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Las razas no existen

Georgina Diédhiou Bello es mexicana y nació en Ciudad de México, lo que la hace doblemente mexicana: por patria y provincia. Es pedagoga de profesión y “derechohumanera” por convicción. El activismo es su modo de vida.

Gina trabaja en la administración pública, tiene a su cargo el desarrollo y difusión de un programa de educación comprometido con la capacitación y la sensibilización de funcionarios públicos sobre temas violatorios de derechos humanos como la discriminación, el racismo, la homofobia, la misoginia, la xenofobia, la segregación racial, el antisemitismo y formas conexas de intolerancia. Ante los severos recortes presupuestales de la 4t es probable que la dependencia donde labora desaparezca. En los últimos meses ha estado en el ojo del huracán debido a la organización de un polémico conversatorio sobre racismo exacerbado por nuestra no primera dama.

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Diédhiou ama la educación, siempre ha pensado que Nelson Mandela tenía mucha razón al afirmar que la educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo. La educación en su familia ocupa un lugar muy importante; fue la única herramienta útil para cambiar la realidad en la que se encontraban. Gina y los suyos vivieron durante muchos años una situación de extrema pobreza; sus bisabuelos nunca acudieron a la escuela y no sabían leer ni escribir; sus abuelos estudiaron solo la primaria y, años más tarde, sus padres lograron estudiar la licenciatura, un salto generacional significativo. Por eso asegura que el acceder a este derecho humano transformó su vida, su forma de pensar y la forma de situarse en México, como mujer negra, orgullosa de su origen indígena y africano.

Georgina y Daniela conversan un poco antes de comenzar la entrevista. Es una tarde lluviosa y fría, típica del verano en trópico de cáncer y ad hoc para los tiempos…

Gina Diédhiou

Gina Diédhiou

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