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Técnicas de motivación a la lectura y escritura VIII

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Y ARTESANOS

Técnicas de motivación a la lectura y escritura VIII

LIBROS COMO ESPEJOS

Carmen Gamiño

En este camino de acercar a niños y jóvenes a la lectura y a la escritura, he encontrado grupos o personas con los que, a primera vista, parece que no se logrará despertar en ellos el gozo y el disfrute de tomar un libro o la pluma y el papel para crecer con ellos y en ellos. Muchos son los factores que impiden el fl uir en este sentido: la edad, las condiciones desfavorables en los hogares, la infl uencia de bandas que vuelve absurda cualquier actividad fuera de ellas y de las condiciones violentas generadas alrededor de las mismas. ¿Qué hacer para atraer la atención de quien está rodeado de condiciones difíciles? ¿Cómo lograr que vean a los libros y a la escritura como un medio que los hará comprenderse y les será útil como herramienta de vida?

a tarea en ese sentido es ardua y difícil y obliga a buscar métodos para lograr un acercamiento mínimo, pero lo importante es sembrar la semilla, que quede ahí para que crezca en el momento propicio, aunque ya no nos toque verlo.

Una de las estrategias, que encontré para trabajar con un grupo como el que describí, fue encontrar textos que refl ejaran el ánimo y la realidad de la mayoría de los integrantes y trabajar alrededor de ellos; leerlos, desmenuzarlos, jugarlos. Caminar por el texto paso a paso, sin prisa, para dar tiempo a comprender el sentido de las palabras, el para qué de la lectura y de la escritura. Se trata de tomar un texto y asomarnos a él de a poquito, como para entrar en confi anza y poder escuchar aquello que nos quiere decir.

Uno de ellos fue el poema “Nada”, del poeta Ekiwah Adler, originario de Amatlán, Morelos, quien a sus 14 años ya había publicado dos libros: Soy y Palabras inagotables. De su obra dice: “El hecho de tener parálisis cerebral me hizo refl exionar sobre la vida y es lo que trato de expre-

sar en mis poemas”. Lo anterior lo comenté con el grupo para extender la experiencia de vida del autor y que hubiera más elementos de refl exión. El poema es el siguiente:

NADA

Soy un árbol sin sus ramas soy un guerrero que ha fallado su misión estoy encerrado sin salida la tierra tiembla, desolada sólo calles sin fi nal ni destino sólo el sonido de las máquinas ni siquiera el canto de un pájaro. Soy nada no soy aire ni roca inmóvil el peor de los ladrones ha robado mi sonrisa el mar me traga el cielo cae, me aplasta soy una ilusión, un fantasma conozco a lo vacío y el vacío me conoce a mí.

Las siguientes son las actividades que hicimos y que sugiero para trabajar alrededor de los textos que se elijan: 1. Repartir el poema para que lo tenga cada integrante. 2. Leerlo de manera coral, las veces que sean necesarias, para encontrar el ritmo a fi n de lograr leerlo a una sola voz pero entre todos.

Puede jugarse con esta dinámica de lectura en voz alta y, por ejemplo, que el primer verso lo lean las mujeres, el siguiente los hombres y así alternar hasta terminar el poema, o en parejas, las cuales tendrán que aprenderlos de memoria y representarlos con movimientos alusivos al texto, etcétera.

3. Escribir el primer verso en una hoja, leerlo y compartir el signifi cado que para los participantes tenga. 4. ¿Me he sentido alguna vez así? Responde primero levantando la mano y después de manera escrita abajo del verso con un sí o un no.

5. ¿Cuándo? Se escribe la respuesta. 6. Se continúa con el segundo verso (puntos 3, 4 y 5) hasta terminar el poema. 7. El autor, en sus versos, nos dice cómo se siente: ¿Cómo te sientes tú? Se le pide a los participantes que elijan algún objeto, planta o animal que los defi na, que los refl eje en el momento y que escriban una frase en la cual digan cómo se sienten según lo que eligieron. 8. Se les proporciona material para que pinten lo que expresaron en el apartado anterior y escriban sobre la pintura la frase en la cual dicen cómo se sienten.

9. Se les pide que elijan dos versos y agreguen una frase en cada uno que los complete. 10. Luego, que elijan un verso y dibujen alrededor de él lo que todo lo que creen que quiera decir.

Algunas respuestas que he obtenido para el punto tres son:

Soy un guerrero que ha fallado su misión Sí, cuando fallé un gol. Sí, cuando digo mentiras.

Ni siquiera el canto de un pájaro. No, mi familia siempre me acompaña.

Estoy encerrado sin salida. Sí, cuando no me dejan salir de la casa. Sí, cuando me dejan sola.

El peor de los ladrones ha robado mi sonrisa Sí, cuando mis amigos se burlan de mí. Sí, cuando me pegan.

Soy una ilusión, un fantasma Sí, cuando estoy triste y no sé qué hacer.

En el punto siete, algunos de los niños escribieron:

Me siento como este pez porque pienso que todos me odian. Soy un árbol de manzanas porque visto de rojo y estoy feliz. Soy este árbol porque me siento igual que él, parado, inmóvil, menos que todos. Soy este árbol porque cuando saco buenas cali caciones me siento grande. Creo que siempre soy diferente. Estoy solo como una botella de plástico tirada en el parque.

Otro texto que elegí fue el cuento “A los pinches chamacos”, de Francisco Hinojosa, del cual comparto algunos fragmentos.

Soy un pinche chamaco. Lo sé porque todos lo saben. Ya deja, pinche chamaco. Deja allí, pinche chamaco. Qué haces, pinche chamaco. Son cosas que oigo todos los días. No importa quién las diga. Y es que las cosas que hago, en honor a la verdad, son las que haría un pinche chamaco.

El ruido del disparo fue horroroso, yo pensaba que los balazos no sonaban tanto. Al pobre del señor Miranda le salió mucha sangre de la cabeza y se quedó muerto. ¿Está muerto? Pues sí, ¿que no te das cuenta? ¿Ya ven cómo sí sé disparar pistolas? Puta, dijo Mariana. Sí, puta.

A la mañana siguiente, con los huesos adoloridos, desperté a los otros. Pudimos ver ahora sí el cuarto en el que habíamos dormido. Estaba muy húmedo y sucio. Había latas vacías de cerveza, colillas de cigarros, bolsas de plástico, cáscaras de naranja y cantidad de tierra. Olía a puritita mierda.

La lectura los cautivó de principio a fi n; el lenguaje, la violencia, la relación entre padres e hijos. Estuvieron atentos, se miraban unos entre otros, se reían. Fue claro que se veían refl ejados en lo que iban escuchando, en el presente y en el futuro. Refl exionamos mucho respecto de las posibilidades de actuar como ellos, de terminar como ellos. ¿Quién quisiera vivir lo que vivieron los niños en el cuento? Todos dijeron que nadie. Refl exionamos también las posibilidades de la literatura, el permiso que existe en ella de contar cualquier cosa, en cualquier tono y con el lenguaje preciso y necesario. Varios me pidieron el libro para llevárselo a su casa.

La magia de la lectura y de la escritura alcanza a cualquier persona. Cuando parece que no se puede, es que estamos equivocándonos en la selección de textos y en las dinámicas de acercamiento. Por eso es muy importante estar atentos a las necesidades de los chicos con quienes trabajamos. ¿Quisiéramos escuchar hablar de princesas y hadas, cuando nuestra realidad es devastadora? Quizá sí, quizá no, pero es necesario averiguarlo, como es necesario encontrar que la experiencia con el libro nos sacuda para que no se olvide.

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