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David Hockney: un caso y un éxito.

Francesca Conti

Probablemente David Hockney levantará la ceja al verse mencionado en un número dedicado al pop.

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Él que siempre ha recalcado su distancia de aquel movimiento inaugurado por el pintor británico Richard Hamilton (1922-2011), más allá de la diatriba acerca de su producción, algo es indiscutible: su obra plasma la realidad contemporánea… contigua. Quizá una realidad frívola, que él pinta frívolamente. Quizá hay matices más profundos que él captura con un trazo no tan firme. Quizá. No es este el lugar para discutirlo. Aquí no se opina sobre la condición o cualidad artística que —a pesar del esfuerzo kantiano para garantizar cierta universalidad— sigue siendo algo altamente refutable. En esta sección, el concepto pop se considera bajo el criterio de los números y David Hockney —aunque por un breve periodo— ha sido el artista viviente más POPular en el mercado del arte y su rápido y constante ascenso revela la vigencia de un alto grado de apreciación.

Al comentar su serie The Splash, el artista dijo: Amé la idea de pintar esta cosa que dura dos segundos. Me tomó dos semanas pintar este evento que dura dos segundos. Y bien, le tomó 9 minutos romper el récord para un artista vivo.

Regresando al caso Hockney, hay aspectos relacionados con aquella venta que vale la pena abordar para configurar algunas de las claves de su éxito. El viernes 9 de noviembre de 2018 (6 días antes de la subasta), el periodista Josh Baer informó en su boletín Baer Faxt que Christie’s ofrecería «sin reserva», Retrato de un artista de David Hockney. Para aquellos que lo desconocen, el precio de reserva es un “tope” establecido para tutelar a los involucrados en una venta. Puede ser que la casa de subasta consigne un precio antes de la venta, en el caso de que este precio no se alcance en la puja, la subasta se compromete a adquirir la pieza; en ausencia de garantía por parte de la casa, es el ofertante que determina un costo y tiene el derecho de quedarse con el lote si la oferta lo decepciona. Esta praxis es bastante común cuando se trata de obras que tienen un valor considerable, y eso es sin duda el caso de Hockey; la obra se había promovido como una de las más representativas del artista, su valor comercial estaba estimado alrededor de 80 millones de dólares.

Lee el caso completo en nuestro ejemplar.