Pedro Oeyen - Historia de mi familia - Antepasados paternos - "Oeyen - De Wulf" - Tomo I

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hacía escala en Montevideo, para que no se bajara antes. Llegó a Buenos Aires el 16 de agosto. En los primeros tiempos vivió y trabajó con su padre, que decía: “No dispongo de un inútil, ni de un as, sino de un muchacho correcto”. Después de un tiempo, el abuelo resolvió que la vida de campo le caería bien. Compró una granja en Moreno, Provincia de Buenos Aires, una zona que aún era rural en esa época. Allí fueron a verlo varias veces con parte de la familia, incluyendo a mis hermanos mayores. Hay fotos de ellos y del tío Juan andando a caballo en ese campo. Al cabo de un tiempo, se repitieron los problemas que había tenido en Bélgica con “Charbonex”. Por ejemplo, tenía entre otras cosas una incubadora a kerosene. Ponía en ella huevos a incubar y se iba al casino de Mar del Plata, donde perdía todo su dinero. Se escapaba por la ventana del hotel sin pagar; luego les llegaban las cuentas y quejas al abuelo. Al volver comprobaba que el mechero se había apagado después de ahumar todos los huevos y que por lo tanto, estos ya no servían ni para hacer pollos, ni para consumir. Sin embargo, los lavaba y vendía como buenos, con los consiguientes reclamos, etc. A veces cortaba el alambrado y dejaba que sus cerdos comieran en el maizal del vecino porque había gastado la plata del alimento en el juego. Dicen que, por eso, un día se batió a duelo y sufrió una herida en el pulmón; no pude comprobarlo. Para ayudarlo contrataron a un matrimonio y para controlarlo nuestra abuela fue varias veces para hacerle compañía, así por ejemplo, el 11 de agosto de 1943, desde Moreno le escribía a su hija Régine: Todo anda muy bien. Por el momento mis piernas están muy bien, pero sé perfectamente que siempre hay recaídas. Todavía estamos solos. La mucama de la que me habías anunciado la visita por una notita, no vino. El tiempo es detestable: lluvia, humedad y promesas de lluvia. ¡Qué pesadilla! Podrías pedir una mucama en la Sociedad Filantrópica Belga, Leandro Alem 68, abierto de 2 a 4, teléfono 50-2425. La señorita Pareirq, que yo conocía, murió; pero hay otra belga como secretaria. Sería bueno que telefonearas cuanto antes, o bien que vayas si ella conoce a alguien. Que sea una mucama de la ciudad, lo mejor sería que fuese belga u holandesa, también sería bueno un buen campesino [en flamenco: “boer”] que conozca el oficio, que dormiría afuera, en la piecita. Si vienes, traeme mi pequeño abrigo negro. Me es imposible ir personalmente a buscar una mucama visto las distancias, el idioma, etc. Además aquí sólo se necesita algo provisorio. La pierna de León anda mal, es horrible verla. Hoy a mediodía sufría mucho, pude verlo. Él la curó bien y anda un poco mejor. Pero, ¡qué llaga fea! Es el trabajo que hizo en los campos húmedos para el corral de los chanchitos [en flamenco: “cochonekens”], que la puso tan fea. Saludos a todos y muchos besos. Tu madre, M.O. ¿Fanny no conoce a nadie? León pide ¼ de manteca si vienes y yo quisiera 1 paquete grande maicena y uno chico de tapioca. Notemos que nuestra abuela nunca quiso hablar castellano, lo que la aislaba del resto de la gente y le hacía buscar algo absurdo: una mucama “de ciudad, belga u holandesa” para ir a trabajar en una granja. El tío León tenía várices y muy mala circulación en las piernas, por lo que tuvo muchas veces heridas y problemas en ellas. Finalmente resolvieron vender la granja y León se casó en Buenos Aires a los 35 años, el 10 de febrero de 1945 con Stella Elba Genovese, viuda que no tenía hijos y tampoco los tuvo en esta unión. Nuestra madre escribía a sus padres al día siguiente:

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