"Quién apaga las estrellas"

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¿Quién apaga las estrellas? 7º CONCURSO NACIONAL DE CUENTOS PARA CHICOS Y CHICAS

Jurados: Margarita Eggers Lan • Diego Bianki • Esteban Valentino • Verónica Parodi

“Aquí hay que plantar la vida”, dijeron las Madres de Plaza de Mayo, al realizar su “desembarco” en el lugar que fue el mayor centro clandestino de tortura, desaparición y muerte, también maternidad clandestina, la ex Esma. Y en ese desafío nos encontramos construyendo esta casa que sigue esperanzada, porque hoy es un espacio de resistencia desde el arte transformador y luminoso. En ese camino, el ECuNHi celebra la esperanza a través de la literatura como herramienta poderosa. Una sociedad entera ha decidido apoyar esta tarea de transformación colectiva. Por eso, aunque desde 2016 no cuenta con financiamiento alguno por parte del Estado, el ECuNHi sigue adelante. Junto a artistas como Margarita Eggers Lan, Diego Bianki y Esteban Valentino, integrantes del jurado de este concurso; junto a otros como Laura Devetach y Laura Roldán Devetach, entusiastas promotoras de su realización. Junto a los maestros y maestras, bibliotecarios y demás mediadores de lectura, que en una amorosa red invitaron a los chicos y chicas de todo el país a animarse a escribir. A todos ellos, y a vos que te sumás leyendo estos cuentos, ¡gracias! Entre todos estamos construyendo la Casa de las Madres.

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¿Quién apaga las estrellas?

7º CONCURSO NACIONAL DE CUENTOS PARA CHICOS Y CHICAS


Título: ¿Quién apaga las estrellas? Textos premiados en el 7º Concurso Nacional de Cuentos para chicos y chicas, 2020 © Ediciones ECuNHi, 2020 Cátulo Castillo 3118 (C1261ACR) - CABA - Argentina Teléfono (54 11) 4703-5089 hastalavida@nuestroshijos.org.ar www.nuestroshijos@org.ar © De los autores © De los ilustradores Directora socio educativa del ECuNHi: Verónica Parodi Directora artistica del ECuNHi: María de los Angeles Ledesma Jurados: Esteban Valentino, Margarita Eggers Lan , Diego Bianki y Verónica Parodi. Responsable de la edición: Verónica Parodi Diseño y armado: María Inés González Corrección: Gimena Blixen Arte de tapa: Diego Bianki Hecho el depósito Ley 11.723 Libro de edición argentina

¿Quién apaga las estrellas? : textos premiados en el 7° concurso nacional de cuentos para chicos y chicas, 2019 / Diego Bianki... [et al.].- 1a ed ilustrada.Ciudad Autónoma de Buenos Aires : ECuNHi, 2020. Libro digital, PDF Archivo Digital: descarga ISBN 978-987-46254-3-4 1. Literatura Infantil y Juvenil. 2. Narrativa Infantil y Juvenil Argentina. I. Bianki, Diego. CDD A863.9283


¿Quién apaga las estrellas? 7º CONCURSO NACIONAL DE CUENTOS PARA CHICOS Y CHICAS

Jurados: Margarita Eggers Lan • Diego Bianki • Esteban Valentino • Verónica Parodi



Agradecimientos A las Madres de Plaza de Mayo, por cada paso de amor en estos cuarenta y tres años de memoria iluminada. A Laura Devetach y Laura Roldán Devetach por el abrazo inmenso y constante a la Casa de las Madres. A María Inés González que trabajó amorosa y comprometidamente en este libro, que quedó precioso. A Karina Micheletto, María de los Ángeles Ledesma, Gimena Blixen y Gaby Minardi por el apoyo incondicional para esta séptima edición. A la Asociación de Amigos del ECuNHi y a todos sus trabajadores que siguen sosteniendo estos desafíos. A los jurados de honor: Margarita Eggers Lan, Diego Bianki, Esteban Valentino y Verónica Parodi por las ganas de seguir haciendo, apostando a la literatura, siempre. A los ilustradores: Laura Michell, Verónica del Giudice, Ernesto Navarro, Martín Morón y Pablo Médici (Brocha), que regalaron su arte para que este libro sea posible. A los chicos y chicas, docentes y familias de todo el país que participan del concurso, que se animaron a volar con entusiasmo e imaginación, apostando a la palabra y a la belleza en esta séptima edición. A todos ellos gracias por celebrar la vida, la memoria y la construcción colectiva de este espacio cultural.

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Como las chicharras de Roldán Desde el Espacio Cultural Nuestros Hijos, de Madres de Plaza de Mayo, nació hace ya siete años el concurso literario “¿Quién apaga las estrellas?”, como una propuesta que invita a soñar, a pensar, a habitar el mundo desde la literatura, tejiendo lazos. Una propuesta que ha logrado sembrar para compartir, pintar con historias, traer vida, nombrar palabras que van contra el silencio. Escribir y soñar otros mundos posibles. Creerlos. La memoria se construye y se defiende a través de estas propuestas, se multiplican. Invitan a la transformación y te transforman. Aquí donde habitó todo el horror, nace esta propuesta literaria que propone a chicos y chicas de todo el país contar historias para mantener vivos los sueños. Como el resto de las propuestas artísticas que se desarrollan en el Espacio Cultural Nuestros Hijos – ECuNHi cobra el sentido de la lucha que las Madres de Plaza de Mayo sostienen hace tantos años. Gustavo Roldán es el gran inspirador del concurso. Ilustradores, autores, docentes, bibliotecarios, padres, madres y niñes participan en cada edición con entusiasmo y compromiso, toman esta propuesta con alegría, conformando un tejido de palabras, de historias, movilizando el pensamiento y el corazón. En este concurso la palabra es de ellos, y los jurados y los lectores nos encontramos con cuentos que se escribieron desde cada rincón del país llegaron desde CABA; Jesús María, CÓRDOBA; San Cristóbal, SANTA FE; San Martín de los Andes, NEUQUÉN; Los Molinos, SANTA FE; Santa María de Punilla, CÓRDOBA; Provincia de BUENOS AIRES y Gualeguaychú, ENTRE RÍOS. Con su acento, con sus paisajes, con sus colores, cada cuento trajo un canto diferente que se sumó a otro y juntos hicieron uno solo para llenar el monte con su canto. Como las chicharras de Roldán. En estos cuentos hay sueños, hay preguntas, hay dudas, hay vida y hay esperanzas de un mundo mejor. Verónica Parodi Directora socio educativa del ECuNHi

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Palabras del jurado para los ganadores del concurso: Chiques querides: una vez, hace mucho tiempo, cuando todos los integrantes del jurado estábamos juntos en una fiesta, una persona muy sabia nos preguntó si sabíamos para qué servía leer. Cada uno de nosotros le dio una respuesta y entonces esa persona sonrió y nos dijo que por supuesto leer servía para todo eso, pero que básicamente servía para vivir la vida de otros, para ponerse en el lugar de otros, para saber, digamos, qué haríamos con la princesa si fuéramos el dragón; es decir, ¿la comeríamos o no la comeríamos? Bueno, pensándolo bien, nos parece que escribir sirve para más o menos lo mismo. Pero con un agregado que no es nada pavote y que, además, le suma a los demás nuevas vidas que leer, nuevos lugares en los que ponerse, puertas que dan a sitios todavía no visitados por nadie. Es decir, cuando uno escribe, en realidad lo que está haciendo es dibujar mapas de países aún desconocidos, poner una puerta con el picaporte sin tocar. Por eso lo que ustedes hicieron es tan lindo y tan ayudador. Les están diciendo a los que los leen que vayan por esos senderos marcados en sus mapas, que se metan sin miedo por esa puerta que quién sabe adónde va a parar. Porque eso es precisamente lo maravilloso de la aventura de leer, que uno sabe en qué universo empieza, pero que no tiene la menor idea de en qué universo termina. A eso algunos lo llaman crecer. Nosotros, más humildemente, lo llamamos ser mejores tipes. Un beso gigante. Esteban Valentino, Margarita Eggers Lan, Diego Bianki y Verónica Parodi

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ESCRITORES

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Cuando llovieron buñuelos

Gustavo Roldán Ilustró: Brocha

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Cuando llovieron buñuelos Dicen que había unos ladrones que llevaban varias mulas con las alforjas llenas de monedas de plata. Cuando se hizo de noche, decidieron descansar, ataron las mulas y se echaron a dormir. En medio de la oscuridad, una de las mulas se espantó, cortó las riendas y se perdió corriendo en el monte. Los ladrones se despertaron a la madrugada y vieron que les faltaba una mula, pero como estaban huyendo, y sabían que ya les pisaban los talones, tuvieron que seguir viaje a las apuradas. –Después, volveremos a buscarla –dijo el jefe–. Ahora, tenemos que escapar sin perder tiempo. Y se fueron. Mientras tanto, la mula, cansada por el peso de las alforjas, se puso a descansar bajo un árbol. Ahí la encontró un viejito que andaba en busca de leña. Le sacó las alforjas, que eran coloradas y cubiertas de bordados, y cuando vio que estaban llenas de monedas de plata, las enterró al pie de un algarrobo. Volvió a su casa y le contó a su mujer lo que había pasado. –No tenés que decírselo a nadie –le dijo la mujer, porque el viejito era muy inocente y muy hablador. En varios viajes, acarrearon todas las monedas y la viejita las escondió. Pero se quedó preocupada. Conocía muy bien a su marido, que era demasiado hablador y podía andar contando todo. La viejita pensó y pensó, hasta que vio pasar un chico con guardapolvo que iba a la escuela. Entonces, se le ocurrió la idea. Al otro día, le dijo a su marido: –Ahora que somos ricos, vas a tener que aprender a leer y a escribir. Mañana mismo comenzás a ir a la escuela. El viejito protestó y protestó, pero la mujer estaba empecinada en que fuera. No tuvo más remedio que ir. Todas las mañanas, con un remendado guardapolvo, montaba su burrito y marchaba a la escuela. No aprendía mucho y le daba una enorme vergüenza estar junto con los chicos, hasta que un día dijo: –Bueno, vieja, ya no quiero ir más. –Ta’ bien –contestó la viejita, sin protestar. Esa noche, mientras el viejo dormía, hizo una fuentada de buñuelos y los

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desparramó por todo el patio, tiró un montón arriba del techo del rancho y se fue a dormir. Cuando se levantaron, el hombre gritó: –¡Mirá, vieja, llovieron buñuelos, esto sí que es tener suerte! Se pusieron a juntar, a manos llenas, los buñuelos que estaban por todas partes, y comieron hasta cansarse. Nunca habían comido buñuelos tan ricos. Y comenzaron a pasar las semanas. Un día, aparecieron por el rancho los ladrones. –Andamos buscando una mula que se nos escapó hace un tiempito con unas alforjas coloradas. ¿No la vieron por aquí? –Sí, señor –dijo el viejito–. Yo encontré las alforjas y estaban llenas de monedas de plata. Mi mujer las guardó. –Bueno –se alegró el bandido–, esas monedas son nuestras y venimos a buscarlas. –Aquí no tenemos ninguna alforja colorada, y menos, monedas de plata –dijo la viejita. –Su marido acaba de decirnos que usted las escondió. Más vale que nos entregue todo, sin perder tiempo. –A ver, viejo, ¿cuándo encontraste esas monedas de plata? –¿No te acordás? Cuando iba todas las mañanas a la escuela. –Ya ven que no sabe lo que dice. ¡Cuándo habrá sido eso! –Pero no hace mucho, mujer, ¿no te acordás de esa noche que llovieron buñuelos? Los bandidos vieron que estaban perdiendo el tiempo, dieron la vuelta y se fueron a buscar para otro lado. Dicen que todavía andan preguntando, por ahí, por unas alforjas coloradas. Fin

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Gustavo Roldán Nació en el Chaco en 1935, y creció en el monte, en Fortín Lavalle. Por su libro Como si el ruido pudiera molestar mereció en 1992 el Tercer Premio Nacional de Literatura; por Todos los juegos el juego, en 1995, el Segundo Premio Nacional de Literatura. Se le otorgó el Premio Konex 1994 por la totalidad de su obra, y en 2002 obtuvo el Premio Pregonero de Honor, Fundación El Libro. En 2004, recibió nuevamente el Premio Konex por la totalidad de su obra. Entre sus libros figuran Como si el ruido pudiera molestar (1986), Sapo en Buenos Aires (1989), Penas de amor y de mar (1990), Todos los juegos el juego (1991), La noche del elefante (1995), Crimen en el arca (1996), El último dragón (1997), Dragón (1997), La leyenda del bicho colorado (1998), Historias del piojo (1998), Cuentos del zorro (1999), Cuentos de mundos lejanos (2002), El camino de la hormiga (2004), El vuelo del sapo (2005).

© 2011, 2020 El Gato de hojalata S.A. © 2011, 2020 Editorial Guadal S.A. © 2011, 2020 Gustavo Roldán, Laura Roldán “Cuentos que sopla el viento”, colección Atrapacuentos

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Pat Garret and Billy The Kid Esteban Valentino Ilustrรณ: Ernesto Navarro 16


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Pat Garret and Billy The Kid Guillermo Deguidi tenía nueve años y los amigos lo decían Billy. Patricio Garretón también tenía nueve años y también tenía un apodo. Los amigos le decían Pato o simplemente Pat, sobre todo cuando jugaban a que eran vaqueros del Lejano Oeste, lo que ocurría a cada rato. Billy insistía en decirle Pat y Pato no se molestaba. Asaltaban la diligencia y entonces eran Pat y Billy, dos ladrones de cuidado. Después de tomar la leche siempre quedaba algún banco para robar o algún sheriff idiota al que mandar al otro mundo. Lo mejor era no meterse con Pat y Billy. Patricio era el mejor amigo de Guillermo. Y Guillermo era el mejor amigo de Patricio. En la escuela no eran lo que se dice dos joyitas. Para decirlo rápido, no había cordón de compañera atado extrañamente al banco o inesperada laucha corriendo por el aula que no los tuviera como protagonistas. La directora se había acostumbrado a su visita y ya no le llamaba la atención verlos llegar por el patio, enviados por la señorita Susana, con cara de arrepentidos. Pero, fuera de eso, todo el mundo sabía que eran dos buenos tipos, de esos que siempre aparecen cuando hace falta una mano o un pie, si el pedido de auxilio tenía que ver con un partido a la pelota. Resumiendo: dos buenos tipos, sí; dos joyitas, no. La historia entre los dos empezó a complicarse cuando a la maestra se le ocurrió la idea de pedirles a sus alumnos que preparen en sus casas alguna composición de tema libre. -Algo sobre lo que quieran escribir, chicos –les pidió Susana-. Y cuando la terminen me la traen. Esa tarde, mientras su mamá, Margarita, ordenaba la biblioteca, Billy tomó un viejo libro de su papá sobre historias del Lejano Oeste para sacar ideas sobre su redacción, sucedieron dos cosas importantes: descubrió las vidas de Pat Garret y Billy The Kid y empezó a alejarse de su amigo. Se dio cuenta de lo parecido de sus nombres y para confirmarlo los dijo en voz alta. -Pat Garret, Pat Garretón, Billy The Kid, Billy Deguidi. Algo tiene que querer decir. Es mucha casualidad. Y leyó. Leyó que Pat Garret había sido el mejor amigo de Billy The Kid y que había sido su mejor compañero en esa costumbre tan de Billy de quedarse con el ganado de otros. Leyó que un día Pat quiso abrirse de

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la banda y que se marchó a manejar su propio rancho como cualquier tranquilo ciudadano de Texas. Y leyó que hasta su casa llegaron los ganaderos de la zona y le ofrecieron una fortuna para cazar a Billy. Y leyó que aceptó. Y que fue a buscar a su antiguo amigo. Y leyó que lo mató. “Esto es lo que yo llamo un buen tema para una redacción y no eso de la vaca”, se dijo Billy. Ya tenía un buen tema para impresionar a la señorita Susana, cosa que, dicho sea de paso, buena falta le hacía. Esa misma tarde se encerró en la habitación, agarró la mejor birome que tenía a mano y se puso a escribir: El sol caía con todo sobre Texas. Caía como un arquero después de atajar un tiro difícil. Billy The Kid, el ladrón de vacas más famoso de toda la historia, ya sabía que su viejo amigo Pat Garret lo había traicionado y que pronto iba a aparecer para retarlo a un duelo y que entonces alguno de los dos iba a morir porque Billy lo había visto en el saloon hablando con los dueños de las vacas y sabía que le habían dado mucha plata para que lo matara en el duelo y Billy dijo el muy sucio y que él no le tenía ningún miedo a Pat Garret porque el mejor ladrón era él y no Pat que al final había decidido abrirse de la banda y Pat tenía miedo. El grito de la mamá lo sacó de concentración. Era la hora de la cena y tenía hambre. “Es que anduve mucho a caballo” pensó mientras se reía de su idea y abría la puerta. Lo primero que vio a la mañana cuando llegó a la escuela no le gustó ni medio. Pato estaba hablando con la directora. Eso siempre quería decir que se estaba ligando un reto y el paso siguiente era siempre el llamado a él. Pero no, no lo llamaron y Billy se extrañó. Pudo preguntarle a su amigo recién en el recreo. -Viejo, ¿qué te estaba diciendo la dire antes de entrar? -Ah, nada –dijo Pato-. Lo que pasa es que la última vez que citaron a mi mamá ella no pudo venir y me estaba haciendo una nota. Ahora tengo que traerla firmada para mañana. Pero con el lío del nuevo trabajo de mi mamá no sé que va a hacer. Ma sí, yo le doy la nota y que se arregle ella. Billy miraba a su amigo y no decía nada. En ese momento empezó a no creerle. Ese día casi no jugó con Pato. Lo miraba correr en el recreo y se hacía el distraído cuando lo llamaba. Se puso a pensar en la redacción. ¿Cómo seguiría? Esa tarde se enteró.

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Pat empezó a buscar a Billy por los lugares donde había más vacas que eran lo que Billy más robaba y también un banco de vez en cuando pero casi siempre eran vacas lo que robaba y por eso los ganaderos estaban tan enojados con Billy porque les robaba las mejores vacas y así que Pat se fue al campo y se puso a dar vueltas hasta que alguien le dijera que Billy se estaba robando vacas de un rancho y llegó Maikel Jordan el ganadero más rico de Texas y le dijo Mister Garret, Billy The Kid está robando mis vacas y debe ir usted allá para detenerlo y entonces Pat le dijo para eso me paga míster Jordan y Pat se subió a su caballo y le pegó pero Billy nunca le pegaba a su caballo para que saliera rápido al rancho de Maikel Jordan y al fin se iba a encontrar con Billy y podía cobrar la recompensa. Pato no entendía un pepino. De buenas a primeras, Billy había dejado de hablarle y ya no quería jugar más con él. En una de esas había hecho algo que no le había gustado, pero no se acordaba de nada grave. Su mamá le dijo que ya se le iba a pasar, así que resolvió esperar. Pero Billy tenía cada vez más rabia adentro. Estaba seguro de que la charla de Pat con la directora no tenía nada que ver con una citación a los padres. “Va a hacer lo mismo que el otro Pat –se decía-. Me va a traicionar y me va a entregar para que la directora me castigue a mí solo.” Tal vez su madre lo entendiera. -Ma –le dijo esa tarde-, creo que estoy condenado. - ¿Qué? - preguntó la señora poniendo la carne al horno. -Los nombres, mami, los nombres me van a liquidar. -No te entiendo, Billy. -El libro de papá sobre el Lejano Oeste. Dice que Billy The Kid era un famoso pistolero y que Pat Garret, su mejor amigo, lo traicionó para cobrar una recompensa de los ricos de Texas. ¿Te das cuenta? - ¿De qué? - preguntó la mamá picando un poco de panceta. Pero entonces algo se rompió dentro de Billy Deguidi. Si hasta Margareth, su Margareth, le daba más importancia a la carne con tocino que a él todo estaba perdido. -De nada, no te preocupes- pudo decir antes de irse. Desde ese día decidió trabajar solo. Pero tenía que seguir con la redacción. Se acercaba el día de la entrega y todavía le faltaba bastante. Pat llegó al rancho de Jordan y se bajó del caballo y preguntó a los peones qué había pasado con las vacas y le dijeron que había sido Billy y Pat dijo que la

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lucha con su amigo iba a terminar ese día y volvió a subir al caballo y pensó que Billy podía estar en un solo lugar que era el Dedo de Piedra cuando cruzan la frontera con México y se fue para allá. -Mamá, me voy a la escuela- gritó antes de cerrar la puerta de calle -Bueno, pero no se queden a la vuelta jugando con Pato que voy a hacer milanesas- le respondió Margarita. “No, Margareth- pensó Billy saliendo al día que prometía un sol redondo y caliente-, no nos quedaremos jugando a nada con Pat”. Cuando llegó a la escuela, Pato ya estaba dándole con alma y vida a la pelota de trapo que habían armado entre los dos - ¿Jugamos? - le preguntó. Billy lo miró con unos ojos llenos de rabia. -No. Y no quiero que me hables más. Pato no tuvo que buscar mucho a Billy porque conocía muy bien el Dedo de Piedra y el camino que había hecho tanto y además sabía que Billy lo iba a estar esperando y que no le iba a hacer trampa y Billy lo estaba mirando desde lejos y pensó que ese día con el sol redondo y caliente era un buen día para morir. La mañana trajo la clase de Ciencias, pero sobre todo trajo al hámster de Cristina al aula. El recreo y la soledad del salón fueron una tentación demasiado grande para Billy. Antes hubiera llamado a Pato para hacerlo juntos. “Pero ahora voy a trabajar solo” se dijo. Esperó a que la señorita Susana se fuera al patio y entró sin hacer ruido. Pero no pensó que otro podía haber tenido la misma idea. Cuando soltó el hámster y levantó la vista para irse se encontró con los ojos de Pato que lo miraban desde la puerta. Billy le dijo a Pat -Te estaba esperando porque sabía que ibas a venir a buscarme. Y Pat le dijo a Billy -Y yo sabía que me ibas a esperar sin hacer trampa porque sos un buen ladrón de vacas. -Y Billy le dijo a Pat que -Yo no soy un traidor y no traiciono a un amigo por unos sucios dólares. -Y Pat le dijo a Billy que- Ahora tienen que hablar los revólveres y es hora de que saques tu revólver. Y Billy le dijo a Pat- No, Pat.

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- ¿Quién fue? - preguntó la señorita Susana. Pero nadie de la clase movió un dedo-. Voy a repetir la pregunta una vez más. ¿Quién dejó libre al hámster? -Nada. -Bueno, si no quieren hablar vamos a preguntar uno por uno a ver si recuperan la memoria. “Ahora es el momento, Pat -pensó Billy-. Ahora es el momento de delatarme y cobrar la recompensa”. La señorita Susana seguía con su interrogatorio. - ¿Mariani? -No sé, señorita. - ¿Pizzi? -No sé, señorita. - ¿Prieto? -No sé, señorita. - ¿Garretón? Nada. - ¿Garretón?... Pat Garret le preguntó a Billy - ¿Cómo que no vas a disparar? Y Billy le dijo que no -No Pat no voy a disparar y me voy a dar vuelta y me voy a subir a mi caballo lo más tranquilo y me voy a ir con mis amigos y para matarme me vas a tener que matar por la espalda y así no se mata a un amigo. Y Pat Garret le gritó que no, no te vayas Billy porque si te vas te voy a matar igual. Y Billy le dijo de vuelta que no vas a matar a un amigo y se subió al caballo y se empezó a ir despacito despacito. - ¿Garretón? - repitió la señorita Susana. Billy Deguidi cerró los ojos para no oír. Pero igual la voz de Pato le llegó clara. -No sé, señorita. Y entonces algo volvió a romperse dentro de Billy. Y entonces pudo volver a respirar sin esfuerzo. Y entonces pudo levantarse de su asiento sin decir una palabra y salir del aula. Y caminar solo hasta la dirección. Y contarle todo a la directora. Y estar contento como si fuera Navidad, aunque el cuaderno de comunicaciones prometiera otras cosas.

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Pat Garret se puso como loco y empezó a gritarle a Billy The Kid - ¡Billy te estoy apuntando y te voy a matar! ¡Billy, te estoy apuntando y te voy a matar! ¡Billy, Billy, Billyyyyy! -Te está llamando Pato a los gritos para que vayas a jugar, Billy- le dijo la mamá. ¿Vas a ir?

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Esteban Valentino Nació en Castelar en 1956. Es maestro y profesor universitario en Letras y escritor argentino especializado en literatura infantil y juvenil. Obtuvo numerosos premios por su obra, entre ellos el Premio Amnesty International en 1995. Sus libros Caperucita Roja II, A veces la sombra, Un desierto lleno de gente, Todos los soles mienten, entre otros, han sido destacados y premiados por la Asociación Argentina de Literatura Infantil y Juvenil (ALIJA) y Fundación El Libro. Su literatura se centra en lo que nos pasa como sociedad, en las miserias y grandezas que ha construido la humanidad desde siempre, en particular las sociedades contemporáneas. La pretendida normalidad, la exclusión, la tristeza, la solidaridad, el amor: todo eso se juega en sus libros.

Inédito © 2020, Esteban Valentino

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Una primavera muy particular

Margarita Eggers Lan Ilustrรณ: Verรณnica del Giudice

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Una primavera muy particular Federico jugaba a las escondidas en el parque, con sus amigos. Cuando quiso acordar, estaba en medio de unos árboles enormes. De uno de ellos colgaba una enredadera llena de campanitas violetas. -Aquí me voy a esconder, nadie me podrá encontrar- dijo Federico. Levantó la enorme planta colgante y se metió debajo. Ni bien apoyó su espalda en la corteza del árbol, el tronco hizo CRAC… CRAC… Federico empujó con la mano y comprobó que se hundía. “No puede ser… ¡este árbol está hueco!”, pensó. Con todo su cuerpo hizo fuerza hacia atrás y el árbol se abrió como una cáscara de nuez. Se hubiera pegado un porrazo terrible si no fuera porque, cuando empezó a caer, su buzo quedó enganchado en una rama. En cuanto sus ojos se acostumbraron a la oscuridad, pudo ver hacia abajo un largo túnel y a lo lejos, muy, muy lejos, brillaba una lucecita. “En una buena te metiste, Fede.”, se dijo a sí mismo. Con los pies, pateó en el aire y chocó con algo duro. Parecía una escalera. Entonces, se desprendió como pudo y empezó a bajar lentamente. Un escalón… dos… tres… muchos. Así hasta que llegó a una puerta. Federico la abrió y… ¿A que no se imaginan qué encontró? Pues una viejita, muy viejita, toda encorvada, que hablaba sola. Federico caminó unos pasos, pero la anciana parecía no verlo. Iba y venía de un lado al otro, con un largo palo, revolviendo unas ollas que hervían y largaban nubes de vapor. Cuando se cruzó con Fede no se sorprendió para nada. Le dijo: -Correte de mi camino… ¿no ves que estoy apurada? ¡No llego a tiempo! -¿A tiempo para qué? – preguntó nuestro amigo. -Para la primavera. Pero… ¡basta de charla y vení a ayudar! La señora tomó una cuchara y se la dio a Federico. -Tomá, revolvé el perfume de las violetas. Yo tengo que terminar el de los jazmines. Y todavía no empecé con el de las rosas. Ese es más complicado, porque hay tantas clases de rosas… Mientras trabajaban, la anciana le contó que se llamaba Clelia y que era la encargada de fabricar el perfume de las flores. Pero resulta que ese invierno se la pasó muy resfriada y se había demorado.

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Fede revolvía con la cuchara un líquido muy extraño, mientras doña Clelia iba echando con su mano arrugada unos polvos que sacaba de unos frascos pequeñísimos, mientras decía: -Dulces violetas, amorosas flores, perfumen el aire con sus suaves olores. Después se acercaba hasta otra de las grandes cacerolas y vaciando un pote blanco, repetía varias veces: -Para los enamorados, ramos de jazmín. Aunque se marchiten su aroma no tiene fin. Federico estaba feliz. Se sentía muy bien ayudando en tan importante tarea. Así que se ofreció amablemente a repartir los perfumes. Quería que la primavera pudiera llegar a tiempo. -Bueno – dijo doña Clelia – tenés que ir por esos caminos y volcar los aromas en unos maceteros. Así los olores suben a las plantas y llegan a las flores. Federico salió presuroso a cumplir su misión, llevando en una canasta un montón de tarros de perfume. Pero sucedió que, de golpe, se encontró en medio de un laberinto de túneles que tenían cartelitos con estos: “Margaritas, cincuenta pasos a la derecha”. “Jazmines, cuatro saltos por el medio”. “Claveles, veinte suspiros a la izquierda”. Yo les juro que Federico hizo las cosas lo mejor que pudo. Cuando subió de nuevo a la superficie, los chicos estaban poniendo mantelitos sobre el pasto, preparando el picnic de la primavera. Una nena se acercó a un clavel, lo olió y dijo: -¡Sientan qué hermoso perfume a jazmín! Y sí. ¡Qué le vamos a hacer! Ese fue el año en que las flores cambiaron los aromas y todo el mundo anduvo muy confundido. Pero les aseguro que resultó una de las mejores primaveras, una primavera muy particular.

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Margarita Eggers Lan Nació en Buenos Aires en 1955. Es escritora, ilustradora y editora. Se dedicó especialmente a la promoción de la lectura. Como experta internacional trabajó en la Organización de Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura. Aquí en Argentina ha trabajado como consultora del Ministerio de Educación, fue Coordinadora de la Campaña Nacional de Lectura y luego, hasta 2015, Directora del Plan Nacional de Lectura. Publicó libros de texto y de cuentos. Ganó varios premios por sus libros, entre otros Mi papá es filósofo y Nunca pierdas de vista tu sombra.

© 2020, Margarita Eggers Lan

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CUENTOS PREMIADOS

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Categoría 7 a 9 años Individual

PRIMER PREMIO

Lo que cuentan no siempre es verdad Ilustró: Laura Michell

Ana Tendler Coscia

(9 años) Escuela Nº 19 D. E. 7 (gestión pública) Ciudad Autónoma de Buenos Aires 33


Lo que cuentan no siempre es verdad Capitulo 1:

Hola: Soy Jiny, nacida en Juriano un país de Júpiter. No tengo ocho bocas, ni un solo ojo, tampoco antenas, no soy verde y no vuelo con una capa roja. Me refiero a que soy muy parecida a ustedes. Yo conozco a Clark Kent, si, el de Cryptón. Su planeta explotó hace 87 años. Clark, no tiene poderes, al contrario, tiene que “pelear” para que no lo despidan cada 0 x 0, ¡ah! Vale aclarar que 0 x 0 es como dicen ustedes cada 2X3. Les voy a explicar cómo aprendí español (e inglés y sueco que también sé). A los jupiterianos nos dicen que en la Tierra no hay vida, como seguramente a ustedes les dijeron que no la hay en Júpiter. Para comprobarlo, un día me fui de expedición por la galaxia. Al pasar por la Tierra, vi grandes ciudades, océanos, un pez multicolor, flores, árboles y personas, muchas. Paré en Argentina, era como estar en casa… bue… excepto que en Júpiter hay patinetas voladoras y no hay… ¿cómo se llamaban? ¡ah, sí! Acá no tenemos barcos a vela, qué tranquilidad… Como ya les dije, soy de Juriano, un país de Júpiter, esto significa, que tenemos países, como en la Tierra. Yo conozco: Juriano, Champino, Elogito,

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Andura, Plogaria, mejor dejo de enumerar porque no termino más, en Júpiter los países son muy chicos, y el planeta tan grande… Tuve la inquietud de escribirles porque no me gustan las guerras. Júpiter va a hacer explotar a los demás planetas de la Vía Láctea para obtener riquezas, se están convirtiendo en gente ambiciosa. Tal vez no lleguen a hacerlo en la Tierra ahora mismo, pero en un futuro podrían llevarse riquezas preciadas, temo por una guerra interplanetaria. Sólo escribo para pedir ayuda, ya sé que les debe parecer algo rarísimo, pero creo que es la única solución, no pelear, sino dialogar ¿para qué tenemos las palabras? Si aceptan ayudarme yo consigo las naves y se vienen para acá. (traigan pizza) Por favor terrícolas, esto es serio. Besos Jiny Jonglang P.d.: Jonglang es mi apellido, Besos Jiny Jonglang Capítulo 2: Jiny mandó la carta a “Aeroparque Jorge Newbery”, donde una nena llamada Ana, que estaba aburrida, a 20 minutos de irse de viaje con su mamá y su papá, vio que por la izquierda, a través del vidrio principal, caía suavemente un papelito. Pidió permiso a sus padres para ir al baño y salió corriendo hacia donde vio caer el extraño papel, ya que se le despertó una gran sospecha. Cuando llegó, vio el papel en el piso y su sospecha se convirtió en intriga al descubrir que ese pedazo de papel más bien era una carta. No miró de quién ni para quién era, solo se la guardó en su bolsillo y se fue corriendo con sus padres. Realizó el viaje sin abrir la carta, ya que quiso leerla con sus amigos. Ni bien regresó a su ciudad, se reunió con Cata, Mateo, Lucas, Lolo, Nico y Matías, sus amigos, para compartir esa extraña carta enviada a toda la Tierra.

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Les quedaron claras varias cosas: • Que Clark Kent y Superman son la misma persona y es real. • Que los marcianitos de pizza planeta de Toy Story, no son de Júpiter. • Que esa carta les cambiaría la vida. • Y que Júpiter necesita ayuda. Una vez recuperados de la sorpresa, le enviaron una respuesta a través de Lolo, que iba a visitar a su abuelo a Salta y el avión sale de ese mismo aeropuerto. Capítulo 3: Hola jiny: Tu carta llegó al lugar correcto. Somos Ana, Cata, Mateo, Lolo, Lucas, Nico y Mati, habitantes de la Argentina, un país de la Tierra. Aunque solo tenemos 8 años, estamos dispuestos a todo lo que pedís. Para ayudarnos tenemos a 129 personas, de las cuales 22 son mayores de edad (14 son nuestros papás y mamás) y 107 son menores (amigos, amigas, primas y primos). Estamos llevando 100 pizzas, 197 papas fritas (las contamos) y 46 tartas de verdura (Lucas es vegetariano). ¿Qué te parece si a las naves las esperamos en el medio del bosque Peralta Ramos? Queda en Mar del Plata, el día 22 de octubre a la 1:00 am, en ese lugar y a esa hora, nadie nos a ver. Te puedo mandar las coordenadas por Google, mi papá me presta el celular. La gente de acá también se está haciendo ambiciosa, cada vez cuidan menos la naturaleza, nuestra mayor riqueza. Incendian bosques y selvas, se descongelan los glaciares, tiran mucha basura al mar… y varias cosas más. Bueno Jiny, nos despedimos, para que la carta no sea tan larga y no gastar tanto papel, así ayudamos a evitar la deforestación. Besos

Ana (en representación Del grupo)

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Capítulo 4: Tenemos suerte de tener casa, ciudad, país y planeta. Cada habitante de la Tierra tiene una historia, y una historia es un conjunto de anécdotas, y cada anécdota es un poco de uno. No muchas personas se encuentran un papel que dice que tenés que salvar el mundo, lo que cuentan no siempre es verdad. ¿pero si te lo encontraras, les ayudarías o cuidarías tu propia espalda? Seudónimo: La mujer invisible

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Categoría 7 a 9 años Individual

SEGUNDO PREMIO

La princesa y los lobos Ilustró: Martín Morón

Candela Iturria

(7 años) Taller Literario del Centro de Apoyo Escolar Sierras y Parques Jesús María Córdoba

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La princesa y los lobos Una fría mañana de invierno nació una niña de cachetes rosados y cabellos entre anaranjado y amarillo, al verla así tan parecida a un fueguito decidieron llamarla Candela. Como hacía mucho frío su mamá la envolvía en una manta de piel y la llevaba atada en la espalda cuando salía a recoger leña. Caminaba cantando una canción de cuna mapuche que le había enseñado su abuela y Candela viajaba tranquila. Un día la mamá iba tan cargada de leña que no se dio cuenta de que se le aflojaron las tiras y que se cayó la bebé en el bosque. Los lobos la olfatearon y como estaba envuelta en piel creyeron que era un lobito, la llevaron a su cueva. La familia y los vecinos de Candela fueron a buscarla al bosque. Día y noche la buscaban. Pasaron semanas y no la encontraron. Candela creció con los lobos y se hizo grande, mientras los lobos aullaban ella entonaba una canción que tenía guardada en la memoria. Una tarde su mamá estaba recogiendo leña y el viento le trajo una melodía conocida, era la misma canción que ella le cantaba a su bebé perdida. Comenzó a seguir la voz y llegó hasta la cueva de los lobos. Cuando vio que quien aullaba cantando tenía el pelo anaranjado y amarillo el corazón se le saltó del pecho. Como ella no había aprendido a hablar se comunicaron con la mirada y con caricias. Se reconocieron y se abrazaron. Candela les pidió permiso a los lobos para ir a conocer a su otra familia. Candela era la hija del cacique y fue recibida como una princesa. Poco a poco fue recuperando su identidad, conociendo a su gente y aprendiendo sus costumbres. Es feliz entre los suyos y en las tardes de calor Candela busca el sendero del bosque y se va a la cueva fresca de los lobos a visitar a su otra familia. Seudónimo: Abril la princesa

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Categoría 7 a 9 años Individual

TERCER PREMIO

El origen

Azul Cesari

(9 años) Colegio Particular Incorporado Nº 1096 “Santo Domingo” San Cristóbal Santa Fe

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El origen Un día, nacieron dos hermanos mellizos varones, que fueron abandonados por sus padres. Al pasar el tiempo, los adoptaron distintas familias; Santiago fue a vivir a la ciudad de Villa Trinidad, mientras que Juan Mateo fue a vivir a la ciudad de San Cristóbal. Santiago era tranquilo y no tenía muchos amigos, muy buen alumno, pasaba las tardes leyendo, tocando la guitarra y estudiando mucho, su pasatiempo favorito era la pesca. Juan Mateo era activo y popular, no le gustaba estudiar, pasaba los días jugando a la pelota con sus amigos en la plaza y malgastaba su tiempo en las redes sociales, así mismo también le gustaba mucho pescar como a su hermano. Santiago tenía un amigo especial, su nombre era Antonio, muy parecidos entre sí. Juan Mateo era un poco egoísta, pero con Javier, su mejor amigo, compartían todo. Ambos vivían en casas humildes, pero no les faltaba nada, y mucho menos, amor. Sin embargo, los dos tenían un pensamiento que les quitaba el sueño… se quedaban horas pensando en su pasado, en su identidad… Una tarde de verano, decidieron participar de un concurso de pesca en la laguna “La Verde” con sus mejores amigos. La competencia comenzó temprano, cada uno eligió un lugar, preparó su caña y se dispuso a pescar. Santiago, observaba a lo lejos, a un participante que llevaba una gorra de su color favorito: verde. Mientras se hundía la boya, todo indicaba que había sacado su primer pez… Juan Mateo muy concentrado obtenía su tercera pieza. El cansancio se hacía presente al caer la tarde, y más aún al sonar la sirena de que la competencia había llegado a su fin. Mientras se realizaba el recuento de puntos de la competencia, ambos disfrutaban de un asado al aire libre con sus amigos, en los extremos opuestos de la playa de la laguna. En el preciso instante en que los chicos pedían a sus respectivos amigos su comida favorita, un choripán, se escucha por megáfono, el nombre de los ganadores del concurso. Los gritos de alegría no tardaron en llegar, habían escuchado sus nombres. El segundo premio era compartido entre dos participantes, Juan Mateo y Santiago; con 151 puntos cada uno.

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Mientras se acercaban al mismo tiempo, entre los rayos del sol reflejados en la laguna, desconcertados reconocían una figura familiar aproximándose en sentido opuesto hacia el podio. Sin quitar su mirada uno del otro, subían, escalón a escalón, paso a paso, enmudeciendo a la multitud y a sus amigos en particular. En el escenario, se miraron fijamente, y en sus mentes revivieron momentos escondidos en lo profundo de su ser, descubrieron su origen perdido, con un abrazo sellaron ese encuentro y desde ese día fueron hermanos. La identidad es algo que llevamos dentro y se construye poco a poco. Para formarla es necesario conocer nuestro origen. En algún momento de nuestras vidas sale a la luz, con ayuda del destino, la encontraremos… Seudónimo: Blue

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Categoría 7 a 9 años Individual

MENCIÓN

Hermanas de corazón

María Paula Levartovsky Pierella (8 años) Escuela Nº 19 DE 7 (gestión pública) Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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Hermanas de corazón En la ciudad de Navarro vivía una chica llamada Florencia, pero le decían Flor. Ella era alta, rubia, delgada, sus ojos eran celestes y en su pelo corto tenía muchos rizos. Nunca le gustaron las puntas abiertas, por eso se lo cortaba todos los meses. Su vida siempre fue muy feliz, a ella le gustaba mucho salir con sus amigas o divertirse con ellas: probarse o comprar ropa, peinarse, maquillarse, escuchar música, bailar, pero a la “hora del lagarto” todo el pueblo se va a dormir la siesta. En ese momento, que era el favorito de Florencia y lo aprovechaba mucho, leía a su autor favorito: Gustavo Roldán. Lo leía desde muy chiquita, ahora tiene 12 años y no deja de leer ningún día, no quiere perderse ese momento de lectura. En su familia es hija única, vive con su mamá, su papá, su diminuta perrita Morita y su perra más viejita Paky. Flor desde chiquita siempre supo que era adoptada, sus padres le contaron que no podían tener hijos entonces la adoptaron. Nunca se hizo problemas. A medida que fue creciendo sus padres le preguntaron si quería saber de su pasado, pero a ella no le interesaba, hasta que un día quiso saberlo todo. Tuvo la gran idea de contárselo a su mejor amiga Sol. Juntas se pusieron a buscar en una caja que tenía la mamá de Flor en el fondo del placar y descubrieron una partida de nacimiento con los nombres de los papás biológicos de Flor. Sol la ayudó dándole consejos y hasta hizo una página en internet para investigar. Ella sabía mucho de las redes sociales. Cuando estaban en eso, a Sol le llamó algo la atención, que al igual que su amiga, en su casa había también una caja escondida en el placar. Sintió mucha curiosidad y la abrió. En ese momento Sol descubrió que sus padres le habían ocultado algo de su identidad. ¡Ella también era adoptada! Encontró una foto de ella bebé con otra familia. Se puso furiosa porque jamás había imaginado algo parecido. Juntas fueron con lo que habían encontrado a preguntarles a los padres de Sol sobre eso. Ellos le contaron la verdad y el por qué la habían adoptado. Finalmente fue Florencia quién terminó ayudando y aconsejando a Sol

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para que siga su vida feliz, por eso mismo ellas decidieron ser “hermanas de corazón” ya que las dos son muy amigas, comparten un pasado parecido y un futuro lleno de alegrías. Seudónimo: Luz Ambar.

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Categoría 10 a 13 años Individual

PRIMER PREMIO

Las aventuras del capitán Smolet Ilustró: Verónica del Giudice

Ignacio José Kuzmicich (12 años) Escuela Nº 6004 “Provincia de Corrientes” Los Molinos Santa Fe

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Las aventuras del capitán Smolet En una fría mañana de julio de año 1864, el capitán Smolet se encontraba desmayado en la arena tratando de volver en sí debido a una gran borrachera. Al recuperar la cordura pudo observar que una botella estaba flotando en las frías aguas. El capitán se acercó a la misma para poder observar qué era lo que esta contenía. Dentro de la misma encontró un mapa, este se refería a un tesoro. Ahí comprendió que una nueva aventura lo esperaba. Al día siguiente, este fue en busca de una nueva tripulación que quisiera acompañarlos en esta nueva búsqueda. Los mismos debían ser muy valientes ya que iban a atravesar aguas profundas. Pero lo que él no sabía, era que algunos de estos hombres podían traicionarlo. Además, el capitán Smolet tuvo que comprar un nuevo barco, este se iba a llamar EL NAPOLEÓN. Luego de un rato zarparemos al océano Atlántico - dice el capitán. El primer oficial se llamaba Kevin y estaba a cargo del mapa por ser íntimo amigo del capitán, este tenía toda su confianza. Cuper, era el que se encargaba de los pisos del barco y de cargar la artillería pesada, también lleva pólvora y wiski. Esa noche Smolet no podía dormir, salió de su camarote y subió a cubierta, donde escucho a dos de sus tripulantes hablando. Estos eran Silver y Josh. Los mismos hacían planes para cuando encontraran el tesoro, ellos solo lo querrían para ellos. Smolet enfureció al escuchar esta conversación y comprendió que debía saber qué piratas le eran leales y cuáles no para poder estar preparado para cualquier traición. Al siguiente día, el capitán estaba muy atento a las conversaciones de todos ya solo sabía que cinco de veinte estaban de su lado. Así que se reunió en la parte posterior del barco con estos cinco hombres para contarle el plan de Cuper y los demás para que estén informados de esta posible traición. En esa tarde, las olas estaban muy agitadas y el capitán debió tomar el timón para evitar que el barco sufriera algún daño contra los arrecifes.

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Cuando todo volvió a la normalidad a lo lejos el capitán pudo ver tierra. Tomo su catalejo para no ser engañado por un espejismo y pudo comprobar que sí era su isla, la que él estaba buscando. Descendieron a dicha isla, comenzaron a utilizar la brújula para encontrar las coordenadas que se encontraban impresas en el mapa. En lo profundo de la isla, la vegetación comenzó a hacerse muy espesa. Solo estaban los cinco hombres de su confianza junto a él y de repente, el capitán escucho cómo un fuerte estruendo de bala le rozó una de sus orejas. Detrás de ellos vieron una bandera flameando en lo alto, esta pertenecía a la milicia de Inglaterra. Liderada por Cuper y los demás. De pronto todo se tiñó de humo, los cinco comenzaron a correr rumbo al barco ya que estaban desarmados. Al llegar al barco debieron protegerse muchísimo de la cantidad de balas con las que estaban siendo atacados. Albert no pudo llegar al barco porque de un solo tiro se desplomó en el suelo. Trataron de coordinar todos los movimientos para poder poner en funcionamiento el barco, pero los esfuerzos fueron inútiles, ya que fueron vorazmente invadidos por todos los traidores. Igual trataron de resistir todo lo que más pudieron. Luego de unos minutos Cuper grita- esto lo podemos hacer de dos formas: una, nos estregan las coordenadas y los dejamos vivir; o dos, las recuperamos por la fuerza y luego los fusilamos. Smolet analizó la situación, y viendo que solo quedan ocho hombres en su contra dice- no les tengo miedo y nuevamente inició una balacera. Después de un rato largo el fuego cesó. De los enemigos solo era Cuper quien estaba con vida. Y gritó muy cobardemente- me rindo ante ustedes. El capitán decidió atarlo al mástil del barco como si este fuera un trofeo. Kevin debía ser quien se encargara de custodiarlo. El resto de los sobrevivientes acompaño al capitán en busca del tesoro. Caminaron cinco horas bajo el cálido sol, ya comenzaban a deshidratarse y uno de ellos le informó al capitán que una cabaña de aspecto misterioso se encontraba en el camino. Smolet no era un tipo de fiarse, analizó la situación y consideró entrar a esa cabaña porque sabía que era parte de este misterio. Al entrar esta olía a humedad y otro olor que el capitán no podía distinguir, pero igual tomó un tronco de madera que estaba junto a la chimenea y un trozo de su vieja camisa para armar una pequeña antorcha. Cuando lograron tener el fuego

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para poder ver comenzaron a recorrer esa vieja cabaña. Una vieja escalera se interpuso en el camino y al bajar por ella se enfrentaron con muchas trampas mortales que están ahí, para cualquiera que quisiera ese tesoro. Fue en ese preciso momento cuando el capitán comprendió que obtener este tesoro no le iba a ser fácil. Iba a tener que poner en marcha sus viejas mañas de pirata para poder conseguirlo. Rápidamente tomó una decisión, seguir adelante ya que no estaba acostumbrado a abandonar una misión. Dos caminos se encontraban frente a él, uno de sus tripulantes le sugirió que debían separarse, pero a él no le gusto esa ida. Y respondió- NO debemos estar unidos, vamos por el camino de la derecha. Este cada vez tomaba una forma rara que hacia dudar al capitán de dicha elección, sugirió que nadie tocara nada pero uno de ellos tropezó con algo que lo hizo rodar contra una pared. Esta comenzó a resquebrajarse y el piso se abrió. Todo fue un solo griterío y un montón de polvo que impedía ver con claridad. Smolet comenzó a gritar para que los demás escucharan su voz y así lograran reunirse. Lograron continuar juntos un rato más hasta que decidieron descansar, por suerte el capitán se dio cuenta que unas serpientes se acercaban y lograron alejarse de ese lugar. El camino se había terminado y una gigantesca piedra se interponía frente a ellos. Comenzaron a empujarla para poder entrar a la cueva que se encontraba detrás de ella. Apenas pudieron moverla, el espacio era reducido, pero igual lograron entrar, esta era una cueva muy grande y en la misma se podía sentir la presencia un ser no visible que los acechaba. Este espíritu pertenecía a Willy uno de las piratas más temibles de alta mar, y enemigo del gran capitán Smolet ya que en su juventud habían tenido muchas diferencias. El espíritu comenzó a realizar muchas maniobras que ponían en riesgo la vida del capitán y sus hombres, por eso buscaron una salida. Frente a ellos una puerta gigante de acero se interponía. Quisieron derribarla, pero no lo lograron y fue en ese momento cuando uno de sus hombres sugirió volarla ya que tenía dinamita. Detrás de la puerta un precipicio los aguardaba, el capitán tomó una soga

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y logró atarla a una estalactita, comenzaron a balancearse y así pudieron cruzar al otro lado sin saber qué era lo que les esperaba. Vaya sorpresa se llevó el capitán que muy fuerte exclamó- Tesoro a la vista muchachos. Y todo se convirtió en un solo festejo. Al tomar el tesoro este contenía doblones de oro, diamantes, joyas y perlas preciosas. Luego de descansar un rato decidieron buscar el camino de salida de esa bendita cueva. Aunque trataron de ser muy sigilosos con la salida uno de los hombres en un descuido activó una trampa y el lugar comenzó a desplomarse sobre ellos. Corrieron lo más rápido que pudieron y se alejaron de ese lugar. Al llegar al barco, zarparon hacia Inglaterra. Cuper fue entregado a la milicia y el capitán le advirtió que nunca más se cruzara en su camino. El festejo comenzó muy temprano en una vieja cantina, el wiski era lo que más abundaba, el capitán y sus muchachos luego de tanto beber lograron una gran borrachera. Y otra vez la fría arena de la playa raspaba la cara del capitán Smolet. ¿Será que una nueva aventura lo esperaba?????...... Seudónimo: Nacho

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Categoría 10 a 13 años Individual

SEGUNDO PREMIO

¿Qué pasaría si...? Ilustró: Brocha

Camilo Skliar Arrue

(12 años) Escuela Nº 86 “Batalla de Maipú” San Martín de los Andes Neuquén

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¿Qué pasaría si...? Capítulo 1: Raro pero cierto.

19 de agosto.

La máquina explotó y cuando los vimos, ya era demasiado tarde. Capítulo 2: No sé qué es cerebro.

21 de agosto.

Hola: soy... me olvidé quién era, les pasó a todos... ¿”cosos”?, no sé cómo se llaman. Lo que me acuerdo es que fue por culpa de “esos”, que toda la... tampoco me acuerdo cómo se llamaba. Mi abuelo le decía... ¿humanidad?, creo. Mi cerebro (como le dicen “esos”) es realmente una máquina descompuesta, “cosita”, te voy a llevar a todos lados y así seguiré acordándome. Capítulo 3: Formación

30 de agosto.

Hoy volví a ver a “esos”, eran 10; pero a uno se lo notaba deprimido. Todos los varones hicimos cuadrados, “esos” lo llaman formación y luego nos regalaron anteojos verdes. Las mujeres hicieron círculos. Voy a probar estos anteojos mañana, “cosita”. P.D.: El “eso” deprimido fue el único que me dio los anteojos. A ninguno más. Capítulo 4: La cueva virtual.

1 de septiembre.

¡Hoy volví a encontrarme con el “eso” triste!, pero hubo muchos detalles

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muy extraños, “cosita”. ¿Te acordás de los anteojos? te teletransportan a una cueva y ahí me encontré con el “eso”, me dio unos anteojos arco iris. Cuando me los puse, ¡me acordé de todo! ¡Me llamo Mateo! Aparte, el “eso” traidor me encomendó una complicada tarea. Capítulo 5: La misión.

18 de septiembre.

Perdoname “cosita” que no te haya escrito desde hace mucho tiempo, pero anduve muy ocupado estas semanas. Estuve cambiando los anteojos verdes por unos de los colores del arco iris ¡y me encontré a mi padre, “cosita”! Obviamente él no se acordaba de mí, pero los anteojos arco iris hicieron que recuperara la memoria ¡hasta se acordó de dónde está el resto de nuestra familia! Voy a necesitar muchos anteojos arco iris. Seudónimo: Wizen Chalice 810

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Categoría 10 a 13 años Individual

TERCER PREMIO

Somos Matilde

Mathilde Anguita Decrop (12 años) Escuela Nº7 D. E. 6 (gestión pública) Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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Somos Matilde Siempre he pensado que, en algún momento de la vida, tuviste la suerte, al menos, de verla, compartir cosas con ella, jugar o disfrutar un paseo. Pero en mi caso, fue distinto. La conocí por fotos. Me imagino su voz. Una carcajada. Su perfume. La suavidad de su piel. Un beso en mi mejilla. Él dice que me parezco mucho a ella. Me mira fijo y sonríe. Me comenta que tengo sus mismos ojos grandes, algunos rasgos de su cara y también que tengo algo de su madurez, quizás porque suelo ser conciliadora, como aquella tarde en el aeropuerto, donde papá tuvo una discusión con un policía por estacionarse mal, mis palabras reflexivas los tranquilizaron. De ella, sé que era graciosa, porque mi tío Horacio me contó que una vez haciendo panqueques, se le cayeron al piso, una situación que a la mayoría le hubiera molestado, pero hizo unos chistes. También hacía unos ricos buñuelos que los preparaba utilizando su receta secreta, tal es así que hasta el día de hoy nadie la pudo igualar. La solidaridad era una de sus virtudes, porque cuando alguien estaba en problemas acudía en su ayuda, eso lo pude descubrir porque una vez escuché a papá comentar que, cuando estaba detenido, iba a visitarlo y llevaba comida para todos los que se encontraban en la misma situación que él. Su generosidad aliviaba la angustia que sentían tanto su hijo como sus compañeros. Yo opino que ella era como el lucero del atardecer, que iluminaba aquellas oscuras celdas con cariño. Como en todas las reuniones familiares, siempre que nos encontramos los primos, sobrinos, tíos, terminamos hablando de anécdotas divertidas, en especial de cuando mi tío y mi papá eran niños. Cada vez que escucho una de ellas suelto una risotada, como lo sucedido en el verano del 62 en Uruguay. Mis abuelos tenían una casa en la playa a la que solían ir durante las vacaciones. Una mañana soleada, el abuelo llevó a pescar a

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sus hijos en una lancha junto a unos amigos del lugar y para sorpresa de todos volvieron con una foca bebé. Los pescadores tenían la intención de cocinarla. Mi abuela enfurecida les ordenó que la devolvieran inmediatamente a su hábitat natural para que regresara con su mamá y los dejó a todos sin postre. Me la imagino frunciendo el ceño y con su dedo acusador culpando al abuelo por lo sucedido. A menudo, a la salida de la escuela observo a mis compañeros y veo que a muchos los vienen a buscar sus abuelas. La abuela de Bauti, muy parecida a él. La abuela de Juana, muy serena. La abuela de Gian Luca, derrochando alegría. La abuela de Miri, siempre con una sonrisa. Miri es una de mis mejores amigas, siempre cuenta la misma historia en la panadería, donde la abuela había pedido unas medialunas y al momento de pagar se dio cuenta de que no había llevado plata, entonces le susurró al oído diciéndole: - ¿Miri, tenés plata? Por suerte traía algo de dinero y le salvó las papas a la abuela. Cada vez que me cuenta esa historia sonríe y yo me hundo profundamente en mis pensamientos. Me hubiese gustado verla parada en la puerta de la escuela, que me ayudara en las tareas, que me preparara la merienda, que estuviera en mis cumpleaños o que me contara alguna historia divertida de cuando era niña. Pero también presiento que está conmigo especialmente durante las noches de verano, cuando el cielo está colmado de luces resplandecientes, abro las ventanas y veo una estrella más grande y brillante que las demás. Me imagino que es ella, que viene a acariciarme y yo extiendo mis brazos para tocar su rostro y vuelve a su lugar. Es difícil explicar mis sentimientos, un vacío en mi vida. La abuela, se me ocurre pensar que debe ser la persona más cariñosa del mundo, lástima que no pude experimentar esa dulzura. Un día de otoño estaba en mi cuarto, como de costumbre muy desordenado, entre hojas secas que junté del patio, porque me gusta coleccionarlas. Escuché unos zapatos ruidosos que se acercaban, era

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mi papá. Me precipité a sacar las cosas del piso, abrió la puerta y dijo: Tenemos que hablar. El tono de su voz no era el mismo de siempre. Me llevó al comedor donde me extendió una silla y fue a la cocina a preparar dos tazas de té. Después de unos minutos volvió dándome una, se sentó y comenzó a decirme que ya tenía edad para comprender el porqué de algunas cosas. Me contó que unos señores, con reglas injustas, a los que él llamó “militares”, se llevaron a mi abuela en un camión extraño por la fuerza. Ellos la buscaron siempre sin parar, sin embargo, hasta ahora no supieron de ella. Entonces pregunté cómo se había enterado. Él dijo: Vino tu abuelo y me dio la noticia, la desesperación y la angustia me habían invadido por completo ya que me encontraba detenido. Pregunté dónde y cómo había sucedido. Siguió su relato contando que la abuela trabajaba en una inmobiliaria y una tarde fría del 24 de julio de 1978, le dijeron que tenía que mostrar un departamento en Avenida de Mayo enfrente al bar Tortoni. Pero al llegar, la esperaban dos señores que no parecían muy amigables, quienes la agarraron del brazo y entre pedidos desesperados de ayuda, se la llevaron. Papá dijo que había testigos, pero nadie hizo nada. Eran tiempos oscuros, terminó diciendo. Derramó un poco de té y fue rápidamente a buscar un trapo para limpiar. Me quedé pensando unos minutos. Sentí una gran explosión en mi pecho, como si algo colapsara. De repente, aquel comedor se convirtió en una gran supernova después de que muere una estrella. Un agujero negro, un silencio. Estaba muy sorprendida, no esperaba aquella confesión, el enojo también me había invadido. Volví a la realidad al escuchar unos acordes de tango, Julio Sosa, dijo papá y tarareó: -Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé. ¡En el quinientos diez y en el dos mil también!... El ambiente de pronto fue más agradable, me comenta que ella era fanática de ese cantante uruguayo. Me quedé observándolo por unos minutos; aquellas melodías parecían transportarlo a su infancia, a los días de verano en la costa uruguaya, al aroma de los buñuelos recién hechos o a una rica comida realizada por la abuela; de esa manera, supongo que la tiene siempre presente. Recuerdo que terminamos amasando pizzas y

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escuchando al “Varón del Tango”, como lo llama papá. Tenía aproximadamente seis o siete años cuando realmente pude entender el verdadero motivo de las marchas en Plaza de Mayo. Curso el último año de la escuela primaria, aparte de las pijamadas con mis amigas, los cumpleaños y el viaje de egresados, también hubo mucho para aprender y descubrir, tan es así que, en Ciencias Sociales, al investigar sobre la última dictadura cívico militar, pude entender que el miedo y la incertidumbre reinaban durante esa época que desapareció mi abuela, era algo con lo que convivía nuestra sociedad. Estos hechos violentos no pueden quedar impunes y estoy convencida de que a través de la Memoria Colectiva se puede combatir la impunidad de los militares represores que aún siguen sin condena. Dicen que, cuando el cielo está oscuro siempre están las estrellas y aunque eran tiempos sombríos siempre hubo personas que buscaron la verdad. Llevo su nombre, siento que está conmigo donde quiera que vaya, tal vez por eso pienso que es una estrella que me ilumina, que camina junto a mí y que, de la mano de papá, todos los 24 de marzo marchamos para pedir justicia por quienes ya no tienen voz. Seudónimo: Sirio

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Categoría 10 a 13 años Individual

MENCIÓN

Helena. Dos vidas, dos historias. Mucho por contar

Rafaela Casares Torrella

(10 años) Escuela Nº9 D. E. 10 (gestión pública) Ciudad Autónoma de Buenos Aires

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Helena. Dos vidas, dos historias. Mucho por contar Heeee … leee… He… leee… NO. Imposible. Había algo que siempre que intentaba completar la palabra lo impedía, no podía, lo intentaba una y otra vez, pero no, era como un nudo en la garganta que le sacaba las palabras, las letras… TODO, tenía unas ganas de llorar y llorar, pero no podía porque ese mismo nudo se lo impedía. Se sentía completamente sola, por más que a su alrededor tuviese a mucha gente no era igual a antes. ANTES… Antes cuando sabía quién era, cuando se reconocía, cuando sentía su cuerpo… Cuando se sentía ella y nada más, así de simple era, cuando era alguien, hace mucho. Cuando era FELIZ. Helena vivía en un campo que quedaba en un pequeño pueblo, su familia era pequeña solo estaba ella su mamá y su papá, cuidaban de muchos animales con los cuales siempre le encantaba jugar, de hecho cada uno tenía un nombre. Era ese momento en el que Helena era verdaderamente feliz, tenía toda la atención que necesitaba y sus padres siempre estaban para ella. Pero eso era cuando tan solo tenía seis años porque luego esa vida hermosa, esa vida llena de sueños, colorida y alegre, esa vida en la que ella era como una princesa se fue derrumbando, poco a poco. Todo comenzó cuando en el campo donde les iba tan bien empezó a irles muy mal, cada vez cobraban menos, luego de una tormenta sus cosechas no crecían más, y las gallinas estaban enfermas lo cual significa que comer sus huevos podría ser contagioso para la gente. En fin, estaban llenos de problemas ya ni siquiera les daba la plata para comprar la comida. Los padres de Helena estaban preocupados y no sabían cuánto más podrían resistir, estaban apenados y ya no tenían tiempo para su hija y sus travesuras lo cual también la apenó a Helena, cada vez estaban peor pero ellos no querían dejar el campo y la granja, allí era donde habían tenido a su hija, donde habían sido muy felices y aparte esa granja había pertenecido a muchos integrantes de la familia desde el tataratataratataratataratataratatara abuelo de la mamá. Era como una tradición y cuando los padres fallecieran pensaban dárselo a Helena. Hasta que ya no pudieron más, su única opción era mudarse a la ciudad que allí hay más trabajos y podrían tener unas mejores vidas. Así fue como un día

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guardaron todas sus valijas en el auto y emprendieron viaje hacia la ciudad. A la cual NUNCA llegaron. Hubo un accidente y ¡PUM! Chocaron contra un gran camión que llevaba gasolina. La ambulancia y la policía llegaron lo más rápido que podían, pero ya era demasiado tarde, porque todos habían muerto. Para asegurarse los llevaron al hospital y los internaron, pero era imposible, no habían señales de vida. Hasta que de repente luego de ocho horas sonó una alarma ¡PIIIIIIIIIIIIIIIII! ¡¿Que?! ¡Alguien tenía vida! ¡Era un milagro! Fueron corriendo hasta la sala donde sonaba la alarma ¡Era la chiquita! ¡Helena! Estuvo internada durante dos meses hasta que por fin pudo salir. Como sus padres no estaban con vida tuvo que ir a un orfanato y ahí todo fue peor y comenzó la tristeza a la cual mencionaba al principio, ese vacío que sentía ella que jamás se iba a poder rellenar. Ya había pasado un largo tiempo y Helena ya tenía sus trece años pero nadie la quería adoptar. Pero todo se alteró cuando sonó el teléfono, sonó durante un rato largo y como vio que nadie lo atendía fue y lo atendió. No sabía quién podía ser pero estaba segura de que por atender un llamado no podría pasarle nada. Pero se confundió… - ¿Hola? -preguntó una señora desde el teléfono - Hola, si, ¿quién habla? - dijo ella - Buen día, me llamo Virginia, mi marido Gustavo y yo estamos buscando a nuestra hija, nosotros la dejamos en adopción hace trece años cuando nació porque no podíamos cuidarla y a los cuatro días una pareja que no podía tener hijos decidió adoptarla. No sé mucho de ellos, solo sé que viven en un campo y están a cargo de una granja, pero nada más. Ya sé que no vamos a poder adoptarla, aunque ahora sí podríamos, porque ella ya tiene padres, pero por lo menos nos gustaría verla, si es que ella quiere claro… dijo la señora con una voz llorosa y que se trababa. Helena no sabía qué decir. Para estos temas tan importantes tenía que hablar la directora del orfanato, pero se notaba que la señora estaba muy triste y le daba pena cortarle así que decidió hacerle una pregunta: - Y… ¿Cómo se llama su hija? - Helena- respondió la mujer - ¡¿HELENA?! ¿Está segura? - preguntó asustada - ¡Sí, Helena! - ¿Helena con qué apellido? - respondió entre llantos y con la voz entrecortada.

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- Helena Blasco Kairus Helena no respondió nada ¡Era su nombre! No lo podía creer ¿En serio la habían engañado durante tanto tiempo? ¿Le estarían haciendo una broma? Se puso a llorar lo más silenciosamente posible. - ¿Hola señora? ¿Hola, hola, está ahí? Señora, por favor, responda ¿Señora? ¿Holaaaaaa? - decía Virginia De repente llegó la directora del orfanato, la cual le tenia mucho cariño a Helena y la vio llorando, entonces fue a hablarle. - Hola, linda ¿Que ocurrió? - Nada, señora, gracias, pero estoy bien. - ¡Sí, claro! Avisale a tu cara que estás bien. Ella confiaba en la directora, pero si le contaba la retaría. - ¿Si le cuento no se enoja conmigo? - Nunca me enojaría con vos, ¿sí? Ahora decime. - Es que… - decía entre lágrimas, casi sin poder respirar- El teléfono estaba sonando y como nadie atendía fui yo a contestar, pero… ¡Ay, no sé cómo explicar!, es que… Me enteré de algo y … No sé cómo decirle. - Tranquila, ¿sí? Vos decime, que yo tengo tiempo – dijo la directora. - Es que no sé cómo explicar, pero la llamada no se cortó así que hablé con la persona que llamó y usted misma se va a dar cuenta porque estoy así, perdón me tengo que ir – dijo Helena y se fue corriendo hacia su cuarto mientras se escuchaban sus llantos por las escaleras. La directora se quedó hablando con Virginia y su marido, luego de que le contaran todo subió hacia el cuarto de… bueno ya saben quién. ¡TOC TOC! Se escuchó en la puerta de la habitación de Helena. - Quien sea perdón, pero no estoy de humor - Soy yo, la dire. - ¿Vino para hablar de lo que pasó? - Sí, me enteré de todo. -Bueno, pase. - ¿No querés encontrarte con tus papás biológicos? Mirá, ya sé que ellos te abandonaron, pero fue porque era lo mejor para vos, sería una gran oportunidad reencontrarte, deberías perdonarlos- dijo la directora - No es eso, directora Carola – dijo sin poder respirar ni por un segundo - ¿Entonces? - Es que… ¡Mis papás nunca me contaron que yo era adoptada! ¡Me lo ocultaron siempre!

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- ¡¿QUÉ?! ¡YO PENSÉ QUE LO SABÍAS! - Bueno, pensó mal, porque me lo ocultaron toda mi vida ¡EN SERIO, TODA! -Ay, lo lamento mucho, pensé que estabas enterada y no los habías perdonado. Pero igual, ¿no te gustaría conocerlos ahora que sabés la verdad? - No sé… Esto es muy fuerte para mí, aunque me gustaría, pero tengo dudas. - Mirá, podrías hablar con ellos y sacarte las dudas. - ¡Es que no entiendo cómo fueron capaces de mentirme así! No sé, no lo creo mucho. - Bueno tengo una idea hagamos una prueba de ADN ¿Te parece? Es la única forma de saber la verdad. Y así tal como dijo Carola hicieron las pruebas, Helena agarró un sombrero que era de su mamá adoptiva y otro de su papá adoptivo (supuestamente). De esos sombreros sacaron un pelo que había quedado enganchado de cada uno, comparado con un pelo de Helena y dio… ¡Negativo! Ella no lo podía creer, ahora solo quedaba ver si los otros sí eran sus papas biológicos. Usaron el mismo pelo de Helena, una botella de la que había tomado Gustavo y otra de la que tomó Virginia y dio positivo. ¡NO PUEDE SER! Pensó ella. Les contaría todo lo que pasó luego, pero creo que sería mejor ir al final que es lo más intrigante. Luego de tres meses de pensar, pensar, y conocer a sus padres esta historia llegó a su final, un final donde ese nudo en la garganta desapareció, donde pudo completar la palabra, donde volvió a ser feliz, a conocerse, donde volvió a ser ella y donde por fin conoció su verdadera identidad. Helena se fue a vivir con sus padres, que eran muy buenos y divertidos, a una hermosa casa de dos pisos que hasta tenía jardín, patio y terraza y como siempre quiso tenían un perro hermoso que se llamaba POKER y después su vida siguió y pasaron muchas cosas, pero mejor esas cosas se las dejo a ustedes para que las imaginen. FIN! Seudónimo: Rafi C.T

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Categoría 7 a 9 años Grupal

PRIMER PREMIO

El pueblo que perdió las RR Ilustró: Martín Morón

León Aguirre, Valentín Blanco Mollo, Gianfranco Bochietti, Antonella Moreno, Bianca Valles Suárez (8 años) Escuela “Tte. Benjamín Matienzo” Santa María de Punilla Córdoba 73


El pueblo que perdió las RR A lo lejos se escucha una voz que grita: ...”no chivateen en patas, que las espinas de los espinillos los van a hincar, y el calorón de la siesta los va a insolar…” -cómete unos casquitos de mandarina y después salís a jugar, pero no metan buia, que es la siesta…” Por la plaza se siente hablar a Juan quien comenta: …”parece que la Rita y el Roque, están de fiesta, escucha el cuarteto a todo lo que da. Aquí se reúnen por las tardes y debaten, cuentan chistes, hablan macanas, recuerdan anécdotas y personas”. De repente María grita: -Juan…”¡cucha el refusilo! Parece que se viene un aguacero…” ¡Que truenazo! Vamo adentro. En ese pueblo de las sierras de Córdoba llamado Santa María, la gente disfrutaba con felicidad cada momento, trabajaban, estudiaban, jugaban, reían. Este poblado tenía algo diferente que los identificaba y, era su forma de hablar, arrastraban las RR, a las Y y las LL las cambiaban por i, antes de nombrar a una persona agregaban LA, EL. Su tonada parecía un cantito, estirando las silabas, era difícil que no lo reconocieran. Un día, cuando recién amanecía, se escuchó en la radio y salió por facebook un comunicado, que sorprendió a todos. Se informaba que a partir de ese día un nuevo grupo de personas gobernarían, entonces, desde ese momento, ya no se podían remarcar las RR, ni hablar como lo hacían. Desde ese momento una tristeza enorme recorrió el pueblo. Ya la gente no salía a la plaza, no hablaban entre ellos, ya no debatían, sus sonrisas estaban apagadas. Las RR se perdieron, fueron llevadas quién sabe dónde, pero nadie se animaba a pronunciarlas. Los días transcurrían y esta situación se sentía cada vez más. Puertas adentro de una casa, algunas personas dialogaban ocultas, para que nadie las escuchara, expresaban que estaban tan distraídos que les robaron la posibilidad de hablar. No mandaban audios, entonces comenzaron a escribirse whatsapp que en ellos decía: “Debemos ser libres, hay que salir a luchar para salvar nuestra identidad. Nos juntamos a las 7 de la mañana en la placita de Tillard.” Así las personas se reunieron, marcharon cantando y así echaron a los malos. Y prometieron que nunca más les robarían la palabra. Y vivieron felices los cordobeses.

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(Y erre con erre, somos tierra, de las sierras, si oís apencar, crioito, maomeno, relojear, junar, luquiar, etc. Los cordobeses te contamos cómo hablamos.) Seudónimo: Los Cordobeses

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Categoría 7 a 9 años Grupal

SEGUNDO PREMIO

Flor de bruja Ilustró: Laura Michell

Irupé Brito, Morena Brollo, Guadalupe Cuitiño (8, 7 y 9 años) Taller Literario del Centro de Apoyo Escolar Santa Gema Jesús María Córdoba

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Flor de bruja Flor era una niña diferente a sus compañeros. A sus compañeros las mamás los llevaban a la escuela en moto, en bici o en auto. En cambio a ella la llevaban en escoba. Los otros chicos para merendar llevaban galletas, gaseosa, manzanas o bananas. Flor, en cambio, llevaba postrecitos de baba de caracol o uñas de sapo crocantes. Mientras que sus compañeros tenían por mascotas perros o gatos, ella tenía dos arañas y un murciélago llamado Cuchicho. A veces en los recreos estaba sola porque sus compañeros tenían miedo de que los hechizara y los dejara convertidos en sapos. Flor les explicaba que ella no era de esas brujas, pero ellos no le creían. Hasta la maestra la trataba diferente, no la dejaba hacer las evaluaciones en forma escrita porque decía que podría resolver las multiplicaciones y divisiones con hechizos. Flor le decía que no sabía hacer eso, pero ella no le creía y le hacía dar la lección oral al frente de todos. Flor se ponía muy nerviosa, comenzaba a temblarle el cuerpo y sus zapatos puntudos comenzaban a saltar, toda la clase se reía de la pobre Flor. Cuando regresaba a su casa se ponía a llorar y gritaba. − ¡No quiero ser bruja! - Daba un portazo y se encerraba en su cuarto llora que llora. Su mamá ya se había cansado de la situación y la retaba. − ¡Basta, no llores más! Sos una brujita muy linda, no podés ser humana. Una tarde Flor le robó el libro de los hechizos. Ella estaba segura de que en el libro había algún hechizo para dejar de ser bruja. Lo encontró y lo hizo. Anduvo siendo humana y nunca se acostumbró, era muy raro. No le gustaba mucho porque no se sentía parte de la familia y sus primitos le tenían miedo, además sus compañeros le dijeron que era mejor tener una compañera bruja en vez de otra niña humana como las demás. Entonces Flor comenzó a darse cuenta de era mejor ser lo que ella era y no querer ser alguien diferente. Agarró el libro y se hizo el hechizo de desconversión y le salió mal. Terminó convertida en gato hasta que dio con el hechizo correcto y volvió a ser bruja normal.

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En el colegio les propuso a sus amigos dar una vuelta en escoba y todos quedaron felices. Seudรณnimo: Bonitillas

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Categoría 7 a 9 años Grupal

TERCER PREMIO

Gato de familia

Zaira Cuella, Mariana Albornoz, Martina Carreño

(8, 9 y 8años) Taller Literario Municipal Barrio Costanera Jesús María Córdoba

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Gato de familia Una tarde silenciosa, se acercaron unos pasos al río. Un señor llevaba algo en una cajita, se agachó lentamente y dejó la caja flotando, se la llevó la corriente y el hombre se alejó. La cajita siguió navegando río abajo, se aproximó a una cascada, los monos curiosos y traviesos se colgaron de una liana y sacaron la caja del río pensado que estaría llena de bananas. Cuando vieron que no había nada para comer, se enojaron y la dejaron abandonada debajo de un árbol. Un pájaro carpintero se acercó a picotearla toc- toc- toc, no le gustó eso que parecía madera pero era muy blanda. Se fue y la dejó abandonada. Un rato después un topo cavando un túnel salió junto a la caja y la llenó de arena. El topo se asustó con el sonido que salía de a caja y salió huyendo. En cambio a Adriana, la leoparda, el sonido le llamó la atención, porque era parecido al llanto de sus hijos. Se acercó, la olfateó y cuando la abrió vio que había un gatito negro con manchitas anaranjadas. Le dio ternura y lo adoptó. Lo llamó Carlos. Carlitos fue creciendo un poco distinto a sus cinco hermanos, era más chico y sus garras no eran tan afiladas, tampoco gruñía tan feroz como los otros. Carlitos se sentía diferente y a veces triste, sobre todo cuando iban a la cacería. Sus hermanos cazaban buenas presas como conejos o zorros, en cambio él solo atrapaba ratones o avecillas. Adriana lo vio triste y le dijo que levantara el ánimo porque era un gato muy especial y aunque no fuera igual a sus hermanos ella lo quería igual. Carlitos, vos sos único, nos encanta tener en la familia un integrante que cace presas distintas, si no terminamos comiendo siempre lo mismo. A Carlitos le volvió la alegría y recordó que por ser más pequeño cuando jugaba a la escondida con sus hermanos siempre ganaba porque le resultaba más fácil esconderse. Maulló de alegría y salió corriendo a buscarlos. Seudónimo: Las gatitas

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Categoría 7 a 9 años Grupal

MENCIÓN

Los súper héroes perdidos

Mateo Ruiz Díaz Ferreyra, Renato Díaz Silva, Alan Garay Coronel (9 años) Taller Literario del Centro de Apoyo Escolar Los Nogales Jesús María Córdoba

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Los súper héroes perdidos Los súper héroes eran chicos comunes y corrientes, se llamaban Alan, Mateo y Joaquín. Los compañeros se burlaban de ellos porque eran chiquitos de tamaño y les decían Nerds. Un día fueron de excursión con el colegio, como se aburrían se pusieron de acuerdo y se escaparon al campo. Caminaron siguiendo unas huellas extrañas, llegaron a una casa abandonada, tenía las escaleras y ventanas rotas, los yuyos estaban crecidos más altos que el techo. Alan dijo preocupado: − ¿No deberíamos volver? −Primero veamos si hay algo adentro, dijo Mateo −Vamos, chicos entremos. Los animó Joaquín Entraron. Las paredes estaban descascaradas, pero los muebles sanos. Subieron al segundo piso, la escalera tenía agujeros, crujía como madera que se va quebrando. En el segundo piso había una puerta cerrada con llave. Bajaron y revisaron todo, en la heladera rota estaba la llave. Subieron nuevamente y abrieron la puerta. Y se asombraron al ver que había tres símbolos pintados en la pared. Sin entender el por qué cada uno fue a tocar un símbolo. Tenían alrededor unas inscripciones, a medida que las leían se iban desmayando. Cuando despertaron salieron corriendo y como era de noche tuvieron que volver y quedarse en la casa. Al día siguiente empezaron a discutir culpándose entre ellos pensando en que los iban a sancionar en el colegio y hasta que podría estar buscándolos la policía. Alan le dio un empujón a Joaquín y se sorprendió por su fuerza, Joaquín cayó a cinco kilómetros. Mateo intentó detener a Alan, cuando lo tocó Alan gritó −¡Me quemás! Mateo se miró las manos y estaban con fuego. Joaquín, sin explicación, ya había estaba de nuevo en el lugar. Tenía súper velocidad. Se dieron cuenta de que tenían poderes. Deberían tener otros nombres

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que los identificaran. Serían Alan Furioso, Fire Teo y Joaquín Velocidad Se miraron entre ellos y pensaron que con esta nueva identidad nunca más los molestarían en el colegio. Sólo tendrían que aprender a manejar sus poderes y su identidad de niños y quizás algún día sus nombres estarían en una revista de comics. Seudónimo: Los del barrio

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Categoría 10 a 13 años Grupal

PRIMER PREMIO

Decime Santi Ilustró: Brocha

Cecilia Sedano Aizcorbe, Ana Ferrari Robles (12 y 11 años) Escuela Nº5 D. E. 10 (gestión pública) Ciudad Autónoma de Buenos Aires Escuela Nº208 Gualeguaychú Entre Ríos

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Decime Santi Cuando nací mi mamá me llamó Isabella; pero yo soy Santiago. Dijeron que mi historia es como la de otros chicos. Yo lo descubrí de chiquito, me cuesta mucho contarlo. Tardé en darme cuenta que, en realidad, me sentía como varón y no como una mujer. Estaba feliz porque se acercaba la navidad y eso significaba REGALOS. Le había pedido a Papá Noel que me trajera una espadita azul. Les conté a mis amigas y dijeron que no podía pedir eso porque era para chicos y yo era nena. Eso me dolió mucho porque eran mis amigas. Después les conté a mis amigos y me dijeron que habían pedido lo mismo, pero que yo no podía pedirlo porque era nena, porque se suponía que las nenas no podían jugar así ni pedir eso: teníamos que pedir muñecas o maquillaje. Pero no lo que yo quería. Aunque ya me había cansado de que me dijeran todo el tiempo qué cosa era para chicas y qué era para chicos, decidí cambiar mi pedido por una cajita de maquillaje. Cuando se lo conté a mi mamá, ella me dijo: -- No tenés que hacer lo que te digan los demás. -- ¡Vos no entendés, mamá! Me cargan y no me gusta. Por eso cambié mi regalo y listo. -- Pero si a vos te gusta, ya está. -- Le voy a pedir a Papá Noel lo que yo quiera. Le voy a pedir una cajita de maquillaje y punto. -- Pero eso no era lo que vos querías… -- ¡Ahora quiero eso! -- le dije llorando y me fui a mi habitación. Mamá se enojó conmigo por hacer lo que me dicen los demás. Yo estaba muy triste, porque no me gustaba que mamá se enojara conmigo y también porque no sabía quién era. Al otro día en la escuela les dije a mis amigues que había cambiado mi regalo y me felicitaron; me re enojé. No podía ser que me felicitaran, porque en realidad yo no quería una cajita de maquillaje y además había cambiado mi regalo por ellos. Entré al aula sin decir más nada y cuando volví a salir ni siquiera los miré. -- Ahí va el nenito -- se burlaron mis compañeros a la salida. -- ¡Cállense! -- les saqué la lengua y me fui con mi mamá, que me esperaba en la puerta.

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Al otro día, cuando me llevó a la escuela, mi mamá escuchó a Martín, Julián y Valentino gritando en la puerta: -- ¡Ahí va el nenito! Mamá vio cómo me puse a llorar. Me propuso faltar a clase ese día, pero le dije que no, y muy preocupada se fue al trabajo. Triste, le dije a Martín: -- ¿Por qué hicieron eso? -- Ay, pero era sólo una bromita... -- ¿Pero no ven que a mí no me gusta su BROMITA? -- Ay, Isabella, no te pongas así... -- Obvio que me pongo así. Se supone que son mis amigos. Traté de tranquilizarme. -- Bueno, no nos gusta la idea de que pidas cosas de varón. -- ¿Y cómo funciona eso? -- Ya estaba llorando de nuevo. -- Cómo con los colores: hay colores de nene y colores de nena. -- Denme un ejemplo -- dije, enojadísima. -- El azul es color de nene y el rosa de nena. -- ¡Basta, chicos! -- dijo Sebastián, un chico de ojos verdes y pelo teñido de violeta y rosa que iba a séptimo. Siempre estaba solo en el recreo. -- Al fin una persona como la gente; gracias, Seba -- grité, le toqué el hombro y me fui llorando al baño. Sentía mucho enojo porque no podía creer que me dijeran que el rosa es de nena y el azul de nene. No les hablé en todo el día. Cuando me buscó mamá y me preguntó si me sentía bien, no le respondí. Subimos al auto y no nos hablamos. Me sentía mal por lo que me habían hecho y necesitaba pensar. Cuando llegamos a casa bajé del auto y entré corriendo. Me quedé pensando lo de los colores. Se me había ocurrido una idea, inventar un color para niños y niñas. En realidad, lo quería crear para mí, porque yo quería una espada azul y no una muñeca vestida de rosa. Fui a mi habitación y luego de llorar un rato, miré mi pieza y era toda rosa; luego miré mi cajita de música; recordé lo que me había dicho Martín y quería cada vez más inventar un color. Un rato después me di cuenta de que eso iba hacia un fracaso así que me rendí. Pero en el proceso empecé a notar que yo no me sentía niña, que me sentía más como un niño. Era demasiado extraño, estaba confundido. Casi sin pensar, corrí a decirle a mamá que desde ese momento me llamara Santiago. No estaba seguro de eso, pero igual le pedí a mamá que me

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compre ropa nueva, que me corte el pelo y que le dé mis vestidos, polleras y tops a mi primita Lucía que tenía siete y vivía a unas cuadras. Así que fuimos a la peluquería y me corté el pelo. Me encantó cómo me quedó. A la semana de eso fui a la casa de papá. Quería contarle lo que me estaba pasando. -- De ahora en más decime Santi --le dije. -- ¿Por? --- Porque me siento chico -- luego me rescaté y le aclaré --. Es mi decisión, no la de mamá. -- Bueno, pero le voy a preguntar a tu mamá cuándo pasó esto. -- Pasó la semana pasada. -- Ok, está bien Isa… nti, perdón, CASI me equivoco. Hubo un silencio incómodo. Para romperlo, le dije que le dé mis vestidos, polleras y tops a mi primita Lucía y que me compre ropa nueva. Él aceptó. Por unos días no fui a clase, no tenía ganas y mi mamá me dejó faltar. Volví el último día de clase antes de las vacaciones. Mi mamá iba a pasarme a buscar a la salida y eso me hacía feliz. Pero cuando entré a la escuela, todos se rieron de mi ropa nueva y mi corte de pelo. Fue el día más humillante y feo que podía imaginar, porque, aunque les expliqué cómo me sentía, me obligaron a subir al escenario y uno de los que más me burlaba agarró el micrófono y empezó a cantar señalándome: -- San-tia-gui-ta Ahí todos empezaron a cantar. Algunas maestras se reían, otras se quedaban calladas y otras miraban. Yo me fui a el baño llorando a mares y cerré la puerta bruscamente. Estuve ahí hasta que tocó el timbre y tuve que salir, pero se seguían burlando. A la salida le conté todo a mi mamá, y ella me preguntó: -- ¿Querés que el año que viene te anotemos en otra escuela? -- Sí, mami -- Al escucharla me calmé. -- Le tenemos que contar a papi de este día. -- Ok --. Bajé la mirada. -- Santi, yo estoy muy orgullosa de vos por aceptarte tal y como sos -Nos sonreímos mutuamente y bajamos del auto. Espero que el año que viene las cosas cambien y que nadie se burle de mí en la escuela nueva. Esa tarde mi mamá me llevó a la casa de papá para que hablemos. Cuando me bajé del auto, antes de que papá dijera algo, me encerré un rato

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hasta que tocó la puerta y lo dejé entrar. -- Hij...o, estuve pensando en lo que me dijiste el otro día sobre cómo te sentías. Nada más te quería decir que yo sí te acepto y que estoy tan orgulloso de vos como tu mamá -- Gracias, pá. Nos abrazamos un buen rato y eso me gustó… sentía cómo nos queríamos y recordé que nos teníamos el uno para el otro. -----El fin de esa etapa había llegado, con un nuevo comienzo. Escuela nueva, compañeros nuevos: pero sobre todo vida nueva. Porque así es la vida, al pasar una fase llega otra. Creo que lo que pasó fue lo más difícil, pero lo pude pasar y estoy contento por eso. Ahora espero poder seguir creciendo, feliz. Seudónimo: Santiago Copelles y Gabriel Piánoli

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Categoría 10 a 13 años Grupal

SEGUNDO PREMIO

Portal de estrella Ilustró: Verónica del Giudice

Romina Brollo, Valentina Brito, Tatiana Giménez Carrizo (11 y 10 años) Taller Literario del Centro de Apoyo Escolar Santa Gema Jesús María Córdoba

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Portal de estrella Estrella Corazón de Cristal nunca había ido a un circo porque había crecido en un orfanato y los niños de allí no salían a los parques. Cuando cumplió doce años las empleadas del lugar juntaron dinero y le regalaron la entrada para el circo que estaba de visita en el pueblo. María y Sabina la bañaron, la peinaron y le pusieron ropa de salir. Estrella estaba muy emocionada. Le encantó la rueda de la muerte donde las motos hacían piruetas. También le gustaron los equilibristas que hacían malabares con fuego. Después fue a la tienda de la adivina Daniela. Corrió la cortina para entrar y la adivina le dijo −Te estaba esperando Estrella se sorprendió − ¿Está segura? −Si quieres encontrar a tu familia debes entregarme tu pelo y elegir uno de estos siete espejos que son portales. Tres de ellos te llevarán a tu familia. Estrella siempre quiso encontrar a su familia así que le entregó el pelo y entró a uno de los espejos. Salió en un pueblo donde se encontró con un chico muy parecido a ella. −Hola −le dijo− ¿Me puedo quedar con vos? −No te conozco, ¿tenés familia? −Estoy solo, alguien tiene que cuidarme. A Estrella le dio ternura y lo tomó de la mano. Juntos volvieron a atravesar el espejo y se encontraron nuevamente frente a la adivina Daniela. Ella los vio y les indicó que entraran a otro espejo. Al atravesar ese portal se encontraron con una niña de cinco años. Ella ya sabía que por un portal llegarían dos hermanos. Al verlos corrió a abrazarlos y lloraron de felicidad al reconocerse hermanos. Regresaron al lugar de la adivina, ya sabían que debían elegir un último espejo para atravesar. Entraron al tercero. Sus padres estaban sembrando maíz en su propia quinta. Al verlos los reconocieron y lloraron de alegría. Les contaron que nunca habían querido abandonarlos. Lo que habían

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hecho era protegerlos, porque el pueblo estaba en guerra. Poe eso los habían enviado a otros lugares donde hubiera paz. Fue un sacrificio por amor, porque la vida de los hijos valía más y siempre guardaron la esperanza de volver a encontrarlos. Los portales se cerraron y los cinco vivieron como una familia feliz.

Seudónimo: Las maripositas

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Categoría 10 a 13 años Grupal

TERCER PREMIO

Las tres Marías

María Pía Luna, Yanela Rojas, Uma González

(11, 10 y 11 años) Taller Literario del Centro de Apoyo Escolar Sierras y Parques Jesús María Córdoba

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Las tres Marías Una tarde fría una niña llamada Micaela estaba a un costado de la ruta. A esa hora pasaba mucha gente porque volvían del trabajo, autos, camiones y motos. Un auto casi la atropella. Alarmado el conductor se bajó del auto para ver qué era ese bulto tapado con una manta. Cuando corrió la manta vio que era una niña que estaba dormida o desmayada por el susto. Le preguntó el nombre y la edad. Ella le respondió: − ¿Quién es usted? No lo conozco. −Soy un hombre del bosque, casi te atropello. −Me llamo Micaela y tengo diez años. − ¿Querés que te cuide? −Bueno ¿Usted conoce a mi mamá? −No tengo idea de quién es tu madre, yo te puedo llevar a jugar con mis otras hijas al bosque. Micaela tenía mucho miedo de quedarse sola en la ruta y prefirió ir con el señor. Por un camino de tierra llegaron hasta una cabaña, Micaela se desilusionó al ver que no estaban las otras hijas. −Tengo hambre ¿hay algo para comer? –preguntó tímidamente. El hombre le dio una milanesa con puré y mezcló en el jugo de naranja un polvito para hacerla dormir. − ¿Y sus otras hijas? −preguntó Micaela mientras comía. −Ahora están en la escuela. Después me acompañarás a buscarlas. − ¿Cómo se llaman? −Son las tres Marías: María Pía, María Florencia y María Abigail. Y ahora van a ser cuatro. Vos te llamarás María Verónica. − ¡No! Yo ya tengo un nombre. Soy Micaela El hombre dio un golpe en la mesa y le dijo que a partir de ahora ella haría lo que él le dijera. Micaela se asustó, pero como el polvito ya estaba haciendo efecto se quedó dormida. Cuando se despertó se dio cuenta de que estaba atrapada, gritó llamando a su mamá, intentó abrir las puertas, pero fue inútil. Por más fuerte que gritara y golpeara nadie le respondía.

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En el dormitorio había juguetes y ropa de diferentes tamaños, pero las otras Marías nunca aparecieron. Micaela sólo pudo llorar y llorar. Al rato el señor abrió la puerta enfurecido. − ¡María Verónica! ¡Basta ya de chillar! Portate bien porque la podés pasar muy mal. −No me llamo así ¡Soy Micaela! Quiero a mi mamá, la extraño, ella nunca me gritó así. −Pero si tu madre te abandonó en la ruta –le dijo en tono burlón − ¡No, mi mamá nunca me abandonó! Ella estaba con mucha fiebre y yo fui a la ruta a esperar a mi abuelo, para contarle. Como hacía tanto frío me tapé con la manta y me quedé dormida. Después usted casi me choca y del susto me quedé atontada. −Y bueno, fue suerte para mí entonces jajaja. Dentro de unos días vendrá una familia a buscarte. Más te vale portarte bien –dijo el hombre y le dio un cachetazo. Micaela se durmió llorando y sin haber comido nada en todo el día. Esa noche se escucharon ladridos de perros y se vieron luces en la ventana. Eran las balizas de la policía. Es que su mamá había denunciado su desaparición y habían salido a buscarla con los perros rastreadores. Entraron y arrestaron al hombre. Micaela contó lo sucedido. Dos policías decidieron quedarse a esperar a la familia que iría a comprarla. Micaela se abrazó con su mamá y pidió que también buscaran a las tres Marías. Le dijeron que lo harían. Si las tres Marías lograron ser rescatadas, eso es historia que se cuenta en otro cuento.

Seudónimo: Tres flores bellas

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Categoría 10 a 13 años Grupal

MENCIÓN

La búsqueda

Yazmín Encina, Micaela Coledani, Mía Cobos, Ariadna Fretes (12 años) Instituto Incorporado San Andrés Villa Ballester Pcia. de Buenos Aires

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La búsqueda Había una vez una chica llamada Martina que vivió en la calle, en un baldío en una casa vieja y desde que tiene memoria siempre tuvo con ella un collar y una manta. El collar tenía dos iniciales, mc y la manta tenía una pequeña frase que decía “te amo con todo mi corazón Martina con cariño tu mamá Carol”, y una fecha 19/09. Ella siempre tuvo mucha fe en que iba encontrar a su familia. Martina tenía muchos amigos y conocidos del barrio que siempre la ayudaron en todo, en su alimentación y su salud, pero Martina siempre quiso encontrar a su familia, cuando cumplió 15 años con sus amigos fueron a un lugar donde había muchos niños que buscaban a su familia; ellos también buscaban a sus hijos. Ella le dio a una chica que los atendió su fecha de nacimiento como decía en la manta, su nombre y su apellido. Justo había como cien niños perdidos en esa fecha, entonces ella fue perdiendo la esperanza de encontrar a su familia. Pero sus amigos iban todos los días a ese lugar a hablar con las personas que aparecían en la lista. Cuando fueron a hablar con la última persona, esa persona tenía algo que las otras no, en su mano tenía una foto de una bebe con un collar y una manta igual a la que tenía Martina; le preguntaron quién era y qué le había pasado a su hija; la chica se llamaba Carol y una de las cosas que dijo era que se la habían sacado cuando solo tenía meses y la personas que se la habían sacado eran los militares. Sus amigos fueron corriendo a buscar a Martina para decirle la buena noticia Ella fue corriendo con todas sus fuerzas a ver a Carol, cuando se vieron se abrazaron y Carol le dijo “nunca perdí la esperanza”. Pasaron algunos días, se hicieron tramites, y sí, era su madre biológica Martina fue a vivir en la casa donde estaba su familia, feliz de haberlos encontrado Ella, su familia y sus amigos pudieron vivir felices para siempre. Fin...

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Seudónimo: pequeñas guerreras


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Indice 6 Como las chicharas de Roldán, Verónica Parodi 7 Palabras del Jurado, Esteban Valentino, Margarita Eggers Lan, Diego Bianki y Verónica Parodi 9 10 16 26

ESCRITORES Cuando llovieron buñuelos / Gustavo Roldán Pat Garret and Billy The Kid / Esteban Valentino Una primavera muy particular / Margarita Eggers Lan

31 CUENTOS PREMIADOS

33 39 43 47

Categoría de 7 a 9 años. Individual. Primer Premio: Lo que cuentan no siempre es verdad Segundo Premio: La princesa y los lobos Tercer Premio: El origen Mención: Hermanas de corazón

51 57 61 67

Categoría de 10 a 13 años. Individual Primer Premio: Las aventuras del capitán Smolet Segundo Premio: ¿Qué pasaría si...? Tercer Premio: Somos Matilde Mención: Helena. Dos vidas, dos historias. Mucho por contar

73 77 81 83

Categoría de 7 a 9 años. Grupal Primer Premio: El pueblo que perdió las RR Segundo Premio: Flor de bruja Tercer Premio: Gato de familia Mención: Los súper héroes perdidos

87 93 97 101

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Categoría de 10 a 13 años. Grupal Primer Premio: Decime Santi Segundo Premio: Portal de estrella Tercer Premio: Las tres Marías Mención: La búsqueda


¿Quién apaga las estrellas? 7º CONCURSO NACIONAL DE CUENTOS PARA CHICOS Y CHICAS

En ¿Quién apaga las estrellas?, en esta 7ª edición del concurso literario del ECuNHI, los lectores encontrarán cuentos en donde hay conflictos, desafíos, puentes, encuentros y desencuentros. Hay vida en constante movimiento. Hay otros mundos posibles. Hay sueños para compartir con otros y así volar como el sapo que un día quiso.

www.ecunhi.com.ar


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