Yo me iba pa’ argentina,

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Tes$monios de pobladores


“Yo me iba pa’ Argentina, ésa fue mi embarcá en Puerto Montt, allá tenía parientes. Después, en el viaje me enteré que estaban entregando campos aquí, que estaban colonizando. Yá está dije -como fui campesino toda la vida y tengo ya la edad-, y me bajé acá. Trabajé hartos años apatrona’o acá, me boté a maestro, hice casas, empastás, roces, cercos, de todo, de lo que venía nomás. Si todas estas orillas de río las ocuparon personas que venían de Osorno, de Puerto Montt, vinieron a colonizar. Yo ligerito agarré un buen patrón, don Arturo Schenke. El ‘55 entré yo aquí a esta zona, estuve hartos años trabajando con él, era su brazo derecho, me confiaba todo él. Después ya compré aquí, como cinco años después, pero el ‘73 me instalé aquí yo definitivo. Antes sí, solicité campo en otro la’o, me aseguré en un vallecito que hay allá, 300 hectáreas, pero me quedaba a trasmano, harto a trasmano pa’ llegar. Pero igual tres hectáreas empasté, hice una quinta, una mediagua... Y yo decía, este caballero [el poblador Vera] va a tener que vender este campo. Y empecé a averiguar y supe que vendía, así que me embarqué pa’ Santiago, sin conocer, sangre ‘e pato nomás. Ellos se habían ido del todo y dejaron a un puestero acá. Y lo encontré en Santiago, porque llevaba buenas direcciones... se decidió venderme el hombre, ella más que nada fue, porque ella dijo ¡no, ya no volvían más pa’ acá! Él estaba indeciso sí y ella le dijo: ¡Chago, Chaguito tiene que quedarse ahí, agradece que por Chago tus hijos están vivos!, se las sacó en cara todas, así que ella lo convenció que me venda, así que ahí mismo en Santiago hicimos el trámite en el Ministerio de Tierras. Y en ese tiempo corría el escudo, ¡veinte millones de escudos le pagué!, me vendió las mil hectáreas que tenía agarradas. Yo tuve que vender el campo que tenía, los animalitos, vendí todo y junté el capital para comprar aquí.”


“Yo llegué de 18 años acá, ahora tengo 70 [año 2009]. Yo llegué al valle Quinto, ahí estuve, pasé veinte años ahí, trabajando para el señor Löbel, de Puerto Varas, que ahora vive en Los Muermos. Llegué solo ahí y después de tres años, conocí a mi señora y me casé, ella estaba en otro campo del sector. Yo salí un 2 de noviembre de Puerto Montt y llegué un 2 de diciembre adonde iba a quedar, demoré un mes, era 1958. Y yo me vine porque ya trabajaba con el patrón afuera y él me dijo: -mira, ¿quieres irte a hacer cargo de un fundo que tengo allá en Palena Medio?, porque esto le decían Palena Medio, porque Raúl Marín no era Raúl Marín, era Palena Bajo y estaba Palena Alto y esto quedaba entre, entonces Palena Medio. Y yo le dije bueno ya me voy y entonces me hizo un plano por donde tenía que pasar y me vine.


“…había que sortear la cruzada de dos balsas en el Palena y en el Yelcho. Cuando llovía mucho no se podía cruzar. También había balsa en el Rosselot. Bueno, y cuando el río estaba muy bajo tampoco se podía cruzar. Era realmente complicado el tema de la conectividad. Una vez recuerdo que me escribieron: Mamá ven urgente, mi hermano chocó en moto: entonces tuve que salir soplada y la forma más rápida que pensé fue irme a Chaitén, entonces salí, pasamos una balsa, la segunda y tuvimos que volver. Luego viajé en barcaza desde Puyuhuapi. Al final demoré una semana en llegar.”


“Nosotros jamás supimos que la ECA nos iba a trasladar para allá [Cochrane] y a los 2 meses para acá; nos fuimos con todas las cosas bien embaladas y cuando volvimos, las cosas se vinieron todas amontonadas dentro de un camión, porque a mi marido le avisaron un día como a las cinco de la tarde que se tenía que venir ¡al día siguiente! Naturalmente yo no me quise quedar allá a embalar, costaba mucho salir. El caso es que nuestras cosas llegaron dos meses después.”


“Cuando estuvimos acá en ‘la ESE’, ahí se nos accidentó una vez el hijo mayor que ya tenía dos años. Entonces yo hice una chata, como afuera en el lago Ranco todo eso lo sabía yo, entonces hice una chata y en esa chata lo bajamos pa’ bajo, por primera vez en el río. Y llegamos a una cierta parte y ya íbamos de noche. Le dije a mi socia yo aquí vamos a pasar a alojar. Había un humito se veía al la’o derecho, al la’o norte del río. Así que atraqué así a la orilla, en una playita y llegué ahí yo, en eso bajó un caballero con una carabina en la mano y me dijo -¡Qué necesita!-Señor -le dije yo-, paso a pedirle hospedaje, porque vamos pa’ Puerto Palena y queremos ir a Puerto Montt, llevamos un chiquillo enfermo, caso nos puede dar alojo acá. -Ya, me dijo, pase no más. Y pasamos. Y era don Humberto Jordano, se llamaba. Y ese hombre era médico. Así que el mismo vio al cabrito, nos preguntó unas cosas no más y me dijo, mire, me dijo, yo le voy a hacer una paleteá y salió con un frasquito así, un remedio, no sé cómo le dio el nombre. Este lo tengo pa’ mis niñitos, me dijo. Pero todos somos humanos, se lo voy a dar a usted, me dijo, pa’ que le de a su niñito de tal y tal manera. Él le dio la primera tomadita. Y vuélvanse sobre sí mismo, no vayan a gastar plata, porque esto le va a hacer bien. Así que ya yo, siempre ey sido obediente. Nos volvimos de ahí, me dijo, en tres días más me dijo, ya va a chupar el pecho. Y así fue, y se sanó. El único accidente, pero cuando estábamos allá abajo.”


“Un hermano de mi papá se vino primero al sector donde está ahora El Sauce, quedó con

un campo ahí. Después ese campo lo vendió y ahora es de Ildefonso Berger. Después por ahí cerca llegaron otros de Quilanto, cerca de Octay, allá en la décima región y la voz se corría de que allá están dando Eerras. Se juntó mi papá con un primo y otras personas, arrendaron una avioneta, echaron un vuelo aquí, porque ya tenían digamos el plano, el número de las parcelas y la ubicación. Así que eligieron las parcelas y fueron a Aysén y las solicitaron. Después había que meter trabajo, traer animales y todo el cuento. De esa forma mi papá se instaló. Eso fue el año ‘52 por ahí, ‘51. En este lado, de las diez personas que fueron de ese grupo de mi papá quedaron solamente mi Oo José Luis y mi papá acá, los demás se fueron.”


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