GUIA FARMACEUTICA EDICION N° 131

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Voces Médicas

Carol Greider: Una historia inspiradora Por: Lourdes Camacho Zambrano, quindewuarmi@yahoo.es

Como de costumbre, Carol Greider, se había levantado muy temprano en la mañana, antes de las 5. Con tiempo de sobra antes de ir a clase de hilar, estaba lavando la ropa y mirando la comida que había roído el hámster de su hija que se había escapado el día anterior. Justo cuando estaba pensando que tendría que conseguir una trampa para atraparlo vivo, llegó la llamada en que le avisaron que había ganado el Premio Nobel 2009 de Fisiología o Medicina, con apenas 48 años de edad. Varios días después, cuando se enteró de que el presidente Obama había ganado el Premio Nobel de la Paz, pensaba para sus adentros: “Apuesto a que no estaba lavando la ropa.” Greider, de la Escuela de Medicina Johns Hopkins fue una de las tres mujeres que ganaron un Nobel en el área de ciencias en la edición número cien de los Premio Nobel. Sólo ocho mujeres habían ganado en fisiología o medicina, y nunca el mismo año tres mujeres obtuvieron el Nobel en ciencias. Adicionalmente, ese mismo año, un total de cinco mujeres consiguieron el prestigioso galardón (Literatura y Economía), una marca inédita hasta ahora, en un ámbito tradicionalmente masculino. La Dra. Greider compartió su premio con Elizabeth H. Blackburn de Australia y Jack W. Szostak, de Gran Bretaña, por su investigación sobre los telómeros. “Los descubrimientos de Blackburn, Greider y Szostak han añadido una nueva dimensión para la comprensión de la célula, han arrojado luz sobre los mecanismos de enfermedades y han estimulado el desarrollo de

potenciales nuevas terapias”, destacó el Instituto. Hay muchas cosas que contar y decir sobre Greider. Nacida en California e hija de un profesor de física y madre bióloga, Greider decidió estudiar en la Universidad de California, en Santa Bárbara. Por entonces, sus intereses se centraban en la Biología Marina. Allí, su mentora, la investigadora Bea Sweeney, en seguida la dirigió al laboratorio de Bioquímica, donde Carol se encontró como pez en el agua. No obstante, antes de ello tuvo que superar muchos obstáculos, un montón de problemas en la escuela pues tenía dislexia, por lo cual la pusieron en clases de recuperación, incluso llegó a pensar que era estúpida. En una de las entrevistas realizadas después de la obtención del premio, al preguntarle que eso debe haber dolido, ella responde: “¡Claro! Sí. Era difícil superar eso. No dejaba de pensar en maneras de compensar. Yo aprendí a memorizar las cosas muy bien, porque yo no podía deletrear palabras. Así que después, cuando llegué a tomar clases de química o anatomía donde tenía que memorizar las cosas, resultó que era muy buena en eso”1. A la hora de extender su formación en otros centros universitarios, Greider siempre contaba con excelentes cartas de recomendación pero no lograba sacar buenas notas en el GRE, un examen que mide el razonamiento verbal, cuantitativo, etc. y que requieren muchas universidades. Finalmente, logró ser aceptada en la Universidad de California en Berkeley, donde conoció a Elizabeth Blackburn. Allí comenzó su meteórica carrera. La investigación fundamental, que las y los científicos realizan por el estímulo de su propia curiosidad, puede llevar a descubrir qué cosas producen determinados fenómenos o la aparición de algunos hechos u objetos desconocidos. Pero para convertirse en una investigadora de primera línea y no dejarse intimidar por un proyecto de las dimensiones

del que estaba llevando a cabo, hay que ser rigurosa y emprendedora. El Día de Navidad de 1984, cuando llevaba nueve meses colaborando con Blackburn -en jornadas de 12 horas- efectuaba con ella su tesis de doctorado, fue la fecha clave de la carrera de esta bioquímica y bióloga. Tenía tan sólo 23 años cuando, al llegar al laboratorio identificó una nueva enzima, la “telomerasa”, responsable de proteger la integridad de los cromosomas, capaz de restituirle al telómero el pedacito que pierde en cada duplicación. Esto implica lograr que la célula se reproduzca indefinidamente, es decir, que no entre nunca en envejecimiento y muerte.

El proceso

En un ser vivo, las células se dividen permanentemente. Cada día, centenares de miles de células mueren y otras nacen. Pero cuanto más se avanza en edad, menos se regeneran las células. Actualmente existen varios factores que explican este envejecimiento. En casi todas las células de nuestro cuerpo (piel, huesos, intestino, etc.) hay un núcleo. En el interior de este núcleo se encuentran los cromosomas. Estos cromosomas están compuestos de una molécula de ADN, una doble hélice enrollada sobre sí misma. Antes de que la célula se divida y dé nacimiento a otras dos células idénticas, el ADN debe

1 A Conversation with Carol W. Greider. On Winning a Nobel Prize in Science. By Claudia Dreifus, Published: October 12, 2009. New York Times. http://www.nytimes.com/2009/10/13/science/13conv.html?_r=1 Traducción propia.

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