5 minute read

manifiesto Ambiental

Next Article
mEDICINA lÍRICA

mEDICINA lÍRICA

La tierra está tan bien diseñada, que cuenta con mecanismos increíbles de regeneración; con sistemas propios de control de temperaturas y niveles de agua, con sistemas impresionantes de energía que es distribuida a sus diferentes elementos –bióticos y abióticos- esto produce un equilibrio asombroso que permite un desarrollo óptimo de las especies, lo que da origen a una diversidad aún más increíble, ríos, mares, montañas, volcanes, plantas medicinales y comestibles, industriales, flores hermosas, lagunas turquesa, cenotes profundos, bosques, selvas, verdes praderas, blancos nevados, abrasadores desiertos, lluviosos trópicos, serpientes, ranas, elefantes, leones, tapires, quetzales, osos, hormigas, hongos, líquenes y una infinidad más.

Por: Mesho Bautista Beteta

Advertisement

Sin embargo, cuando la mano humana toma parte, se ven truncados muchos de estos procesos; lo que suele llamarse un cambio antropogénico. Y es que el ser humano a diferencias de los demás seres vivos, es el único capaz de destruir su propio entorno por puro capricho, por pura muestra de poder adquisitivo, político; por demostrar su supuesta grandeza frente a los demás hombres e imponerse. El humano es el único ser que explota los recursos hasta dejar vacíos los depósitos naturales y si queda un excedente, acabarlo con fuego para evitar que otro aproveche de dichas riquezas y cuyos réditos son en su mayoría para países por demás desarrollados, es el único capaz de explotar una montaña para poder llegar al otro lado por motivos comerciales o simple comodidad, capaz de secar una laguna para construir un centro comercial en ese espacio, capaz de acabar en cuarenta y ocho

horas un bosque que tardó dos mil años en desarrollarse –total esa solo es leña-, capaz de convertir un barranco en un basurero clandestino –para eso son los barrancos para tirar ripio, muebles, camas viejas o lo que sea que nos sobre en las casas- capaz de abandonar chatarra a la orilla del mar para que las olas solucionen su problema de espacio –total, el mar es inmenso- capaz de consumir toneladas de petróleo y otros combustibles por mantener un estilo de vida –para eso están en la naturaleza para ser explotados-.

El humano es el único que caza una especie hasta verla agotada en su totalidad y no necesariamente por necesidad –qué más da, esos animales abundan-, es el único que produce toneladas anuales de plástico, vidrio, papel, aluminio y cartón que termina como basura –hay que mantener la estética del producto porque sino no vende-, es el único que arrasa selvas para convertirlas en propiedades privadas que cubren con monocultivos, es el único que usa por lema “Si no lo tengo yo que no lo tenga nadie más”, el único que no deja una herencia natural a sus predecesores y capaz de acelerar los mecanismos tan bien diseñados y ajustados a tiempo antes mencionados.

Ciertamente, todos los que tenemos acceso a ciertas comodidades, disfrutamos de ellas y muchas provienen de alguna de las actividades en mención, eso que llamamos progreso a saber: combustible, internet, alimentos, calzado, ropa fina, miel, endulzantes, conservantes etc. Pero ¿Realmente es un progreso? ¿Vale la pena el progreso a costa de la pérdida de un ambiente sano y limpio? ¿Vale la pena agotar los recursos para la comodidad de los que viven en las ciudades?

Y digo las ciudades porque solo un descarado y obtuso puede negar que las áreas rurales son los lugares de donde se extraen más recursos y su gente son los menos beneficiados con los productos y riquezas obtenidas. Y son las áreas rurales las que sirven de vertederos de basura, las mismas que nos proveen del vital líquido, las mismas que funcionan a modo de zona de amortiguamiento. Son las áreas rurales las que muchas veces declaran áreas protegidas para asegurar la existencia de ciertos recursos, declaración que funciona nuevamente en favor de las ciudades pues quienes habitan ancestralmente dichas zonas ahora se ven privadas de lo que la madre naturaleza les provee y por conocimiento también ancestral, saben hasta qué punto usarlos sin interferir en el valioso equilibrio. –Pero no, ahora es un área protegida y si caza un venado para comer se van a la cárcel y desde la ciudad se aplican las leyes que fueron creadas también en la ciudad, para un área que no conocen ni conocerán jamás, salvo que tengan un interés político-.

Mientras tanto, un funcionario que tiene una finca, caza a diestra y siniestra, trafica maderas finas, piedras preciosas, piezas arqueológicas, tiene excéntricas colecciones de aves que manda a capturar incluso fuera de los linderos de su propiedad a las narices de todos, pero es un funcionario o un finquero y a ellos no se les molesta, ni se pone en duda su honorabilidad porque son los del dinero, porque nos hacen el favor de darnos trabajo, nos hacen el favor de gobernarnos, porque el dinero manda y con el dinero todo se compra. Y aunque el panorama al respecto no es muy claro, es importante que cada uno en el seno de su propio hogar, se pregunte ¿Qué hago por el medio ambiente? ¿Gasto los recursos naturales de forma innecesaria? ¿Necesito tal o cual producto que solo utilizaré una vez? ¿Cuántos árboles siembro y cuido hasta que estén lo suficientemente grandes para sobrevivir solos? ¿Dónde deposito mi basura? ¿Soy consciente del origen de lo que consumo? ¿Soy justo con el pago de los productos de origen rural y natural? ¿Necesito otro carro? ¿Cuánto dinero destino al mejoramiento del ambiente? ¿Espero que lo haga todo la inútil política partidista?

En la medida en que nos hagamos estos cuestionamientos y les busquemos una respuesta positiva, mejoraremos grandemente y no solo las ciudades y no solo mi familia, mi colonia, mi residencia, mi departamento; porque los recursos naturales y el medio ambiente no conocen fronteras y lo que hagamos con ellos afecta a nuestros círculos cercanos y lejanos, porque no hay barreras temporales o espaciales para los recursos. No es un tema que discrimine religiones, posición económica, orientación de cualquier tipo, es un tema que nos compete a cada uno por el simple hecho de ser un ser humano, un ser pensante –si es que puede afirmarse que alguien pensante destruya su entorno-. Como leí en alguno lugar, Si crees que la economía es más importante que el medio ambiente, intenta aguantar la respiración mientras cuentas tu dinero.

This article is from: