano, tedioso, calienta y hace humear el jugo del círculo. En los túneles de descompresión cívica duendes y trolls luchan contra heroicos guerreros mestizos, pero en los cibervagones nadie se mueve y todos miran a ningún sitio. Los barrios son tentáculos interminables de un colosal pulpo de hormigón. Los edificios forman las paredes de una inmensa boca que quiere tragarte, sin piedad, sin freno… Las ratas son las únicas que sobreviven a todo, tal vez porque su alma está forrada de oscuridad o porque se alimentan de mierda. Pura filosofía flotando en el sincero idioma de los perros. Pero todos los días, en grandes avenidas de azúcar, pasan tarros de crema enfundados en abrigos aterciopelados. La Belleza surge espontáneamente, sinceramente, en el andar casual de esas caderas inocentes que pone notas con su perfume 38


a la música que inicia todo. Sus miradas son caricias decisivas, maternales y sonrientes tirones que sacan mi alma de su funda negra para retozar en el éter que nos separa, pero no hay separación… sólo música erótica de fondo. También hay gritos como pasos, dioses caminando atrapados en cuerpos mortales inarticulables. Sus deseos panteístas chocan con la masa patética, que los encierra, y sus quejas son alaridos, insultos, incendios, asesinatos en masa, magnicidios… o la guerra de la pasividad incomunicativa, leyendo e interpretando el cosmos en las oscuras paredes del sanatorio, con los ojos vueltos al dolor cariñoso… Esto es así, aquí es ahora, Inframundo 666-X, con contraventanas para vivir en un cielo que te guiña el ojo mientras tus pies son parte de la cárcel del suelo. Aquí no quiero tu puritana “amistad”, tu sumisión banal a la mentira de la especie, tu esclavitud biológica; 39


si quieres venir conmigo tienes que arrancarte los ojos. Arráncate los ojos. No, tú sólo quieres perpetuar la trampa, la broma universal. De vez en cuando, una pitia pelirroja de caderas poco divinas, pero con ojos de fuego, me enseña las mitologías que se esconden en el día a día, y me conduce a su lecho de embriaguez, por encima de los estertores bilíticos, a través de túneles ultravisuales. Lo veo todo como en un comic y siento sus besos reveladores y luego todo es espuma… Pero así, untados de grasa existencial, somos ángeles caídos que, constantemente, bebemos del suelo florónico un éxtasis que sirva de escalera al paraíso perdido. Ahí fuera, esa es la verdad, me mezclo entre esos gloriosos culos y abrazo todo. Carne dulce, constantemente acariciada por las medias transparentes 40


del verdadero ultraser… Belleza.

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ODA A SAKASAGAMI Cinthya Díaz Cráneos putrefactos, apilados por montón. Peina el cabello de los muertos, cuyas cabezas cercenaste. Crea tu nido en las alturas, cual guarida de araña. Cepilla aquellas líneas infinitas y maneja los hilos cual titiritera. Llantos interrumpidos de un tajo, reproches inconclusos sin oír. Usa tu peineta y silencia las quejas. Acecha desde tu escondrijo a las víctimas de hermosa melena, corta sus cuellos y trenza sus cabellos.

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SARCÓFAGO Víctor Grippoli Dentro de su sarcófago mueve la cabeza putrefacta. Ataúdes en piedra con signos alquímicos. Pecaminosas líneas de destinos aciagos. Sonrisa sin labios, pagana mueca macabra. ¡Te condenaron en vida por tiránica bruja arcana! Otrora emperatriz de la noche, corrupta, malvada. Muerta pero sintiente mueve sus manos. Con anillos prometeicos, con fuegos fatuos. Traza las formas para liberar la parca aciaga. Acaricia sus senos apergaminados por la muerte. Mi miembro se erecta al sentir su pecado. ¡Quiere que vaya a terminar el ritual comenzado! ¡Quiero usar su cuerpo desgastado! Y mientras las bombas nucleares destruyen el mundo gestaremos a la cabra humana del negro pandemónium.

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SANCTUM Jonathan A. Hernández He probado la droga, he transgredido, he rajado los negros velos de dura sombra, Alrededor mío se arremolinan estrellas primordiales, abismos, las tumbas en el corredor inmenso del tiempo, el rostro sin cuencas del infinito, lividez y fuego, pensamiento, la mente ágil, la revelación astral, demoniaca, escrita con uñas en la negrura de viejos ídolos idiotas, una voz monótona suplica, pide piedad dentro de toda esta barbarie, el mono de la carne chilla de horror, la mente recorre el pasillo de gusanos y reliquias sangrientas, vestigios del polvo que somos, que fuimos, la puesta en escena de pecados y adversarios, aristas retorcidas del cosmos, la carne entrando en la carne, la pluralidad ominosa, las larvas del universo socavando cada historia, 44


volviéndola a su sitio en la inmensidad necrótica, oscuridad entonces, rotas las espinas del redentor, laberintos esenciales, ojos sin dueño, enloquecidos abriendo y cerrando, en enloquecidos patrones. Se hace la luz, un par de manos titánicas sostienen una vieja pluma, punzan brebaje escarlata y hacen trazos febriles en hojas amarillentas, bosquejos, grabados perfectos, de mecanismos y tejidos esenciales, de conceptos inentendibles, uno tras otro las manos derivan a la escoria, cuerpos humanos perfectos a los que infecta y maldice, bacterias y negros hongos en el entendimiento, la misma risa idiota, enferma, accidentes, cataclismos putrefacción, el súbito golpe colérico a la mesa derrama el tintero, y toda la creación convulsiona, baño de la sangre piadosa, barro rojo primigenio, coágulos vitales arrancándose en frenético carmesí, la carcajada agrieta la sombra, caen las hojas al mundo, el rostro enloquecido de Dios lanza una carcajada idiota al vacío.

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MATER TENEBRARUM Fernando Honorio Oh, madre… La mesa está servida Las velas arden Y la cera cae sobre la piedra Nuestros ojos hambrientos Quieren ver tu desnudez Muéstranos, Oh madre, El camino más puro La salvación del cuerpo y del alma La leche del rencor divino Y la saliva de la eterna rabia El árbol del conocimiento La verdadera palabra La canción triste de los vientos Dinos, madre… ¿Por qué el mundo te olvida Si vinimos de tus negras alas? Eres la que nos dio la vida y el pecado La risa y el llanto La razón y la locura El placer sin culpa El vacío dolor… No llores, madre… 46


Pues nosotros, tus hijos Besamos tus cascos Y pedimos perdón… Por ser tan falsos Por favor Posa tus manos pálidas Sobre este mundo cubierto de espinas Es hora, que abras tus ojos al cielo hipócrita Y que tu voz desgarre los oídos santos Bebe, madre… de la sangre de la Virgen Come, la carne del Nazareno Y con sus huesos haz tu catedral Oh, madre… Lloramos por ti, Lloramos y rogamos, Suplicamos Volver a tu seno A tu útero Al inicio del mismo tiempo… Porque tú eres el mismo cero, La voluntad suprema. Oh madre, Muéstranos la belleza Que esconde tu desfigurado rostro… Queremos volver a tu presencia Que el mundo vuelva a ser polvo Que entres en cada palabra Que nos cubras con tu rojo manto Tan oscura, 47


Tan fría, Tan amada… Madre de las tinieblas, Madre del dolor Besa nuestros labios azules Y llénanos del verdadero amor…

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LA NADA Dolo Espinosa De la nada vengo, a la nada me dirijo, entre una nada y otra nada intento llenar el vacío de un alma que no tengo y una vida que no poseo. Soy consciente, veo y palpo, siento y hablo, gusto y huelo pero soy menos que humano o tal vez más, no lo sé en realidad. Me arrastro en las tristes tinieblas de un mundo casi muerto. Soy el detrito del desecho, lo más bajo de este mundo gris que repta, inexorable, hacia el final. Me muevo entre el fango de lo que fuimos, me regodeo en la memoria de lo que hicimos, vivo del recuerdo, suspiro por el brillante ayer y reniego del oscuro futuro. Nadie sabe qué ocurrió y si alguien lo supo, nunca lo contó. Conozco nuestro pasado, 49


lo atesoro, recuento nuestros logros con el ansia del avaro, pero la parte en que todo se derrumba está escondida tras un tupido velo que nadie ha podido mover y si alguien pudo, yo no lo puedo saber. Vivimos ocultos en cavernas y simas, rodeados de apestosa fealdad, todo nace triste, retorcido, deforme y purulento. El mundo es oscuridad y la vida desesperación. De la nada vengo, a la nada me dirijo. Soy consciente, veo y palpo, siento y hablo, gusto y huelo pero soy menos que humano o tal vez más, nunca lo sabré porque camino hacia la nada y en la nada me perderé.

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Frío XV Maykler Eric Paúl Vásquez Gallardo A lomo de cuervo viajamos por esta mota de polvo Nosotros los nigromantes, Y en nuestras costillas, los cuatro jinetes de la revelación. A galope fiero se viene la noche, Atronadora, Cortan los últimos hilos de poca fe, van borrando pasos, Y se escucha a lo lejos abrirse y estrellarse contra el suelo Las cadenas que contienen a los súcubos, Mientras los libres ruegan ser aprisionados. Sentirás las tinieblas deslizarse por tus venas, Bajo la piel, por la médula, Y sibilante y húmeda rozará tu corazón, Abrirás de par en par las puertas de tu alma al abismo, Se llenarán de tintura carmesí tus alas, te derramarás, Mancharás gota a gota los campos de batalla. Agudizas los ojos, afilas el oído y el olfato, Como el mejor cazador, Cuando tú eres la presa.

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PERPETUUM TENEBRAE Diego Mariano Giménez Salas De la muerte somos y a la muerte vamos. El tiempo en su designio nos hunde vencidos, de derrotas, de dolor y de heridas vestidos, a su ultimo altar donde por siempre callamos. Bajo estandartes de pena sumergidos limpiados por el fuego a la noche entramos en coro la letanía de los muertos cantamos, preñados de dolor son sus versos perdidos. ¡Oh, muerte que sonríes cuando el niño ríe! Sabe a polvo la dicha en nuestra boca tras la ciencia que a tu limbo desemboca. Ya desde el parto, bajo tu manto amortajados. hasta la eternidad a tus abismos conjurados muertas aves agitan sus alas en la eternidad.

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EL HOMBRE AMARILLO Desirée Jiménez Sosa El hombre amarillo me atormenta en la inmovilidad y la fría angustia de mi cama. Me estruja los órganos, me arranca cada uno de los cabellos pálidos. Colecciona las uñas de mis dedos y mis espesos gritos de dolor. Me aprieta los ojos, me desolla, se alimenta de mi saliva fétida, viene a chuparme los pies por la noche.

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ARAÑA MOLECULAR Sebastián Giorgi García Hemos crecido, eso es verdad. A través del tiempo, arrastrándo los ojos y los años, hemos crecido. Araña Molecular, sabes que te amo. Sabes que deliro con mi lengua temblorosa entre tu piel húmeda. Hace cuanto no te toco… Hace cuanto mi música nuclear no se estremece con la piel de tus alaridos. Araña Molecular. Hembra torcida. Dama blanca de cabellera en llamas y nervios afilados… Me haces falta. Tu intensidad, la fuerza de tu carne devorándome. Queriéndome tragar vivo. Te necesito. Que la flora intestinal vibre. Necesito las aperturas del musculo y agitaciones en nuestra cama. Revolviéndonos en licores oscuros y músicas de entrañas. Te necesito. Esta sed de animal me pone a llorar sangre entre las tumbas y los pantanos donde el crimen siempre está acechando. Necesito ese clima infernal entre tus piernas. El moho y el musgo que segregan esa miel pálida por la que los muertos ruegan, deseando volver a probarla. ¡Ahh las carnes ricas en nutrientes! ¡Los líquidos despertándose entre huertos de sangre y leche que explota! En esta cama de hospital, donde estoy tumbado, el horror es una sensación cotidiana que, con sus colores de mugre y tedio, me lame el cuerpo y el espíritu.

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En este hospital inmenso, en este sarcófago de paredes construidas con esqueletos y cadáveres mi desesperación brota de maneras terribles, de blancas maneras que me hacen romper las sabanas y morderme las manos hasta hacerlas sangrar. ¡Araña molecular! ¡Rompe las puertas de este hospital maldito y ayúdame a recordar ese dolor que contigo era un placer insuperable! ¡Húndeme ese veneno, esa herencia tuya aracnoide, esa tradición de tarántulas! ¡Quiero que arda en mis venas! ¡Que la fiebre estremezca de acidez mis neuronas y estallen! ¡Sin ti el sufrimiento no es tan gozoso! Las vísceras me duelen por el exceso de medicación. Las pastillas y los químicos que me inyectan están destruyéndome. Aborrezco esa criatura que veo en el espejo. ¡Del hombre que conocías ya no hay ni rastro! Me sientan en una silla de madera todas las mañanas y me administran a cucharadas el suero de los inválidos. ¿En qué parte del mundo te encuentras que no me escuchas? En las noches me escapo por la ventana y subo al tejado gritando tu nombre con toda la fuerza que me queda en las tripas y la garganta hasta que el dolor me muerde como una maldita rata. ¿Por qué tengo tantas pesadillas con escorpiones y demás artrópodos? ¿Qué significan? Tú que resolvías todos los misterios y enigmas en mi vida con tu carne ardiente, con ese gran abismo que detrás de tu telaraña guardabas para mí… Esa fruta que yo sentía crujir, sabrosa, bañándome en jugos y despertando las mayores tensiones en mi sexualidad indomable.

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Pujo, acostado en esta cama y con el sudor floreciendo. Pujo. Para que una fiesta de vísceras y mierda salga a borbotones por mi boca y mi ano. Pujo, para que el cielo enloquezca y todos los desviados mentales junto con los doctores-torturadores sean ensartados en lanzas y fritados vivos junto con los mayores excrementos de esta tierra. Pujo para que vengas y me muerdas, Araña Molecular. Ven y destrózame. Haz fiesta con este cuerpo de enfermo humano. No me aguanto este hedor, esta pus en abundancia. Toda esta leche acumulada durante meses deformándome el cuerpo. Creándome bultos de carne odiosa y repugnante. Acaba conmigo, maldita criatura ¡Te amo tanto que hasta me dan ganas de matarte! ¡Ven y destrúyeme! ¡Las vírgenes, los mesías y los santos de todas las religiones jamás me han escuchado pero sé que en alguna parte tú aún respiras y reproduces cosas innombrables sobre el mundo! ¡Asesíname maldita! ¡Asesíname! Este cuerpo solo tenía sentido si era un caldo suculento para ti, para el Gran Goce… Dame el peor de tus golpes, el más cruel, el más duro, el más vigoroso… ¡El definitivo!

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BUITRA Angelique Reid ¡Asedron, Achendrat! del infierno salgan vean como cubro mi rostro como le doy la espalda a Dios y a la Santa María vengan y tomen mi desnudo cuerpo que se ilumina suavemente con la vela de la candelaria. Príncipe y gobernador del averno desgarren mis carnes transformen mi humanidad en ave de rapiña ritual y sacrificio, con la sangre de un niño. Lunes y martes… tres jueves y sábado… seis el siete disuelve mis aires de santidad con la luz del sol, se va el poder de volar. Bendigo al Cristo con la escoba negra soy maldad y veneno la sangre, mi sangre, tu sangre arrancarte y comerte el corazón en brutal sacrificio. Danzar sobre tus tripas en violenta orgía mientras espero a Lucifer como receptáculo y deje su mala semilla en mi desgarrada vagina.

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Desdobla mi cuerpo, consume mi alma condéname, maldíceme, penétrame una y mil veces, mientras olvido mi humanidad blanca túnica, negras alas, sed de oscuridad. Angélica belleza entre condena y condenados sentarme en el pecho de los hombres ahogarlos con mi maléfica presencia hacerlos míos a las tres y treinta y tres marcarlos con besos impuros drenarles a sus hijos cada gota de pureza. Oraciones y conjuros, perversidad entre mujeres Dios no me ama, el diablo me aborrece la voracidad de las llamas la llevo dentro de mí maligna tentación, ven y termina en mi boca. Sabbath sangriento, mis pecados manchan el altar gemidos, orgasmos y espasmos, allí muere la inocencia en la hoguera, al lado del sacrificado no santificado soy la causa del mal terrenal. La buitra es y será, la indigna entre las indignas la contraparte de la madre del redentor la puta del macho cabrío la más divina tentación…

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HÉCATE Eduardo E. Rmz. Pérez Cuenta una vieja conseja, para que el hombre que oiga atienda Que una bella joven griega, vuelta un manantial de rabia y pena, Una fría noche de otoño al dominio de la oscura luna nueva Se internó en el bosque hasta al cruce de caminos llegar. Ahí levanto un gran altar de piedras, lo cubrió con velas negras, Lo perfumo con hojas de sauce, flores de lavanda y bayas de tejo Se despojó del oscuro manto, rasgo su blanca piel y finas vestiduras Y con viva voz llena de rencor, dolor, ira y tristeza; esta plegaria cantó: “Gran señora de la luna negra en los altos y oscuros cielos, Peregrina nocturna, oscuridad argentina rodeada de estrellas. Guía y compañera silenciosa de la noche, la muerte y las sombras, Dueña de las tierras yermas, ¡escucha el clamor de mi voz! Castigo te suplico para el hombre inicuo, ladrón de mi honor, Que me ha burlado y arrebatado la pureza por fuerza y dolor, Dame tú, ¡Oh Gran Señora!, los medios, la fuerza y el odio Para arrancar con mis propias manos su corazón sucio e impío. A cambio siempre en esta noche, te entregaré una ofrenda de varonil sangre,

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Además de mi vida, cuerpo y alma para tu gloria en eterna servidumbre”. Desde lo alto, más allá de la penumbra y las estrellas de la noche sombría, Surgió un murmullo, acaso un reptante susurro, diciendo: “Así sea, hija mía”. De la tersa espalda descubierta brotaron largas y brillantes alas negras, Sus manos, otrora blancos lirios, se tornaron garras de oscuro hierro frío, Sus ojos azules como el cielo, perforando la oscuridad se tornaron rojos tizones. Así transformada, remonto el vuelo, con ansias de su infame deseo consumar. Desde entonces, cada otoño, durante la luna nueva, según la leyenda Profundo en el oscuro bosque, donde está el antiguo cruce de caminos Una hermosa joven seduce a promiscuos varones e incautos mancebos, Para entregarlos en holocausto de sangre a la eterna gloria de la luna negra.

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LOS CINCO NOMBRES DEL DIABLO Daniel Canals Flores Llueven cortinas de agua sobre el cementerio, aludes de barro revientan los ataúdes. Los cuerpos descompuestos avanzan juntos río abajo, mezclados con féretros y troncos podridos. Los vivos no se atreven a salir de sus moradas. Hay una energía extraña en la procesión macabra. Mephisto observa atento a sus hijos predilectos. Amarillas ranas croan, los cuervos devoran ojos. Hay un hedor putrefacto, vísceras purulentas flotan repletas de gusanos voraces y huele a muerte podrida. Los cadáveres llegan al estuario tenebroso de las cabezas cortadas donde aguarda Satán. Viciosos súcubos acarician fríos cuerpos, profanando los mejores en orgías desenfrenadas. En el estuario teñido de rojo, mezclado con aguas negras, flotan las cabezas desechadas y lo cuerpos inútiles. Belcebú solo quiere lo mejor para nutrir sus legiones. Inmensas bestias brutales devoran los restos descartados. y Cancerbero sin collar, orina sobre los huesos acumulados, royendo los más carnosos. Todo desemboca en el estuario, cataratas de cuerpos nutren el lago desbordado por completo. 61


Lucifer sonríe en su trono confirmando sus tenebrosos planes: esta cerca de romperse el séptimo sello lacrado. A lo lejos se oyen trotar, a los cuatro jinetes negros, avanzando imparables hacia la última batalla. Las campanas tañen a muerte, los obispos lanzan sus báculos, despavoridos y los hombres caen arrodillados. Las legiones malditas avanzan entre las brumas hediondas armándose con los huesos roídos por las ratas. Ya suenan ruidos de cadenas de tormento azotando los cuerpos reanimados. Hermanos siameses con lenguas bífidas trotan controlando entre las filas, montados sobre babeantes jabalíes apestosos de dientes afilados. Todo sangrará, hederá, se descompondrá, cuando el Rey de las Tinieblas inicie la conquista del mundo con sus huestes malditas.

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SUPER BOUDELAIRE ATRAPADO EN LOS DESAGUES Ariel S. Tenorio Sombra golpeadora, sin boca, sin hocico bandeja de oro en la llovizna, regálanos tus mapas, así caminaremos con los pies despellejados. Un rezo a Tot para que no vuelvas o seas inmundicia, costra debajo de los puentes, puntazo artero. las piedras masticadas desde el aire se burlarán de ti. Querido nuestro, el mundo ya caía sin aviso con sus horrores a cuestas. ¡Levántate! Hoy también todo es humedad, todo es puño, castigo, carcajada. Mancha en las paredes de todas las letrinas, tu soñabas París como un ojo tuerto apuntando al cielo. No te nombro; Proa del inexorable descender con salpicaduras de mierda en un vestido de seda. Para ti fumar: meter el dedo en la llaga sacrosanta, en las conchas de las putas enfermas, y en el lejano devenir de una cortina de dientes, de poemas sucios que hablan de ti. 63


Espejo de fumar para gritarte un lenguaje de viejos, temblar en un catre garabatos de sangre. A ti, que ya nada. Alma, cosa de mentira, títere mojado. A ti, eterno soldado del cansancio sin sol. Maraña de jugar como un gato en los mares del opio. Sexo roto por exceso de caricias. Llanto fiel. Cansancio. A ti.

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SUEÑOS BLANCOS, MASTURBACIONES INCOLORAS Irán Infante Oré al dios Rivotril mientras mis dedos se hacían abismos y los cerdos buscaban su chillido llenando mi tráquea con la agonía del universo Añoro golpear mi cabeza contra las horas líquidas sentirla explotar en mil pedazos ahora ¿Cuántos cortes debo hacer en mi cuerpo para profanar la pureza de mis hijas que aún lloran Zoloft en los baños del sanatorio? ¿Cuántas plegarias debo alzar al vacío para beber de su sexo, el sinsentido de la existencia? ¿Cuántas agujas robaran mi alma y la sodomizaran con electroshock? ¿Debo dibujar con mierda en tu vientre el agónico rostro de Dios siendo empalado? Purifícame con sangre menstrual que corre por las piernas temblorosas de la oscuridad Júzgame con la soledad del infinito Vomítame en las cloacas del ser Me arrastro sobre hojillas para amplificar el eco que acecha en mi cerebro ¿Cuántas veces debo masturbarme para aligerar la enfermedad atorada en el estómago? ¿Cuántas veces debo eyacular palabras muertas para que tu sonrisa escriba epitafios en la tribulación de la estrellas? 65


El ocaso se acerca y las voces bailan alrededor de mi heces Me entretengo momificando mi verga quizás sea el próximo ídolo al que tú ores cuando la ansiedad drene tus vísceras y beba de ti la última gota de desesperación Entonces quizás mi cadáver arda en el firmamento del caos

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BOSQUE NEGRO Juan Carlos M. Vazquez En nuestro bosque negro las raíces clavan sus garras con más fuerza, en las carnes del suelo, allí las abonan un ejército de cuerpos que se pudren despacio, lento. Las rosas negras crecen frondosas, liando sus tallos con cordones de tripas, espinas se afilan con esquirlas de huesos, y los pétalos se maquillan de la sangre ennegrecida que regarán los malditos mientras se van descomponiendo. El árbol se mece entre gritos de viento; Estallidos de almas torturadas dicen que son, despojos que devora el olvido a crujido de huesos, sin dedicatoria ni epitafios, asesinados, torturados, ejecutados por su oscura palabra, sin cripta o caja donde descanse la voz sus nombres del maldecir eterno. ¡Los cuervos tan bellos, tan gordos! Cebados de ojos purulentos, comen a la carta sobre una mesa de corazón y cerebro, ¡El delicioso festín donde las ramas cortan sus cubiertos! ¡Están a punto nuestras podridas carnes! ¡Están a punto nuestros quebradizos cráneos! ¡Están a punto.... Nuestros malditos versos! Las tripas cual cuerdas musicales 67


costillares como violines al viento, que empiece la sinfonía de la noche, con los muertos en el último concierto. Otro siglo ha pasado, años, centurias de grotesco olvido, en nuestras cuencas vamos llevando, ecos, caos cargando en la espalda, donde fueran marcadas las garras de enfurecidos cuervos, por esta arboleda oscurecida se secarán nuestras ramas, nadie las pisará con sus ojos, ni las estrujará a su pecho, no leerán la oscura prosa de su putrefacta hojarasca, como si tuviera algo de valor cada alma su ausencia maldiciendo. Corta de nuestra tétrica maleza las flores de carne y hueso, avivando hogueras de fuego fugaz, mordaz, lee de nuestra piel que se hace muerte, hoy extrañamos la carga en los hombros el fluir de la sangre en las venas… ¡Shhh! silencio ¿No escuchas letanías del viento? Hay algo en la bruma que corona en su niebla a los reyes del bosque negro, lo huelo tras el gelatinoso despojo que se posa sobre el cieno, acaricia la espesa piel pútrida flotando ciénagas, es un reclamo hechizando al hombre; ¡Venid suicidas! Acercaos asesinos, ¡hijos de la violencia y la absurda gloria¡ Aquí tenemos lianas para que los vistan de horca el cuello, y así colgados en cada rama,

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decoramos el árbol con sus cadáveres como adornos navideños. Aquí quedaremos, alimentando por milenios la tierra, lentamente nos descomponemos, en esta maldición que nos pudre eternamente por lo que fuimos, y al final seremos. Maldita nuestra estirpe Benditos los que vienen, pues siempre habrán quienes abonen la tierra, somos tantos que no cabemos en el infierno. ¡Bienvenidos al bosque negro! ¡Graznar! ¡Graznar! Mil risas buitres negros Que aquí siempre tendrán el plato lleno.

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TUS OJOS Tania Huerta Tus globos oculares brillan en mis manos limpias. Entre los dedos resbalan en su transparente savia y encandilan en mis dedos la sangre que los va uniendo como el semen que gotea de mi pene descubierto. Tu espalda, llena de músculos, lleva las marcas ovales de suntuosa cadena que la sostuvo en el brío de mi embestida final. Sangre mora que cubriste mi falo como cortina, como rosa serpentina que brotó de tu ano blanco que se abrió como capullo a mi vil verga ladina. Mis uñas entraron prestas a tus hermosos faroles, recubiertos de pestañas, que cubriéronse de coágulos de brillantes gotas rojas al arrancarlos de un grito de feroz placer carnal. Ahora tus bellos ojos yacen entre mis falanges admirando el terso culo que bañado en sangre ríe y recibirá certero una parte de tu ser. Abriendo tu ano bendito, introdúzcote los globos que desde adentro verán al monstruo de un solo ojo que visita tus entrañas entre gritos de venganza y de fingido placer. Corto tu rosada lengua antes de que me ensordezcas, creyendo en verdad ser niña, 70


la cual posará gustosa al lado del verde iris que se asoma por tu culo que por momentos me guiña. Y para el final de cuento, agarro el falo durito uniéndolo con el mío que, entre sangre y semen, yacen como dulces hermanitos.

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AL DESPERTAR Jesús Herrera Matos Y si esta mañana todos dijéramos frente al espejo la frase de Travis ¿Estás hablando conmigo? Mandaríamos al demonio a quién nos habla, porque si no es a nosotros ¿A quién más? Despertaríamos del letargo de nuestra vida consumista, llena de mierda, mal humor y falsedad. Si esta mañana al despertar veríamos reflejada la imagen de un gran coleóptero, ¿qué haríamos? ¿Nos preocuparía ir a trabajar en el oficio que odiamos para saciar la necesidad? Mejor esperar debajo de la cama a que entre alguien a aplastar al insecto. Si esta mañana al abrir los ojos estuviera el conejo blanco en la madriguera listo para saltar ¿Saltarías? O quizás mejor quieras tomar la píldora azul y dormirte en el cuento, tener dulces sueños y prosperidad. Yo no. Si esta mañana al mirarte no hubiera ninguna imagen reflejada solo dos orificios huecos. ¡Qué sensación esa!, cuando ya no tienes que verte y ver aflorar tu verdadera naturaleza. Si esta mañana al despertar estuviese el cuervo de la infelicidad en el dintel de mi puerta para decirme ¡Nunca Más! ¡Nunca Más! Yo le diría encabronado ¿Estás hablando conmigo? Porque no hay nadie más aquí ¿A quién demonios crees que le hablas? Punto.

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GUL Rigardo Márquez Luis Sangre y huesos para altar, los anti dioses honran al carnicero, su alma rabiosa quiebra las hojas, en busca de la excitación carmesí. Sopla el tétrico aroma sobre los juncos de su leyenda, galopan los gemidos de varios niños, entre la abominable vereda de Rostov. Trotamuertes de horror refinado, aún vaga por la senda del placer, cuando la noche extravía al curioso, sus huesos roídos encontraran. No se puede contener su apetito, nunca se extinguirá su perversión. Sus uñas podridas inician el ritual, en laberinto boscoso sus dientes te descarnarán. Hay dolor en su hambre, pues hombre nunca fue. La naturaleza de Dios le negó el orgasmo, por lo que se deleitó con las rosas más inocentes 73


de un paraíso tan perdido. Hay sombras que la carne necrotizan, te acarician los parpados exhaustos para llevarte a su madriguera. Grita lo que desees mi noble señor, el impío animal ha devorado ya tus pies, y en la penumbra tu dulce carne fornicará.

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ABRAZANDO EL CADÁVER Matías Bragagnolo Despierto con un fuerte gusto a muerto en la boca. Tengo todos esos cadáveres ocupando la cocina, en el departamento 213. ¿Ustedes? Todo coqueteo con la muerte parece haberse vuelto frenético. Al último le ofrecí cincuenta dólares por su espíritu, y me sentí liberado del rigor mortis en un completo shock. Alaridos de gatos en celo interrumpiendo el silencio de una madrugada Fantasías en silenciosa desesperación, contrito el delirio caníbal brotaba. “Penétrame con tu luz, maldito, hasta la castración ritual”. Sus rodillas en trance de sexo. El resultado final fue sólo explícito. Espasmo, eyaculación, alivio, vómito. La prostitución brotaba de sus labios, libidinizando la carne putrefacta; y terminé bebiendo de su cráneo fluidos sobrecogedoramente deprimentes. Metí en bolsas de plástico herméticas la compulsión. Tomé su corazón y preparé mi comida favorita. 75


La carne, luego de las invocaciones pertinentes, fue convertida en una substancia gelatinosa. La sangre en el suelo aumentaba y aumentaba, era casi un baño turco repleto de jarras de vidrio conteniendo genitales y fotos Polaroid en lejía. Y en un rato la necesidad de matar de nuevo. No había llorado desde hacía mucho tiempo. De alguna manera predestinado a la sodomía, sentí implotar sobre mí las lobotomías de la cabeza en el refrigerador. Llorando aún, me acosté sobre una cruz en llamas. Fue el clímax de mi imbecilidad, una pesadilla hecha sexo. ¡Cuán arrogante la carne humana es! Estúpido había sido al pensar que podía evitar caer en el fuego caníbal de la existencia.

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LA PROFECÍA NEGRA David Alpuente Ferrer El cazador, impregnado de oscuridad se había aproximado a la madriguera de los demonios Su piel estaba sucia de sangre y barro los nudillos en carne viva apretaban la empuñadura de su cimitarra Un sudor frío le recorría la espalda y su frente ardía con una fiebre que lo embotaba. No se percató de las sombras que descendieron por la bruna pared no escuchó el jadeo impío de las bestias ni percibió el hedor de sus entrañas muertas Cayeron sobre él, sujetando sus miembros desarmándolo y clavando sus garras en la piel Los gritos de dolor se mezclaron con aullidos de júbilo y satisfacción Su cuerpo fue arrastrado hasta las profundidades descendió hasta el centro mismo de aquel vasto imperio excavado en roca volcánica Pero no fue desmembrado ni devorado ni expuesto en las galerías como trofeo Era una época oscura 77


y hasta los demonios sucumbían al Tiempo y lo necesitaban ֍ Yacía en un lecho de piedra fría Notaba la boca seca, inhalando y exhalando por ella mientras su mente flotaba en una nada opaca poblada de alucinaciones de cantos de sirena y perversas seducciones Mas sintió cómo colocaban aquel cuerpo apergaminado y encogido, junto al suyo Y su mente ya no estuvo sola Aquella criatura que era sabia y milenaria, lo precisaba no por su carne o su alma mortal En ese momento eran una misma cosa Se penetraron se fundieron Y la Noche dejó de ser su único reino

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LAS HORAS DE LICÁN Karim Arredondo La luna extasiada en el fulgor de su cenit, oprime a la noche contagiada de sombra, su hechizo me quiebra los huesos y un aullido de espanto en la ausencia presiente al asesino renacer en mí. Pequeña núbil en esta desolada ciudad ¿por qué no has cerrado la puerta? Tu sexo despierto me señaló el rastro, tu carne impoluta me endureció el miembro, cumpliré la liturgia de animal en celo. Entre profundas horcajadas de terror se mece el filo de tu muerte violenta, esperpénticos jirones atrofian tu belleza mientras mi paladar herético y profano agota el delicioso cáliz de tus venas. Mi orgasmo palpita todavía frenético, húmedo en las bruñidas mieles de tu pubis. La bestia se extingue en un gemir colmado Y yo miro en el espejo, otra vez horrorizado tus inertes despojos yacer sobre el suelo.

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ARÁCNIDA Mario Romanet Rivas Ella siempre va por encima, lloviendo su cabello sobre mi vista, la espina dorsal arqueada avanzando impune contra su piel. Ella siempre va por arriba aunque imagino que por hambre cae, tal vez de día, sin ser ella, porque en la noche es su quehacer. Avanza danzante con el equilibrio habitual en los funambulistas, entre tantos atractivos no concluyo cuál despierta más mi lascivia. ¿Son los huesos que blasfeman contra su piel? ¿Son los cabellos que goteantes me señalan? Ella sabe bien que me complace y se ofrenda, se excede, se quiebra, se convida. Pensar que en un principio le temía y hoy admiro sus costillas triunfantes frente a la piel tan reticente.

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Pensar que antes me llamaba al asco ver el atrevimiento de su tibia quebrantando la carne sin reparos. Desde arriba siempre actúa con desenfreno en sus contorsiones, con esa insólita magia que ha de infligir a su osamenta. Ingrato de mi parte sería dejar de lado aquel negro cabello que resbala acuoso por su rostro absorbiendo mi mirada perpleja. Aquellos viscosos hilos decían que no solo de cabellos se trataba, y es que en su fórmula se incorporaban los desprendidos apéndices de su faz. ¡Tus cuencas quedaban libres cada noche! ¡Tus untuosos trazos por tus filos arrancados! Tu arte se desata y se corrompe, se pulveriza, se vulnera y aun así renace. Desde la esquina más oscura ella llega y suyo hace el techo, reptando hacia el centro, con un elegante seseo.

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Noche tras noche desde mi cama te veo encelado y adepto, sin conciliar el sueño, esperando al infierno.

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OLD FART Pablo Espinoza Bardi ellos copulan/ ellos juegan a copular/ es patético pero eso no les importa/ su mete y saca es una ilusión/ su cuerpo está viejo/ manchado/ arrugado/ estéril/ hollejo sobre huesos descalcificados/ ella gime y putea/ él la abofetea y le escupe la cara/ ella juguetea con sus lánguidos genitales/ humedece con saliva sus bellos púbicos, sí, sus pendejos/ pero a él no se le para/ no se le pone dura/ aunque a estas alturas ya no importa: «actuar» es el nombre del juego/ ella le ofrece su culo/ un gordo y carnoso culo de teenage pornstar/ y él se lo azota; con fuerza, con ira… como le gusta/ con una larga varilla/ la que deja rojizas marcas que se acentúan en su blanca piel/ él, de forma melosa, le pide que por favor le defeque encima/ pero ella se siente indispuesta y le promete que para la próxima le llenará su boca de tan exótico manjar/ que para la próxima su chorro de amor vendrá con sorpresas/ para juguetear y degustar/ él asiente y sonríe como un niño que sabe de antemano su regalo de navidad/ están felices/ están en éxtasis… luego, con furia homicida, él la amenaza con un revolver/ «¡di qué eres mi puta!, ¡dilo!»/ le dice el muy cabrón/ mientras presiona el revólver contra la cabeza de ella/ con fuerza, con ira… como le gusta/ él está completamente desnudo/ sólo lleva unas estúpidas botas de vaquero/ estilo John Wayne/ ¡es un puto cowboy!/ es el chico malo de la película/ y se ve simpático/ ¡no!, más bien se ve grotesco/ como cartoon de los 40's/ como mono disney en blanco y negro/ entonces ella grita y dice: «¡viólame papito, viólame!»/ y él tira de su rubia cabellera/ de sus trencitas de colegiala/ con 83


fuerza, con ira… como le gusta/ «¡viólame papito, así, así, que rico!», dice mientras la toma del cuello y la asfixia con una pequeña correa…/ entonces saca su dentadura de un vaso con agua… para hacerle más cochinadas/ para morderle la espalda/ el cuello/ sus glúteos/ para degustarla toda… para finiquitar este show/ con fuerza, con ira… como le gusta/ …luego se abrazan/ él dice que la quiere/ ella le cobra.

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INSATISFACCIÓN Alejandra Palacios Heredia Cuerpos de protuberantes carnes, un vaivén de gemidos lánguidos. Masas corpóreas sudorosas, sin diferencia entre lo masculino y femenino. Vello púbico castaño oscuro, abundante y rizado, piernas cortas, rechonchas y velludas. A falta de un trasero formado, un par de ubres grandes y caídas, pezones erguidos de areola café. Ella cree que ‘él’ se excita. Él piensa que sólo ‘eso’ puede obtener. Un vaivén de formas grotescas, donde cada uno esquiva su realidad. Un vaivén de gemidos lánguidos, el sudor abrillanta sus mórbidas carnes. La satisfacción de la insatisfacción y la eyaculación forzada sobre su voluptuosa barriga, fin de la puesta en escena. Ella cree que ‘él’ se excita. Él piensa que sólo ‘eso’ puede obtener. 85


SANA LOCURA Y NORMALIDAD PATOLÓGICA O DORMIR CON UNA ESCOPETA CON UN DEDO EN EL GATILLO Y LA BOCA DE FUEGO PEGADA AL CUELLO José Tochtli Fioravante ¡Oh, god! Don´t point that gun at me. Sangre y orines como premio de consolación por el crimen imperfecto para un homicida sentimental. Ovaciones y medalla de oro para un acróbata pasional, siempre en la cuerda floja de su débil salud mental. Don´t point that gun at me. Can I save my life at any price? Amante mediocre, simulador profesional, hijo del deliruim tremens parido por el método letal. Exuberante esclavo con libertad artificial, megalómano atrevido condenado a la pena capital. Don´t point that gun at me. For god´s sake won´t you listen tome? Ahora dime, descarado sádico sexual, ¿cómo limpiarás tu deshonra esparcida por toda esta habitación nupcial? La esquizofrenia te convirtió en un sicario, un hambriento y despiadado chacal, mas la paranoia te seca, paraliza tus sentidos y te exhibe como un asesino serial. 86


Don´t point that gun at me. Don´t point that gun at me. ¿Por qué no apuntas la escopeta a la bestia, al infame autor material? Acaba con todo, ponle fin a tu permanente remordimiento moral y hazte un favor, un favor infinito a tu entorno social y borra con un dedo todas las barbaridades descritas en esta aberración de composición textual.

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PLACER Guillermo Muñoz Hernández El dolor como una droga recorre la piel Suspendida en nubes de sádico amor Inestable bomba de fluidos y placeres Mancillada y sometida, penetrada y destruida Seis dolorosos y catárticos orgasmos La carne abrazada por el deseo y el terror Extraviada en los remansos de la locura Entumecida por los embates de una verga enardecida Tu vulva enrojecida late al compás de la penetración Los dedos horadan toscamente, dilatando Saliva y sangre humedecen e invitan a penetrar Tu ano roto, abierto, arrullado en suplicio Los pezones sienten la fría caricia de la tortura Mordidos y destazados por los dientes del enamorado Lacerados, participes de la excitación y del daño Pero siempre indemnes y palpitando con el corazón Sensación amigablemente desconocida El cabalístico siete llega incrementando la agonía Los dientes se aferran a tu palma siniestra Lágrimas se confunden con la sonrisa del dolor Lentamente las bocas se encuentran en un beso de amor Las ataduras se aflojan igual que la tensión Las heridas comienzan a sanar el placer del dolor 88


Una vez más las máscaras dejan atrás tu perversión

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SACRIFICIO Fredie Aguirre Calderon Oscura ambición apresó al iniciado y sordos oídos le presta al maestro. Habiendo en la fría negrura escapado, aprisa corría con rumbo al encuentro de viejos grimorios ahora olvidados saberes al que él no tenía derecho, malignos secretos otrora escondidos que acaso podríanle dar un provecho. Febril y curioso halla un tomo raído que un árabe orate escribió en el pasado. Piel rara envolvía este libro elegido, con raros grabados se hallaba adornado. Promesas terribles el texto anunciaba, futuro sombrío, horribles arcanos, con torpe lectura el adepto observaba, ajeno al destino que estaba cercano. Ya pronto se atreve el discípulo osado, dibuja los signos que en rojo aparecen, prepara imprudente aquel rito deseado, invoca los seres que a él le sirviesen. Reclama a los dioses la pronta respuesta, lacera su carne ofreciendo su pago, proclama a los vientos terribles sentencias que el viejo maestro le había ocultado.

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Mas solo responde una risa al llamado: el viejo que acaba el hechizo incompleto. Muy tarde comprende el alumno espantado la trampa de la que le hicieron objeto. Su sangre en ofrenda entregó voluntario y el maestro conjura nuevo maleficio, en vano pretende escapar el sectario: horrenda, una voz, ya aceptó el sacrificio.

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ANIMAM PAUPERIS Gilda García Romero Cera seca obstruye mi vista. Has triturado mis huesos con dientes afilados, estrujaste mi corazón hasta sacar la última gota de sangre. Hay carne podrida por doquier y no puedo escapar. El hálito candente me mantiene a tu vera. Ya no tengo voluntad. Estoy maldita. Caigo de bruces cada vez que te sigo, tus pasos en llamas me llevan al segundo círculo. El lodazal me ha inundado por dentro, aun así, te deseo desde mi perfidia. Almas cantan nuestro destino post mortem. La luz me está ya prohibida. No tengo derecho. Tus garras incandescentes me queman el pecho, Ardo como una quimera miserable. Eres mi destino eterno.

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CRIATURAS Emilio Paz Panana Aún recuerdo sus senos puntiagudos, tocando el tacto de mis ojos y mis manos bañadas en sangre aferrándose a su cuello de hembra. Y en ese cuartucho abandonado, con olor a sangre y muerte, me encuentra Satanás hablando. Bebemos una copa de buen vino, conversamos del pacto y del tiempo, de las entrañas que están en el piso y de aquellas niñas decapitadas en la esquina. Hablamos de los cien cuervos de Babilonia y de los doscientos perros de Hiroshima. Cada uno de ellos es un bebé abortado, la sombra de la guerra que se posa sobre nuestras cabezas rapadas. Camisas negras y lingotes de oro, todo lo que tengo, y el diablo no lo quiere. Maestro del disfraz y de la mentira, se disfraza de mujer y me hace el amor. Sexualis amoris que desciende por mi columna mientras me arrebata los miedos y los sueños. Aún recuerdo aquel momento, aún lo recuerdo, tan presente como el mundo que está bajo mis pies, como esos senos que hincaban mis ojos 93


y que daban placer el morderlos, pellizcarlos. Arrancarlos del pecho latente y caliente de ella que me dijo que me amaba, pero que se acostaba con diez hombres más. ¡Ay puta triste! Se quedó fría en mi cama y ahora era una súcubo más de Satanás. Pero y de mí, ¿qué quedaba? Solo estaba rodeado de cuerpos decapitados, de gusanos que chupaban la sangre del piso y de alguna especie perdida de dinosaurio. Paría una cebra sin rayas y de mis ojos aleteaba un colibrí decapitado. ¡Ay Satanás! ¡Ay criatura roja! ¿Cuántos días más me tendrás en este manicomio? Llévame contigo y que mi pecho sea nido para tus ángeles transformados en demonios. Porque es lo último que me tocará decirte antes que me arrebates la lengua con aquella mano y ganzúa con las cuales te masturbas mientras ves morir a mis hermanos. ¿Cuándo me tocará morir o quieres seguir jugando con mi destino? Satanás, ¿cuándo es mi turno?

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EL MILAGRO DE LA MUERTE Cinthya Díaz Voy a buscarte a las entrañas de la tierra para profanar tu eterno descanso. Al hallarte, aspiro tu hedor enfermizo. La ropa estorba, las alimañas recorren con lascivia tu cuerpo. Las imito con ferviente deseo. El falo despierta en mis labios, anhelante de un último beso. Segregas fétidos líquidos con los que me lubrico gustosa. Entra en mí y con tu miembro marchito fecunda esta pútrida matriz Indigna portadora del simiente de la muerte. Tu inerte virilidad cumple su cometido. Semen y larvas se escurren de mi vagina. Febril deseo concedido. Maldito propósito cumplido. A diario visito tú tumba 95


para que tu espectro sea testigo del creciente feto en mi vientre. Es la prueba viviente de que la vida se engendra con muerte.

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TAMBORES Amparo Montejano Un-dos, un-dos… La noche fulgura cieno tras los alcores, ulula, enunciando pestes y mil hedores. Repican campanas tristes del cementerio, y cientos de calaveras zapan el huerto. Un-dos, un-dos… Cabalga ciega la noche tras la espesura, sembrando los corazones de vil locura. Crepitan los tamboriles en las carretas, y cientos de ánimas negras rugen inquietas. Un-dos, un-dos… Reluce el flácido anélido del moribundo, vaciando las negras cuencas de los difuntos. Crocitan las meigas viejas al son, ¡cerriles!, y cientos de tripas granas peinan las crines. Un-dos, un-dos… Vozna la parda morralla que baja al monte, exhala flácidas lenguas de eterno fuego. Recorren las Cascabeles el horizonte, 97


y cientos de inermes rorros donan de espetos. Un-dos, un-dos… Voltea el macho cornudo la negra tea, encaja el tórrido bálano en castas piernas. Copulan brujos y brujas cual su Maestro, y cientos de gritos tristes arrastra el viento. Un-dos, un-dos… Derrama el amanecer su salva al cielo, mas, la divina niña desflorada, ha muerto. Llorando marcha su madre por los rincones, y cientos de madres rotas portan crespones. Un-dos, un-dos… Dolida la vieja finge pesar eterno, Aun relamiendo carne de los mochuelos. Sobando el himen oculto de la niñita, y sobre la blanca tumba…, cien margaritas. Un-dos, un-dos.

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LA ÚLTIMA HUMANA Patricia Marta Kieffer Le sangraban las mejillas. Le dolían la cintura, la cabeza y las rodillas. Pero ella estaba viva. La guerrera de la selva, ahora una fugitiva, escondida en la maleza, escuchaba al invasor: —¡Queda una humana viva! ¡Puedo percibir su olor! ¡Arrancadle la cabeza! —ordenaba el Destructor. —Cuando acabemos con esto, cumplida nuestra misión, que no quede nadie vivo sobre la faz de esta tierra, acabaremos la guerra. Volveremos a Quirón. Habían llegado cinco. Cinco naves invasoras. En cuestión de pocos días, las fuerzas conquistadoras destruyeron las ciudades, el mundo, la humanidad. Solo ella estaba viva, en completa soledad. Cubrió su cuerpo con barro para quitarse su olor Solo quería esconderse, escapar del invasor. Mas… ¿Qué sentido tenía? pensó con desesperanza. ¿La única sobreviviente de aquella feroz matanza? ¿Quién poblaría el planeta? ¿Quién daría su simiente para crear nuevos seres sobre las ruinas ardientes? Miró su vientre vacío. Miró la tierra asolada. Y un destello en su mirada brilló con la nueva idea: Había urdido un plan. 99


Aceptando el desafío, se internó en la selva oscura y alzó su grito de guerra, grito de odio y locura: ¡Malditos, no vencerán! Uno de ellos la escuchó. Se internó en la espesura persiguiendo a la mujer que bien sabía correr, trepar y ganar altura. Finalmente la alcanzó… porque ella se detuvo. Con sensuales movimientos se desnudó frente a él. No tenía sentimientos, ni terror ni repulsión. Tan solo aquel pensamiento que por su mente cruzó. Se le acercó lentamente y con mucha suavidad acarició las escamas y la piel del invasor. Se colocó de rodillas… y simplemente, esperó. El invasor espacial no rehusó la tentación: Dos tentáculos enormes de su cabeza salieron y con fuerza se adhirieron al cuerpo de la mujer. Ella gritó de dolor cuando él la penetró. Soportó hasta que sintió que él llenaba su vientre con la esperada simiente. Entonces desenterró del barro que la cubría a su mortífera daga y en un solo movimiento… los tentáculos cortó. El atacante cayó, herido de mala muerte. Pero ella no esperó: con una furia animal 100


se abalanzó con vigor sobre el cuerpo ya tendido y asestó el golpe final. Su enemigo estaba muerto. Ella lo había vencido. Y en un loco frenesí de emociones desatadas, siguió clavando la daga, desgarrando los despojos y con ira sin igual y feroces dentelladas, arrancó carne, piel y entrañas, que con saña devoró. *** Vio partir las cinco naves de regreso a su planeta. Una sonrisa mordaz se dibujó en su cara. ¿Creían que eliminaron todo vestigio de vida? ¡No saben qué les espera! —gritó en tono vencedor. Miró su vientre abultado. Doce luces azuladas brillaban en su interior. No sabía cuál sería el resultado final de aquella cruza de especies, alienígena y humano. Pero eso no importaba. Solo importaba la vida que su vientre ahora lleva. Distinta a la original, concebida en una guerra, la nueva especie sería, en un futuro cercano, la estirpe, la vida nueva, que poblaría la Tierra.

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EL ACTO DE VIOLAR Ariel S. Tenorio Anestesiados por la bomba los perros se ahogan en las bocas de tormenta. Las ciudades doradas en la cima, las grandes ciudades negras por el fuego. Las canciones tristes de esperanza de angelitos apaleados en la cuna. ¿Se quema Dios a veces? ¿Se quema el nombre rojo cobre y quiebra el vientre de sirenas? Por sola respuesta; afila Dios ese cuchillo en el hueso lento que yo soy. Se llena de silencio el cuenco de la nada. Anestesiado por la bomba, retiro mi párpado, descubro un ojo enorme ciego y bestial como la luna. Ahí va mi cuerpo acribillado en la frontera lo escucho silbar como una piedra. 102


Ahí va mi cuerpo y los hombres que le temen sonríen y lo escupen. Ya tallé la marca en la blanca rajadura de la arena. Ya borré las huellas. Dejé la sangre limpia entre la espuma, un ovillo sobre cal, los pelos y el pellejo. Ya borré las huellas, no he llorado todavía. Lo que fue, lo que haya sido, no descansa aquí. De tu saliva fría, parte un barco hacia la noche. Cuando al fin te marches, y olvides todo, devuélveme despacio.

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DEJA QUE LA SANGRE FLUYA Nathaniel Argueta Hernandez Deja que la sangre fluya Que la vida escape tibia de tus venas Que el dolor abandone tu cuerpo y alma Húndete en el olvido del sueño eterno Deja que la sangre escurra Desde tus venas hasta el suelo En pequeñas gotas de tibieza carmesí Y que la roja marea que da vida a tu cuerpo Se lleve tu temor y desesperanza Deja que la sangre corra En pequeños ríos sobre tu piel Y que su manto de roja seda Cubra tu cuerpo lleno de frío Deja que la sangre surque Tu rostro con llanto de roja iridiscencia Deja que llegue hasta tus labios Y saborea en esas lágrimas granate La dulce y oscura liberación Deja que la sangre se consuma En la crepitante llama de la muerte Deja que se queme como incienso Y que el embriagante aroma que libere Guíe tu alma al descanso eterno 104


EL HAMBRE NO ESPERA Kristina Ramos Cuando llega el día Comienza la melodía El crujir de mis tripas Su muerte anticipa Bajo hasta mi sótano cojo mi comida Pero siempre me aseguro que esté dormida Es más delicioso cuando la agarras desprevenida Los alaridos condimentan la carne podrida Hace meses la tengo ya herida Esperando que las moscas dejen sus larvas hervidas Un postre suculento y purulento Que degusto sin remordimiento Cada uno de mis cuchillos afilados esperan Deseosos por desmembrar por fin a la presa Un golpe en la cabeza la deja aturdida Mientras la sazono a mi gusto y medida El sudor por el miedo el gusto intensifica Cuando la voy despedazando la sangre salpica Calculo el tiempo mientras agoniza Para empezar con la receta de mi abuela Eloisa Corto la cabeza y la separo Entretanto el aderezo preparo 105


Prendo el fuego y mi olla con agua hirviendo Mientras los huevos voy batiendo La saliva se me escurre por la boca Como perro hambriento que con un trozo de carne se aloca Cuento los pedazos esparcidos por la mesa Cuidando mis porciones de las ratas, asegurándome que nada desaparezca Piel, vísceras y huesos Papas, zanahorias y fideos Carne humana para cocinar Una delicia para mi paladar Saltado de sesos es todo un suceso Ojos con sal y pimienta al gusto Extirpo sus fluidos pegajosos Relamiendo sus intestinos El calor apremia y la sangre cuajada ha sido devorada Amo ese hedor húmedo y caliente que se aglomera en el ambiente Extasiado y cansado Acompaño la comida con una cerveza bien fría. Como un experto cocinero quedo admirado De tantas delicias Que como un cerdo me he atragantado 106


El hambre no espera me repetía mi abuela

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DULCES SUEÑOS Felipe Álvarez Ven y recuéstate sobre mi cuerpo desnudo. Desenvuelve tu lengua sobre mis pechos pequeños. Descubre el aroma de mi incólume sexo. Desata tu perversión como en tus oscuros sueños. Tu mirada lasciva consigue inquietarme. Recorres mis caderas, mientras revelas tu miembro. Aquí me tienes, sumida bajo tu indecente ser, Esperando te hundas bestialmente dentro. Con tus enormes manos cubres mi boca Intentando aplacar mis gemidos de placer y temor. Me embistes brutalmente y sin contemplaciones Por mi inexplorada vulva, provocándome dolor. Pero mi llanto culpable no consigue calmarte. Frenéticamente comienzas a abofetearme. Ahogas mis quejidos hundiéndome en la almohada Mientras buscas otro sitio para penetrarme. El dolor y el placer se mezclan en éxtasis. Nos une el secreto y la tentación. Descargas tus frustraciones haciéndome tuya. A la vez que falazmente me pides perdón. Dejas caer tu peso sobre mi cuerpecito. Aprietas mi cuello y me jalas el pelo. 108


Tus jadeos se tornan guturales feroces Con el frenesí de un animal en celo. Acercas tu miembro enrojecido a mi boca Mezclas tu saliva con las lágrimas de mi mejilla Te masturbas compulsiva y fuertemente Desparramando sobre mi rostro tu semilla. Si los demás supieran que nuestro amor no es fraterno. Si conocieran nuestro gran secreto, te odiarían. No comprenderían que yo también te deseo A pesar de ser tu hermana. A pesar de ser una niña.

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ESCRIBIDOR Rigardo Márquez Luis En opiácea medianoche, ante la ausencia de Morfeo, asediado por los demonios de amores marchitos, mi corazón enfermo se petrificó en forma mórbida, era ya el invierno de mi rosa crepuscular. A la distancia sonaban infernales cantos, noctámbulas campanadas de bienvenida. Es hora me dije, los sepultureros nunca duermen. En grisácea soledad, sin el auspicio de Afrodita, abrazado por lo umbrío de la fatua tinta, mi memoria sangra en delirios platónicos, siendo ya el epitafio de mis domingos proféticos. Ante mi lecho, siento la caricia famélica, réquiem cadavérico de cortesía. Es hora me dije, los malaventurados nunca temen. En la muerte inoportuna, el sueño llora por mi elegía, incomprendido por las falacias del tramoyismo postmoderno, mi nombre se vuelve cenizas en la miseria de mi destino, desahuciado por las fuerzas mecanicistas de la existencia. El susurro de los grillos a dúo con ulular velo, precipitó mis oídos a la serenísima audiencia. Es hora me dije, los inquisidores nunca sueñan. Deseaba que las sombras fueran onirismos, simples deformaciones de los arquetipos 110


que giran en la elíptica de una mala estrella, esa que persigue a todo hombre que va más allá. Nacer en el seno de las bellas artes es mal agüero, pensar es un pecado que se vuelve fatal al escribir, es triste que la mayoría en el mundo padece ceguera del alma. El señor láudano es el único que me comprende, no me juzga, no me contradice, el sólo me escucha fielmente, hasta podría liberarme de esta purulenta existencia, y no me dejaría nunca con el corazón roto, desangrando sueños hasta ser una arabesca sombra de lo que una vez fui. Fatigado por los menesteres de la normatividad, me deje llevar por un extraño fenómeno en levedad. Un tirón quedo se extendió en todo mí ser, como si estuviese en medio de una fuerte atracción, reminiscencias de un tenebrario divisé en lejanía. Mi cuerpo bifurcó su extensión liberando mi alma, me sentí tan grácil y sutil similar a una burbuja. Vi sombras que se unían hasta crear horizontes sin fin, y no hubo miedo en lo etéreo de mi viaje. No existe nada más hermoso que el firmamento, una pintura de luz que se extiende en lo eterno. Allí entre la magnificencia de los astros, contemplé la belleza de la perfección. Los remolinos del cosmos me mostraron la raíz de donde procede nuestra razón. 111


De antaño fuimos el reflejo de una fluctuación amorfa. Reptamos incandescentes hasta emanciparnos del concepto. Igual que la maleza desatendida poblamos todo a nuestro paso. Somos partículas demenciales que imitamos una grandeza incomprendida. No hay bien o mal, Sólo existe lo que hacemos. Hay infinitos llenos de egoísmo, esos que vuelven calamidad la existencia. Y hay finitos saturados de ensoñación, que hacen de la vida un dulce poema. El mensaje astral es simple, la locura es la llave para ascender, a donde los demiurgos nos esperan. No temas pues, a ser caos pensante, satírico en el arte que la noche te asigne. La vida es un continuo suicidio de momentos, vuélvete un Dios de mundos nunca imaginados.

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GÉNESIS GENOCIDA Fratermo Dracon Saccis Como motas de polvo las gotas aparecen Se evapora la sangre, la descompresión invade Dedos de hielo incrustados en la garganta Ruptura vital, un crujido insonoro habla El sendero es inamovible en su mirada Escruta el Sol hacia el infinito Su visión se agota, tarde o temprano Cargada esfera de fulgor débil Indiferencia ante las breves larvas El sonido ahora existe Al sumergirse en el aire Todo se precipita a la base densa La fragilidad impide la llegada Pero a otro nivel es factible la entrada Impacto, encuentro, colisión de fuerza La belleza del efecto borra las causas Intestinos libres abren sus ojos Le sostienen la mirada a la lengua La sangre los une sin diferencias Huesos y cartílagos se independizan Aunque de su relación aún quedan marcas El lienzo recibe más trazos El pincel cada vez acorta su distancia Las salpicaduras ya no son pasivas Aún no sobreviven, pero son más nítidas Fracturas cervicales, craneales, femorales Costillas rotas perforan pulmones 113


Arterias rotas deslizan hemorragias Para recibir las nuevas descargas Ahora son heridas la cosecha de su visita Se ponen en pie ignorándolo todo Chapotean, caen, se vuelven a parar Buscan refugio entre las sombras La paz encontrada es apenas un pestañeo La espalda es abierta como un libro Páginas de músculos, un lomo de vértebras Garras hojean escudriñando las costillas La información es absorbida con dientes Cada hebra de carne, líneas digeridas Sus alaridos agónicos no son ordinarios Ondas espinosas se expanden, amplifican Son un oprobio a la naturaleza y la lógica Un idioma que exhala aberración Sintetización incoherente de carne Tendones se entrelazan rodeando cartílagos Estructuras oseas configuradas como exoesqueletos Grasa actuando como conductor eléctrico Los músculos ponen en marcha la legión de adefesios.

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TIRANO Luis Bravo Una deforme figura ennegrecida, una nube ácida de desolación Arrancas las lenguas de quienes se arrodillan en busca de redención Como parásitos ciegos buscan los tesoros de la vida Llenándose la boca de heces, nadando en sangre podrida Tú no eres un ser que anhela cobardes a su lado Dragón despiadado que ascenderás hasta morder el cuello sagrado Madre fornicará con hijo, llenándole la boca de vómito Masturbará a su hija agonizante en un ritual sórdido Penetrando su débil vulva impoluta con pasión Abriendo su garganta, gimiendo de emoción Bañará a su hijo en la sangre de su propia familia Y se correrá orinándose encima de él, salvaje parafilia Esclavizará la carne de su propio hijo a la estatua de roca Viéndolo estallar como una uva madura en la boca En silencio eterno, los ojos se saldrán de las órbitas ¡El tirano se ha alzado! ¡El maldito hijo de satanás! El longevo dragón eterno, el parásito del fin del mundo La estrella del caos brilla tanto como el mismo infierno Aspirando las almas, drogándose con la esencia de la energía Los ríos de sangre bañarán el templo, la peste pudrirá la vida El todopoderoso de la entropía, el cataclismo oscuro 115


A su orden, robará la luz del universo Haciéndola danzar en su núcleo perverso Los humanos como moscas se acercarán a él Festín de sangre, festín macabro, como Caín y Abel La transgresión definitiva, la tentación sin salida Masticar el cráneo plateado, del cobarde mesías

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LA CORONA DEL ODIO Diego Mariano Giménez Salas Tambores de odio se alzan rasgando la quietud la hora signada no será por siempre pospuesta. Los juramentos hechos con sangre no serán olvidados y no se secaran las lágrimas en los laureles del tiempo. No serán perdonados los nombres musitados en la oscuridad. El viento de la noche es portador de antiguos gritos. Los sillones crujen en medio del silencio de una casa abandonada. Llantos en los oscuros rincones resuenan como ecos aún. No será del cielo la norma que impoluta destrone a la risa y su decoro. Será el lamento la suprema música que preciada brotará de las heridas inocentes. Las loas abismales se enseñorean dentro de los muros eternos de la ciudad. Los brotes de luz son sofocados con el ébano esencial del orbe. No hay desdicha mayor que la gloria agusanando la retina, tampoco dote que ennoblezca el supurante castigo de las flamas circundantes. Los gusanos abrieron grietas en los salones del empíreo Cavaron túneles en el cerebro de los dioses Depositaron sus huevos tras las galerías de sangre. Sórdidas voces se agitan en la noche del tiempo. Los engendros de la razón imperan sobre el escritorio y la sudada sien del heraldo es herida por su pensar. Las serpientes danzan en el interior de su fortaleza 117


y a ellas sucumbe con hambre sin medida. Las lejanas glorias y las interminables memorias de aquellos ebrios de luz han encallado en el trono hincado en el mármol de los campos de muerte. No hay paz en esta morada hasta que unten mis heridas con la sangre de ellos. En un interminable bosque de picas y cruces al viento pudriré a mis enemigos… en vida. Hablaré por sus gargantas cerradas por el tajo del esmero, y tallaré mis emblemas en sus pieles antes de que se las engullan los perros. El hambre es interminable, no hay ni habrá gloria que silencie la denigración. Que supuren las almas escaldadas en el desolladero del momento infinito. Que expongan sus carnes rojas y vivas al filo del viento frio de las mañanas odiadas. Que las moscas abran sus alas y cubran en cielo con una noche ciega donde solos las larvas entonen sus cánticos burbujeantes.

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ÜNTERMENSCH José Ángel Conde Todavía nos preguntamos por qué sigues existiendo cuando, desde tu nacimiento, estás destinado al campo de concentración de tu identidad, cuando toda posibilidad de elección ha sido anulada de un paisaje que nunca ha sido tuyo, en el que tan sólo te desarrollas porque nosotros te dejamos, extendido en el suelo del hábitat de inmundicia sobre el que te desarrollas junto con los demás ejércitos de detritus, masas de carne tan sólo orgánicas, sub-humanos, con la única necesidad de ser que tendrían nuestros propios excrementos, la de servir de río escatológico de todo lo sobrante, tan poco que ni siquiera es nada. Feo, deficiente, débil, pobre, perdedor. Te hemos concedido vivir para que sientas la agonía de tu propia podredumbre, para que cada día te torture incesantemente con la realidad de su propia inutilidad, tan sólo para que sintamos el maravilloso placer del desarrollo ritual de tu infección y corrosión, tan sólo para que sientas que nunca podrás ser como nosotros, para que todos los días nuestras miradas te escupan 119


sin que puedas cambiar nada, tu vida con las vidas de los demás vacíos, distribuyéndose entre dígitos hasta el día eterno de vuestra desaparición global en un destino común de opresión. Espeso el aire, el que nosotros te arrendamos. No se respira libertad. Tus rodillas astilladas de obedecer y producir, te exprimes durante tu ocio en zumo de esclavo, uno más de nuestros sabores. Queremos tu vida, no tu opinión. ¿Cómo te atreverías a vivir sin nuestro combustible, si no sabes vivir? Consúmete en los grilletes candentes de tu producción. No vas a cambiar nada, porque no puedes ser nada. Nosotros gestamos y diseñamos tu servidumbre, desde antes que nacieras. Existes, pero eres inútil. Nosotros los perfectos, los que tenemos derecho a excluirte como los anticuerpos aniquilan los virus, plaquetas inteligentes y dominadoras en el cuerpo de este universo terrible pero favorable por siempre a nuestros intereses. Nosotros los que tenemos derecho a no escucharte, materia inexistente y eternamente sobrante, a dejarte aislado y lejos de todo, 120


a pedirte si quisiéramos, amablemente, que te autodestruyas. Sería natural, sería justo, sería lógico. Pero, en la mismísima esencia de nuestra grandeza, está nuestra misericordia, esa misma que te permite despertarte a cada mañana para que asistas a nuestras orgías de poder y belleza, para que, en definitiva, personificación del asco, seas el objeto último de nuestra cósmica burla.

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SOMOS Jesús Herrera Matos Somos la nota de una crónica policial/ somos el verso incógnito del poeta/ somos el tumor benigno de alguien/ somos el suspiro del caminante que llora por lujuria y por hambre/ somos la esquirla que hiere la vida/ somos la maldita desdicha de la madre que gime en el sucio camastro de un hotel/ solos los hijos indeseados del Padre/ somos el rencor de Caín/ el mejor amigo del César/ somos la prostituta de nuestra amante/ somos todas las lunas llenas con sus lobos en nuestras camas/ somos la crisálida eterna/ somos el niño que mira el globo que no puede recuperar/ somos la comida ácida en la boca/ somos el llanto de las berlinesas de 1945/ somos los ultraviolentos del Ejército Rojo/ somos la piedra que se arroja/ somos la conspiración en un sótano/ somos la falsa palmadita en la espalda/ somos todos los hombres mirando una pantalla/ somos el muro que divide la ciudad/ somos la ciudad que reza/ somos la mano junto al botón/ la línea del no regreso/ somos la autodestrucción inevitable/ somos el sistema de gobierno corrupto y extinto/ somos la posesión más insignificante/ somos la estupidez estandarizada/ somos el polvo del saber/ somos el triunfo de Lance Armstrong/ somos la bomba atómica cayendo en Hiroshima/ somos el sueño tranquilo de Paul Tibbets/ somos el doctor Mengele escogiendo niños gemelos/ somos el general Rommel metiéndose un tiro/ somos los chicos de Scottsboro condenados a muerte por una mentira.

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MAL DO ROR Ray Paz Quesquén Canto Primero El pequeño niño, recién nacido, bañado por esa execración que llaman aire Debe ser arrancado de su lecho Si destartala tu miseria y la enjuga de tierna ignorancia Sé fuerte y examina su rostro suave con tu propio rostro cargado de verrugas Con tu pubis repleto de ladillas y orines Verás que es eterna su limpidez ¡Ah! El contagio de su alma blanca no debe someterte Tú: guardián de la piedra del suicidio Tú: estentóreo grito de los moribundos Tú: fruto amargo de las invocaciones de las lágrimas Tú: hiena, lobo, rata, mosca, piojo, sabandija Con tus largas y mugrosas uñas dibuja la marca de la cruz en su frente Y un círculo de eternidad en su pecho de hojas Y ahora con tus colmillos atestados de bacterias de millones y millones de años Muerda el centro de ése fino y aromático pellejo como a una cáscara de fruta Contén en tu propia lengua la sangre humilde que brota desde el hoyo de su cascarón Sangre de un ángel azul Tritura un sesgo de su frente y algunos huesos de su esternón 123


Succiona la médula, los cartílagos, la grasa y los líquidos ¡Pero no permitas que muera! Lleva ese cuerpo desnudo de dolor y gritos que alcanzan las bóvedas ocultas A la montaña sagrada La más alta invención de la tierra Ahí te aguardan en su cavidad Cerca de los cactus y la flor de loto Las tres piedras filosas que te obsequio Cuando hayas alcanzado el sitial Coloca su sublime cráneo ya roto entre las dos piedras más robustas Y con la elegida irrumpe en su cráneo con la furia de tus padres Con el odio que habita en las fieras racionales En la víbora que traga sus huevos En la rata preñada que muerde el veneno Molido el cráneo, arroja los sesos a las aves rapaces Verás cómo nutren sus alas con la muerte La procreación del infinito desde el vuelo de la sangre El pensamiento es la robusta basura que los dioses Arrojan en el testa vacía de los hombres.

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EL OSARIO Angelo M. Rivera Barquero Cuando endebles brazos abrazan el ocaso, doce sombras caminan al osario. Coro de apóstoles en peregrinación, En silencio, en contemplación. Ya la noche cae sin tregua. El silbido del viento entre el tejado. Grillos y sapos empiezan su canción al paso de las doce lamparillas al panteón Tierra movida, inscripciones y lápidas. Algunas viejas y otras recientes anuncian que la muerte ha visitado el convento en reciente pasado. La oscuridad se cuela por el cerrojo despidiendo su olor putrefacto, en cada pared, en cada peldaño. ¡Templo de huesos y cráneos! Algunos santos, Algunos nobles, Algunos ricos, algunos sin mérito riendo de la Madre y su séquito. ¡Ya empieza el ritual! Los hábitos negros de las manos, 125


y en centro encandenado yace un cuerpo abandonado Una joroba en lugar de espalda. El cráneo roto con un crucifijo clavado. El exorcismo practicado por el Aquelarre endemoniado Estigmas en sus manos. La burla del Maligno ante lo sagrado. Abdomen abierto desparramando vísceras, heces y vómito blanco. Yace el cuerpo inerte, inmutable... Oraciones y cantos. El trance de sombras bailando de las profanadoras del sepulcro santo. ¡Crack! ¡Crack! ¡Crack! El cuerpo inerte, ¡Ya no lo estaba! Ojos desorbitados de las monjas por todos lados. Dientes de lobo entre la cabellera. Dos hondos huecos en su cráneo. Afiladas navajas como garras... ¡El cuerpo está caminando! ¡Una por una, caen al suelo! En convulsiones agonizando... Cómo insectos a la luz 126


a su muerte avanzando... Ya la Madre solloza con angustia entre cuerpos y llorando ¡Vade Retro, Bestia! ¡Al infierno seas condenado!

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SURGIERON DEL PANTANO José Luis Pascual Piernagorda Surgieron del pantano. En procesión condenatoria. Hirviendo de lluvia y veneno. Hijos de Los Profundos. El légamo forjó su piel en largas y antiguas noches. Sus ojos hendiduras verdes. Su mirar llamas titilantes. Su reflejo hundido en aguas negras. Su heraldo una cruel pestilencia. El miedo late en su sangre impulsándoles a nutrirse. Guiados por ansias de muerte se arrastran con patetismo tras la niebla cenagosa. Surgieron del pantano. Vienen para inundar el mundo con ideas borrosas. Cobijándose en penumbras y ecos predican un credo imposible de larvas, gusanos y arpías.

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Vienen por cientos, por miles, gritando mantras nefandos. Tatuados con luz de luna que sus cuerpos ruinosos absorben. Se hinchan como inmundicia listos para reventar frente a nosotros, listos para morir nuestra vida. Surgieron del pantano secos de cualquier verdad, adquiriendo firmeza en sus pasos al traspasar el umbral limoso. Fuiste ciego, dios traidor, alumbrando a estos seres rotos que mienten revoluciones cortando sus propios dedos. Acabarán con el hombre. Sus pies húmedos de escoria aplastarán nuestras creaciones. Inútiles formas de vida plagarán la tierra umbría, orbitarán el planeta y pudrirán estrellas y dioses, y tragarán virus y demonios, y ninguno podrá pararlos. Su olor a amoníaco ya asoma. Sus voces infames serpentean. El aire ya sabe a escombro. El mundo tiembla a su paso. 129


Pero no podemos verlos, pues su ceguera es la nuestra pero su esperanza es distinta. Con su palpitar menguante, surgieron del pantano y no recuerdan cómo volver.

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COLOQUIO DEMONOLÓGICO ENTRE LILITH E ISHTAR Glauconar Yue Entre los desiertos de Nod, la madre oscura y primera mujer halló que los hijos de Seth habían erigido una gran muralla. ¡Cuál no sería el asombro de la misma no-diosa al ver la edificación de los siete sabios! Verdaderamente se habían apurado en huir de la maldición del Creador y el desierto que habitaban por designio Suyo. Pensar que la mayoría de su estirpe seguían siendo esclavos del mismo que los creara para su regocijo, del mismo cuyas limitaciones no pudieron soportar y que los había denigrado a estos odiados parajes y a su sufrida condición carnal. Lilith compartía con ellos Nod que había elegido por designio propio sobre la tierra de insensible idilio del Inicio; tenía también como ellos un cuerpo expuesto al placer y sufrimiento del que se hizo dueña. Lo que su cuerpo no llevaba era la maldición de ser mortal, ni el intoxicante fruto del bien y del mal, por el cual los hijos de Eva creían en la patética ilusión de poder hallar la vía recta, cuando en el fondo el creador no había dejado senda alguna más allá del Edén que pudiera guiarlos de vuelta, y mientras los mortales buscaban cabizbajos rastros entre las arenas, Lilith corría libre sobre las infinitas planicies hacia el horizonte que ella eligiera, trazando caminos que pronto desconcertarían a los hombres, quienes los llamarían diabólicos mientras caían en sus redes para acabar devorados por la no-diosa cuando ella le concediese a alguno tal gracia.

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Mas estos hombres tras las murallas se apartaban ahora del castigo del Creador y del Creador mismo, pero también así del dominio de Lilith, pues del miedo y desconcierto, acaso tras esta roca pudieran plantar las semillas del fruto del bien y del mal y acaso criar un árbol recio y testarudo en contra de la absurda realidad del desierto, una estirpe de mentiras resguardada en este nuevo poder. Lilith, por otra parte, era aún en aspecto como ellos, y así, más discreta y ágil que cualquier perra o serpiente o las mismas arenas del desierto, se introdujo tras las puertas de Uruk en la forma de una hermosa mujer, de la primera mujer que siempre fue. Y vio el lapislázuli que recubría los majestuosos palacios en una fortificación nunca antes vista. Verdaderamente la ciudad había surgido del intelecto de estos hombres que, apartados del Creador, recuperaban sus fuerzas. Ciertamente no en vano habían erigido esta maravilla, pues al centro de este primer contrauniverso, creado a imagen del universo que imaginara el mortal para contrarrestar el mundo en que lo dejara Dios; no presidía tan sólo el hogar de un hombre enaltecido, sino un gran templo que en todo denegaba al Creador y complacía los sentidos del cuerpo de este mundo en el que ahora el hombre se sabía. Subiendo las escaleras hacia la elevada puerta, Lilith oyó el coro de gemidos de hombres y mujeres envueltos en ritos carnales. El frenético calor que manaba y rodeaba toda la estructura sólo se veía superado por la extática visión de cientos de cuerpos desnudos revolviéndose entre luminosos fuegos más allá de toda conciencia, unidos más bien en un sólo gemido de innúmeros orgasmos, un ser inmaterial y flamante cuya efigie brillaba soberbia al fondo del salón con una vara de poder en cada 132


mano y entre éstas una ardiente desnudez de violenta vulva y pezones penetrantes. Por vez primera aquí quiso Lilith tomar un lugar no aparte sino entre los hijos de Adán, e hizo a un lado sus vestiduras tomando parte en los ritos, entregando sus piernas y pechos y vagina a aquél ser que impregnaba todo este espacio y a los hombres que la rodeaban, y hasta mediante éstos entraba en su cuerpo, sangre y espíritu, tal que Lilith la conoció y pudo así ver a Ishtar en el glorioso poder de su ardiente piel e insaciable clítoris. LILITH: La supo una diosa guerrera del deseo carnal, mas también la reconoció en su origen: pues había surgido de los cuerpos y almas de los hijos de Eva, tal como Eva surgió del cuerpo y deseo de Adán, para no ser mujer sino un producto deleznable y sombra del único habitante deseoso del Edén, a su vez sombra de su propio creador. Cadena de remedos que encerraban una única tautología de difunta barba blanca. ¿No sería ésta, entonces, la final contraparte, la Eva final para el Adán primero? ISHTAR: ¿Quién eres tú, ser terreno? Tu mínima turbada mente no alcanza a dilucidar la verdad ni aun bajo mi gracia. Soy el sentido del mundo salido de los hombres mismos, en contra del sentido autótrofo del que huyeron. Que sepas bien que éstos, los míos, largo ha tornaron su espalda a aquella remota ausencia que no hace más que imponerles rigor, y hacia su conquista han tornado su falo enaltecido en mí, que soy la vida misma, el poder, potencia y fertilidad, y en nada asemejo al negro caos y vacío original que es la muerte, la cual habita en 133


tu ser y es lo que te enceguece. Los que me sigan serán poderosos y tendrán vida en abundancia. LILITH: Lejos estoy yo de la muerte e inacción del Dios y los mismos dioses. Dime pues, ¿cuánto más podría buscar un hombre tras concebirte? Si eres verdaderamente diosa de la fertilidad, cual te han nombrado, di, ¿qué saldrá de ti más que tú misma? ¿Quién buscaría nada más estando en tu éxtasis? ¿A dónde más irán los hombres que se contenten con tu victoria? Tu propia eternidad y seducción te hacen incambiable, y como intrsacendible eres ley, permanencia, deber cadáver. Yo soy la que negué el Todo, la que quebré el paraíso y trascendí la perfección, vencí a la muerte. ISHTAR: Hablas de forma ingenua: más que perfección, soy en sí mismo el ardiente deseo y mi placer es sed insaciable. ¿Dónde más grande fertilidad que en el deseo siempre nuevo de volver a mí, siempre un paso más allá? ¿Qué vida más cierta y nueva que aquella en la que el hombre perpetua al hombre mediante la penetración de su semilla en mí? Yo soy la única llave hacia la supervivencia, yo soy la única vida de las generaciones. Y tú, ¿a dónde lleva tu errabunda carrera más que a la perdición? ¿Cómo manará de ti vida sin unirte a nadie, ser aislado, perdido, incompatible? Criatura estéril, eres tú la que pretende perfección en tu parcialidad intransigente. LILITH: Bien dices que no vivo para nadie más, que ningún hombre podrá salir beneficiado de mí, nadie gozará impune de mi carne 134


ni nacerá de mi cuerpo sino más bien perecerán para mi propio goce, pues este goce es todo mío y de nadie más. ¡Oh ente colectivo de entrega impersonal! ¡Ser inmaterial, etéreo, vano! ¿Acaso tienes deseo propio? No eres más que la respuesta a anhelos ajenos, vacua en ti misma, espectro sin rostro ni fondo. ISHTAR: Yo soy la mera encarnación del poder, mi fuerza es inagotable. Observa la furia de mi sexo, no hay hombre que no doblegue, todos sin excepción son propiedad mía. Inclínate ante la furia de mi sexo: su vehemencia asola ciudades, derriba murallas, no hay arma que la resista. Mi nombre es el poder de este mundo. LILITH: Bien dices que puedes arrasar con ciudades y hombres, tu fuego y acero quebrantará la roca a tu paso y tu nombre avasallará a todos los demás. Mas yo soy todo aquello que nunca será el hombre, fuera de él, soy serpiente de sombra, lechuza nocturna, y mientras a tu paso caigan los montes, no podrás atrapar mi invisible presencia bajo las arenas. Yo soy aquello que no tiene nombre, que siempre renace de la eterna duda e incertidumbre, soy el paso siguiente, la pregunta prohibida, yo quiebro toda dominación y por mí se resquebraja todo templo en sus cimientos. Así también tiraré abajo tu torre y crearé la discordia entre los hombres, cuyos dominios serán múltiples y perdidos, cuya esperanza caerá desvanecida, y todo descendiente del árbol del bien y del mal se retorcerá, toda esperanza le será incierta. Así me hallaré en tu templo mismo y seré tu doncella, y haré tuya mi esterilidad, y el que todo creyó haberlo visto dirá: "No eres más que un brasero que se apaga con el frío, una puerta trasera que no detiene la ráfaga ni el 135


huracán, un palacio que aplasta al valiente, calzado que oprime el pie de su propietario". Ambigua y terrible será tu fama, venerada y odiada por siglos, y crecerá tu ira y no sabrás más que soltar el Toro del Cielo contra tu propia ciudad y el diluvio contra tus propios hijos; mientras yo discurriré invisible por los tres caminos que escapan entre tierra, mar y cielo, y cuando más ida me crean, ahí será que más presente esté, en ti y en todo aquello donde no me sospechen, seré la asesina de críos, y mi poder crecerá con la desesperación de los hombres. ISHTAR: Mísero ser terreno, perra lamentable, no reparo más en tu triste y abandonada existencia, como nadie jamás ha de reparar en ti ni habrá templo alguno en tu nombre. Los míos cubrirán hasta las costas de Biblos y la remota y gloriosa Cartago, terror de emperadores no nacidos, y la inmensidad de mi ser jamás será rivalizada por la fugacidad de tu sombra. Haz lo que puedas, que no volveré a tornar a ti mis ojos, serán tuyos los bordes y los límites, mas todo lo iluminado y grande será mío milenios, pues soy la dueña de hombres y ciudades.

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