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Aprendamos a ver cine XXV

La ilusión viaja en tranvía, de 1954.

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En la primera se trata de el viaje en autobús por el estado de Guerrero que emprende un recién casado (cuya luna de miel ha sido interrumpida) a fi n de conseguir a un notario para el testamento de su madre moribunda. Como solía suceder en los trasportes entre pueblitos, el viaje se realiza con una lentitud exasperante: hay lluvias, cruces de arroyos, otro vehículo en sentido opuesto en un camino de un carril, un desvío de la ruta para que el chofer asista al cumpleaños de su madre. Entre pasajeros tenemos a un candidato a diputado cuyas habilidades políticas se limitan a la demagogia y la pistola, un viejo ex porfi rista, una embarazada, un vendedor de gallinas por correo, la muy apetecible y sensual Raquel tentando una y otra vez al protagonista. Habrá un nacimiento y una muerte como otra forma de ida y vuelta. Buñuel condujo bien a los intérpretes y logró sacarle jugo incluso a Esteban Márquez, quien no tenía madera de actor y después se dedicaría a hacer horóscopos con el nombre de Esteban Mayo. La cereza del pastel es la secuencia onírica, en verdad de antología.

La segunda narra la aventura de dos mecánicos, el Caireles y el Tarrajas, y la hermana del segundo, cuando borrachos roban un tranvía que ha sido dado de baja para que recorra su último viaje. Las personas que abordan el vehículo a lo largo de la noche y parte del día siguiente integran una fauna heterogénea y una mezcolanza inaudita: una orquesta, matanceros del rastro que cuelgan costillares de res de los pasamanos, un gran burgués de juerga, mujeres que se quejan del precio de la masa, viejas mochas que acarician con vehemencia una escultura de Jesús en la columna, un grupo escolar de excursión. Se topan con un inspector jubilado dispuesto a delatarlos, especuladores de maíz,

caminos cerrados, un desvío a Xochimilco. Además de la sensación de absurdo derivado de tan disímbolos pasajeros y situaciones, Buñuel ya había deslizado antes del viaje la representación de una pastorela que hay que ver para creer. Es de destacar el desempeño del actor Fernando Soto “Mantequilla”.

Podríamos agrupar en otra pareja de películas, en este caso proyectos muy personales del director, relacionadas por abordar la personalidad peculiar de hombres desequilibrados: Él (1952) y Ensayo de un crimen (1955). La primera es el retrato de un hombre manipulador, interpretado muy bien por Arturo de Córdoba, que lleva el machismo y los celos a extremos delirantes y se deja arrastrar por una paranoia demoledora, con apuntes de fetichismo y sin caer en la caricatura involuntaria. En la segunda, también conocida como La vida criminal de Archibaldo de la Cruz, se presenta a un hombre que cree tener el poder de hacer morir a quien le desea esa suerte, y por supuesto aquí la dicotomía es erotismo-muerte y son mujeres a quienes se lo desea. En los dos casos se trata de burgueses adinerados y de fachada “decente” y “cortés”, pero con una vida imaginaria paralela que mina las convenciones sociales y religiosas, que choca constantemente con la realidad y la moral establecida. Como en todas las mejores obras del aragonés, en ambas se deja ver un sutil y astuto uso de la ironía.

Para 1958 Buñuel ya había ganado sufi ciente derecho de piso como para emprender proyectos cada vez más libres. Con Nazarín, primera de sus dos adaptaciones de la obra literaria de Pérez Galdós, encuentra la cristalización de su madurez creativa. Con ella, ganó el premio internacional del festival de Cannes en 1959.

Si el realizador ya había mostrado en muchas de sus películas cuestionamientos lanzados contra la Iglesia católica y la ideología que la sostie- Escenas de Nazarín, de 1958.

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Escena de la última cena en Viridiana, de 1961.

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ne, en Nazarín en ello se halla el eje sobre el que se va desenvolviendo la trama. El padre Nazario, el personaje principal, desea entregarse a una vida en la que se apliquen de manera estricta los preceptos cristianos, sin ataduras económicas ni acatamiento de los arreglos sociales. Por supuesto todos abusan de él y le roban cuanto tiene. Por aplicar la caridad da refugio a una prostituta que ha estado en una riña y ésta termina por quemar la habitación. A partir de ahí, Nazario emprende un viaje (sí, otra vez el recurso del viaje, pero ahora a pie) que lo hará enfrentarse al mundo real y cotidiano. Una y otra vez choca con las contradicciones que su actitud provoca: acepta trabajo a cambio sólo de la comida y los obreros (que pretenden un salario) lo corren, trata de salvar el alma de una mujer moribunda y ésta se aferra al amor terrenal, nadie cree que su relación con las dos mujeres que lo acompañan sea casta. Lo toman prisionero por el incendio de la habitación y los otros prisioneros, salvo uno, equivalente al buen ladrón, lo humillan. Al fi nal, cuando le ofrecen, rechaza y fi nalmente acepta una piña como caridad, se escuchan tambores estridentes: algo ha cambiado en la forma de pensar de Nazario, su mundo interno se ha derribado. Hay otras elipsis y escenas que plantean incógnitas: el capataz debe haber matado a varios obreros (oímos los disparos pero no vemos nada); el Cristo coronado de espinas que ríe a mandíbula batiente durante el delirio de la prostituta, ¿ríe de ella o porque disfruta de su propio suplicio?; ¿por qué hay una niña que arrastra una sábana por la calle en el pueblo devastado por la peste?

En 1961 Buñuel pudo regresar a España, con una producción mexicana, a fi lmar. Emprendió un proyecto en cierta forma variante de los temas ya tratados en Nazarín, esta vez con personaje femenino. Con Viridiana logró otra obra maestra, rica en imaginería visual y matices, en la que se expone la imposibilidad de aplicar los preceptos

cristianos al pie de la letra. El personaje principal es una mujer que, a punto de confi rmar los votos para ser monja, debe visitar a su tío en su casa de campo. La situación la lleva a no volver al convento: el tío (que guarda como fetiche el traje de novia de su difunta esposa) queda fascinado con Viridiana, la narcotiza, casi llega a violarla y termina por suicidarse. Deja sus propiedades a Viridiana y al primo de ella, hijo ilegítimo del viejo. Viridiana decide permanecer fi el a los preceptos religiosos y por caridad lleva a la casa una corte de milagros donde hay un ciego, mendigos, una embarazada, un cojo, un leproso; el primo decide hacer mejoras materiales a la propiedad. Ambas maneras de ver el mundo se muestran en contrapuntos (visuales, de acciones, de parlamentos), hasta el clímax fi nal en el que los mendigos toman a saco la casa en la que han quedado momentáneamente solos y organizan una comilona que terminará enloquecidamente en una última cena (tómese esto último al pie de la letra y pensando de Leonardo da Vinci) y un nuevo intento de violación de Viridiana. Al fi nal vemos a la ex monja con el pelo suelto jugando tute con su primo y la criada. Para entonces la música pasó de El Mesías de Händel a una pieza de rock.

No se había estrenado aún la película en España y fue mandada a concursar en Cannes. Se exhibió el último día del certamen y ganó la Palma de Oro, el premio máximo. Causó asombro y escándalo inmediatos, y también provocó que L’Osservatore Romano, el periódico ofi cial del Vaticano, la califi cara como una afrenta y solicitara la excomunión de todos los involucrados. El encargado del organismo cinematográfi co del franquismo fue cesado incluso antes de regresar a Madrid. Se ordenó la destrucción de todas las copias y los españoles tuvieron que esperar hasta 1977 para ver en su propia tierra la cinta. Irónico que muchos le hayan reprochado a Buñuel, antes de ver cualquier resultado, el haber aceptado la oferta de fi lmar en la España de Franco.

La etapa mexicana de Buñuel termina con otras dos obras de primera línea. El ángel exterminador (1962) es un relato entre kafkiano y surrealista de la situación que enfrentan unos burgueses y sus criados cuando descubren que no pueden salir del salón donde se celebra una fi esta, aunque no existe impedimento físico. Simón del desierto (1964), por su parte, despliega con humor la erudición que tenía el autor en cuanto a la historia del cristianismo y presenta a Simeón el Estilita (un asceta del siglo IV) y un diablo, en forma de mujer, que no cesa de tentarlo. Este proyecto quedó inconcluso por falta de presupuesto (tiene unos 45 minutos de duración) y, aun así, ganó el premio especial del jurado del Festival de Venecia de 1965, además del de la crítica internacional.

Después Buñuel fi lmaría sobre todo en Francia, pero eso será materia un tercer asomo.

Cartel de la película Viridiana, de 1961.

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Y SIGNIFICADOS

La semana llamada

“MAYOR” O “SANTA”

Arrigo Coen Anitúa (†)

commons .wi k i m e d i a. o r g r Por semana Po (del latín septimana, con el mismo signifi cado) se entiende la serie de siete días naturales nifi consecutivos, por lo regular de domingo a sábado, c inclusive. Es raro entre nosotros llamar semana a cualquier periodo septenario que no sea de días, como cuando se dice “una semana de meses, de años o de siglos”. Designamos con los adjetivos de grande, mayor o santa a la última semana de la cuaresma (del latín tardío quadragesima, sobreentendido dies, por lo que dura este lapso del año religioso), la que va del q domingo dicho “de Ramos” al llamado “de Resurrecod ción”. La liturgia católica conmemora en esos días los ióci Tolomeo consideraba que alrededor de episodios de la pasión y muerte de Jesucristo. ep la Tierra giraban el Sol, la Luna, Marte, El cristianismo viene a universalizar el uso de la Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. semana como unidad de tiempo al divulgarse por el Imperio romano y entre los pueblos a éste sometidos. Cuando menos hasta la época de Teodosio el Grande se ignoró la semana. Aún a mediados del siglo IV de nuestra era, los griegos subdividían por décadas y los romanos por calendas (de donde proviene calendario), nonas e idus. Es probable que hayan sido los caldeos quienes comenzaron a medir el tiempo en periodos de siete días; en huellas del segundo milenio antes de Cristo encontramos la semana entre los babilonios, los chinos, los egipcios y los persas. Era lógico que los hebreos la adoptaran por su coincidencia con la narración bíblica según la cual fue creado el mundo en seis días más uno en que el Creador descansó. La división semanal deriva de los cultos y tradiciones, comunes a todos los pueblos de la Antigüedad, asociados al mes lunar, esto es, a la observación de las fases de la Luna. Más tarde, los árabes copiaron la semana a los hebreos y es posible que los musulmanes la introdujeran en la India. Por infl ujo de la civilización occidental la semana penetró en el Japón.

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Entrada de Jesús en Jerusalén “Domingo de Ramos”. Mosaico de la Capilla Palatina de Palermo.

Cada uno de los siete días tuvo diferente denominación, según los diversos pueblos primitivos: pero siempre fueron atribuidos a alguna divinidad. Los nombres actuales de los días de la semana reconocen su génesis en el periodo helénico, según la concepción cosmográfi ca de Tolomeo, quien, por el siglo II de la era común, consideraba que alrededor de la Tierra giraban el Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus y Saturno. Por ello el domingo fue el ‘día del Sol’ (Solis dies) para los paganos (aún hoy es Sunday en inglés y Sonntag en alemán), ‘del Señor’ (eso quiere decir dominica) para los cristianos; el lunes (Lunae dies, día de la Luna), es para la liturgia cristiana la feria secunda, ‘segunda feria’; el martes (Martis dies), día de Marte, ‘feria tercera’; el miércoles (Mercurii dies), día de Mercurio y ‘cuarta feria’; el día de Saturno (por ejemplo, en inglés Saturday), pero la liturgia cristina tomó sabbatum del vocablo hebreo sabbat, ‘reposo’, y está dedicado, como el séptimo día de la creación, al descanso. Muchos pueblos, como último día de la semana, la cual comienzan a enunciar con el lunes, han adoptado el domingo y lo dedican al descanso y al culto religioso.

El domingo en que comienza la Semana Santa es el “de Ramos o de Palmas”, así llamado porque conmemora la entrada de Jesús en Jerusalén, ocasión en que, según san Juan evangelista, “grandes multitudes… tomaron ramas de palmera y salieron a recibirlo…”. La palma, como se sabe, es emblema del triunfo.

En las procesiones que se llevan a cabo por esos días, salen uno o más pasos, que son representaciones plásticas (en esculturas o en vivo) de episodios de la pasión de Cristo, a cuyo paso se suele cantar saetas, tomadas del género treno, o

lamento, referentes a la compasión (con pasión o compadecimiento) del pueblo ante los dolores del “divino Mártir”. En torno a los pasos se reúnen las cofradías, o hermandades, con sus uniformes, en veces encapuchados.

Hay lugares en que se escenifi ca toda la pasión, desde la última cena hasta la muerte en la cruz, pasando por la oración en el huerto, el prendimiento, los juicios, la fl agelación, el via crucis, las negaciones de Pedro, etc. Ha sido la más famosa de estas representaciones la de Oberammergau, en Alemania, y aquí, en México, la de Iztapalapa. En España son célebres las de Cervera, Olesa y Esparraguera.

Otra costumbre es la de hacer, especialmente el jueves, la “visita a las casas o monumentos”, lo cual signifi ca ir de un templo a otro y orar ante los cubiertos altares, porque, efectivamente, en esos días se extienden telas moradas sobre imágenes y retablos, en señal de luto.

Con el lavatorio de pies se recuerda una lección de humildad que Jesús dio a sus discípulos. Ahora, los sacerdotes y los altos prelados lavan y enjuagan los pies a doce fi eles (de preferencia indigentes), que representan a los apóstoles de Cristo. Otros ofi cios son el sermón de las siete palabras, el de tinieblas y el pésame a María madre de Jesús.

Gólgota o Calvario se llama el lugar en que fue crucifi cado Jesucristo. En hebreo es gulgolet y en arameo gugulta o golgota por simplifi cación (haplología). Estas voces signifi can ‘cráneo’. El nombre era, originalmente galgoa, ‘montón de piedras de Goá’, transformado en golgota en arameo; el término se refería a las rocas de ese lugar, redondeadas en forma de cráneo humano.

Por último, el domingo “de Resurrección” se “abre la Gloria”, ceremonia que, hasta hace relativamente poco, se efectuaba el sábado, en curiosa inconsecuencia con el texto del símbolo de los apóstoles, que reza: “al tercer día resucitó de entre los muertos”. De las pascuas católicas, la de Resurrección (las otras son de Navidad, de Epifanía y de Pentecostés) es la más solemne. Debe coincidir con el primer domingo después de la luna llena que sigue al 20 de marzo, y de esta fecha dependen las datas de las otras fi estas movibles de la Iglesia Romana. La palabra pascua provine del arameo pasha (en hebreo pésaj y en griego paskha), cuyo signifi cado original se discute; la voz aramea deriva, a su vez, de pésaj, ‘cojear’ o ‘saltar’; pésaj quizá designó un gesto ritual, un paso de danza sacrifi cial, o el paso del Sol por el signo de Aries, o el paso de la Luna por un punto culminante. En el Éxodo se relaciona con el “pasar de largo” del ángel exterminador que dio muerte a los primogénitos de todas las casas, en Egipto, en cuyas puertas no apareciera rociada la sangre del cordero pascual.

Parece que, en un remoto principio, pésaj y matsot (esto es, ‘ácimos’, en hebreo), antigua fi esta cananea que adoptaron los israelitas, se celebraban separadamente; pero, como ambas coincidían con el primer plenilunio de primavera, se fundieron en la conmemoración de la salida de Egipto de los israelitas.

problemas SIN NÚMERO

Algo en COMÚN

Claudia Hernández García

Fito contó hasta 25 y lo multiplicó por dos, con gran concentración. Sin embargo, los bigotes de Cateto no se movieron para nada. – ¡Eso estaba muy difícil! Vamos a intentar algo más sencillo… ¡ya sé! Cuento hasta 93, muy, pero muy concentrado, y entonces… vas a mover las orejas hacia abajo.

Esta vez, Fito contó todavía con mayor concentración que en el intento anterior. Cerró los ojos apretadamente y contó muy despacio, y cuando por fi n terminó, Cateto se había hecho un ovillo y dormía plácidamente sobre la cama. – ¡Eso no se vale, Cateto! El ayudante de mago no puede dormirse a la mitad de un truco. Ayúdame a pensar… ¡Tiene que haber algún secreto! El otro día vi a un mago en la tele y para desaparecer a una muchacha estiró los brazos así –dijo Fito, muy emocionado, estirando los brazos tal como el mago de la tele. Y aunque no le dijo nada a nadie, estoy seguro de que pensó en alguna fórmula matemática y… ¡Sí! ¡Ya sé! Además de la fórmula, tienes que hacer algo con tu cuerpo, como el de la tele.

En ese momento, Fito reparó en su cuaderno de tareas y recordó que todavía le faltaba resolver cinco divisiones. Se sentó en su silla. – ¡Calma! Se necesita tranquilidad para que esto funcione. Primero hay que pensar qué es lo que queremos lograr… mmm… ¡Ya sé! El gran mago Fito quiere que Cateto se despierte de un brinco… y para eso, voy a hacer esta división hincado sobre la silla.

NORMA MUÑOZ LEDO

Tomado de Matemágicas, de Norma Muñoz Ledo, Norma, México, 2011, pp. 21-22.

Norma Muñoz Ledo (n. 1967) es una escritora mexicana de literatura infantil y juvenil. Entre sus reconocimientos se encuentran el premio Antoniorrobles que otorga la sección mexicana del IBBY (International Board on Books for Young People o Consejo Internacional de Libros para Gente Joven) y el premio Castillo de la Lectura. Matemágicas es un entretenido ensayo en el que confl uyen las matemáticas y la mitología mexicana.

Actividad

En esta edición de Correo del Maestro les proponemos una actividad para alumnos de sexto de primaria en adelante. Sugerimos que primero intenten resolverla en equipos de dos o tres personas y después compartan estrategias y soluciones con el resto de los equipos.

1. Menciona alguna propiedad que tengan en común todos los siguientes números.

161, 252, 343, 434, 525, 616

2. Ahora menciona alguna propiedad que tengan en común todos estos otros números.

11, 22, 121, 1221, 112211, 111222111

3. Por último, hay que encontrar qué tienen en común todos los números de esta serie.

494, 585, 676, 767, 858, 949

c) todos son múltiplos de 13. b) todos son números capicúas. todos son menores que 1000. a) En este caso, los números tienen al menos estas propiedades en común:

c) todos son múltiplos de 11. b) todos son números capicúas. todos se escriben sólo con 1s y 2s. a) Entre las cosas que estos números tienen en común está el que:

(o la de la derecha) suman 7. c) todos tienen la propiedad de que la cifra del centro y la de la izquierda b) todos son múltiplos de 7. de derecha a izquierda). a) todos son números capicúas (se leen igual de izquierda a derecha que Estos números tienen al menos estas cosas en común: 3.

2.

1.

Soluciones:

LIBROS

Leyendas que PERMANECEN

Milka Balparda

La colección de libros para niños de 8 a 11 años que coomentaremos demuestra la permanencia de nuestras leyendas tanto o prehispánicas como coloniales, así como las que se tejen en torno de e los héroes de la independencia. La participación de padres y abuelos os en las narraciones, así como de los maestros, invita a que todo el entorno del niño tome parte en el aprendizaje y disfrute de la lectura. Es importante resaltar que en todos libros los pequeños son los protagonistas de las historias, lo que los acerca a ellas y, tal vez, los motive para crear nuevas.

cuentos con leyenda está formado por cuatro relatos: “Ehécatl, la máscara del vienmaban Ehécatl. De repente se oye un estruendo espantoso y el abuelo sale a buscar a las nietas to”, “Aventura en los volcanes”, “Tonatiuh” y y, bajo el ahuehuete, encuentra… ¿Qué sorpresa “Chocol’ah”. En ellos se narran leyendas pre- habrá? hispánicas pero no todos desde el pasado remo- Solemos evitar el tema preponderante de to, sino desde el presente. esta narración, la muerte; pero los niños están

En el primero, María y Celeste son las nietas expuestos a ella todo el tiempo. Un cuento como de un abuelo de 84 años, un hombre triste por- éste ayuda también a los adultos a abordarlo. que hace poco ha quedado viudo. Este abuelo En la segunda narración, “Aventura en los organiza juegos especiales para sus nietas, como volcanes”, otro par de niños, Gil y Luis, que viesconder alebrijes y máscaras. El jardín donde ven en Amecameca, le cuentan a don Gregorio deben buscar los objetos escondidos es especial la leyenda del volcán Popocatépetl que aprenporque en él hay un ahuehuete que la abuela y dieron en la escuela. Se preocupan tanto por el abuelo plantaron. Ese día, esconde una más- la posibilidad de que el volcán lance cenizas cara del dios del viento, al que los mexicas lla- y fuego, que toman un camión para ir a verlo.

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