Aniversario quillota2013

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296 AÑOS DE QUILLOTA Viernes 29 de noviembre de 2013

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Celinda Arregui de Rodicio: una mujer olvidada por la historia En Quillota fue telegrafista y espía de la causa revolucionaria, pero luego fue una líder internacional de las causas feministas y de la infancia Hugo Quilodrán Jiménez Marisol Valdes Riffo Durante la Guerra Civil de 1891 -en los postreros días de agosto de 1892- un desesperado Presidente de la República, José Manuel Balmaceda, quiso llegar a Valparaíso, pero la situación no se lo permitió, debiendo obligadamente, pernoctar en Quillota. Para tal efecto, se le acomodó en la modesta habitación que ocupaba el jefe de estación, donde aprovechó de redactar telegramas dirigidos a sus generales, que eran llevados diligentemente por Víctor Echaurren a la oficina del telégrafo quillotano. Ahí, había una telegrafista, a quien Emilio Rodríguez Mendoza, en su obra “Últimos días de la Administración de Balmaceda”, describe como “una china que no carecía de algunos de los muchos atractivos de que dispone el bello sexo según los recuerdos de uno de los caballeros de la comitiva”. Ella los despachó con la habilidad de quien conoce al dedillo el oficio. Sin embargo, lo que Balmaceda y sus acompañantes desconocían era que Celinda Arregui, la telegrafista, había sido enrolada como espía por el Comité Revolucionario Local, de tal forma que los telegramas que el Presidente escribió en Quillota, también llegaron a manos revolucionarias. Pero, ¿quién era esta arriesgada mujer que espió al Presidente Balmaceda? UNA TELEGRAFISTA ADELANTADA A SU TIEMPO La figura de Celinda Arregui surgió a partir de la investigación realizada por el recopilador histórico Hugo Quilodrán Jiménez, denominada “Quillotanos en la Guerra Civil de 1981”. Fue durante dicho estudio que su nombre apareció mencionado en dos obras sobre el conflicto: “Las últimas operaciones del Ejercito Constitucional”, de Eloid Caviedes, editado en Valparaíso; y “Últimos días de la Administración de Balmaceda”, de Emilio Rodríguez Mendoza, editado el año 1899 en Santiago. En ambos, se consigna su participación como telegrafista

en Quillota, durante el breve paso del Presidente Balmaceda por la ciudad. Sin embargo, se trata de uno de esos personajes que le ha hecho el quite a la historia, apareciendo y desapareciendo de los registros cada cierto tiempo, por lo cual -hasta ahora- no se ha podido establecer el devenir completo de su vida. Aunque se desconocen aspectos tales como el origen de su familia, si contrajo matrimonio o tuvo hijos, hay elementos que dan cuenta de que se trató de una mujer adelantada a su tiempo, tanto en pensamiento como en su forma de vivir. Celinda Adela Arregui Quezada nació en Santiago el 25 de julio de 1864, hija de José Balbino Arregui e Isabel Quezada. Aunque no se dispone de información sobre su formación académica, es posible suponer que perteneció a una familia de clase acomodada, dada la amplitud de los conocimientos que demostró a lo largo de su vida y la independencia con la que trabajó y viajó, en una época en que la mayoría de las mujeres vivían confinadas al servicio de sus familias. Tras el episodio de espionaje en Quillota, su rastro se pierde en el tiempo y no es sino hasta el año 1899 cuando, gracias a su experiencia

en la Guerra Civil, es contratada por el Gobierno boliviano, como directora de la Escuela de Telegrafía de Cochabamba, Bolivia. En ese país, según Aníbal Capriles, prefecto y comandante general del Departamento de Cochabamba, “se nota entusiasmo por el aprendizaje de la telegrafía; pero es sensible que la escuela carezca de material científico para la enseñanza práctica”. Quizás fuera ésa la razón que impulsó a la chilena a escribir su primera obra: “Manual de telegrafía eléctrica, teórico -práctico, últimos adelantos sobre la telegrafía sin hilos para los estudiantes del ramo”, publicada en 1900, en Bolivia; y reeditada en 1901, en Valparaíso. Con posterioridad, fue comisionada por el gobierno chileno para interiorizarse de la experiencia obtenida por la Marina en la implementación del sistema radiotelegráfico, lo que permitió que, en 1916, publicara una segunda obra: “La telegrafía sin hilos: Sistemas Marconi y Telefunken prácticamente al alcance de todos”. Este trabajo se escribió para el lector común y corriente en un lenguaje sencillo y claro. “Abrigo la esperanza de que a Chile, en cuyas dilatadas costas y Marina Nacional, se está formando una gran red organizada de estaciones inalámbricas, llegue este trabajo oportunamente, a fin de que las inteligencias estudiosas tengan una base y puedan avanzar en investigaciones más científicas”, señalaba en

Su libro “La telegrafía sin hilos: Sistemas Marconi y Telefunken prácticamente al alcance de todos”, fue escrito con gran sentido pedagógico.

Portada de su obra “Laborando”, una recopilación de su pensamiento en temas como hispanoamericanismo, política, feminismo y educación.

Celinda Arregui era una mujer que destacó no solo por su hermosura, sino también por su inteligencia y don visionario.

su presentación. Fue este trabajo el que la consagró como una de las más acabadas especialistas nacionales en el tema. PRECURSORA DEL FEMINISMO EN CHILE Sin embargo, al finalizar la primera década del siglo XX, la vida de Celinda dio un giro inesperado, al integrarse en 1915 al Círculo de Lectura y fundar, en 1919, el Consejo Nacional de Mujeres, que abrió un nuevo horizonte en la vida de esta visionaria chilena: la lucha por la emancipación de la mujer, en la que también destacó la educadora Amanda Labarca. Fue este primer paso el que la llevó, en 1924, a participar junto a otras destacadas activistas, como E. Brady, G. Barrios y Rebeca Varas, en la fundación del Partido Demócrata Femenino, que fue el fruto natural de diversas agrupaciones. Entre ellas, el ya mencionado Círculo de Lectura y el Consejo Nacional de Mujeres, que a través de la lectura y el estudio aunaron criterios y voluntades para luchar contra la postergación social y política de la mujer. De esta forma, en 1926 integró el Comité Organizador del Congreso Femenino Internacional, el primero en su tipo realizado en nuestro país y, en 1927, conformó el Bando Femenino. De ahí en más el auge del Feminismo en Chile no cesó hasta alcanzar el derecho a sufragio municipal, en 1934, y universal, en 1949. UN SENTIDO SOCIAL VOLCADO EN LAS LETRAS Al revisar los hitos de la vida de Celinda Arregui -quien en 1916 cambió su segundo apellido por De Rodicio, aunque se desconoce la razónaparecen claramente tres etapas destacadas. Dos de ellas,

la de telegrafista y espía; y la de activista del feminismo, son las ya reseñadas. Sin embargo, a partir de 1929 se produjo una nueva etapa en su vida: la del activismo social y las letras. Los registros que hasta ahora se han recopilado la ubican ese año en Madrid, España, participando como representante de los trabajadores chilenos con “El mensaje de los obreros chilenos a los obreros españoles”. El mismo año, pero en Barcelona, visitó la “Exposición de Barcelona” en el mismo rol, siendo destacada como la dirigente más preparada, distinguida y entusiasta. En la ciudad catalana también dictó la conferencia titulada “Chile y sus actividades nacionales” en la Escuela Normal de Maestros, charla en la que utilizó figuras proyectadas. Ese año, el influyente diario español ABC, informó el término de la visita al país de la escritora chilena y representante del Instituto Nacional de Cooperación Obrera de Santiago. Al año siguiente, el 28 de enero 1930, el diario “El Panamá América”, consignó la llegada al país de la intelectual chilena y más tarde aparecen reportes que la sitúan en Ecuador, visitando los centros obreros de Guayaquil. Sin embargo, el afán literario de Celinda Arregui no solo se quedó en lo técnico o dirigencial, pues también publicó obras tales como “Laborando” (1921), que, en 161 paginas, compila sus ideas acerca de hispanoamericanismo, frater-

nidad americana, política -con discretas pinceladas de feminismo, por cierto-, sentimientos patrióticos y educación. Un nuevo libro de Celinda Arregui vio la luz en 1929, en España, cuando, dedicado al niño español y latinoamericano, titulado “Fraternidad”, en cuyas primeras páginas se lee: “Por medio de estas sencillas páginas los niños españoles e hispanoamericanos, estrecharán sus corazones y aprenderán, desde sus primeros años, a amarse mutuamente a través del espacio, de los mares y de las montañas”. No cabe duda alguna que respecto de la figura de Celinda Arregui de Rodicio aún hay mucho que investigar y rescatar. Aspectos de su vida personal y familiar; las detalladas notas que habría registrado en los aciagos días de la Guerra Civil mencionadas en la obra de “Las últimas operaciones del Ejército Constitucional” de Eloid Caviedes; también los libros que habría escrito, según menciona Felicitas Klimpel, en “La Mujer Chilena. El aporte femenino al Progreso de Chile. 1910-1960”, titulados “Niños Vagabundos” y “La Criminalidad Infantil”; y los que habría estado preparando cuando presentó “Fraternidad”: “Impresiones de Viaje” y “Ansias de la Humanidad”. Todas ellas son solo algunas de las aristas de esta enigmática mujer, que algún día estuvo en Quillota al servicio de la causa revolucionaria y que, con posterioridad, enarboló otras banderas de lucha, que la historia debe rescatar.


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